Capítulo 4: ¿Existe la verdad en este pueblo?



23 de septiembre del 2022, colegio Monte. Día nublado.

Connor

Es la sangre de Emma, después de sus palabras dijo que no aseguraba su muerte, pero que no era una buena señal. Nada relacionado con la sangre trae buenas noticias. Mientras un niño aprende a montar bicicleta pasan dos cosas, tarda en dominar las dos llantas o se termina cayendo, para tardar meses en aprender. Una visita por parte de la sangre, heridas que quedan por semanas. Porque eso significa dolor y es una cosa que tratamos de evitar a toda costa.

He unido varias opciones, todas van para el mismo camino. La muerte, me aterra ver como se muere de miles de maneras. Que la hayan arrojado al lago, la lastimaron y la mataron, o solo con una pistola. Es una porquería, no me sirve de nada estos pensamientos. Tal vez G utilizo la chaqueta de mi hermana para despistarnos, para que tardemos en buscarla o darla por muerta. Son hipótesis.

Parpadeo para regresar, estamos en clase de informática viendo asuntos de programación que me quedan pesados. Elías es mi compañero e intenta que comprenda, se lo agradezco. Pero no he podido salir de los pensamientos negativos desde el interrogatorio.

–¿Trajiste el Arduino? –la voz tranquila de Elías hace que preste atención. Asiento y se lo entrego, es un objeto de color azul con un montón de orificios que permiten darle energía a unos bombillos, gracias a unas fórmulas que se hacen desde el computador.

–Gracias. –Elías conecta unos cables, junto con los bombillos –. Tiene que funcionar. –En efecto, prenden en secuencia. Primero rojo, después amarillo y para finalizar verde

–Prometo estar al día. –Veo los bombillos, es impresionante como los números son capaces de generar orden, es decir. Qué las personas puedan andar en sus coches, sin sentir miedo a estrecharse. Eso inicia desde la programación. Entonces pienso. ¿G está haciendo un algoritmo con nuestras cabezas? ¿Cada movimiento esta ya escrito en un computador o una hoja de papel? Supongo que si la condición del primer asesinato tenía que ser en el bosque, entonces es verdadero que el siguiente debía hacerse en una fiesta para ser el centro de atención, si no ocurre entonces mi hermana no desaparece y el plan no es verdadero. La perfección de los algoritmos también cumple las ideas macabras.

–No hay problema, puedo explicarte en estos días. –Asiento como muestra de agradecimiento. Me pregunto si Elías ha pensado en la afirmación de Pereira, ese día se veía angustiado, pero esta actuando con naturalidad en sus estudios. Ojalá fuera así de sencillo alejar el pasado, es mi hermana, no la puedo olvidar tan rápido.

El salón de informática es estrecho, además de tener veinte computadores para los estudiantes. Madera recién pintada con el color de la naturaleza, se acumula los olores corporales dándole un sabor agrio al lugar, sillas que parecen peluches de felpa y un piso a punto de cobrar vida. La profesora nos grita para que regresemos al tablero, ya hay manchones de marcadores y dibujos extraños. Nos explica la próxima tarea, es con nuestro compañero.

Suena el timbre y todos saltan como conejos a punto de ser cazados. Yo espero a Elías, que tarda en guardar el documento y apagar el equipo. Reviso el celular, entro al chat de Emma. Última conexión el (10 de agosto, se organizará después la fecha en que la buscan) Miro la conversación y fue:

–Hermana <3: Regresaré pronto, para que veamos las películas que tanto nos gustan.

Antes de eso me dijo que debía aprender a vivir sin ella. Que el día de mañana ella muere y yo que haría, que Paola tampoco sería eterna. Palabras que predicen cosas, Connor, aleja esas ideas negativas.

Nos sentamos en las bancas, esta vez Dylan no está, tampoco Vega y Uxía. Me ubico al lado de Daniel para preguntarle, dice que el director llamo a Dylan a la oficina. ¿Otro estudiante golpeado? ¿suspensión? Veo a Vainilla sentada a su lado, jugando en su celular. Me acerco, le doy un beso en la mejilla, ella tarda en reaccionar.

–Ah, hola Connor. –Que manera tan extraña de saludar a alguien que quieres.

–¿Cómo sigues?

