12. Juego de Quidditch

—Jugué como un costal de estiércol de dragón —dijo Ron en una voz hueca.

—Lo has hecho muy bien —intentó animarlo Emma, brindándole una botella de agua.

—Deja de mentir.

—Uf, que humor —Emma frunció los labios y cerró la botella de agua luego de que Ron bebiera—. Estuvo muy bien, ¿verdad, Harry?

—Uhm… sí, excelente.

—Está en otra galaxia, te responderá incoherencias, Emma, ni lo intentes —se adelantó a decir Ron.

—¿A qué te refieres exactamente con eso?

Cuando Harry empujó el tapete para tomar su atajo usual hacia la torre de Gryffindor, se encontraron con Dean y Ginny, que estaban enlazados en un fuerte abrazo y besándose ferozmente como si estuvieran pegados.

Emma nunca recibió la respuesta de su pregunta, y cuando comprendió lo que estaba pasando, ya era bastante tarde para detener a Ron.

—¡Ey!

Dean y Ginny se separaron y voltearon a mirarlos—. ¿Qué? —dijo Ginny.

—¡No quiero encontrar a mi propia hermana besuqueando gente en público!

—¡Este era un pasillo solitario, hasta que ustedes vinieron a entrometerse! —dijo Ginny.

Dean se veia avergonzado. Le hizo señas a Emma para que intentara detener la situación, pero ya se había escapado de sus manos para entonces.

—Este... ven Ginny —dijo Dean—. Vamos a la sala común.

—¡Ve tú! —dijo Ginny—. ¡Yo quiero hablar con mi querido hermano!

Dean se fue, sin parecer apenado por tener que dejar el lugar

—Bien —dijo Ginny, quitando su pelo rojo de la cara y mirando ferozmente a Ron—,vamos a dejar las cosas claras de una vez por todas. No es de tu incumbencia con quién salgo o lo que hago con ellos, Ron

—¡Si, si lo es! —dijo Ron igual de enojado—. ¿Crees que quiero que la gente esté diciendo que mi hermana es una…?

—¿Ron, qué? —Emma abrió los ojos con sorpresa—. ¡Cállate!

—¿Una qué? —gritó Ginny, sacando su varita—. ¿Una qué, exactamente?

—El no quiere decir nada, Ginny

—¡No sé entrometan! —dijo ella—. Y… ¡Oh si, si quiere decir! Solo porque él nunca se ha besuqueado con nadie en su vida, solo porque el mejor beso que le han dado ha sido de nuestra tía Muriel…

—¡Cállate! —bramó Ron, pasando del color rojo al marrón.

—¡No, no me voy a callar! —chilló Ginny fuera de si—. Te he visto con Phlegm,
esperando que ella te bese en la mejilla cada vez que la vez, ¡es patético! ¡Si tú salieras y te besuquearas un poco con alguien, entonces no te importaría lo que los demás lo hicieran!

Ron habia sacado su varita también; Emma se puso rápidamente entre los dos. Y ahora Harry intentaba sacarla de enmedio de la discusión.

—¡No sabes de lo que estás hablando! —vociferó Ron, intentando conseguir un tiro libre hacia Ginny alrededor de Emma, quien estaba parada enfrente de ella—. ¡Solo porque no lo hago en público!

Ginny gritó con una risa burlona, tratando de empujar a Emma fuera del camino.

—¿Has estado besando a Pigwidgeon? ¿O conseguiste una foto de la tia Muriel y la
escondiste bajo tu almohada? Tú…

Un rayo de luz naranja voló directamente hacia las dos chicas. Emma empujó a Ginny para que estuviera a salvó, y Harry jaló a Emma de la mano para evitar que el hechizo cayera en ella.

Harry empujó a Ron hacia la pared luego de asegurarse que ambas estaban bien.

—¡No seas estúpido!

—¡Harry se ha besuqueado con Emma por años! —gritó Ginny, que parecia estar a punto de llorar—. ¡Y Hermione se besuqueó con Victor Krum, sólo tú actúas como si fuera algo desagradable, Ron, y es porque tienes tanta experiencia como un niño de doce años!

Y con eso, se alejó enojada.

—¡Deja de actuar así, por el amor de Dios, Ron! —Emma se acercó enfadada—. Es tu hermana, y tiene quince años ya. No necesita que le digas lo que puede hacer y no.

—No necesito tus consejos, Emma.

—Tal vez deberías escucharlos un poco —dijo Emma firmemente—. ¡Casi atacas a tu propia hermana! Se supone que la debes de proteger, no de lastimar.

