40. Crouch
CROUCH
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Emma estaba sentada en el umbral de una ventana observando el collar en forma de rayo que colgaba de su mano. Lo estaba detallando lo más que podía.
La castaña apoyo su cabeza en la fría piedra mientras seguía observando el pequeño y fino collar en su mano.
—Emma.
Algo sobresaltada ante la mención de su nombre, la castaña busco el propietario de aquella voz.
—Vete —pidió firmemente cuando se encontró con Theodore Nott cerca de ella.
—No estoy aquí por gusto, te lo aseguro —dijo fríamente.
—De ser así, te puedes ir ahora mismo.
—Escucha, escúchame un segundo, ¿bien?
Emma suspiró pesadamente y se puso en pie, dispuesta para irse, pero Nott no se lo permitió.
—¡No me toques! —exclamó Emma, soltándose bruscamente del Slytherin—. ¿Qué quieres?
Fue en ese momento de enfado de parte de la castaña que Theodore se arrepintió de todo lo que iba a decir y dejó que su furia salga a flote de piel.
—Bien —soltó furioso, empujando levemente a Emma hacia atrás—. Me iré si eso quieres.
—Espero que está vez lo cumplas —dijo Emma fulminando a Nott con la mirada—. No quiero volver a hablar contigo nunca más en mi vida.
Sin decir una sola palabra más, Emma se alejó a paso rápido, asegurándose de que el Slytherin no la estuviera siguiendo. Ya no quería saber nada más sobre Theodore Nott: el que alguna vez fue su amigo ya no era nada más que un alumno de Hogwarts común y corriente.
( . . . )
Durante todo ese tiempo nada interesante había ocurrido. Solo eran Harry, Ron, Emma y Hermione divirtiéndose. Sin contar, claro, el hecho de que Emma evitaba a toda costa a cierto Slytherin y su novia.
Finalmente, en la última semana de mayo, la profesora McGonagall le indicó a Harry que les darían la información sobre la tercera prueba. De forma que aquella noche, Ron, Emma y Hermione se quedaron en la torre de Gryffindor mientras él acudía al lugar que le fue inidicado.
Emma estaba recostada en la alfombra de la sala común cantando suavemente, acompañada de Ron y Hermione.
—I walked across an empty land…
I knew the pathway like the back of my hand.
—¿Y desde cuándo el gusto por cantar? —le preguntó Ron a Hermione, quienes seguían leyendo el libro que todavía no terminaban.
—Este año, para ser más específicos, dos meses —explicó Hermione—. Canta bien.
—Nunca dije que no —se defendió Ron.
—I felt the earth beneath my feet
Sat by the river and it made me complete…
—Antes no entendía porque Harry se veía tan embobado por Emma —susurró Ron—. Es mi amiga pero es que no veía algo… ¿lo entiendes no?
—Lo hago, Ron —le dijo Hermione—. Pero Emma siempre ha tenido eso que… es raro, pero Harry se lo ha dicho un millón de veces: es única. Es una gran persona.
—Increíble —asintió Ron, mirando a Emma jugar con una pluma.
La pluma entonces callo en el rostro de Emma, a lo que ella sonrió y abrazo a Félix, que se encontraba a su lado.
—Ni siquiera se parece a la misma persona que es cuando se enoja —murmuró Ron.
—No le gusta enfadarse —resaltó Hermione, observando a Emma que estaba atacando a su gato con un millón de besos.
—Pero Nott se ha ganado todo su odio —le recordó Ron.
—Y con mucha razón —asintió Hermione.
( . . . )
Al día siguiente mientras iban camino a la lechuceria Harry les contó todo lo ocurrido el día anterior.
—Hay dos posibilidades —dijo Hermione frotándose la frente—: o el señor Crouch atacó a Viktor, o algún otro los atacó o ambos mientras Viktor no miraba.
—Tiene que haber sido Crouch —señaló Ron—. Por eso no estaba cuando llegaste con Dumbledore. Ya se había volado.
—No lo creo —replicó Harry, negando con la cabeza—. Estaba muy débil. No creo que pudiera desaparecerse ni nada por el estilo.
