23. Happy Anniversary

FELIZ ANIVERSARIO

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Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría de los alumnos bajaran tarde a desayunar. Sin embargo, Harry, Ron, Emma y Hermione no fueron los únicos que se levantaron mucho antes de lo habitual en días de fiesta. Al bajar al vestíbulo vieron a unas veinte personas agrupadas allí, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.

—¿Ya ha dejado alguien su nombre? —le preguntó Ron algo excitado a una de tercero.

—Todos los de Durmstrang —contestó ella—. Pero de momento no he visto a ninguno de Hogwarts.

—Seguro que lo hicieron ayer después de que los demás nos acostamos —dijo Harry, mientras jugaba con los dedos de Emma, ya que sus manos estaban entrelazadas—. Yo lo habría hecho así si me fuera a presentar: preferiría que no me viera nadie. ¿Y si el cáliz te manda a freír espárragos?

Alguien se reía detrás de Emma. Al volverse, vio a Fred, George y Lee Jordan que bajaban corriendo la escalera. Los tres parecían muy nerviosos.

—Ya está —les dijo Fred a Harry, Ron, Emma y Hermione en tono triunfal—. Acabamos de tomárnosla.

—¿El qué? —preguntó Ron.

—La poción envecejedora, cerebro de mosquito —respondió Fred.

—Una gota cada uno —explicó George, frotándose las manos con júbilo—. Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.

—Si uno de nosotros gana, repartiremos el premio entre los tres —añadió Lee, con una amplia sonrisa.

—No estoy muy segura de que funcione, ¿saben? —les advirtió Hermione.

—Seguro Dumbledore pensó en esto —opinó Emma.

Pero Fred, George y Lee no les hicieron caso.

—¿Listos? —les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción—. Entonces, vamos. Yo voy primero…

Emma observó algo preocupada cómo Fred sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies como un saltador de trampolín que se dispusiera a tirarse desde veinte metros de altura. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.

Durante una fracción de segundo, Emma creyó que había funcionado. George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso. Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.

En el vestíbulo, todos prorrumpieron en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.

—Se los advertí —dijo la profunda voz de alguien que parecía estar divirtiéndose, y todo el mundo se volvió para ver salir del Gran Comedor al profesor Dumbledore. Examinó a Fred y George con los ojos brillantes—. Les sugiero que vayan los dos a ver la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más su barba que la que les ha salido a ellos.

Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee, que se partía de risa, y Harry, Ron, Emma y Hermione, que también de reían con ganas, entraron a desayunar.

Habían cambiado la decoración del Gran Comedor. Como era Halloween, una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas desde cada rincón. Se encaminaron hacia donde estaban Dean y Seamus, que hablaban sobre los estudiantes de Hogwarts que tenían diecisiete años o más y podrían intentar participar.

—Corre por ahí el rumor de que Warrington se ha levantado temprano para echar el pergamino con su nombre —le dijo Dean a Harry y a Emma—. Sí, ese tipo grande de Slytherin que parece un oso perezoso.

Harry movió la cabeza en señal de disgusto.

—Y los de Hufflepuff hablan todos de Diggory —comentó Seamus con desdén—. Pero no creo que quiera arriesgarse a perder su belleza.

—¡Escuchen! —dijo Hermione repentinamente.

En el vestíbulo estaban lanzando vítores. Se volvieron todos en sus asientos y vieron entrar en el Gran Comedor, sonriendo con un poco de vergüenza, a Angelina Johnson. Era una chica negra, alta, que jugaba como cazadora en el equipo de quidditch de Gryffindor. Angelina fue hacia ellos, se sentó y dijo:

—¡Bueno, lo he hecho! ¡Acabo de echar mi nombre!

—¡No puedo creerlo! —exclamó Ron, impresionado.

—Pero ¿tienes diecisiete años? —inquirió Harry.

—Si no los tuviera, le habría salido barba, ¿no crees? —repuso Emma.

—Mi cumpleaños fue la semana pasada —explicó Angelina.

—Bueno, me alegro que entre alguien de Gryffindor —declaró Hermione—. ¡Espero que quedes tú, Angelina!

—Gracias, Hermione —contestó Angelina sonriéndole.

—Sí, mejor tú que Diggory el hermoso —dijo Seamus, lo que arrancó miradas de rencor de unos de Hufflepuff que pasaban al lado.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Ron a sus amigos, cuando hubieron terminado el desayuno y salían del Gran Comedor.

—Tú me pediste ayuda con tu tarea de encantamientos, Ron —dijo Hermione, dándole una significativa mirada—. Así que, nos vemos más tarde.

—Sí, claro… —dijo Ron, recordando por qué debía dejar solos a Harry y a Emma en ese momento—. Ah… sí. ¿Nos vemos aquí mismo?

