33. A disastrous dance

UN DESASTROSO BAILE

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—¿No crees que es un poco… mucho?

—En absoluto —contestó Hermione mientras secaba su cabello.

—Hermione tiene razón —la apoyó Lavender—. La verdad es que necesitamos muchas más cosas pero… es lo que conseguimos.

—Saben que no me gusta maquillarme —aclaró Emma antes de que sus amigas hicieran algo que no le gustara.

—Lo sabemos bien, solo confía en nosotras.

—Esto es un desastre —musitó Parvati desde el otro de la habitación—. ¿Qué hago ahora?

—¿Problemas? —quiso saber Emma, quién fue detenida por Hermione antes de que diera un paso.

—De hecho —asintió Parvati—. Padma empacó el vestido equivocado. Éste fue el descartado, y apuesto a que sería todo un revuelo salir a buscarla ahora.

—Pero está muy lindo —se extraño Hermione.

—Lo sé, pero no va conmigo —se lamento la chica—. ¿Qué hago ahora?

—Tengo algo que te puede servir —informó Emma desde su silla—. No es vestido formal en su totalidad pero… supongo que lo puedes probar.

—¿En verdad? —preguntó Parvati con ilusión. La castaña asintió.

Emma le indico dónde se encontraba guardado el vestido que había llevado por cualquier situación desastrosa (que gracias a Dios no había sucedido) y le alegraba que le sirviera a su amiga.

En cuanto Parvati estuvo lista, se unió a sus compañeras para ayudar con el aspecto de Emma. En especial con su peinado, del cual estaban encargadas Lavender y Hermione, mientras que del maquillaje se hacía cargo Parvati, que no paraba de mirarse de reojo al espejo con una gran sonrisa en su rostro.

—Vamos, Emma, no digas que te apenas ahora —la llamó Hermione, golpeando la puerta del baño.

—No, es solo que —la castaña acercó su mano a la manija y la giró lentamente hasta abrir la puerta en su totalidad— jamás me había visto así de arreglada…

Sus compañeras y amigas compartieron una mirada de orgullo y emoción a la vez antes de jalar a Emma por las muñecas y posicionarla frente al espejo de la habitación.

—Es fácil de entender porque todos dicen que eres de las más guapas de Hogwarts —razono Parvati, acomodando levemente el peinado de Emma—. Potter tiene suerte… me he enterado de algunas cosillas por ahí.

Lavender le dió un codazo en las costillas a su amiga—. Ya lo creo —continuó—. Destacaras está noche, ya lo verás. Serás la novedad.

—Pero que dicen —sonrió Emma, agachando levemente su cabeza, apreciando su reflejo en el espejo—. Ustedes también están preciosas.

—No tanto como tú.

—Tienen razón —Hermione la tomó de las manos—. Está será únicamente tú noche y la de Harry, y nadie arruinará eso. Te ves más que hermosa, y es cuestión de que la pases bien junto a tu novio para tener la noche perfecta, ¿verdad?

—Supongo que si —Emma asintió ligeramente con la cabeza. La realidad era que por dentro se estaba muriendo de nervios y sentía que se desmayaría en cualquier momento.

—Nosotras nos vamos —informó Parvati a Emma y Hermione—. Nuestras parejas deben estar esperando. Buena suerte a ambas.

—Lo mismo digo —les sonrió Emma antes de que salieran de la habitación, dejando rastro de un bajo gritó que habían dado las dos.

—Debemos irnos también —informó Hermione, consultando el reloj en la pared—. Solo una última cosa —mencionó, acercándose al baúl de Emma y sacando la diadema de su madre—. Ahora sí, perfecta —sonrió después de colocarla—. Tu madre estará contigo está noche, al menos una parte de ella si. ¿Vamos?

Emma cerró sus ojos por un segundo, inhaló hondo, exhaló lentamente y abrió los ojos nuevamente—. Vamos, Her.

Asegurándose de no tropezar con los tacones que llevaba puesta, avanzó junto a su mejor amiga hasta bajar a la sala común, dónde los murmullos de comenzaron a expandir apenas la vieron avanzar junto a Hermione. En cierta parte se le hacía incómodo tener tantas miradas y atención sobre ella, pero trato de ignorarlo hasta llegar a su destino: el vestíbulo, dónde se suponía Harry la estaría esperando.

«Todo estará bien, Daila». Esa corta frase retumbó por la cabeza de Emma en todo el camino: desde el primer paso que dió antes de salir de la habitación, hasta el último, cuando se separó de Hermione y de quedó totalmente sola en medio de las escaleras, dónde todos la observaban anonadados.

—Se ve tan linda.