—Tampoco pudo haberse desaparecido si hubiera querido —mencionó Emma.
—Bueno…. A ver que les parece esta hipótesis —propuso Ron con entusiasmo—. Krum ataca a Crouch… (esperen, esperen a que acabe) ¡y se aplica a sí mismo el encantamiento aturdidor!
—Y el señor Crouch se evapora, ¿verdad? —apuntó Hermione con frialdad.
Emma soltó un resoplido, frustrada.
—Vuélvelo a contar, Harry —pidió Hermione—. ¿Qué dijo exactamente el señor Crouch?
—Ya te lo he dicho, lo que explicaba no tenía mucho sentido. Decía que quería advertir a Dumbledore de algo. Desde luego mencionó a Bertha Jorkins, y parecía pensar que estaba muerta. Insistía en que tenía la culpa de unas cuantas cosas… mencionó a su hijo.
—Bueno, en eso decía la verdad —dijo Emma.
—No estaba en sus cabales. La mitad del tiempo parecía creer que su mujer y su hijo seguían vivos, y le daba instrucciones a Percy.
—Y… ¿me puedes recordar qué dijo sobre Quien-tú-sabes? —dijo Ron con vacilación.
—Ya te lo he dicho —repitió Harry con cansina—. Dijo que estaba recuperando fuerzas.
Se quedaron callados. Luego Ron habló con fingida calma:
—Pero si Crouch no estaba en sus cabales, como dices, es probable que todo eso fueran desvaríos.
—Cuando trataba de hablar de Voldemort parecía más cuerdo —repuso Harry, sin hacer caso del estremecimiento de Ron—. Tenía verdaderos problemas para decir dos palabras seguidas, pero en esos momentos daba la impresión de que sabía dónde se encontraba y lo que quería. Repetía que tenía que ver a Dumbledore.
Emma se apoyó en una de las columnas y se permitió pensar en una respuesta para lo que había sucedido.
—Si el encuentro con Snape no me hubiera retrasado —dijo Harry con amargura—, podríamos haber llegado a tiempo. «El director está ocupado, Potter. Pero, ¿qué dice, Potter? ¿Qué tonterías son ésas, Potter?» ¿Por qué no se quitaría de en medio?
—¡A lo mejor no quería que llegaras a tiempo! —exclamó Ron—. Puede que… espera… ¿Cuánto podría haber tardado en llegar al bosque? ¿Crees que podría haberse adelantado?
—No a menos que se convirtiera en murciélago o algo así —contestó Harry.
—Siendo él no me sorprendería —dijo Emma en casi un susurró.
—Tenemos que ver al profesor Moody —dijo Hermione—. Tenemos que enterarnos de si encontró al señor Crouch.
—Si llevaba con él el mapa del merodeador, no pudo serle difícil —opinó Harry.
—A menos que Crouch hubiera salido ya de los terrenos —observó Ron—, porque el mapa sólo muestra los terrenos del colegio, ¿no?
—¡Espera! —le pidió Emma poniendo un dedo sobre sus labios en señal de silencio.
Alguien subía hacia la lechuchería. Emma oyó dos voces que discutían, acercándose cada vez más:
—… eso es chantaje, así de claro, y nos puede acarrear un montón de problemas.
—Lo hemos intentado por las buenas; ya es hora de jugar sucio como él. No le gustaría que el Ministerio de Magia supiera lo que hizo…
—¡Te repito que, si eso se pone por escrito, es chantaje!
—Sí, y supongo que no te quejarás si te llega una buena cantidad, ¿no?
La puerta de la lechuchería se abrió de golpe. Fred y George aparecieron en el umbral y se quedaron de piedra al ver a Harry, Ron, Emma y Hermione.
—¿Qué hacen aquí? —preguntaron al mismo tiempo Emma y Fred.
—Enviar una carta —contestaron Harry y George también a la vez.
—¿A estás horas? —preguntaron Hermione, Ron y Fred.
Fred sonrió y dijo:
—Bueno, no les preguntaremos lo que hacen si no nos preguntan ustedes.
