16. Impulsos y sentimientos
La nieve se derretia alrededor de la escuela mientras llegaba febrero, para ser reemplazada por una humedad fria y sombria. Unas nubes grises purpúreas se encontraban a baja altura sobre el Castillo y una lluvia fría hacía que el césped estuviera lodoso y resbaladizo.
La primera clase de Aparición había sido bastante desastrosa para ser verdad. Varios alumnos perdieron partes del cuerpo en el proceso, y luego de recuperarlas parecían tan traumatizados que ya no querían intentar. En todos sus intentos Emma había fallado y eso la frustró un poco, razón por la cual no se sintió muy agusto hasta que terminó la clase.
Harry por otro lado había decidido que desde que vió a Malfoy pelear con uno de sus guardianes, Crabbe, lo vigilaría para controlar cada uno de sus movimientos. A Emma le disgustaba bastante la actitud tomada, principalmente porque ahora parecía que el azabache se había enamorado de Malfoy, puesto que ya no le prestaba mucha atención a nada ni nadie últimamente.
Febrero entonces dió paso a Marzo sin cambios de clima, exceptuando que los días se volvieron más ventosos y húmedos. Para indignación de los estudiantes, un mensaje en la Sala Común decia que la próxima salida a Hogsmeade habia sido cancelada. Ron estaba furioso.
—¡Era el dia de mi Cumpleaños! —dijo—. ¡Estaba esperando para ir!
—No es una gran sorpresa, ¿no? —dijo Harry—. No después de lo que le sucedió a Katie.
Ella todavía no regresaba de San Mungo. Lo que era peor: más desapariciones
habian sido reportadas en El Profeta, incluyendo a familiares de estudiantes de Hogwarts.
—¡Y ahora tendré que hacer clases de Aparición ese día! —dijo Ron malhumorado—. Gran regalo de cumpleaños.
—Tengo una sorpresa para ti ese día —dijo Emma de imprevisto—. No te enojes tan rápido, verás que la pasarás bien.
Pero Emma entendía a Ron después de todo: después de tres lecciones, la Aparición se les hacia más dificil que nunca, aunque unos pocos más se habían escindido. La frustración se hacia cada vez mayor y ya habia bastante repulsión hacia Wilkie Twycross y sus tres D's, que habian inspirado muchos apodos para Twycross, de los cuales los más educados eran “Aliento de perro" (Dogbreath)
y "Cabeza de Chorlito" (Dunghead).
El día del cumpleaños de Ron, Emma no logró encontrarlo ni a él ni a Harry en toda la mañana, y estaba comenzando a asusutarse cuando la profesora McGonagall llegó por ella.
—Señorita Williams —la llamó cuando la encontró en medio de un pasillo— la necesitan en la enfermería.
Y entonces Emma se espero lo peor. Ya sabía que algo no estaba bien si se trataba de la enfermería, solo esperaba que no fuera nada grave. Agradeció a su profesora por el aviso y salió corriendo hasta llegar a la enfermería.
Era de tarde, el ala del hospital estaba tranquila, las cortinas corridas, las lámparas encendidas. Solo una cama estaba ocupada. Harry, Hermione, y Ginny estaba sentados alrededor de la cama. Emma sintió que la respiración se le entrecortaba cuando vió a Ron tendido en la cama muy pálido.
—¿Qué sucedió? —preguntó con un hilo de voz.
—Fue envenenado —respondió Ginny un poco ida—. Casi… él casi…
Hermione le dejó pequeñas caricias en la mano a la pelirroja, consolándola. Emma sin embargo tomó lugar al lado derecho de Ron y al izquierdo de Harry, y tomó la mano de su mejor amigo con cuidado.
No dijo nada, ni mucho menos lloró, pero por dentro, en su mente, lo estaba reprimiendo por haber desaparecido y por preocuparla de tal manera. Mientras apoyaba su cabeza con la mano de su amigo, le recordaba mentalmente que sí a él le llegaba a suceder algo no se lo perdonaría nunca.
Gran parte de la tarde, Harry, Emma, Ginny y Hermione se la pasaron en silencio, hasta que Fred y George llegaron a las diez de la noche.
—Esta no es la manera en la cual nos habiamos imaginado darle nuestro regalo —dijo George, en tono grave, dejando un gran paquete envuelto en el gabinete al lado de la cama de Ron, mientras que se sentaba al lado de Ginny.
—Si, cuando nos imaginamos la escena, el estaba consciente —dijo Fred.
—Alli estábamos, en Hogsmeade, esperando sorprenderlo... —dijo George.
—¿Estaban en Hogsmeade? —preguntó Ginny, mirándolos.
—Estábamos pensando en comprar Zonko —dijo Fred melancólicamente—. Una sucursal en Hogsmeade, ya saben, pero no nos ayudara ahora que no tienen permiso de ir a Hogsmade a comprar nuestras cosas... Pero olvídenlo por ahora.
—Hermanita, ¿me permitirían estar con mi hermano? —pidió George, levantándose. Emma asintió y tomó lugar a un lado de Harry, apoyando inconscientemente su cabeza en su hombro al llegar completamente aturdida.