Blaise Zabini golpeó a su amigo en la cabeza con la palma de la mano—. Serás bobo, ¿no?

—¿A qué te…?

Adhara piso la punta de su pie y señaló con la mirada a Harry Potter, a menos de un metro de distancia de ellos.

—Tonto —negó Adhara con la cabeza, dirigiendo su mirada a la hermosa muchacha que iba descendiendo torpemente las escaleras.

El azul y brillante vestido de Emma la hacían destacar de entre los vestidos verdes, morados e incluso plateados. El sonido de los tacones chocando con el suelo llamaban la atención de cualquiera, pero lo que los hacía mantener su mirada en ella era la chica que iba bajando por las escaleras de mármol: castaña, estatura media, hermoso peinado, maquillaje, vestido, y en especial, era Emma Walk.

Y no, está ve, no fue «la novia de Potter», fue Emma. Simplemente brillo por ser ella.

Harry, que había volteado al escuchar la voz del detestable Slytherin quedó más que hipnotizado. Se perdió detallando cada detalle de Emma en ese momento. Sus ojos, sus pestañas, sus rosadas mejillas, su delicada sonrisa, sus labios, su cabello… él sabía que ella era hermosa, pero nunca le había tomado tanta importancia hasta esa noche.

Daphne sonrió al ver a su amiga. Sabía bien que no sólo la mirada de Potter y Theo estaban sobre ella, sino, de varios chicos, incluyendo a algunos de Durmstrang y Beauxbatons.

—Una lastima —"susurró" Blaise a Theodore.

—Será mejor que guardes silencio si no quieres que Ad se quede sin pareja de baile —amenazó Nott a su amigo.

—Que agresividad —se ofendió el moreno.

Nott rodó los ojos y apretó sus puños sin siquiera notarlo. Daphne, que como su amiga de había ofrecido a acompañarlo aquella noche, notó aquel gesto. Sabía bien que Theo decía «respetar la relación» pero lo cierto es que él había dejado de hacerlo hace mucho tiempo atrás. Desde que inicio el cuarto año para ellos, la manera en que miraba Emma, la manera en que hablaba con ella y como trataba de acercarse más y más demostraron que su respeto ya no estaba.

Pero la gota que derramó el vaso fue cuando había intentando invitarla al baile cuando sabía perfectamente que ella tenía novio, y por obvias circunstancias ella ya tenía pareja.

La rubia recordaba con claridad su discusión con el Slytherin por su estúpido acto ese día. ¿Qué hubiera sucedido si en vez de Granger, Potter la hubiera encontrado? Más de una pelea se hubiera desatado y por la estúpida idea de Theo al aferrarse al absurdo sueño de que Emma llegaría a aceptarlo de algún modo.

—Debes dejarla —le dijo Daphne a Theodore—. Debes dejar esa idea atrás.

Nott no respondió. Simplemente tomó delicadamente a Daphne de la mano y avanzaron lejos de Emma y Harry, quiénes parecían estar disfrutando de un muy buen rato juntos.

—Te ves preciosa —suspiró Harry al tener a Emma centímetros frente a él.

—También te ves muy guapo, James —lo halagó Emma.

Harry tomó la mano derecha de su novia y la entrelazó, comenzado a caminar hasta la pared más cercana a ellos.

—Se suponía que odiabas ponerte tacones —recordó Harry.

—Sigo sin ser su mayor fan pero, ahora que los veo bien, son lindos —sonrió Emma—. Por cierto, ¿y Ronald?

—Con Padma.

—¿Qué? —se sorprendió Emma.

—Es su pareja de baile —explicó Harry con tranquilidad.

En aquel momento los llamó la voz de la profesora Mcgonagall:

—¡Los campeones por aquí, por favor!

La pareja avanzó, ambos un tanto nerviosos. Sin dejar de hablar, la multitud se apartó para dejarlos pasar. La profesora Mcgonagall, que llevaba una túnica de tela escocesa roja y se había puesto una corona de cardos bastante fea alrededor del ala del sombrero, les pidió que esperaran a un lado de la puerta mientras pasaban todos los demás: ellos entrarían en procesión en el Gran Comedor cuando el resto de los alumnos estuviera sentado.

Emma sonrió con orgullo cuando vió pasar a Hermione junto a Viktor Krum por enfrente de ella y de Harry. Su mejor amiga era hermosa, pero esa noche lo estaba dejando bastante en claro a todos.

La chica saludó a sus dos amigos con un gesto de mano y una sonrisita, gesto que ambos le devolvieron con gusto.