–Mejor, ya no tengo ese horrible resfriado. –Por eso no vino aquel día, tardo en responder porque no se levantaba de la cama.

–Me alegra. –Sostengo su mentón, para darle un beso. Corresponde con rapidez, es cálido, pero al despegarnos es como amargo, algo no anda bien –. ¿Tienes algo?

–Nada, solo agotada. –Regresa a su juego, yo vuelvo dónde Daniel para darle su espacio. No debí besarla, tal vez la incomodé. La miro y está embobada.

Daniel me ofrece comida, acepto las galletas. Roma conversa con Leonardo y Aitana. Quisiera preguntarle respecto a como se siente, la veo tan perdida, con Emma era una energía increíble, risas, chismes, intereses. Respiro hondo, me da nervios comenzar una charla.

Decido levantarme e ir al casillero, sacar algunas cosas. Será más entretenido que este silencio tan desesperante. Le digo a Daniel que ya vuelvo, mi casillero está cerca de los salones de matemáticas y biología, esta pintado de un rojo chillón. Abro el casillero y un sobre se cae sobre las baldosas color ladrillo, lo recojo mirando a ambos lados, soledad. Tiene el sello de G, G significado de caos, miedo, sangre, secretos.

Es de color dorado el sello y rojo el sobre. Lo destapo, con el cuello hecho agua. Las manos están resbalosas, la carta casi se cae de nuevo. No es muy extensa, pero tiene una foto al final. No me gusta nada de esto.

"Querido Connor, lamento mi ausencia. Me imagino que estás desesperado. Las mejores cosas llegan a lo último, por eso la paciencia es tu enemiga. En fin, soy la persona adecuada para contarte una cosa de tu hermana. Tu linda hermana te ha mentido demasiado, eso no es sorpresa, a lo que me refiero es que son secretos grandes, tan grandes que las profundidades del mar no son suficiente para guardarlos. Ella que ha sido tan adorada, tan querida por todos, en realidad tiene enemigos, unos que le hicieron daño. ¿Por qué será? Eso lo descubrirás a medida del tiempo, pero te dejaré con una pista. La foto tiene una pequeña confesión detrás. Suerte Connor, un buen detective nunca se rinde". "Atentamente G".

Reviso la foto, es Emma con unos moretones en las piernas, dormida boca arriba, con una chaqueta ancha y una chaqueta café, me es conocida. Volteo la fotografía y es su letra, la reconozco porque le encanta la letra cursiva.

Cuando el rumbo cambia, el alma se siente perdida. Las noches catastróficas y como si tu vida pesara como el castigo de una deidad. ¿Qué es vivir? ¿Realmente quiero esto? Firma Emma.

Guardo la carta y la fotografía sin saber si gritar o analizarlo. Soy un malo hermano por no enterarme de lo mal que estaba, tanto para querer quitarse su vida. Se veía tan feliz que nunca me imagine por la cabeza esas ideas. Entonces por eso siempre traía una chaqueta, para ocultar sus heridas y que nadie se enterara de lo mal que estaba. Hijueputa, soy un imbécil.

Unas lágrimas mezcladas con todo, golpes al suelo, con ganas de buscar una solución. De solo encontrarla y abrazarla, es lo que le pido a la vida.

–¿Qué sucede, Connor? –es la voz de Roma, me limpio las lágrimas y los labios rectos, relajo las manos.

–Nada, estaba guardando mis cuadernos. –Roma gira su cabeza a un lado, sin creer el cuento.

–Estabas llorando, ¿qué paso? – Si le cuento, G la involucrara en su sucio juego, pero necesito desquitar este dolor con una persona. Ella no se cansará de insistir. Voy a confiar en ella.

Saco la carta y la fotografía, se la entrego la lee en silencio. Las expresiones son de ojos abiertos, la mano a la boca y tira la foto. Se sostiene de una columna con la respiración anormal.

–No le digas a nadie.

–Esto parece un chiste, es imposible... No Emma, no nuestra Emma. –Roma se coloca las manos en la cabeza y camina en círculos.

­–No lo es, pero si me está sacando la piedra (algo que hace enfadar a una persona).

–¿Por qué no es una broma? –Es hora de confesar mis secretos.

–Porque no es la primera vez que me envía estos mensajes, él o ella saben del paradero de Emma. –Roma deja de caminar en círculos, se detiene frente a mí. Queda igual de sorprendida que cuando leyó la carta.