Harry y Emma asintieron de acuerdo.

—Bueno… ¿a dónde vamos? —preguntó Emma con un poco de nervios.

—Sólo sígueme —le dijo Harry, mientras la tomaba delicadamente de la mano.

Harry la guió hasta el lago negro. Emma sonrió levemente mientras se acercaban cada vez más al árbol cerca del lago, donde Harry por fin se detuvo.

—¿Tú…?

—Nunca olvidaría el mejor día de mi vida, Dai —le dijo Harry, mientras Emma tomaba asiento en el suelo.

Mas Harry no se sentó. El imitó la posición de estar arrodillado y con su mano derecha saco una rosa blanca extremadamente linda.

—Para la persona más hermosa en este mundo y la mejor novia que alguien pudiera pedir —dijo Harry, colocándole delicadamente la rosa a su novia en su oreja.

Emma sonrió mientras sentía que sus mejillas tomaban un leve color rojo. Sí, podía llevar un año de noviazgo con Harry, pero eso no quitaba el que se siguiera sonrojando con ciertas cosas.

Harry también tenía sus mejillas bastante rojas, pero no era tan importante. De alguna u otra forma, quería que Emma comprendiera lo mucho que él la amaba.

Pasaron unas horas bonitas. Entre conversaciones y recuerdos viejos. Incluso hablaron del hecho de que se conocieran desde que eran unos bebés.

—Supongo que la profesora Trelawney no estaba del todo loca al final —rió Emma, que estaba acurrucada en el pecho de Harry.

—¿En qué? —se extrañó Harry

«Encontrarás el amor verdadero» y el millón de cosas más que dijo.

Harry sonrió levemente—. ¿El matrimonio?

—¿Estás pensando en eso, James?

Harry se encogió hombros, dejando un beso en la frente de Emma.

—¿Tus planes de visitar México siguen en pie? —cuestionó Harry, jugando con un mechón de cabello de Emma.

—Nunca los he dejado —respondió Emma, acomodándose. Fue entonces cuando la castaña notó una cadena de oro brillar en el cuello de Harry. Le fue imposible no sonreír al verla—. Todavía lo tienes… –sonrió ligeramente.

—Nunca me lo he quitado —aclaró Harry con una sonrisa, mientras sacaba el collar con un dije de flor de dentro de su camisa.

Emma se incorporó, y también saco el collar con un dije de rayo de por debajo de su camisa.

Los dos collares seguían como nuevos. No tenían ni rastro de que ya llevaban más de tres años con ellos.

—¿Sabes, Dai? Es de las cosas más preciadas que tengo —confesó Harry—. Uno: porque me la diste tú, y la segunda: fue una de los primeros regalos de verdad que recibí.

Sin poder evitarlo Emma se lanzó para abrazarlo. Rodeó su cuello con sus manos y Harry la abrazó por la cintura, sintiendo su cercanía.

El abrazo duro un largo rato. No se habían separado del todo cuando sus labios ya estaban unidos nuevamente. Harry tenía una mano en la mejilla de su novia y la otra en su cintura, Emma por su lado colocó sus manos por detrás del cuello de su novio, como siempre.

Esté era un beso mucho más experto que el primero, por supuesto. Sus moviendo eran tan delicados y coordinados. Ambos eran muy capaces de inhalar el aroma del otro con tanta facilidad. Ambos sentían hormigas en el dedos y un montón de mariposas en el estómago.

Se sentía tan bien que Harry tuvo el valor de intentar algo nuevo por primera vez en mucho tiempo.

Con su lengua tocó los labios de Emma. La castaña abrió un poco su boca, con sorpresa, dándole acceso a Harry.

Muchos podrían creer que no era algo lindo, pero para Harry y Emma no fue así. Al contrario, fue como estar en medio del paraíso, sintiendo un mar de nuevas sensaciones y emociones al mismo tiempo.

Emma habías estado un tanto nerviosa por cuando ese momento llegara, pero ahora que estaba sucediendo, todos sus nervios se habían desvanecido mágicamente de su mente. Esa sensación era única. Era imposible de explicar.

La falta de oxígeno los obligó a separarse luego de lo que pareció una eternidad.

Ambos, si era posible, estaban más sonrojados que la primera vez.

Ninguno dijo nada, pero cuando se miraron a los ojos, esos ojos que tengo amaban, sonrieron y se hundieron en un abrazo nuevamente. Sí, tenían catorce años, pero eso no les impedía vivir lo que estaban viviendo en ese momento.

. . . . . .

Mis niños son tan lindos 😭

Estuve analizando la situación y me di cuenta de que el ship no tiene nombre (o al menos ninguno me termina de cerrar del todo).

¿Opciones?

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