Sostenía en las manos un sobre sellado. Emma lo miró, pero Fred, ya fuera casualmente o a propósito, movió la mano de tal forma que el nombre del destinatario quedó oculto.
—Bueno, no queremos entretenerlos —añadió Fred haciendo una parodia de reverencia y señalando la puerta.
Pero ninguno se movió.
—¿A quién le hacen chantaje? —inquirió Ron.
La sonrisa despareció de la cara de Fred. George le dirigió una rápida mirada a su gemelo antes de sonreír a Ron.
—No seas tonto, estábamos de broma —dijo con naturalidad.
—No lo parecía —repuso Ron.
Fred y George se miraron. Luego Fred dijo abruptamente:
—Ya te lo he dicho antes, Ron: aparta las narices si te gusta la forma que tienen. No es que sean una preciosidad, pero…
—Si le están haciendo chantaje a alguien, es asunto mío —replicó Ron—. George tiene razón: se podrían meter en problemas muy serios.
—Ya te he dicho que estabamos de broma —dijo George. Se acercó a Fred, me arrancó la carta de las manos y empezó a a atarla a una pata de la lechuza que tenía más cerca—. Te estás empezando a parecer a nuestro querido hermano mayor. Sigue así, y te veremos convertido en prefecto.
—Eso nunca.
George llevó la lechuza hasta la ventana y la echó a volar. Luego se volvió y sonrió a Ron.
—Pues entonces deja de decir a la gente lo que tiene que hacer. Hasta luego.
Los gemelos salieron de la lechucería. Harry, Ron, Emma y Hermione se miraron.
—¿Creen que saben algo? —susurró Hermione—, ¿sobre Crouch y todo eso?
—Es obvio que tienen algo entre manos —dijo Emma—. Pero dudo mucho que sea sobre eso. Ya se lo hubieran dicho a Dumbledore.
Pero Ron estaba preocupando.
—¿Qué pasa? —le preguntó Hermione.
—Bueno… —dijo Ron pensativamente—, no sé si lo harían. Últimamente están obsesionados con hacer dinero. Me di cuenta cuando andaba por ahí con ellos, cuando… ya sabes.
—Cuando no nos hablábamos —Harry terminó la frase por él—. Sí, por el chantaje…
—Es por lo de la tienda de artículos de broma —explicó Ron—. Creí que sólo lo decían para incordiar a mi madre, pero no: es verdad que quieren abrir una. No les queda más que un curso en Hogwarts, así que opinan que ya es hora de pensar en el futuro. Mi padre no puede ayudarlos. Y necesitan dinero para empezar.
Hermione también se mostró preocupada.
—Sí, pero… no harían nada que fuera contra la ley para conseguirlo, ¿verdad?
—No lo sé… —repuso Ron—. Me temo que no les importa demasiado infringir las normas.
—Ya, pero ahora se trata de la ley —dijo Hermione, asustada—, no de una de esas tontas normas del colegio… ¡Por hacer chantaje pueden recibir un castigo bastante más serio que quedarse en el aula! Ron, tal vez fuera mejor que se lo dijeras a Percy…
Emma compartió una mirada y sonrisa con Harry. El que llamará "tontas normas del colegio" no era algo que escucharán todos los días.
—¿Estás loca? ¿A Percy? Lo más probable es que hiciera como Crouch y los entregara a la justicia. —Miró la ventana por la que había salido la lechuza de Fred y George, y luego propuso—: Vamos a desayunar.
—¿Creen que es demasiado temprano para ir q ver al profesor Moody? —preguntó Hermione bajando la escalera de caracol.
—Sí —respondió Harry—. Seguramente nos acribillaría a encantamientos a través de la puerta si lo despertamos al alba: creería que queremos atacarlo mientras está dormido. Será mejor que esperemos al recreo.
. . . . . .
5/5
No es por nada, pero déjenme decirles que faltan tan solo cuatro capítulos para que esté libro termine…
Y con el quinto libro ustedes tendrán dos opciones: o me aman o me odian de por vida. Pero de que es el mejor libro de la saga hasta ahora, es el mejor libro.
—Mel 💗
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