–De acuerdo, esto es confuso para mí. Esto parece una serie de misterio, sonaba una chimba en mi cabeza, pero ahora que lo vivimos ya no suena divertido. –no sé qué responderle, la calma es una opción que no hemos adaptado.

Sostengo sus hombros, tomo la confianza que nunca ha estado de mi lado. Miro sus ojos esmeraldas, que están fijándose en ambos lados y parpadean.

–Roma, mírame. –Ella lo hace, siento su miedo con solo tocar alguna parte de su cuerpo –. Es nuestro secreto, hasta descubrir su identidad. Se lo más discreta posible.

–¿La oficial lo sabe? –Niego con la cabeza, es una confesión terrible. Tengo miedo de que algo terribles les pase por contárselos, algunas cartas son como amenazas.

–Lo haré después. Promete que no se lo dirás a nadie, ¿de acuerdo? –Ella asiente, aun asimilando todo.

–¿Quieres papas con limón?

Vamos a la cafetería, hay algunos profesores conversando y descansando de nosotros. Es una dedicación enorme la de enseñar, Roma ve su celular sonríe. Ya estaba preocupado, tampoco deseo que su vida sea un tormento, que G no le vuelva mierda su vida como a mí.

–¿Qué ves?

–Es mi novio, Jano. –Ese tipo, hace rato no escuchaba su nombre. Roma le gusta la discreción hasta cierto punto.

–Ya veo, me alegra.

–Connor, él no es tan malo. Me hace feliz. –Sonríe, en serio ese sujeto le hace la vida más fácil. Me hace recordar las épocas en las que estaba con Uxía y era tranquilidad, éramos tan felices juntos.

–Eso espero, si te arruina la vida es un completo idiota. Eres demasiado especial, Roma.

–Si llega a pasar, pensaré en mí. Te mostraré algo. –Saca su celular y me enseña una foto de ellos dos juntos, ella dándole beso y él intenta sonreír. Tengo una foto parecida con Uxía, en la unidad de lago antes de que unos patos nos atacaran.

–Me alegra, Roma. –Vuelve a dirigirse a la pantalla de su celular. Como una papita, mientras mi cabeza hace un álbum de los momentos bonitos que pase con Uxía. Como la vez que jugamos bolos y la invite a una malteada, la vez que me presento a su mamá, la vez que solo nos quedamos en el lago hablando de cosas de la vida. Nuestros besos y caricias. Eso ya no existe.

El timbre suena, de nuevo retornar a las clases. Esta vez es español, acompaño a Roma a su casillero que es cerca de la oficina del director, en ese instante la puerta de la oficina es azotada por Dylan, casi se quedan sin puerta. Vega detrás de él, lo detiene para que lo escuche.

–Dylan, sabes que es un malentendido. Por favor, cálmate.

–Lo sé, pero ahora todos van a creer que soy un maldito demente.

–Las cosas no se solucionan a los gritos y furias. –Vega trata de controlarse, sin embargo, esta igual de histérica, mueve las piernas sin controlarlas.

–Vega, déjame tranquilo. Solo necesito mi espacio. –él camina por los pasillos echando humo, se detiene frente a nosotros. –¿Vas a estar de sapo y le contaras a todos que yo lastime a tu hermana?

Se va, Vega alza las manos sin saber que hacer y decide irse al baño a tomar un respiro. Uxía sale disparada a clase, después nos encontramos a Magdalena algo confundida.

–¿Saben qué pasó? –Niego varias veces, me la contaron a medias.

–Se ve muy enojado –dice magdalena, le gusta traer sus gargantillas y labiales oscuros. Menos mal acá no regañan por utilizar las uñas de colores fuertes.

–Seguro daño un casillero o golpeo a alguien, es Dylan el chico enojón que se mete en problemas. –En eso tiene razón Roma, aunque no es solo un golpe son acusaciones más grabes.

Los mensajes timbran con una nueva notificación, una que dejará a Dylan en la ruina.

"Se acusa a Dylan Díaz de haber golpeado a su amiga Emma, en la fiesta de San Valentín, tras haber discutido. ¿Será él quién sabe sobre el paradero de Emma Reyes? O ¿La mató? Pronto les estaremos dando más información".

