capítulo 9: el origen


Nota de la autora: este capítulo tiene escenas fuertes, trate de no ser explícita. Si no te gustan, las puedes saltar sin ningún problema.

10 de febrero del 2022, colegio Monte.

Emma

Nada es como lo pensaba y menos si no soy capaz de tomar las riendas de mi propio destino. Antes creía que podía controlarla, decidir aquello que era mejor para mí, que nada malo perturbara mi corazón. Papá nos ha enseñado que debemos elegir el camino correcto, porque al mundo le encanta dañarnos. Lo he permitido varias veces, así continuara. Es divertido ser rebelde hasta cierto punto.

Miro al frente, estoy en observando desde las gradas el partido de fútbol. No puedo jugar por la condición que tengo en estos momentos, me pongo a dibujar en mi cuaderno. Saco un lápiz de flores que me regalo mi novio para escribir o dibujar aquello que más deseaba. Dibujo un rostro que no se me sale de la mente, con líneas delgadas, una cicatriz en el ojo izquierdo, unos labios que no son tan gruesos y delgados. De vez en cuando miro el partido, están muy ensimismado en la competencia.

Bebo agua y continúo el dibujo, nadie más me acompaña. Todos juegan para no sacar mala nota en educación física, me burlo de los movimientos de Aitana, no está tan animada, trata de tapar el balón, pero le tiene demasiado miedo de que se corre para un lado. Pienso en que pronto tengo que ver su rostro, no sé porque carajos tuvimos sexo en año nuevo. Y estaré muy arrepentida por eso. La noche, la cama, los cuerpos que se tocaron sabiendo lo prohibido que era. El lápiz se desliza, yo recojo y la punta se parte. Al momento suena el silbido que detiene el partido.

Leonardo se acerca, con la camisa sucia, goteras en su frente y me da un beso. Se sienta a mi lado para ver el dibujo, frunce el ceño.

––¿Me dibujas? ––asiento, empiezo a hacer las líneas y pasa por nuestro lado Mirt, ignoro por completo su existencia. Sigo dibujando, le digo a Leonardo que se quede quieto, hace poses extrañas y me río.

––¿Vas a fingir que no sales con Mirt?

–– Preguntas demasiado.

––No es normal, que salgas con mi mejor amigo y actúes como si nada. Deberías decirle a ese sapo, que no se entrometa en nuestros asuntos ––su voz no me amenaza, besa mi mejilla.

Mirt, el chico con el cual nunca le hablaba, ahora estamos en una aventura, porque ya estoy en una relación amorosa, que en realidad ... se está desgastando. Leonardo sin disimular coloca su mano en el vientre.

––Seré un buen padre, lo prometo.

La criatura da una patada, le sonrío. No sé si su vida sea digna. Leonardo y yo nos separamos, voy a la biblioteca a descansar un poco, no he dormido bien últimamente. Acomodo mi cuerpo en un cojín, cierro los ojos, pero la tos de alguien me interrumpe. Mirt.

––¿Puedes hablar? ––Esta serio, me levanto con pereza. Sé que lo que viene a continuación es un reclamo.

Cerca de la biblioteca, hay un salón que abandonaron, con un tablero de pizarra, sillas amontonadas en las mesas. Cerramos la puerta, este se pone las manos en la cabeza. Me siento en la parte más desolada de sillas.

––¿Ya terminaste con Leonardo? ––arruga la frente, desde hace rato esta insistiendo que le termine. Si es que tanto lo amo, pero. ¿Por qué no puedo estar con ambos son ningún problema? ¿Acaso le estoy destruyendo el corazón?

––Mirt, ¿cuál es la necesidad? ––él se acerca a mi lado, sin cambiar la expresión. Adoro esa herida que le rodea el ojo. Un pasado oscuro y doloroso.

––¿No es obvio? Te quiero ––suena tan sincero, quedo pasmada. No pensé que era enserio, lo que causo tantas noches juntos.

––Yo también te quiero.

––Si así lo fuera, ya hubieras terminado con Leonardo. ¿Le tienes miedo? ––Miedo es una palabra fuerte, he amado a Leonardo y no sé si sigamos juntos por mucho tiempo. Sin embargo, Mirt se cree el dueño de mi vida.

