Capítulo 6: tu recuerdo me persigue
«Llamamos caos al orden que todavía no comprendemos» -Edward Lorenz.
23 de septiembre del 2022, en el colegio Monte, temperatura de 17 grados centígrados
Leonardo
El día ni siquiera ha acabado y ya con la nariz palpitando, aún siento como la nariz escurría por el mentón. Connor es un chico que se enoja con facilidad, pero no sabía hasta qué punto llegaría. Ese hijo de puta enloqueció de verdad. Saco el papel con el cual me limpie las manchas de sangre. Si Emma estuviera aquí lo hubiera evitado, sólo por no ver un caos y a su hermano hecho una mierda, y para intentar que la relación se salve. Aunque ella ya sabía que la relación se estaba perdiendo unos meses atrás. Hay tantas razones, la química no es la misma, peleábamos casi siempre y también están los intrusos.
Apoyo mi cuerpo en una de las bancas, escuchando la bulla de los chicos jugando al baloncesto y los que prefieren sentarse a comer en las gradas. Cierro los ojos, pensando en cada momento tan hermoso que tuve con mi novia, bueno; no sé si sigue siendo mi novia porque lleva casi un mes desaparecida y eso angustia hasta tal punto de no poder dormir. Recuerdo cuando nos conocimos por primera vez, estábamos en el salón y nos toco presentar un proyecto de biología, era una de las chicas más hermosa que conozco. No solo fue su belleza, sino la amabilidad para tenerme paciencia para explicarme los temas. El amor comenzó a los cinco meses, me le declaré y ella acepto. Recuerdos, y más recuerdos. ¿qué espero de ellos? ¿A qué me regresen a mi Emma? Que idiota.
Abro los ojos y me siento, respiro sin saber que hacer. Observo como todos juegan, concentrados en la pelota, defiendo a su equipo con las manos listas para atacar. Aunque, no exista el equipo de baloncesto, el entusiasmo es muy evidente. En un instante, uno por intentar defender se aporrea en el piso rocoso. Miro a otro lado, la verdad que flojera ayudar.
- ¿Vas a dejar de ignorarme? -es Aitana, la reconozco por el piercing que tiene en la comisura del labio. Tiene un estilo, bacano (1) .
-¿Desde cuándo te ignoro, Aitana? ¿De qué quieres hablar? -Ella y yo tenemos secretos, secretos que pocos conoce. Así es mejor, que no haya tantos metidos de por medio.
-Ya lo sabes... no eres un niño pequeño, para explicar. -Se cruza de brazos y mueve las piernas de un lado para otro, no es capaz de controlar su inquietud.
-Mira, creo que es momento de dejarlo. Yo....
-¿Lo haces por Emma? Si vamos a hablar de personas que han dañado la vida de los demás, hablemos de ella -el comentario me sorprende, más si viene de una amiga suya. Ambas tan unidas como uña y mugre. Sé a lo que se refiere, y cada vez que lo pienso el dolor es cada vez más gonorrea (2)
-Está desaparecida. ¿Acaso no la extrañas? -Enrollo el dedo del medio en una cadena que trae, ella ni siquiera baja la mirada. Sigue con esos ojos que amenazan y que destapan verdades, con sus brazos cruzados y fuertes como una piedra.
-Claro que me preocupa, es mi mejor amiga, pero es increíble que te sientas mal. Sabiendo todo el daño que te ha hecho. -Pagar con la misma moneda, eso es interesante y peligroso.
-Es injusto que sigamos con esta relación, mientras no sabemos de su paradero. -Jalo un poco la cadena, para que quedemos a centímetros, sentir las respiraciones pesadas. Le sonrío y ella sigue con sus labios rectos, sin hacer una mueca que la delate.
-Entonces, deja de fingir que quieres un beso. -Quita mi dedo de la cadena, lo suelta y ya estamos distanciados. Estoy siendo incoherente mis palabras con mis acciones.
-Perdón.
-¿Lo dejamos cómo si nada? ¿Se acabo?
-Está complicada la situación.
-¡Eres tú el que quiere mandar todo a la mierda! -alza la voz, que muchos nos observan. Aitana ignora por completo que le estén prestando atención. Una de las cosas que nos hacen humanos, es que en el fondo el único que importa soy yo. Esto está pasando ahora.
-Podemos darnos un tiempo, por lo menos hasta que el rio se controle con el asunto de Emma.
-De acuerdo. -Ella respira hondo, deja de mover las piernas.