Magdalena se le sale un insulto, quedo asombrado en como la información se publica en tan poco tiempo. ¿Dylan va a creer que yo metí la pata? O es G. Aunque parece mas un anuncio del noticiero que de un asesino o... ¿Se hizo pasar por algún medio de comunicación?

Las personas empiezan a hablar de él, ha sacar malos comentarios. No era de esperarse. Será la nueva tendencia en el colegio. Vamos a clase, pero el salón es un caos con los rumores, miran demasiado a Vega que le toca taparse el rostro con la sudadera del instituto. La acompaño, para hacerle el día mas agradable. Le cuento uno de los chistes malos y el día que comí uno de sus brownies mágicos, vomité al día siguiente, el mundo era abstracto y las escaleras parecían que se iban a salir de la casa. Ella se ríe, me confeso que siempre se queda dormida. Giro hacia atrás siguen comentando, sin embargo, ella se distrae con nuestra conversación.

El profesor nos pone a leer "El coronel no tiene quien le escriba" de Gabriel García Márquez, un escritor colombiano que es reconocido como un autor importante en la literatura. Leo junto a Vega que se le olvido el libro.

Las siguientes clases terminan a la velocidad de la luz, es el siguiente descanso y los rumores siguen. Te tropiezas con alguien en los pasillos porque están concentrados hablando como loras, veo que tengo un mensaje y es Magdalena, que necesita hablar conmigo en la casita del bosque. Agradezco que estoy al frente de ese bosque. El colegio tiene dos bosques, uno frente a los bloques de madera, con un sendero de rocas en la colina alta para no caerse con su bello piso de tierra y hongos dándole vida, una cabra que es la mascota. Por último, tenemos una casa de madera, que solo tiene color verde y unas hojas que deciden visitar la casa.

Estoy en la casa, me agacho un poco para poder entrar. Se supone que fue creada para los niños pequeños, no para los adolescentes, pero nos gusta ser necios.

–Hola.

–Hola.

–¿Cómo estás? Ya sabes, con todo lo de tu hermana. –Magdalena saca un cigarrillo eléctrico, controlo mis ganas de fumar.

–Nada bien.

Ella se acerca a darme un abrazo, no emito nada. Es extraño, después de lo que pasó. Hay veces la conciencia es débil ante los impulsos

–Tienes todo mi apoyo.

–Gracias. –Respiro hondo, hoy la cabeza me quiere torturar en todos los sentidos. Poco a poco voy a distanciar mi pasado con el de Magdalena. Es querida, pero me perjudico en cierta parte.

–En fin, ¿ya estás saliendo con alguien? Es curiosidad –quedo pasmado. Ni siquiera se si estoy en una relación con Vainilla, la actitud de hoy fue extraña y no lo hemos confirmado, sin embargo...

–No.

–De acuerdo, encontraras a la persona adecuada. –¿Insinúas algo Magdalena? Ella retorna a su cigarrillo, inclina su cabeza hacia atrás, dejando que el humo cause varios efectos uno de belleza y uno de destrucción. Magdalena es la combinación de esas palabras, y ayuda caótica. Dime, ¿Cómo hago para olvidar tus servicios?

–Igual para ti. –Ella sonríe, con el humo saliendo por la boca y fosas nasales. Quemado y vainilla para el fuego. Se vuelve a acercar y toca mi nariz.

–Espero algún día complacerte. –Trago saliva, mis mejillas se colocan rojas.

Escucho un aplauso que interrumpe nuestra cercanía, es el idiota de Leonardo. Con una sonrisa de lado, sus manos se apoyan de la vieja mesa. Más metiche no puede ser. Este sube para sentarse en la mitad de los dos, recostado sus brazos en nuestros hombros como grandes amigos. Le dedica una sonrisa a Magdalena y después a mí, ya sé que viene a continuación.

–Vaya, Connor. No pensé que eres tan cotizón (persona con habilidades para conquistar a otras). Magdalena, Vainilla. ¿Falta Uxía? ¿Verdad?

–¿Qué te importa? No estoy con nadie y, además yo intento respetar mis relaciones amorosas. –Hubo un revolcón en mi estómago, el comentario no le hizo gracia. De inmediato los labios rectos, la mirada fija, desaparece el olor a humo y el silencio con sabor a madera del lugar. Horrible.

