capítulo 7: parte dos


13 de febrero del 2022. Finca de Dylan, tres horas atrás del acontecimiento

"Los problemas familiares vienen en todas las formas y tamaños; algunos son de corta duración y fáciles de manejar, mientras que otros son más crónicos y difíciles de manejar" Anónimo.

Dylan

Las fiestas son las que te liberan de tú familia. Hasta los mas cercanos pueden ser tus propios enemigos. En mi caso pasa así, las mejores relaciones las encuentro en mis amigos, en las parejas que he tenido, en la rebeldía excesiva. A la mierda su opinión el ya dejo de ser importante por mucho tiempo. Lo que le agradezco es que me enseñó a ser fuerte de formas muy violentas, pero aguanto cualquier insulto y golpe. "De tal palo, tal astilla". Es un caso terrible.

Me bebo la cerveza completa, hasta que no quede ni una sola gota. Vega queda impactada de cómo me entra tanto licor sin hacer efecto. Estamos en el baño de mi dormitorio. Tiene una bañera que se parece más jacuzzi, el borde está (Empapelado) con una cinta dorada. Una ventana inmensa al frente con vistas a la pesebrera. Los caballos ha sido una de mis pasiones ocultas, al lado está una ducha. Al igual un televisor que fue un capricho de mi madre. Ya que siempre me quedaba idiotizado viendo muñecos y así me dejaba organizar. Unas baldosas entre anaranjadas y blancas, todos los implementos de aseo que tiene un baño.

–¿Me puedes dejar un poco al menos? –Vega ríe, me arrebata la botella y ve que ni siquiera hay un sorbo –. Eres un fastidioso

–Perdón, culpa a la adicción a la cerveza. ¿Quieres qué te traiga una?

–Es molestando. Ahora bajamos por más. –Vega se acuesta en mi hombro. Empezamos a hablar como desde septiembre del año pasado, pero la relación ha mejorado desde diciembre. No somos pareja, porque ninguno se atreve a expresar lo que siente

–Has sido tan importante para mí, Vega. – Beso su cabello.

–Te considero un gran amigo. Estaré para ti. Ojalá el ego no se te suba. –ríe.

–Les diré a todos que me adoras, que soy tu persona favorita. –Le hago cosquillas por el abdomen y me golpea en la cara sin culpa.

–Perdón. –Me tapo la nariz, ella me quita la mano y se burla por lo ridículo que me veo –. Si que eres un idiota.

El beso. Sin pensarlo dos veces, como lo hacen algunas personas inseguras que preguntan. Es más emocionante cuando es beso robado. Vega acepta uniendo sus labios a los míos. Bajo los dedos a sus caderas, ella sonríe. Me detengo, le debe estar incomodando.

–Cálmate vaquero. Tienes que ganarte la tercera base. –Se limpia el labial con su dedo. Me sorprende.

–Supongo que eres mi novia.

–¿Seguro? Porque tienes el apellido Díaz no significa que todas se mueren por ti.

–Te quiero a ti en realidad. –Nuestros rostros se vuelven a encontrar. Esos labios me están tentando a probarlos de nuevo. Vega mira hacia mis labios. Está a punto de besarme, pero alguien interrumpe. Abriendo el baño creyendo que estaba desocupado. Son dos chicos que salen muertos del miedo.

Nos distanciamos y salimos del baño. Desearía quedarme mas rato con ella. Es una desgracia ser el cumpleañero en un momento tan íntimo. Saludo a unos cuantos chicos estrechando los brazos, ellos haciendo barra. Seguro porque derrote al estúpido de Leonardo en la competencia de cerveza. ¿Cómo cree que va a vencer al chico alías licor? En las escaleras, están dos personas que los identifico muy bien y uno de ellos llevaba desaparecidos por un largo tiempo. No se puede ser amigo de alguien que viaja.

Le sacudo el cabello rizado. Este solo resopla y dice las palabras más conmemoradas. "Hola Dylan. Feliz cumple años" ¿Acaso no me vas a dar mi regalo? Mirt se dedica a fumar con su mano buena. Que dolor recordar tanta sangre y eso que no fue a mi al que lastimaron.

–Un hombre de pocas palabras, Jano Lennox.

–Me conoces muy bien. –Bebe un poco de whisky. Jano es amigo de nosotros desde hace unos dos años. Quien diría que un chico con mirada asesina y con poder en sus manos nos hablaría, pero...

–Que bonitas son los reencuentros. ¿No quieres beber más cerveza, Dylan? –Hay veces no soporto el humor de Áyax.

–Lamento interrumpir su charla de adultos. –Hago un gesto con comillas.

