Capítulo 1: bienvenidos a Monte Blanco

"Los monstruos más temibles son los que se esconden en nuestras almas". - Edgar Allan Poe

17 o 18 de enero del 2022, Monte Blanco, unidad lago casa 20.

Connor

Feliz año nuevo. Un año donde se comienza sin pensarlo, con una venda en los ojos y cada vez que tienes una sorpresa se destapa. Podemos tener la vida planeada, pero cada día es distinto y no siempre vamos a calcular a la perfección cada uno. El futuro es un mañana que no conocemos. Cada 31 de enero nos reunimos la familia, tanto por parte de Paola que de Vicente, compartimos los buñuelos, nos contamos las promesas en la fogata, cantamos hasta al amanecer y nos comemos las doce uvas. Para que el año siguiente sea mejor que el anterior. Lo que pasa, es que... mi hermana se escapó, y regresó dos días a la casa como si nada. Emma la chica que es dulce, buena, inteligente. Tuvo un comportamiento de rebeldía, me pareció extraño. Aún la aprecio, porque hasta la persona más amable puede tener errores.

Hoy es el primer día de clase, decimó grado. Solo faltan dos años e iré a la universidad a dedicarme al arte del cine. Ha sido mi sueño desde pequeño, espero que perdure hasta que termine el bachillerato. Reviso la hora, son ya las 7:00 am y ni siquiera tengo los ánimos suficientes para ir, no es sencillo regresar al colegio después de unas vacaciones de unos dos meses. Gruño por lo bajo y me arropo de nuevo con las cobijas, hasta que la luz del sol entra en mi cuarto haciendo que me queje. ¿Quién abrió las cortinas? Abro los ojos de mala gana, hasta que veo a Emma ya organizada con su uniforme y la nueva chaqueta de los estudiantes de once. Chaqueta con un estilo de escuelas de Estados unidos, color azul, la letra E de roja y tejida.

─Buenos días, hermanito. Es hora de comenzar el día con el pie derecho.

─No tengo ganas de empezarlo, mejor mañana. ─Acomodo la cabeza en la almohada y cierro los ojos. En serio que tengo mucha pereza de ir a estudiar. Además, esta semana es introducción, nada de notas importantes sobre alguna materia.

–Supongo que no quieres que te invite a desayunar a Madero. –Mis ojos se abren por si solos. Mencionan comida y me alegro como niño pequeño cuando se le cae su primer diente y sabe que el ratón Pérez le da su regalo.

–¿Me estás manipulando para qué vaya a estudiar? –Me restriego los ojos, antes de mirar directo a sus ojos bicolor. La enfermedad y belleza unidas en la heterocromía. Escuchaba en los pasillos del colegio Monte, que sus ojos daban suerte en los exámenes. Fue un mito viejo, pero es verdad que muchos se aprovecharon de ella por ese fenómeno y por su disciplina en el área del estudio. Ha participado en concursos de matemáticas y ha quedado en las finales.

–Quiero compartir con mi hermano. Estás malgeniado hoy. Es hora de cambiar esa actitud. –Me arroja una almohada, con su risa cómplice. Mi vida sin ella sería aburrida.

El dormitorio esta un caos, algunas cobijas tiradas en el suelo e inclusive unos audífonos que los coloque debajo de la almohada. Aroma a madera descomponiéndose, saco un perfume y le echo un poco, busco el uniforme del colegio. La típica camisa blanca, una corbata azul con diminutos cuadros negros que se ven con claridad en el ojo de una lupa. Pantalones de la misma tonalidad de la corbata y saco unos zapatos que son igual de viejo que la enciclopedia que tiene papá.

Me dirijo al baño, que esta más fresco por el jabón de vainilla y el ambientador que le compró mamá a todos los baños. Reviso mis tatuajes, unas anclas en los brazos. En algún momento de la vida me haré otros, Paola ya me tacha de vándalo por los tatuajes. Es de costumbres tradicionales, me castigó dos semanas.

Espero a que el agua caliente, entro a la ducha a refrescar la cabeza y quitarme el dolor de cabeza que ha surgido de la nada. Calidez que viaja por tu piel, con golpes suaves que desaparecen, cierro los ojos para disfrutar.

La música se detiene, todos quedamos sorprendidos ante la conversación tan escandalosa entre Emma y mamá. La veo salir con pasos largos hacia su carro, con un enojo que se puede trasmitir desde las vidrieras. Antes de que alguien me pida hablar con ella, me levanto y salgo a su dirección para calmar las cosas.

La noche es fría, la pólvora resuena y el olor a quemado puede ser igual de visible que las mismas luces que trasmiten. Los perros pasan por mi lado, ladrándole a los fuegos artificiales.

–¡Emma! –grito, ella sigue su rumbo sin voltear a mirar –. Hablemos.

–¿De qué quieres hablar? Vas a decirme que... ella siempre tiene la razón, que debería regresar a casa y compartir en familia –su voz es entrecortada, se ahoga con el propio aire y pequeños sollozos. Se recuesta en la puerta del carro.

–No me gusta verte triste. Mamá está equivocada en todas esas palabras tan crueles que te dijo, pero comparte conmigo. ¿Sí? –Me acerco con pasos lentos, veo su cara roja por las inmensas luces que tiene la casa alrededor. Quisiera abrazarla, pero se ve tan enojada que me quitara de daría una cachetada.