-Antes que te vayas, dame algo. -Me levanto de la mesa, obstaculizando su espacio privado y miro esos labios que ya me han besado antes. Ya extrañaba esa brusquedad de sus labios, al trasmitir que me deseaba desde años atrás. Ella va retrocediendo, en el fondo lo quiere. Me aferro a su mandíbula, mis dedos no se controlan y ya están acariciando esos labios. Aitana no baja la guardia, seria como a mí me gusta.
Me inclino para sentir su boca, desde acá se percibe el olor a menta. Al fin los toco con Suavidad, ella corresponde y la suelto al instante.
-Voy a cumplir mi palabra.
-Eres un idiota. -Aitana se zafa, se aleja con pasos largos. Me rio, esa chica me tiene loco.
El día de hoy es bastante agitado, el centro de atención de todo el mundo es Dylan Díaz se rumorea que él conoce dónde está su amiga y que es el culpable de haberla lastimado el día de su cumpleaños. Ese día Dylan no se controló, perdió la razón por completo. Lo digo, porque no le importo en lo absoluto quitarle la vida a alguien. Llegamos a un punto en que nuestros demonios son más fuertes que nosotros o tal vez la conciencia no existe en esos segundos, cuando las emociones toman el poder sobre ella.
No he hablado con él, porque debe estar tan enojado que prefiere estar solo. Es mi amigo, lo apoyo y por eso respeto sus decisiones. Vi que Vega lo está apoyando, pero este solo este concentrado en su rabia por los rumores. Tampoco pienso que sea ella la que debe estar detrás de él como un perro y cada vez que la caga, tiene que ir a limpiar todas las gotas de popo que deja en suelo. Si no, que lo apoye hasta cierto punto.
Por mi aburrimiento, decido escribirle a Dylan. Es probable que quiera que hablemos o simple alejarse de este hijueputa día, con unas buenas cervezas. Es prohibido, pero ya que. Nadie se dará cuenta, él necesita embriagarse y olvidarlo. Paso la mano por mi cabello, a la espera de su respuesta. Sonrío al recordar como bese a Aitana ese día en la piscina, se le olvido por completo que estaba saliendo con Emma, el contacto de una piel nueva no removió mi estómago, nada de culpabilidad. Cuando la persona que quieres te hace daño, no está mal responderle con un pago similar. Bueno, eso es lo que creo.
Reviso y Dylan acepta mi oferta. Es obvio, que él jamás rechaza una invitada a beber cerveza. La campana suena para entrar a las últimas clases, los otros estudiantes recogen sus bolsos, balones para ser disciplinados. En mi caso, sacó un buen promedio, pero tampoco soy tan responsable para ir a todas las clases, sobre todo a esas de ética y filosofía que desgasta mi tiempo.
Dylan llega justo en el momento donde todos ya se han largado. Estrecho la mano y le hago entrega de la cerveza. Esa reputación que tiene le está dañando los hombros, bebe más de la mitad de un solo sorbo. Ni siquiera aprieta los ojos o mueve los labios, ya el licor hace parte de su sistema.
-Esta mierda puede conmigo. ¿Quién fue el imbécil que inventó eso? Nunca le haría daño a una amiga. -Niega con la cabeza, para después quedarse viendo el horizonte. Tiene las mejillas rojas, y veo unos pequeños lunares en su rostro que antes eran invisibles para mí.
-A la gente le encanta hablar mierda. Estoy seguro de que es falso. -Golpeo su hombro, estiro la mano para recibir un poco de cerveza y este hace caso.
-Lo sé, pero ya tengo la reputación de ser "El busca pleito (2)" de Monte Blanco. -Eso es verdad, desde que mando a un chico al hospital por insultarlo. Es ver al demonio interno de unas personas. Es mejor no provocarlo.
-Se les va a olvidar, solo necesitan alimentar el chisme de alguna manera. -Dylan sigue pegado de esa botella, siento que en algún punto la puede quebrar con su fuerza. Las manos tienen las venas alborotadas.
Cerca de los casilleros veo a la oficial Pereira hablando con una chica, no alcanzo a presenciar su rostro. ¿Quién es esa? Pereira ha estado centrada en el caso, buscando cada pista. Me enteré que entrevisto a Mirt, porque ellos recogieron una pista. La chaqueta de Emma. Ella se encargó de cada evento que teníamos como grupo, tan bondadosa Emma.
Las dos se dirigen a la oficina del director (Buscar un nombre). Ahora tengo curiosidad por averiguar quién es esa mujer. Dylan bebe la última la gota de cerveza, ni siquiera se percató que la madre de Uxía estaba aquí. Toco su hombro, para hacerle la pregunta.
-¿Sabes quién es el nuevo conejillo de indias de Elena Pereira? -Levanta una ceja, la pregunta se le hace raro.