—¿Escúchate toda la mierda que dijo?

—Fuerte y claro, Ronald. Dejaste que te molestara —Emma entrecerró los ojos—. Mantente al margen.

Ron suspiró pesadamente. No quería discutir con Emma—. Lo que digas.

—Harry, tranquiliza a tu mejor amigo —pidió Emma—. Iré a ver a tu hermana —le informó a Ron.

El azabache asintió, y le propinó un golpe a Ron en la espalda.

—Escúchala, en serio.

—Y tú escúchate a ti —le soltó Ron de mala gana.









































( . . . )



























Luego de descubrir que Hermione se “besuqueaba” con Krum, Ron había comenzado a mostrarse bastante frío, a tal punto de lograr que ella ya no quisiera ir a desayunar con ellos. Sin embargo, el día del partido Emma había logrado animar a su amiga para ir con ellos y desearles buena suerte.

Cuando llegaron, mientras Emma tomaba lugar junto a Ron, Hermione se
detuvo un momento en su camino hacia la mesa.

—¿Cómo se sienten? —preguntó tentativamente, mirando hacia la parte posterior de la cabeza de Ron.

—Bien —dijo Harry, que estaba concentrado en pasarle a Ron un vaso de jugo de calabaza—. Ahí tienes Ron. Tómatelo.

Ron apenas había llevado el vaso hacia sus labios cuando las chicas hablaron al mismo tiempo.

—¿Qué le pusiste?

—¡No tomes eso Ron!

Ambos, Harry y Ron voltearon a verlas.

—¿Por qué lo dices? —le preguntó Harry a Emma.

—¿Por qué no? —dijo Ron a Hermione.

—Tu cara te delata —explicó Emma—. Tu sonrisa en especial… ¿qué hiciste?

La sonrisa de Harry se ensanchó aún más.

—No puse nada.

—Te ví —le dijo Hermione a Harry de repente—. Emma tiene razón: acabas de poner algo en la bebida de Ron. ¡Tienes la botella en tu mano en este momento!

—No sé de lo que estan hablándome —dijo Harry llevando la pequeña botella
precipitadamente a su bolsillo.

—Ron, te advierto, ¡no tomes eso! —dijo Hermione nuevamente, alarmada, pero Ron levantó el vaso, se lo tomó de un solo trago, y dijo:

—Deja de darme órdenes, Hermione.

Ella se veia escandalizada. Se agachó hacia Harry de manera que sólo él pudiera escucharla, y susurró—: Deberias ser expulsado por eso. ¡Nunca lo habria creido de ti, Harry!

—Mira quien habla —le susurró él—. ¿Alguien está confundido últimamente?

Se levantó de la mesa y se alejó de ellos. Emma la miró muy confundida, y aunque estaba dispuesta a seguirla, se levantó de dónde estaba y se hizo un lugar al lado de Harry.

—Ya dime, ¿qué hiciste? —insistió—. ¡Tenías el frasco de Félix Felicis! —susurró.

—Te juro que nada, Emma —respondió Harry—. No haría trampa. Solo quería darle una… gota de confianza.

—Harry… —insistió Emma.

Harry rió—. Créeme.

Emma asintió y se puso en pie.

—Iré a verla —informó, refiriéndose a Hermione—. Buena suerte a ambos. Lo harán excelente.

Le sonrió a Harry y besó la frente de Ron antes de alejarse.

Había costado bastante hacerle creer a Hermione que Harry no hizo nada, pero al final terminó por aceptarlo (aunque no estaba muy convencida todavía). Ambas amigas se dirigieron al campo de juego, a utilizar sus habituales lugares, y aunque ya varios de sus amigos se encontraban en el campo ahora, Neville hizo acto de presencia con las chicas.

—¿Han oido? —dijo Neville con una sonrisita—. ¡Malfoy no jugará! Eso es muy bueno para nosotros.

—¿Qué? —se extrañó Emma—. ¿Por qué?

—Dicen que está enfermo —explicó—. Yo pienso que le ha dado miedo que Harry sea el capitán ahora.

Emma guardó silencio por un segundo. ¿En verdad estaba enfermo? Según la última vez que lo vió, estaba bastante bien de salud y su humor seguía siendo igual que siempre. Ya tendría tiempo para preguntarle, por tanto, disfrutaría de un partido como hace mucho no hacía.