––Sólo olvida su existencia, estamos aquí nosotros. Él ni siquiera nos observa. ––Me aferro a su nuca atrayéndolo hasta mis labios. Desprecio que no cambie su actitud, se está haciendo el difícil ––. Estamos amañados, no lo arruines.

Lo beso, tampoco que se queja demasiado no se separa de mi cuerpo, con la mano opuesta; porque sigue con el yeso, acaricia mi clítoris en movimientos circulares. Sigo besándolo, si nos descubren estaremos en grave problemas y seremos la voz de todos los estudiantes. Y eso sería una gonorrea,se me está pegando las palabras vulgares de Leonardo y Connor. Mirt se deshace de mi ropa interior, arqueo la espalda para atrás, sus ojos no dejan de mirarme.

––Deberías cortar con él. ––Sus dedos, se detienen para no satisfacerme. ¿Me está dando una lección? ¿Con qué así estamos jugando?

––Eres un aguafiestas, ¿por qué no mejor me haces el amor y cierras esa boquita tan linda? ––Me quito la camisa, sus ojos desciende a mi vientre, hay veces creo que me tiene lastima. Pero, él no es fácil de descifrar hasta que desnudez su alma por completo.

––Emma ... ¿Solo me tienes aquí para satisfacer tus necesidades carnales? ––Coloca las manos sobre la mesa, sus ojos avellana intimida como los profesores que te castigaran.

––Es una manera de mostrar nuestro amor. ––Muerdo sus labios, dejando una marca y sonrío, aunque a él ya no le da gracia.

––A mí me gusta conectar con tú cuerpo, no obstante. No soy un puto juguete, te adoro demasiado.

––Hablaré con Leonardo, le diré que terminemos la relación y así te daré suficiente atención. ––Es una situación muy peye, haré mi intento. Abro las piernas para ver si me hace caso––. Solo por hoy, ¿Por favor Mirt?

––Estamos en el colegio. Cuando cumplas tu promesa. ––Me entrega mi calzón, de milagro no me los tira. Sabe controlar su frustración, quede empezada.

Regreso de nuevo al lugar de descanso, necesito desconectar mi cabeza de todos los problemas que tengo. El timbre levanta las ganas desechables que tengo de entrar a clase, es porque de seguro Mirt estará en matemáticas, es una mesa grande echa de tablero donde nos hacemos cuatro compañeros para trabajar, a mí me toca con Leonardo, un chico de los que lleva más de cinco años; le da pena conversar con nosotros y no lo culpo, hay veces Leonardo intimida y con una chica que hablamos de vez en cuando. La mesa de al lado está Mirt, puede disimular que no está al tanto de nosotros, pero en realidad voltea la mirada en un chispazo.

Hoy trabajaremos en ejercicios del algebra, la semana que viene nos harán un examen de todos los casos. Entro y el salón esta casi vació, está el profesor con uno de los libros que vende, sentando en una silla negra de oficina. Observo el lugar y no ha quitado los cuadros de las figuras geométricas que le regale, lo saludo con una sonrisa rápida. A los segundos entran los demás, Leonardo coloca los pies en las mesas, como si está fuera su casa.

Sacamos nuestros cuadernos, el profesor anota los ejercicios, son unos nueve en total, es en parejas. Me hago con Leonardo, admito que es bueno para resolverlos, solo que se pone a molestar a cualquier que se atraviese. Volteo a veces a mirar a Mirt, pero está concentrado haciendo los ejercicios. Sigo trabajando en ello, ignorando que debo hablarle pronto a mi novio.

La hora es algo larga, logramos terminar todos los ejercicios y tener una nota extra, muy pocas terminaron. Ya es hora de almuerzo y le digo a Leonardo que me acompañe a comprar unos dulces, no suelo frecuentar los dulces en esta condición. La fila es algo larga, muchos almuerzan acá. En lo personal, no es mi restaurante favorito.

––Leonardo, tenemos que hablar.

––Dime. ––Está revisando los mensajes de su celular.

––La relación acaba aquí. ––Guarda el dispositivo móvil, con un silencio que hasta a mi me incomoda.