–La verdad estábamos hablando mal de ti –responde Mirt y le sonrió.

–Grandioso. ¿Mas trago señores? –Vega no se ha inmutado a hablar. No sé el motivo, si ella es bastante social.

–Hasta el momento no.

Por unos segundos pasa Roma corriendo para ir al baño, choca hombro con nosotros. Ni siquiera se dio cuenta de la persona que la espera. Estiro mis manos en los hombros de Vega, le presento a Jano. Este la saluda con un apretón de manos y sin preguntarle algo de su vida. A los segundos baja de nuevo Roma, se detiene para revisar a su primo. Nosotros le podemos estar respirando detrás de la nunca y ni por enterada. Hasta que ella se gira para presenciarlo.

–Hola. Nunca me dijiste que ibas a llegar. –Ahora si le presta atención.

–Sorpresa. Te extrañe demasiado. –Le recoge un mechón del cabello, está dispuesto a darle un beso. Se niega, con un esquivo que hasta a mí me lastimo.

–Hablamos luego. –Sale de las escaleras, para gritar y unirse a la pista de baile. Jano no intenta seguirla, se queda quieto. Lo hizo porque Vega no sabe de su relación la mantienen oculta para algunos. ¿Será qué le da pena que se enteren con quién sale?

–¿Quieren bebidas? –Les vuelvo a ofrecer para acabar con el silencio.

–Una cerveza para el lisiado –dice Mirt, levantando la mano. Jano niega con la cabeza. Esta feliz con su trago.

Vega me acompaña hasta la cocina. Busco un vaso rojo y destapo la lata de cerveza. Veo que siguen haciendo la competencia, está vez es Leonardo con otro chico. Ese chico no se cansa. Va ganando, ya el balde está por terminar. Se levanta como si nada, de seguro ya debe estar más ebrio y Emma aguantarlo en esas condiciones. Leonardo se acerca a nosotros. Con una mano en mi hombro.

–¿Es para mí? ¿No tienes suficiente? –Me río, cree que gano la competencia. Si qué está ebrio.

–Es para Mirt.

–Ese hijo de puta no se merece ni un trago de agua. –Me sorprende como se refiere a su amigo de esa manera. Tiene una risa. Aunque dicen que los borrachos son honestos. No me acuerdo mucho de mi última borrachera.

–Tranquilo. Él me lo pidió.

–¿Sabes cuantas veces la ha cagado y ni siquiera se disculpa? Por eso no se merece ni mierda. –Coge el vaso, se lo bebe en un segundo. Para después irse dónde su novia. Que está recostada en una pared. Con los brazos cruzados, él le da un beso en los labios. Su expresión es seria.

Voy a entregarle el vaso de cerveza. No pregunta porque me demore o nada. La música sigue siendo electrónica, hay veces la cambian a un reggaetón de los clásicos. Nos quedamos conversando un rato. Jano de su viaje a Europa. Tengo bastantes ganas de salir del país. Es complicado, porque a papá le desagrada la idea de compartir en familia.

Después fui a acompañar a Vega al baño. Me quedo esperando al lado de la puerta. Veo unos chicos drogándose en el pasillo. Ensuciando la gran alfombra roja, riéndose de cosas sin sentido. Nunca me ha agradado la idea de probarlo. Ha dañado la vida de una persona que amaba. Obvio, no les regañare, son sus vidas que hagan lo que se les apetezca. Vega sale del baño, estamos caminando para reunirnos de nuevo con los demás invitados hasta que un chico que jamás había visto. Empieza a silbarle.

–¿Qué haces?

–Tu novia está muy mamacita. ¿Algún problema?

–La respetas. –Lo miro, sus ojos cafés, la cicatriz que tiene por los labios, su estatura. Nada de eso me intimida.

–¿O qué? ¿Vas a llamar a tu papá a qué te salve el culo? –Se ríe, es suficiente para darle un puño en la cara, que lo hace tambalearse varias veces. Este responde, pero lo esquivo.

Vega trata de calmarme, diciendo que no es para tanto. Ella no debe sentirse acosada por nadie. En esos segundos, él me golpea en la cara. Sale sangre de la nariz. La toco como si fuera agua para beber. Cuando vives a punta del dolor, ya nada afecta. Lo empujo contra un cuadro que es reliquia para mis padres, se fragmenta en pequeños pedazos. El estruendo hace mis invitados se levanten escandalizados. Con mis fuerzas lo empujo por las escaleras.