—¿Cómo sucedió exactamente, Harry?
Harry volvió a contar la historia que ya había contado, sintió como si hubieran sido cientos de veces,
—…entonces le hice tragar el bezoar y su respiración disminuyó un poco, Slughorn corrió por ayuda, McGonagall y Madame Pomfrey aparecieron y trajeron a Ron aquí. Ellas reconocieron que se pondría bien. Madame Pomfrey dijo que tendría que estar aquí una semana o más... tomando esencia de rue...
—Fue afortunado que encontraras el Bezoar —dijo George en voz baja.
—Afortunado fue que hubiera uno en ese cuarto —dijo Harry que veía por el rabillo del ojo a la castaña apoyada en su hombro.
Emma cerró los ojos, intentando alejar todo pensamiento negativo de su cabeza. Sabía que ya Ron estaba fuera de peligro, pero si Harry no hubiese sido tan rápido para encontrar el Bezoar, Ron probablemente ya no…
Hermione dió un suspiro casi inaudible. Habia estado excepcionalmente tranquila todo el dia Acongojada y con la cara pálida, abandonó la enfermería, demandando saber qué le había pasado.
—¿Mamá y papá ya lo saben? —Fred le preguntó a Ginny.
—Ellos ya lo vieron, llegaron hace una hora y ahora están en la oficina de Dumbledore, pero regresarán muy
pronto...
Hubo una pausa en la que todos miraron como Ron balbuceaba algo en su sueño.
—¿Entonces el veneno estaba en la bebida? —dijo Fred, discretamente.
—Si —dijo Harry—. Slughorn se lo extrajo…
—¿Podria él haber sido capaz de verter algo en el vaso de Ron sin que nadie lo
viera?
—Puede ser pero… —Emma dudo un segundo—. ¿Por qué habría de envenenar a Ron?
—No lo sé —dijo Fred, frunciendo el seño—. ¿Podría haber mezclado los vasos por
error?, quiero decir ¿tal vez para atraparte?
—Pero adora a Harry, no creo que sea capaz… bueno, de hacer algo en su contra.
—Deben de haber muchas personas a las que les gustaría envenenarlo, ¿no creen? —dijo Fred—. ¿El elegido y todo eso?
—¿Entonces crees que Slughorn es un mortifago? —dijo Ginny.
—Cualquier cosa es posible —respondió Fred.
—Podria haber estado bajo la influencia de la maldición Imperius —dijo George.
—O podria ser inocente —repuso Ginny—. El veneno podría haber estado en la botella, en cuyo caso, probablemente fuese para Slughorn.
—¿Quien querría matar a Slughorn?
En aquel punto de la conversación Emma ya veía algo absurdas las conclusiones que sacaban los Wealsey entre sí.
—Er-my-nee —chilló Ron inesperadamente entre ellos.
Todos guardaron silencio, mirándolo ansiosamente, pero después de murmurar algo incomprensible por un momento simplemente comenzó a roncar.
Las puertas del dormitorio se abrieron de repente, haciéndolos saltar: Hagrid se
acercó a ellos dando grandes zancadas, su cabello enmarañado, su abrigo de piel de castor ondeando detrás de el, una ballesta en la mano, dejando un rastro de lodosas huellas del tamaño de delfines por todo el piso.
—He estado en el bosque todo el dia —dijo—. Aragog está preocupado y le he estado leyendo ¡no sabia nada hasta la cena y es hasta ahora que la profesora Sprout me comentó acerca de Ron!, ¿Cómo esta?
—Podría estar peor —susurró Emma—. Estará bien.
—¡No mas de seis visitantes a la vez! —dijo Madam Pomfrey, apresurándose a salir de su oficina.
—Hagrid es el sexto —George destacó.
—Oh.. si.., —dijo Madame Pomfrey, que parecía había contado a Hagrid como
varias personas debido a su enorme tamaño. Para cubrir su confusión, se apresuró a limpiar las lodosas pisadas con su varita.
—No puedo creerlo —dijo Hagrid roncamente, sacudiendo su gran y peluda mano mientas que miraba a Ron—. Solamente no lo puedo creer... mirenlo yaciendo ahí.. ¿Quien podria querer lastimarlo, eh?
—Eso justamente era los que estábamos discutiendo —dijo Harry—, no sabemos.
—¿Alguien podría tener algún rencor en contra del equipo de Quidditch de
Gryffindor?—dijo Hagrid ansiosamente.
—Primero Katie, y ahora Ron...
—No me puedo imaginar a nadie que quiera deshacerse de un equipo de Quidditch —dijo George.
—Y realmente espero que no sea así —pidió Emma, imaginándose la sola idea de ver a Harry una vez más tirado en la enfermería.
Cuando la noche cayó y la señora Pomfrey los, prácticamente, echó de la enfermería, Emma caminaba despacio y sin cuidado de tropezar o no. Harry la acompañaba a su lado, y sin saber muy bien que decir, la tomó por el brazo.
—¿Qué haces? —se exaltó la castaña.