––¿Por qué? Acaso... es por ¿él? ––Pocos saben lo que tengo con Mirt. Ya hace rato hubiéramos terminado, pero hay unas condiciones que me mantienen firmen a Leonardo si no quiero dañar mi reputación.

––No quiero hacerte más daño.

––Ya está hecho, no lo olvides. Mientras estes conmigo, nadie se enterará de la farsa que tienes con Mirt.

––Pero... Estoy cansada, hemos peleado, no nos entendemos al cien por ciento. ––Él me besa para que deje de hacer un escándalo.

––Silencio, muñeca. Ya estamos haciendo mucho ruido ––susurra, algunos se detienen a observar, se hacen los bobos mirando el celular ––. Piénsalo dos veces.

Con un disgusto en la boca, nos sentamos con nuestros amigos a almorzar. Le entrego a Connor una chocolatina que me dieron de sobra. Estoy tranquila al no ver a Mirt cerca, me recuesto en el hombro de Aitana. Ella está pendiente del celular, leyendo una historia de romance. Leonardo molesta a Dylan con las muletas, él otro no se queja de nada.

Le digo a Aitana que, si me quiere acompañar al baño, ella asiente. Nos alejamos de los demás, los baños están vacíos, me parece tétrico los vidrios que tienen las puertas de estos. Me quito la chaqueta y le muestro mi vientre para que sea cariñosa con el bebé, ella está contenta le habla.

––Ya quiero conocerte. Vas a tener a la mejor tía. ––Está quieto ––. Deberías de decir la verdad.

––Todavía no. ––Me cubro de nuevo, ella está con los brazos cruzados. Nunca le ha parecido una excelente idea.

––Soy tu amiga, te amo demasiado, pero este juego debe acabar.

––Está chévere, no seas una amargada.

––Para ti es fenomenal, porque no estás con la duda. ––Aitana se sienta a mi lado, de mala gana.

––Espero que lo hagas. ––Le ofrezco a Aitana un caluroso abrazo de oso, le hago pucheros para que acepte, rueda los ojos y acepta.

––Aunque no estes de acuerdo conmigo, serás mi amiga del alma. ¿Verdad? ––Ella asiente, comienza a hacerme cosquillas, sacando el lado cómico. Le digo que se detiene antes de que termine asfixiada.

Nos quedamos hablando en el baño un rato, se me olvido por completo el almuerzo. Me cuenta sobre su familia, también como se imagina a mi hijo. De cabello castaño como el mío y mis mismos ojos. Lo que más deseo es que este sano. Ya las últimas clases fueron del plan lector, tengo que quedarme viendo el partido de fútbol por los entrenamientos que tiene Connor. Aprovecho para dibujar un rato el rostro de mí hijo, como lo imagina Aitana. Será demasiado bello, estoy en un estado de estupidez viendo su cara. Mamá joven, quien lo diría.

Dylan se sienta en las gradas, para observar el partido, todavía no asimila que estará así por un largo tiempo y la noticia de su hermana aún no sale de la cabeza. Así que me acerco, para hablarle sobre los dibujos que he hecho. Le menciono cual es el nombre oficial del pequeño, es al primero que le digo. Este le parece bonito, me cuenta sobre lo feliz que está con Vega, que están muy contentos y que le regaló un Sticker. Es inevitable el brillo que tiene en los ojos, así era con Leonardo.

El partido finalizó, Dylan se despide y quedo con mi hermano, que está demasiado agotado, le entrego el termo de agua, se lo bebe a los segundos. Nos vamos sin hablar mucho, él me cuenta que le tiene un detalle a Uxía para San Valentín, un peluche y una carta que hará a mano para confesar su amor, aunque le preocupa que a Uxía le parezca muy cursi el peluche, le digo que haga lo que su corazón desee. Me fulminó con la mirada, me burlo de su expresión.

Como es de esperar, no hay nadie en la casa. Connor tiene una idea excelente de que nos quedemos viendo los álbumes. Están en el estudio, dónde están las botellas de licor de nuestros padres, mi hermano baja los álbumes, uno tiene la caratula de "Hello Kitty", la otra es de un blanco de lo más simple del mundo.