Pero era claro que las miradas de envidia ya habían tardado en llegar: el club de fans de Krum pasaron al lado de Hermione con aire ofendido, dirigiendo a Hermione miradas del más intenso odio. Pansy Parkinson, por su lado, miró a Emma con la boca abierta al pasar con Malfoy, que ni siquiera fue capaz de encontrar un insulto con el que herirla.

—Harry, me voy a matar —soltó Emma tan de repente que Harry llegó a asustarse.

—¿Qué?

—¡Con los tacones! —explicó en voz baja.

—Oh —suspiró Harry con alivio—, en ese caso, me aseguraré de que no caigas.

Las puertas se abrieron entonces y la profesora Mcgonagall les indico que entraran detrás de ella, una pareja tras otra. Lo hicieron así, y todos cuantos estaban en el Gran Comedor los aplaudieron mientras cruzaban la entrada y se dirigían a una amplía mesa redonda situada en un extremo del salón, donde se hallaban sentados los miembros del tribunal.

Dumbledore sonrió de contento cuando los campeones se acercaron a la mesa principal. La expresión de Karkarov, en cambio, recordaba más bien a la de Ron al ver acercarse a Krum y Hermione. Ludo Bagman, que aquella noche llevaba una túnica de color púrpura brillante con grandes estrellas amarillas, aplaudía con tanto entusiasmo como cualquiera de los alumnos. Y Madame Maxime, que había cambiado su habitual uniforme de satén negro por un vestido de seda suelto de color azul lavanda, aplaudía cortésmente. Pero faltaba el señor Crouch, como no había tardado en notar Emma. El quinto asiento de la mesa estaba ocupado por Percy Weasley.

Cuando los campeones y sus parejas llegaron a la mesa, Percy retiró un poco la silla vacía que había a su lado, mirando a Harry. Él había entendido la indirecta y Emma no tuvo más opción que acompañarlo hasta el lugar junto a Percy.

La castaña no prestó gran atención en la conversación de su novio y el Weasley. Juguetaba nerviosamente con su pulsera y evitaba a toda costa dirigir la mirada hasta cierta mesa donde estaban ubicados sus amigos Slytherin, dónde, claro, también estaba Theodore Nott.

Decidió fijarse en los brillantes platos de oro, que seguían vacíos; sólo unas pequeñas minutas delante de cada uno de ellos. Emma tomó la suya, dudando de como funcionaría el servicio esa noche, y miró a su alrededor. No había camareros. Observó que Dumbledore leía su menú con detenimiento y luego le decía muy claramente a su plato:

—¡Chuletas de cerdo!

—A perdido el juicio… —susurró Emma para sí misma.

—No del todo —intervino Harry, colocando su mano sobre la de Emma.

Las chuletas de cerdo aparecieron sobre él plato. Emma sonrió captando la brillante idea.

—Es brillante, aunque un poquito loco —comentó Emma, pidiéndole un pedazo de pastel a su plato.

Harry no comentó nada al respecto, solo observaba a Emma tirar su cabello hacía atrás y citar un bocado de pastel.

—A veces me asustas, James.

Harry sonrió—. Sólo estaba apreciando lo linda que te ves.

Las mejillas de Emma tomaron un leve color rosa mientras se metía una cucharada de pastel a la boca.




( . . . )



Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.

Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas. Eran todas melenudas, e iban vestidas muy modernas, con túnicas negras llenas de desgarrones y aberturas. Tomaron sus instrumentos, y Emma, que ya venía venir lo siguiente, vió como todos los farolillos de las mesas se apagaban uno a uno y que los campeones y sus parejas acababan al centro del salón.

—¿Me concede está pieza, señorita Potter? —pidió Harry, avanzando fuera de la mesa.

—Sería un verdadero gusto, señor Potter —aceptó Emma tímidamente. Con su mano temblorosa, Harry la ayudo a salir de la mesa y avanzar junto a los demás campeones.

Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste. Harry y Emma fueron hasta la parte más iluminada del salón, evitando cuidadosamente cruzar su mirada con Theo.

—Recuerda lo que practicamos —recitó Emma, colocando las manos de Harry en su cintura—. Tan solo imagina que estás entre las nubes, imagina que estás pisando una nube.

Harry asintió repetidas veces antes de empezar a moverse al ritmo de la música. Resulto no ser tan malo como había esperado, hacía girar a Emma cuando ella lo indicaba y miraba por encima de la gente, que muy pronto empezó a unirse al baile, de forma que los campeones dejaron de ser el centro de atención.

Emma sentía como si viviera en un cuento de hadas: ella, su príncipe, un baile y un hermoso vestido. Todo era tal cual se lo había dicho su madre alguna vez. Se sentía verdaderamente feliz en ese momento. No había nada que pudiera arruinar su hermoso momento, o al menos, eso creía.