Bajo en búsqueda de mas pelea. El rostro está caliente, los nudillos empuñados a punto de volver a hacer su trabajo. Ese malparido no se va a salir con la suya. Vega intenta detenernos, pero es inútil. Otro puño directo a la cara, le respondo empujándolo contra una mesa de cristal. Sigue de pie. Las cosas empiezan a ser más intensas, cuando él saca una pistola que me apunta a la cabeza. Murmuran o graban con sus celulares. Por suerte, yo también traigo mi arma.

–Por favor, Dylan. No lo hagas. –Vega rodea su cabeza en mi abdomen –. Estoy aquí para ti, te quiero. –su voz me está calmando, bajo el arma.

–Vaya, necesito que esa maldita me de cariño. ¿Me la prestas? –dice con burla. Vuelvo alzar la pistola.

–Cállate malparido. Antes de que te reviente esa boca.

Entonces es Emma ahora la que se interponen en la pelea. En vez de ayudarnos la empuja ese maldito contra la mesa, haciendo que su nunca se lastime. Leonardo y su hermano la están ayudando. Disparo, sin importar a quién le caiga, gritos de miedo y el mundo es borroso.

–¿Mamá? –Entro a su habitación. Escupe un líquido blanco de su boca. Como los perros con rabia, se mueve muy raro su cuerpo. No está bien. –¿Mamá, ¿qué te sucede? –no me habla.

Grito para que mi padre escuche, este llega empujándome y sale gotas de sangre en mi nariz. ¿Por qué me lastima? Empiezo a llorar, papá me regaña que deje de comportarme como una niña. Mi mamá necesita ayuda, debo a hacer algo. Me acerco. Papá me cierra la puerta. ¿Por qué me odia tanto? Sólo quiero ver a mi mamá bien.

Abro los ojos, tengo una mascara de oxígeno. Ambulancias y mis amigos acompañándome. Al parecer la suerte no estuvo de mi lado. Vega y Uxía sostienen mi mano. Todo estará bien, has soportado cosas peores. Cierro los ojos, descansar del caos.

Despierto en un cuarto que no es mío. Luces blancas en el techo que son fastidiosa para los ojos, cortinas blancas combinadas con la pared verde del hospital. Muebles beige, al lado refrigerador, televisor para ver las noticias y un monitor. Aire fresco de un viejo ventilador. Tengo una bata, veo mi abdomen y este envuelto en un yeso grande. Otro enyesado, genial. Me acompañan, Uxía, Vega, Jano, Leonardo y Mirt.

–Que costumbre tan maluca la de ir todas las semanas al hospital –dice Mirt, rodando los ojos. Ya somos miembros Vip del lugar.

–¿Cómo sigue? –Vega sostiene mi mano.

–Confundido. Me duele un poco el abdomen. –Hago el intento de levantarme, sin embargo. El dolor me lo impide, me quejo. Vida hijueputa.

–No te muevas. Pedimos pizza, ya que se tardará un poco la salida.

–¿Por qué?

–Permiso de tus padres. –Jano toma la palabra. Estaba en el teléfono. Es verdad aún soy menor de edad y sin su autorización me puedo quedar acá una eternidad. Maldigo por lo bajo. Si se dan cuenta tendré un moretón nuevo en el ojo, prefiero escaparme.

–¿Puedes fingir ser mi papá?

–Lo siento. Ya intenté firmar, pero se negaron. –Jano parpadea, cruza los brazos. Hizo su mayor esfuerzo. No los puedo meter en problemas.

Respiro hondo. Se darán cuenta de algún modo y sobre todo que tengo una pistola. Eso nos dará menos cinco puntos en la imagen de la familia Díaz. Le indico a Vega para que se acueste a mi lado. Lo hace con preocupación sin herir más. Le pido perdón por el espectáculo que forme, me dice que fue muy idiota de mi parte, pero que arriesgado. Me lo merezco, los impulsos han ganado de nuevo.

Jano les dice a los chicos que vayan por la pizza. Una enferma entra, tiene un uniforme del mismo color de las pardes, cabello recogido y aparenta más de 30 años. Nos explica las recomendaciones: "Una operación con treinta puntos, que lastimo gran parte del tejido. Que lo mejor es tener un reposo de dos meses, nada de ejercicios pesados, ya que se pueden reventar y volver a hacer la operación. Es normal los mareos, que necesito a alguien que revise y limpie la herida".

Pregunto por Emma, que la lastimó ese maldito. Leonardo responde con que está bien, no fue una herida tan grave, es un alivio. Emma siempre me defiende y me encubre de mis desastres. Es una amiga fenomenal, saca risas, es amable. Los defectos...