Nos detenemos en cada foto, haciendo una recapitulación de cada recuerdo. La playa, la primera vez que aprendimos a montar bicicleta, nuestros cumpleaños. Una lágrima se me escapa, es que era tan bella esa época en donde nada y nadie nos hacia la vida un completo desastre. Si pudiera quedarme en una etapa de mi vida, sin duda alguna sería la infancia. Nos reímos de las fotografías en donde nuestras caras están sucias de lodo. Papá nos ha enseñado apreciar esos momentos, como las alas de una mariposa. Contemplando de manera cuidadosa.

Un mensaje me llega, me ahogo con mi propia saliva. Connor pregunta si estoy bien, asiento. Debo ir a esa casa, aunque prefiero quedarme sin piernas. Le digo a Connor, que regresaré pronto. Con las manos sobre el volante, miro hacia el horizonte sin ninguna razón. Es que solo su nombre provoca en mis náuseas, me arrebata el aire con su voz. Emma, es solo hablar nada malo va a ocurrir. Prendo el carro, con un largo suspiro que me hace tomar valentía distante.

Coloco un poco de música para relajar las ideas macabras, la tarareo y me imagino estando en la playa. A Connor le encanta estar soñado, no lo juzgo. La realidad no es siempre la mejor. Me parqueo justo frente a la finca, miro las ventanas y están cerradas. Siento un estambre en mi garganta, el bebé comienza a darme patadas como si conociera el mal que existe este lugar. Toco la barriga y lo calmo. Yo debo ser la que absorba la energía del bebé. Cierro las puertas del vehículo, apago el celular para seguir adelante.

Toco el timbre y el clima está más frío de lo normal, orquídeas, suculentas, una casita para los pájaros. Como si fuera alguien bueno, al instante me abren la puerta. Brinco alejándome dos pasos, es una chica que no me desagrada, antes la compadezco por estar trabajando aquí. Me recibe con un inmenso abrazo.

––Mija, no deberías estar aquí ––La voz le tiembla demasiado, los ojos están saltando de un lado al otro ansiosa porque no la pille.

––Descuida, tengo que resolver algunas cosas. ––Ella asiente sin estar muy de acuerdo con mi decisión. Se escucha el rechinar de las escaleras, con eso impone temor.

––¿Por qué no le das una buena taza de chocolate a nuestra invitada? ––Se recuesta en los hombros de la empleada.

––Por supuesto. ––Va de inmediato a la cocina, esos ojos que trasmiten el peor de los destinos, es manipulación por completo.

Nos ubicamos en la sala, que tiene alrededor un ventanal que permite ver el patio, unos cuadros, plantas, el sofá es beige y es placentero para dormir. Con estos nervios no sería capaz de descansar, nos ubicamos. No me atrevo a acercarme, cruzo los pies y está a la espera que le dé una respuesta.

––¿No me vas a dar un beso de bienvenida?

––Eso quedo en el pasado ––respondo, sin mirarle a la cara, cuando ya lo he hecho tantas veces,

––Que aburrida eres.

––¿Para qué me quieres? ––voy al grano, no estoy para fingir amabilidad a nadie.

––Te he extrañado Emma. ––Se atreve a estar a mi lado y posar su mano en mis piernas, quito sus dedos. Igual, es inútil porque la coloca de nuevo. Como anhelo en estos momentos un arma para enterrársela a este hijueputa.

––Yo no, ¿me puedo ir ahora? ––Él niega con la cabeza, para introducir más su mano en mi interior. Aprieto con fuerza las piernas, para que le sea difícil.

––Que complicada eres, Emma. Quédate un rato, solo nos tomara una hora.

––Tengo pareja. ––Sandra nos trae los chocolates, con unos vasos pintados por algún niño pequeño.

Lo tomo con velocidad, ya no importa si me quemo la garganta solo quiero irme de aquí. Al probarlo la garganta lo procesa como algo insoportable. Sangre, reviso el vaso y está limpio. Voy a enloquecer. Deja el vaso en la mesita, para arrojarse sobre mí y apretar mis muñecas, empiezo a dar patadas al aire, el vaso se quiebra en fragmentos, la bebida está postrada en el pecho, arde. Su aliento no me deja espacio para escapar, grito, pero tapa mi boca.