–Si crees que sé dónde está tu hermana, estás muy equivocado. Yo la extraño, no sabes una mierda de nuestra relación. –Se levanta para dejar de discutir, pero no dejaré que se vaya como si nada

–Vi cómo se trataban, no era una relación sana. Y como no confió en ti, supongo que si lo sabes. –Me levanto, con la cabeza un poco agachada.

–En serio, eres un hijo de... –Los golpes empiezan, justo en la nariz haciendo que tambalee justo en una de las esquinas de las casas.

Lo golpeo en la cara, esquiva varias veces inclinado la espalda hacia los lados, pero aprovecho para darle en el abdomen, después en la cara. Se queja tapándose el rostro, otra vez esa sangre que sale de su nariz. Él ríe, vuelve a dar el golpe justo en el rostro. Magdalena trata de evitar la pelea con gritos, pero es inútil, el desprecio que tengo hacia él no es suficiente para que lo detenga alguien como en las series.

Casi se cae por las escaleras, pero se sostiene y listo para volver a la pelea. Respiro hondo, ignorando el refresco rojo que se desliza por la garganta. El mundo se ve algo borroso. Cuando voy a recibir otro golpe, nos detienen algo.

–¿¡Qué haces, Leonardo!? ¿¡Jugando Boxeo!? ¡Eres un idiota! –Es Mirt, no sé si Magdalena lo llamo para detener la masacre. Leonardo se voltea a verlo, con desagrado.

–¡Pensé que estabas dormido!

–¡No dejan dormir, por el rumor de Dylan! ¡Es mejor que dejes de meterte en problemas, o serás el siguiente! –Leonardo se baja de la casa, hago lo mismo. Este choca los hombros con Mirt. Que no dice nada solo lo ve, mientras come una paleta de chocolate.

Escupo sangre al suelo. Veo a Mirt, con su sudadera azul oscura, las manos en los bolsillos de sus jeans oscuros. Labios rectos, con un aura de no importarle nada. Me encantaría saber que maquina su cabeza. Su reflejo es misterio, severidad, no creo que esta sea su única identidad. Sobre todo, por esa cicatriz que impone temor.

–¿Quieres paleta? –De todas las palabras que me imagine, esa no era una.

Mirt me acompaña a la enfermería, me limpian con una gasa y unas pequeñas vendas en las partes afectadas. La enfermera dice que no hay necesidad de sutura, pero que si debo desinfectar las heridas todos los días. Salimos de aquel lugar, es raro que él me acompañe.

–¿Por qué me ayudaste?

–Porque eres débil. –Ruedo los ojos –. No me caes bien, pero...

Espero un rato a que, de la respuesta, se queda viendo a los chicos jugar en el coliseo. Respira hondo, voltea a verme fijamente y sin expresión alguna.

–Mientras tu hermana no este, alguien debe protegerte y veo que no eres capaz.

–Gracias, no necesito tus servicios. –Me cruzo de brazos, ¿Por qué hizo esto? ¿De verdad es por Emma? O ¿Solo me está jodiendo?

–Niño, Monte Blanco es peligroso. Imagina que tu eres caperucita y cualquier persona es el lobo, como Leonardo. Emma es la abuela, no se conoce su paradero, pero a salvo no está. –Toma aire para continuar –. Si tomas el primer sendero, es probable que sea una trampa. Es muy fácil dejarse engañar por las apariencias, sin embargo, encuentras una casa de un humilde leñador, te va a salvar.

–A lo que me refiero, que este mundo te puede devorar en segundos. Tampoco creas que te voy a salvar y abrazar como una madre todo el tiempo, solo digo que no andes solo por el bosque.

Con esto se va, dejando a flote miles de dudas. La primera vez que tenemos una conversación y sonó espantosa, como si conociera el mal. Trago saliva, me esta advierto, no tiene por qué ser algo malo. De un momento a otro miro al frente y es Aitana. Tengo una idea, una arriesgada.

–Aitana.

–Hola, Connor. ¿Necesitas algo? –Ella sonríe y mirando para todos lados, buscando a alguien.

–Necesito preguntarte algo, es sobre Emma. –Dije "Emma", la palabra que la hizo quedar paralizada. Parpadea varias veces y juega con su cabello.

–Claro.

Le enseño la carta y la fotografía, las sorpresas en su mirada me confirma que algo malo sucede, algo peor que la sangre de mi hermana.

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