Justo entonces los equipos salieron al campo y emprendieron vuelo. Entonces la emoción que Emma ya no recordaba comenzó a recorrer su cuerpo nuevamente. Sería un partido emocionante.

























( . . . )









































—¿Vendrás a celebrar? —preguntó Harry a Emma cuando se encontraban solos en los vestidores.

Emma sonrió levemente—. Te veo allí, capitán —bromeó—. Oh, por cierto, felicidades a ti y a Ron.

—Gracias, Emma —sonrió Harry—. Te veo dentro de un rato.

—Ahí estaré —dijo Emma, despidiéndose con la mano agitada en el aire.

Emma caminó con calma a través de los terrenos. Había sido un juego bastante emocionante, pero eso no la traía con una sonrisa boba en la cara. Aunque odiara sentirse así, el que Harry la haya invitado a la fiesta de celebración aunque sabía que estaría ahí, le resultó bastante lindo.

En el camino a la torre de Gryffindor se encontró con una Hermione algo molesta, que aunque no quería, entró de igual forma a la sala común. Dentro todo era un revulisio, aún sin la presencia de Fred y George, los hermanos Crevey se habían encargado de llevar montones de comidas y bebidas para celebrar como se debía su primera victoria.

Paso un buen rato hasta que Harry apareció a la vista de Emma. Para entonces, la chica se encontraba sin compañía, y sin dudarlo, Harry se acercó con ella.

—Eres más famoso entre las chicas ahora —se burló ella.

—La verdad me da algo de igual —Harry se encogió de hombros—. Solo hay una chica para mí.

Emma se meció en su lugar, abrumada.

—¿Has visto a Ron? —decidió preguntar Harry ante el silencio de Emma.

Justo en ese momento pasaba Ginny procedida de Félix y Crookshansk, y se detuvo para responderle—. ¿Estás buscando a Ron? —preguntó sonriendo—. Está por allá, el asqueroso hipócrita.

Emma frunció el ceño ante el apodo. Volteó hacia la esquina que ella estaba indicando. Ahí, en plena vista de toda
la habitación, estaba Ron abrazando tan de cerca de Lavender Brown, era imposible decir cuales manos eran de quien.

—¿Parece que está comiéndose su cara, no es asi? —dijo Ginny impasible—. Pero
supongo que tiene que refinar su técnica de alguna manera. Buen juego, Harry. —se detuvo antes de avanzar—. Deberías darle un sermón, Emma.

Emma se dió cuenta de que Harry había visto a su mejor amiga salir de la habitación de manera muy presipitada.

—Ve —lo alentó—. Me parece que necesita a su mejor amigo.

—¿Estás segura?

Emma asintió—. He hablado muchas veces con ella sobre esto. Tal vez ahora te necesite a ti, Harry. Yo me encargaré de Ron luego.

Luego de una última mirada a la castaña, Harry asintió y salió detrás de Hermione lo más rápido posible. Emma, mientras tanto, se cruzó de brazos para admirar a Ron y Lavender un buen rato.

Cuando estos parecieron decidir que necesitaban respirar un segundo, Emma retuvo a Ron antes de que escapara, colocando su brazo en forma de bloqueo.

—No te molestaría si hablo un segundo con él, ¿o sí? —preguntó Emma a la muchacha fingiendo modales—. No tardaré mucho.

—Claro —asintió la castaña sin muchas ganas de despegarse de Ron.

Emma se llevó a Ron a un rincón de la sala común, jalando de su brazo la mayor parte del tiempo. Cuando llegaron, Ron se tocó la nuca, incómodo.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—¿Y lo preguntas? ¿De casualidad no te has percatado que por poco consigues el trabajo de dementor? —dijo Emma—. ¡Qué te sucede, Ron!

—¿De qué hablas?

Emma se cruzó de brazos—. Creí que estabas molesto con Hermione por haberse besuqueado a Krum, ¿no era así?

—¡No! ¡Claro que no!

—Vamos, Ron, no soy estúpida —Emma giró los ojos—. ¿Por qué de pronto te besas con Lavender cuando ni siquiera hablan?

—¿Y eso a ti qué? —espetó Ron—. Mejor me voy, tengo cosas que hacer.

—¿Conseguir lo que quieres y ya? Actúas de forma muy inmadura.

—Mira quién lo dice —ironizó Ron—. Mejor, déjalo hasta ahí, Emma, no necesito consejos, ya te lo dije.

Y se fue sin más, dejando a Emma con la palabra en la boca y soltando un suspiro frustrado.

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