––Nunca te ha importado. Deja de ser la víctima, te gusto demasiado. ––Volteo la cara, cierro los ojos. Ojalá los milagros existieran para estar lejos de aquí.

––Por favor, no le hagas nada al bebé. Te lo suplicó.

––Si eres juiciosa no le haré nada. ––Antes de que la tragedia ocurriera, la empleada le arroja un vaso de porcelana en la cara, para que escape.

––¡Corra! ––Hago caso a las instrucciones, aunque me duela saber que ella no estará sana para contar esto, debo sobrevivir. Aprovecho el momento, corro hacia la puerta principal. Volteo a ver unos segundos, y este la tortura con uno de los fragmentos desperdiciados en el suelo. Lloro de solo pensarlo, yo ... no sé que hacer en estas situaciones. Regreso de nuevo, para golpearlo y que no la lastime, estoy en su espalda, le muerdo una de las orejas. El sabor es lo de menos, ese maldito sabe que no se puede meter con cualquier. Me empuja contra el suelo, la sangre sigue en mis labios y un pedazo de piel, se retuerce en su miseria. Lo tiene bien merecido.

––Eres una perra, no sabes lo que has provocado. Emma reyes, soy el mismismo infierno. ––Salgo del lugar, acelero como si de eso dependiese mi propia vida. Veo los contactos, si fuera buena hermana, le diría a Connor, pero le escribo a un amigo que sé que no me juzgara.

––Por favor responde ––cierro los ojos, con la ansiedad al cien y sin dejar de estar atenta con el entorno. Tal vez me está siguiendo para cobrar venganza. Aún esta en el paladar su sangre, va a estar siempre arrastrando mi piel a su sombra. Un dolor se postra en el vientre. Me enfoco en mi respiración para no centrarme en eso, soy capaz de soportarlo. Reviso, nada de sangre por las piernas, acabe de recordar que me arrojo contra el suelo, de milagro el bebé sigue en movimiento.

Sonrió al ver su mensaje, pueden ser las 4:00 am y él estará para recibirme en su hogar que es su amistad. Aunque sea constante viajando por asuntos de negocio. Llego a su casa, soportando el dolor que creo que mis piernas se van a quebrar cómo el pocillo de hace rato. No necesito tocar el timbre, porque Jano está apoyado en la puerta, lo abrazo con fuerza.

––¿Por qué soy así? ¿¡Por qué!? –– golpeo su pecho, desquitando todo aquello que tengo atrapado, no será suficiente, nada lo es. Sin embargo, Jano es una persona que no le importa si le dejo húmeda la camisa, lo lastimo o me coma los dulces de la dispensa.

––Estoy acá, Emma. No te mereces ese daño. ––Refugiada estoy en sus brazos, me cubre con una manta y me ofrece una bebida.

Le pido agua, porque si veo un chocolate caliente vomitaré sin dudarlo. En cambio, él sin se digna a tomar una bebida con leche. Su hogar es cálido con una chimenea para encender los malvaviscos, con un televisor al frente, tapate de piel sintética y el sofá es del tamaño de mi cama. Rodea sus manos en mi hombro. Antes de establecerme en su casa, le pregunte si Roma estaba, me dijo que no. La quiero bastante, pero no para que me vea en este estado de vulnerabilidad. Y es probable que ni siquiera le importe si estoy llorando, antes sería igual de bondadosa como su pareja, hay algo que se llama confianza, es necesario que sea auténtico.

––Emma, si en algún momento me cuentas quién te lastima, no te juzgaré, lo importante es tú seguridad. ––me quedo en paz en su regazo.

––Descuida, no tienes que ser el héroe. ––Le toco la nariz, ni siquiera así sonríe, es demasiado serio.

––Eres mi amiga, voy a protegerte. ––Olvidé por completo el dolor, pensé por un instante que ... Lo había abortado, poso la mano en el vientre. Protegiendo a mi hijo, Jano está deleitándose con un sabor típico de nuestro pueblo.

––Te quiero. ––Lloro, lloro y seguiré en este estado hasta que mis piezas estén pegadas con pega stick. Mientras no te busque estaré a salvo.


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