-¿Por qué lo tengo que saber?
-Eres el mejor amigo de Uxia, de seguro te contó algo. -Inclina la cabeza hacia atrás, con una sonrisa de complicidad. Obvio que se lo iba a comentar.
-Se llama Ruby, tiene 20 0 21 años, estudiante de criminalística en Santa Mónica. Le ayuda con el caso de Emma. -Perfecto, lo que necesitaba.
-¿Cómo vas con Vega? -Dylan respira lento y se baja de la banca. Señal que me está evadiendo.
-No muy bien, las peleas son más frecuentes y todo por mi culpa. -Entiendo, con Emma era igual. Los conflictos, los gritos, los insultos, etc.
-Nea (2), espero que las cosas se solucionen rápido. -Terrible para dar consejos.
Nos despedimos estrechando las manos, con lo que me contó Dylan. Activo mis sentidos para indagar y saber con más claridad que están haciendo e indagar por esa tal Ruby. Agarro la maleta, camino directo a la oficina del directo. No es tan largo el trayecto, pasas por el coliseo, la pequeña casa que llaman enfermería que es de madera, con bordes verdes y un techo del mismo color, siguen los casilleros oxidados de color azul y la oficina del rector es donde está la única puerta del pasillo. Adentro hay un sendero que conduces a otros salones, también dónde está la psicóloga. Me acerco a la puerta, antes de escuchar siento las voces de las mujeres.
-Ya sabe que las pruebas de ADN, aciertan con que es la sangre de Emma Reyes -voz nueva, es bastante seria, no hay un tono que delate delicadeza.
-Lo entiendo, pero ¿qué tiene que ver esa sangre con las noticias del estudiante Díaz? -es el rector Vélez.
-Con la noticia, podemos hacerle un interrogatorio. Es un posible sospechoso y ya conoce el temperamento de Dylan Díaz -habla Elena, quisiera imaginarme la escena. Qué están discutiendo, le arrojan los documentos de ADN al director, él con las manos cruzadas y moviendo las piernas inquieto. Esto dañara la reputación de la escuela.
-Son falsos rumores.
-Si usted lo cree así, vamos a desmentirlo con el interrogatorio. Ruby es una estudiante capacitada para manejar a los estudiantes, su trabajo semestral consiste en trabajar en un caso. El de Emma Reyes es importante. No haremos nada en contra de los estudiantes. -Un trabajo. Emma eres el centro de atención de demasiadas personas. ¿Te parece eso grandioso?
-De acuerdo, pero con la condición de que sea fuera de las instalaciones de Monte.
-Tenemos un trato. -Justo cuando la manecilla se abre, me escondo detrás de uno de los casilleros. Giro la cabeza, es una chica de cabello cobre, con una camisa de botones, jeans negros ajustados y unas gafas redondas doradas. Con esa vestimenta, si se toma enserio su trabajo.
Le escribo a Dylan para que se preparé de la visita tan bacana (3) que tendrá. En ese instante, choco con el hombro de alguien. Es Aitana, que sigue con la misma actitud de ni siquiera mirarme. Sé que deseas que te bese, que arroje a mi promesa al basurero y que te sostenga en mis brazos. Solo aguanta un poco, Aitana.
Aitana
Leonardo es todo lo que es prohibido, lo que no se debe tocar ni con una pluma. Mamá me dijo que es malo enamorarse del novio de la una amiga, pero ella tampoco me dijo que el amor es inevitable y que no se puede amarrar a unas cadenas. Me hace sentir culpable por no dar la cara, haberle confesado lo mala que soy. Que sin importar en qué situación estaban ambos, no era lo correcto. Hay veces he llorado debajo de la almohada por no saber que hacer, si decirle o quedarme callada, pero preferí sonriendo al lado de Emma y acompañarla en cualquier cosa rara que se le ocurra.
Sin embargo, está la voz que me dice que no está tan mal. Que Emma ha sido peor en muchos aspectos. Y en ocasiones esa voz ha ganado, seguí viendo con Leonardo a escondidas, en su casa cuando sus padres se marchaban para algún viaje. Maratones de películas, de compañía y hay veces de sexo. Demasiado arriesgado de mi parte, además que tenía la idea en mi cabeza que sería mágico, con esos pétalos en las camas con una pareja que llevábamos más de un año, que sentiría unas manos acariciarme con gentileza. Con él fue opuesto. Aitana, olvida a ese idiota.