Entra Uxía y Mirt con tres cajas de pizza, gaseosa. Ya el estómago me ruge. Un gran festín. Me levanto de la camilla, dejando el dolor a un lado. Me siento con mis amigos, en el suelo, beber gaseosa. Pasamos de estar en una fiesta alborota de licor, adolescentes locos, música que hace sacudir el cuerpo a esto. Son los momentos más importantes. Cuando están para apoyarte. Uxía coge un trozo de pizza y hace el avioncito conmigo. Se aprovecha de mi debilidad, abro la boca. Se burlan del comportamiento infantil.

¿Por qué no puedo ver a mi madre?­– Le grito, dejando que mis manos rodearán su pierna y este me empuja de regreso.

–Porque no es tu puto problema. – Este se aleja de mí y mi labio está reventado, contengo las ganas de sollozar, porque prefiero soportar el dolor, que otro sermón de mi padre.

Parpadeo alejando ese mal recuerdo, bebo de la gaseosa con la vista en el vaso. Que fastidio la palabra infancia. Nos quedamos el rato contando malos chistes o reírnos de los videos de risas. La carcajada de Vega se siente hasta la recepción. Sacamos los marcadores, terminamos nuestra obra de arte en el yeso de Mirt. Ya no le molesta verlos. Hace lo mismo con mi venda, dibujo obsceno, no olvidaré está noche.

Nos acabamos la pizza y nos quedamos en el suelo sin hablar mucho. Vega se ríe, le pregunto el por qué. Responde que le parece divertido que estemos aquí en un hospital, comiendo pizza en el suelo como unos desechables y sin saber que hacer. Asiento, así que propongo que juguemos charadas. Aceptan, Jano se sienta en el sofá. Es un amargado.

Mientras intento adivinar, una notificación llega y la reviso. Arrugo la frente. Es de mis padres, de mala gana marcó a su número. Es la hora de confesar. El teléfono suena hasta que se digna a contestar.

: – Hola.

Dylan: – Papá estoy en problemas, en el hospital.

:– Lo que faltaba, para que arruinaras nuestra sorpresa. Eres...

Dylan: –¿Qué cosa?

: – Eres un hijueputa. Ya iré al hospital, te darás cuenta.

Me cuelga. Aguanto las ganas de gritar y golpear, es un infeliz, quiero que desaparezca de mi vida por completo.

–¿Tus padres? –Uxía rompe el silencio. Le he contado mis problemas con los ser que debo llamar "papá".

–Sí, lamentablemente. –Sonrió sin mucho entusiasmo. El juego se termina por su culpa.

Espero a que lleguen. Mientras tanto nos quedamos cada uno mirando el celular, algunos están dormidos en el mueble. Que foto tan hermosa voy a sacar de Leonardo y Mirt dormidos como novios. La guardo, después la envió al grupo. Uxía y Vega están conversando, Jano no ha dicho ni "Mu".

Una enferma toca la puerta, avisando que ya llegaron por mí. Traen una silla de rueda y doy las gracias. Volver a casa, es como tener una pesadilla viviente las veinticuatro horas del día. Me despido, con un abrazo. De mi novia con un beso corto, es extraño tener pareja después de un año. La enfermera me acompaña hasta la recepción. Veo a un señor con atuendo elegante, cabello engominado con algunas canas, piel bronceada. A mi mamá con su cabello rizado libre, con las manos cruzadas en un vestido azul brillante y no sé quién es la chica que está a su lado.

–Hijo, me alegra verte. –Mi madre me abraza, con ella tengo un cariño distante.

–¿Te importo cuándo estoy a punto de morir? –digo con los labios rectos. Miro a la chica con curiosidad.

–Dylan, sabes que siempre estaré para ti.

–No desde que esta escoria nos separó. No desde que me lastima. –Lo último lo provoca, pero para no hacer un escándalo y guardar su imagen. Se limita a acomodarse la corbata para ser respetuoso.

–Cuida tus palabras, hijo. Tú madre te quiere mucho. –Es la primera vez que me dice hijo con "dulzura" prefiero que me insulte.

–Mierda. ¿Por qué no estaban en casa? –Mi madre lo observa, después inclina un poco la cabeza a un lado y con una sonrisa corta. Algo se traman y tiene que ver con está niña.

–No estábamos en casa, porque cenamos con tu hermana media. –¡Hermana media! Que putas... ¿Cómo nos oculto eso y cómo Pamela sigue con él?

Con la boca entreabierta y sin despegar la vista de ella. Veo que es alta, cabello rubio con unos mechones azules, camisa de una banda, shorts con medias negras. Ojos azules que se los herederos.

–Hola Dylan. Soy salma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top