—Ayudando a que no caigas —explicó Harry con naturalidad—, ¿te molesta?
Emma negó con la cabeza.
—No…, no, para nada, solo me has sorprendido —dijo—. Es solo que me preocupa Ron.
—Lo sé, lo entiendo —dijo Harry—. Pero sabemos que está bien y no corre riesgos, eso es lo más importante.
Emma suspiró pesadamente.
—No sabes el miedo cuando no lo ví en toda la mañana… cuando no los ví —se corrigió—. Creí que algo malo les había pasado.
—Ron no sería capaz de desaparecer sin decirte nada —dijo razonablemente Harry—, y yo tampoco.
Emma dirigió su mirada al azabache con una ligera sonrisa apareciendo en sus sonrosados labios. Harry le devolvió una sonrisa de lado y ladeó un poco la cabeza.
—Deja de hacer eso —pidió Emma, desviando la mirada.
—¿Qué? —Harry alzó las cejas y sonrió aún más.
—Confundirme —Emma se cubrió el rostro con su mano libre—. O, bueno… tal vez… enamorarme un poco más.
—No quiero que te sientas agobiada —susurró Harry, soltando su brazo del de Emma y tomándola de ambas manos, mirándola de frente.
—No me siento así, Harry —dijo Emma con la respiración entrecortada—. Sin embargo yo… no quiero sufrir otra vez…
—Te prometo que si las cosas para nosotros se dan una vez más, si me das una oportunidad más, te demostraré que eres la única mujer ante mis ojos y que no sería capaz de hacerte daño. Porque sin importar la distancia o si estamos enojados, serás la tranquilidad en mi tormento y la luz en la oscuridad. No existe alguien más como tú, y no lo existirá, porque eres única y nadie podrá tomar ese lugar tan especial que tienes en mi vida, ¿sabes por qué? —Harry hizo una pausa para colocar su mano con delicadeza en la mejilla de la castaña—. Porque te amo Emma Walk-Williams. Y sin importar las circunstancias, te demostraré día a día que eres lo más importante en mi vida.
Durante un momento Emma se detuvo para apreciar el brillante destello verde en los ojos de Harry antes de que los suyos se llenarán de lágrimas y él se las limpiará con tanta delicadeza como nunca con sus pulgares. Sus palabras llegaban al más profundo lugar de su corazón y habían impactado con tanta fuerza.
Y por mucho que se resistió, no pudo, y decidió dejar salir todo lo que se tenía guardado desde diciembre.
—Intenté… por todos los medios dejar de pensarte, escribirte y olvidarte… pero no pude —comenzó a decir—. Siempre estuviste en mi corazón y sin importar lo que sea que pase, seguiras ahí. Me hiciste sentir como nunca nadie pudo hacerlo. Cuando estoy contigo el tiempo se detiene y los problemas se desvanecen así sea un segundo, la paz y tranquilidad cuando estamos juntos es algo que nunca podría llegar a explicar y por más que intenté negarlo… todavía te amo, Harry.
Harry sonrió entarnecido. Y sintiéndose embriagado por todas las emociones del momento y mandando a la mierda todo lo que podría pasar, se dejó llevar por un gran impulso. Y Emma no lo detuvo.
Sabían que estaba mal para ambos —o tal vez no— pero los sentimientos confesados y el momento los había llevado a hacer algo que ansiaban hace más de un año. Todo el orgullo, furia y resentimiento que existía entre ambos se desvanecería en el momento justo en el que sus labios se unieron una vez más.
No fue apresurado, sino más bien algo dulce, algo que necesitaban y extrañaban. Harry colocó una de sus manos en la mejilla de Emma, profundizando el beso, y la otra la bajó lentamente hacia su cintura. La castaña por su lado, imitó una de las acciones del azabache: colocar su mano en la mejilla de él.
Ya no importaba si alguien los estaba viendo o no, si Filch los atrapaba o si le restaban puntos a Gryffindor. Eran tan solo ellos, dos adolescentes que se habían extrañado enormemente y que se transmitían todo lo que sentían sin necesidad de las palabras.
Sentir los suaves labios de Emma una vez más se sintió como una ola tranquilizadora para Harry. Su sabor a fresas era su postre favorito, y su cálida mejilla lo hacían sentir tan seguro. En casa. No sabía si lo que hacía estaba bien, o si después de eso Emma no le hablaría nunca más en su vida, pero no sé preocupaba por eso en ese momento. Simplemente disfrutaba de estar una vez más con ella y que no lo hubiera gritado.
Emma estaba reprendiendose, pero su corazón saltaba de felicidad y parecía salirse de su pecho con las suaves caricias que Harry le proporcionaba en medio del beso. Sabía que estaba mal, pero ya no quería sentirse así, quería poder decir todo lo que sentía y tenerlo junto a ella, y por fin era así. Solo ella, él y la débil luz de la luna que atravesaba el ventanal más cercano del lugar.
Sin importar lo que sucedería después, ambos continuaron con el beso hasta que él aire se los permitió, disfrutando de lo que tanto habían extrañado y sintiéndose a salvó con el otro.
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