El trémolo final de la gaita de escuchó. Las Brujas de Macbeth dejaron de tocar, los aplausos volvieron a retumbar en el Gran Comedor y Harry soltó lentamente a Emma.

—Ha sido increíble —sonrió Harry, abrazando a Emma por la cintura.

—Lo has hecho increíble —lo felicitó Emma, recibiendo su abrazo—. Parece que dentro de poco el alumno superará a la maestra.

—Nunca pasara —rio Harry, separándose del abrazo y acercándose lentamente al rostro de Emma—. La maestra siempre será la mejor.

—Ya verás que no dirás eso por eso mucho… —pero entonces Harry la interrumpió, besándola dulcemente. Ignoró los gritos y silbidos del fondo.

Pero lo cierto fue que el momento no duró mucho. La nota caída del regalo había llegado a las manos equivocadas sin querer.

—¡Que lindos! —gritó una voz chillona detrás de ellos.

Ambos se separaron, extrañados y confundidos.

—Es sorprendente, en verdad que si —dijo Pansy, caminando hasta ellos—. ¿Acaso sabías, Potter, qué tu novia coquetea con cierto "amigo" cuando no están juntos?

—¿De qué tontería hablas? —espetó la castaña, mientras todas las miradas comenzaban a fijarse en la discusión.

—¿En verdad no lo sabes, Walk? —rio la Slytherin—. Déjame explicarlo entonces —sacó una pequeña nota de papel y se aclaró la garganta para leerla en voz alta —: Lia. Lo he estado ocultando por años, pero no creo poder hacerlo mucho más. Siempre que te veo al lado de Potter, abrazándolo y… besándolo, siento un revoltijo en el estómago. No sabes lo mucho que me gustaría ser yo a quien abrazaras y miraras con tanto amor. Ad y Blaise no están de acuerdo con esto, es más, no saben nada sobre esto, pero necesito decirte lo que siento, y sé que en persona no podría y por eso lo hago por aquí. Me gustas, Emma. Me has gustado desde mi primer año, desde el primer momento en que te vi en la estación tan desorientada y confundida.

Todos guardaron silencio, a excepción de unas cuantas voces que parecían estar discutiendo al fondo.

Theodore se puso en pie y avanzó hecho una furia hasta su compañera de casa. Fue una suerte que Daphne lo detuviera a tiempo antes de que empeorará las cosas. No pudo obligarlo a sentarse otra vez, pero al menos logro que no avanzará ni un paso más.

—Y podría continuar —dijo Pansy, caminado con cuidado para no pisar su vestido. De una mesa cercana, tomó una copa de Whisky de Fuego y la sostuvo con delicadeza—. Dime, Potter, ¿lo sabías? ¿Tu amada novia te dijo algo de esto? Porque esto tiene hecha de hoy.

Harry volvió su mirada lentamente a Emma. No sabía que creer en ese momento, ¿Emma le había mentido? ¿O es que acaso no sabía nada sobre esa nota?

—Al parecer no estabas enterado —sonrió, acercándose cada vez más hasta arrastrar a Emma por la muñeca—. ¿Te creías un gran ejemplo no es así? ¿La niña dulce que no rompe ni un plato? ¡Ella coqueta con otros teniendo pareja!

—Será mejor que te calles ahora mismo —advirtió Emma.

—¿Ahora me amenazas? Es fácil ser una resbalosa porque, sino, lo hubieras detenido. No hubieras permitido que el avanzara. Pero lo dejaste. ¿Escuchaste Potter? ¡Permitió que Nott se le ofreciera! Supongo que te encanta esto, tener la atención de todos. Hija de papi, después de todo.

Sin decir más, Parkinson tiró la copa sobre Emma, dejándola completamente empapada. Daphne y Adhara corrieron hasta ella cuando la vieron querer quebrarse en ese momento.

Harry apenas era capaz de reaccionar en ese momento. La cabeza le daba muchas vueltas, pero por ninguna circunstancia dejaría que alguien hiciera a su novia. Se acercó hasta la chica Slytherin, la tomó por la muñeca y puso una expresión de enfado.

—No te puedo hacer nada por obvias razones, pero escúchame muy bien: no pienses siquiera en volverte a acercar a Emma porque creeme que te irá muy mal. Nadie te ha dado el derecho de meterte en su vida, y en la mía.

Para cuando volteo, Emma ya no estaba más en el lugar, al igual que Theodore Nott, Daphne Greengras, Adhara Jones y Hermione. Dando una última mirada de desprecio a Pansy, Harry salió en busca de su novia. Luego se encargaría de Nott, lo que le importaba en ese momento era Emma y solamente ella.

. . . . .

Potente…

—Mel 💗

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