Camino directo al casillero, a guardar el libro "Cien años de soledad" para seguir mi camino con unas dos horas de educación física. Respiro hondo, cierro el casillero y pienso que lo mas probable es que juguemos fútbol. En el coliseo están casi todos, reunidos en un círculo amarillo donde el profesor nos da las indicaciones. Él llega con un balón en la mano, con el silbato entre los labios y listo para darnos la orden.
-Hoy vamos a jugar fútbol, formen dos equipos -dice, para después usar ese molesto silbato.
-Es una lástima que no esté Emma, ella jugaba tan bien -Volteo y son unos chicos con los cuales nunca he tenido contacto, están buscando a los participantes. Emma le gustaba arriesgarse en los deportes, se ensuciaba la camisa, se hacía raspones, cambiaba su esencia. Encajaba en cualquier lado -. ¿A quiénes elegimos?
Prefiero la banca, se ve tan cómoda para leer algo en wattpad. Miro el celular, fingiendo que tengo conversaciones pendientes, para que no me elijan. Tampoco deseo que se enojen conmigo por lo mala que soy en el fútbol.
-Pensaba en Leonardo, pero no está. Puede ser... ¿Mirt? -un chico le comenta al otro. Ojalá lo escojan a él.
-Me parece. -Respiro hondo, es un alivio.
Regreso al círculo, con una sonrisa interna. Para mi desgracia, me colocan en el equipo de Mirt. Se ven que son chicos competitivos, solo me indican que me quede cerca de la arquería. Literalmente que no me mueva, porque les daño el juego. Típico de hombres.
El partido comienza, nuestro equipo lleva la delantera con el balón, directo al arco, pero otro estudiante le golpea la pierna, siendo así una estrategia para que suelte el balón. En efecto, está tirado en el suelo. Según el árbitro que es nada menos, que Magdalena. Anuncia que es una falta. Mirt está a pocos metros míos, viendo la escena. Le debe parecer ridículo el espectáculo que se está formando.
-No soy amante del fútbol, sin embargo, creo que esa caída es falsa.
-Supongo.
-Te voy a anticipar de algo. Nos van a hacer unos interrogatorios a todos los que estuvimos en el bosque. -Los latidos aceleran. Interrogar, sé que hablamos con la oficial Pereira, pero no creía que se iba a repetir. ¿Para qué? Si ya le dimos toda la información necesaria.
-De acuerdo. -Sonrió, Mirt no parece tan angustiado. El que nada oculta, nada teme. Algo así era el dicho. Siento que unas hormigas me pican el brazo, nervios, miedo. ¿Miedo de qué? Si yo no sé dónde está mi mejor amiga. Ya quisiera saberlo, para abrazarla y disculparme por todo lo malo que le he hecho.
-Por fin se pone interesante esta escuela -dice Mirt, sin una expresión que enseñe felicidad por el comentario. A mí esto me da escalofríos, vivir esos misterios de las películas que son solo divertidos en la ficción, no en nuestra realidad.
-No me parece divertido.
Me siento de nuevo en la banca, el partido está en una pausa de peleas entre los capitanes del equipo. Tengo susto de que lleguen a la casa y mis padres escuchen esas preguntas, van tener una idea mala de su propia hija. Reviso el celular, para distraerme. Ningún mensaje de nadie por el momento. Hay veces tengo el impulso de revisar su chat y escribirle, pero esta vez no será tan fácil. Respiro hondo y me pongo a leer mientras tanto.
La clase termina más temprano de lo normal, así que le escribo a mis padres que vayan saliendo. Vivimos bastante lejos, mientras eso voy a la cafetería y me compro una botella de agua, me encuentro con Dylan y Roma. Que están hablando sobre el rumor, él sería incapaz de hacerle daño a Emma. Me siento en las bancas que parecen tener una mesa de baldosa con sillas de madera.
-¡Hola preciosa! -Roma saluda con un gran abrazo, correspondo. Tiene una actitud grandiosa.
-Hola. -No esperaba menos de Dylan.
-¿Cómo va todo? -intento que me cuente más, pero él coloca la cabeza en la mesa, como si quisiera dormirse y olvidar todo lo que está pasando.
-Igual, mis padres ya saben la noticia. -Parpadeo varias veces y formo una "o" tapando mi boca. Los rumores dicen que su padre golpea las paredes y en vez de decir insultos, los grita.
-Que porquería -dice Roma, para negar la cabeza y sacar un cigarrillo eléctrico de su bolsillo, me ofrece y niego. No soy amante a esas sustancias -- ¿Qué harás?
Dylan se restriega la frente, hasta el punto de que el olor a quemado se siente. Es demasiado brusco. Mira a todos lados, vigilando que nadie lo escuche o lo este juzgando. No debe ser una situación fácil, hasta que decide acomodar su espalda.
-Afrontarlos y a esa inspectora. -Trago saliva, cada vez se acerca más las preguntas. Miro a otro lado. Juego con las uñas debajo de la mesa.
-Verdad. Esta pesadilla no acaba. Dylan, soy tu amiga. Cualquier cosa que necesites apoyo, aquí estaré. -Le sostiene la mano.
-De mi parte también. -Sonrió, no hablamos tanto, pero no la llevamos bien.
Roma rodea su hombro y besa su mejilla, él sonríe sin mucho esfuerzo, los ojos perdidos hacia abajo. Miro el celular, mis padres están a punto de recogerme, lo apago a los segundos. Dylan se recuesta en el hombro de Roma como un niño pequeño. Le acaricia la cabeza. Me siento como un cero a la izquierda en este momento. Me levanto de la silla, miro el celular, mis padres me recogen en diez minutos aproximadamente. La verdad no sé si irme, aunque... podría intentar ser más amiga de Dylan.
-¿Ya te vas a ir? -Esa maldita voz. Tiene su mano en mi hombro, una sensación helada.
-No, solo que me cansa estar sentada tanto rato.-Estiro las manos y me vuelvo a sentar. ¿Por qué no solo te esfumas?
Leonardo se sienta al lado de Dylan, aunque le quede solo un borde. Leonardo me mira con una sonrisa, mis labios están completamente cerrados. No le daré el gusto tan fácil, no después todo el desastre que ha hecho. Respiro hondo, Dylan sigue recostado en el hombro de Roma, a punto de cerrar los ojos. Debe estar agotado de la información.
Unas chicas pasan por nuestro lado, susurrando sobre Dylan. No sé como, pero agarro el valor y me levanto de la mesa como si fuera su protectora.
-Si van a decirle que es un criminal, háganlo en su cara y con pruebas. -Las chicas ruedan los ojos, se alejan a dirección a pedir comida. Vuelvo a sentarme, es tan molesto esos comentarios.
-No era necesario, Aitana. -Sonríe Dylan, con un tono de voz bajito.
-Tienen que respetar y sé que no eres capaz de hacerle daño a mi amiga. -Le sostengo la mano, es dos veces más grande que la mía, él la toma sin ningún problema. La piel caliente, con un poco de sudor. Sonrió. Estamos pasando por momentos caóticos, no saber dónde está Emma es terrible, ni un mensaje, solo la pista de la chaqueta que nos pone los pelos de punta.
-La apreció demasiado para atacarla. -Roma lo rodea con más fuerza en sus hombros, un niño indefenso, ese es Dylan en este momento.
Veo mi celular y es una notificación de mis padres, que ya están en portería, me levanto para despedirme de todos, a Roma con un fuerte abrazo, al igual que con Dylan y a Leonardo solo lo paso, por un lado, pensé que iba agarrar mi brazo para detener mi fastidio y no, solo se queda mirando. En la salida, me encuentro a Daniel, que está en el celular. Me toca esperar a mi hermana Julieta, de seguro está conversando con sus amigos e ignora el teléfono. Me siento a su lado, empiezo a toser para que preste atención. Este lo apaga y no dice nada. Es más bulloso los carros los pocos carros que andan parqueados.
-¿Ya sabes lo qué nos espera? -Él estaba la otra noche en el bosque, se veía bastante preocupado. Como no, si Emma es amable con todos o lo era. Ya la estoy matando, no puede ser.
-No. ¿Qué cosa? -Se queda observando el árbol, sin mirarme a los ojos. ¿Tiene pena?
-Otro interrogatorio, con una chica llamada Ruby. Asistente de Pereira. -Con eso, puede ver sus ojos verdes que se parecen a unas canicas.
-¿No fue suficiente con el otro? Es decir, esa es la información que tenemos. ¿Cuál va a ser nuestra utilidad? -habla a la defensiva. Ninguno de nosotros oculta algo, no debería de preocuparse, aunque... da miedo que te interroguen, sientes que cualesquiera cosas "mala" que hayas hecho se darán cuento, como el asunto con Leonardo. Maldición, extraño el roce de los cuerpos en el agua.
-No lo sé. Pero te advierto, en cualquier momento estarán tocando la puerta de tu casa -se queda callado, con la mirada de nuevo en el árbol. Coje su maletín y se despide con una sonrisa corta, a los segundos llega Julieta. Nos decimos "hola" y entramos al carro de papá y mamá. Nos preguntan qué tal el día y dijimos que bien. No me fascina mentir, pero en ocasiones es útil, para salvarte.
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