–Si tanto me comprendes, Connor. Déjame ir –No respondo nada y ella abre el coche. Me aferro a su muñeca con suavidad, pero la suelta y no voy a forzarla más a quedarse en un lugar dónde no esta cómoda.–Hazme un favor, deja de ser el perrito faldero de Paola, no es la mejor madre.

Abro los ojos, he desperdiciado un montón de agua por estar en mis pensamientos. Que bobo, es el pasado y ella no estaba siendo coherente. O... Salgo de la ducha, ignorando los espantosos recuerdos. Salgo del dormitorio, voy al dormitorio de mis padres, pero ya las camas están tendidas. Eso significa que están trabajando desde temprano.

–Si que te demoras en el baño. Vamos. –Emma sacude el llavero de lego y sonrío, antes de que bajemos se detiene en las escaleras de madera –. ¿Tu medicamento para el déficit de atención?

–Puta, ya lo guardo. –Regreso a mi cuarto, coloco el frasco rectangular en el bolsillo delantero. Sin esas pastillas, pierdo la mitad de mi día escolar en bobadas y se me puede olvidar la tarea.

Mientras vamos al restaurante Madero, Emma canta todo el trayecto del viaje un poco de electrónica. Solo la escucho, es una voz agradable para los oídos como los pájaros que cantan cerca de la puerta de tu casa, avisando que es hay un nuevo amanecer. Llegamos y el lugar está casi abandonado, es bonito porque comparte con la naturaleza, plantas recién humedecidas, tono al café recién preparado en la mañana habitan en las paredes, una pintura en toda la entrada de un campesino recolectando café es el centro de atención, unos muebles para sentarse leer y otros para comer.

Nos sentamos y ordenamos, yo pido una arepa de chócolo, con huevo revuelto y café con leche. Emma ordena una avena que trae frutas y chocolate, nada más.

–¿Dieta?

–Hay veces es bueno comer sano. ––Saca un batido de color verde, es raro verla tomar eso. Es normal que pida chocolate caliente, es de sus bebidas favoritas.

–Como digas, hermanita.

Recibo varios mensajes de texto de Daniel, uno de mis grandes amigos desde que entre a Monte. Dice que llegará tarde a clase por jugar en la computadora, luego contesto el mensaje. Emma supone que nosotros dos somos pareja, en realidad no he salido con nadie y por eso se hace esas teorías. Le gusta comentar que nos veríamos bien, es mi mejor amigo y ya.

–¿Por qué no le responde a tu novio? –Emma dice, con una sonrisa de lado. Ruedo los ojos.

–Daniel no es mi pareja ¿Cómo vas con el tal Leonardo? –Ese nombre, la simple mención de este me dan ganas de pegarle un puño en su rostro. No entiendo que le ve Emma a Leonardo, aunque...

–Estamos bien, hace rato que no discutimos. Debes saber que las parejas pelean, ¿Verdad?

–Pero no siempre, sé que en el fondo no te atrae.

–Claro que me gusta, no lo conoce bien –La mesera nos corta la conversación con los desayunos, el apetito se me quito un poco con mencionar al novio de Emma. La mesera nos da el buen provecho y damos las gracias.

El colegio Monte tiene un cartel para darnos la bienvenida y que están entusiasmado por nuestros nuevos proyectos escolares. El colegio es campestre, árboles tan grandes que pueden ser un techo que cubran todos los salones, mesas hechas con un viejo roble que ahora son dibujos asquerosos de los estudiantes, el piso es césped en gran mayoría y el sendero de roca que se conecta con la oficina de la rectora. Si puedo describir un sabor del lugar sería a pandebonos de recién sacados del horno, es tan tradicional la casa por sus tejas rojas que han sido pintadas con el rojo de una fresa y de piedra.

Mientras nos dirigimos al coliseo, Emma me cuenta todo el proceso para hacer las chaquetas, la gran cantidad de conflictos que tuvo con la señora que las diseño y con los mismo compañeros. Pero, me dice que vale la pena porque se la dieron gratis después. La conversación es tranquila, hasta que llega el individuo más fastidioso para mi existencia.

–Hola, Emma. ¿Me extrañaste? –Ambos se besan los labios en segundos, casi en un parpadeo. Emma no se ve contenta, hasta mueve las manos en sus brazos de una forma inquietante.

–Hola. –Sonríe Emma, es tan amable con él. Que ya tengo miles de insultos para darle.

–Connor, necesito hablar con tu hermana a solas. ¿Entiendes, parcero? –Miro a Emma, ella afirma con su cabeza y me voy al coliseo, vigilando que no le haga daño. Leonardo me mira con sus ojos azules, esperando a que no le invada su espacio.

Busco mi grupo, estamos en la penúltima fila ya que veo un gorro de lana que es muy característico de cierta persona. Me siento a su lado, ni se entera de mi presencia así que le interrumpo su juego de gatitos en el móvil. Se queja y yo me burlo de sus entre cejo arrugado, se ve divertida en esa actitud.

–Connor, ¿Por qué te gusta interrumpir? –Dice, se cruza de brazos y con la mirada fija. No le daré la respuesta que quiere.

–Se dice "Hola" y ese juego esclaviza a los gatos. ¿Por qué tienen que prepararte la sopa?

–Es solo un videojuego, al menos el mío no es de matar a personas con pistolas. Sabes que... –Vainilla busca algo de su bolso, saca una manilla verde tejida en forma de trenza con una pequeña concha de mar –. Se las traje a todos mis compañeros.

–Eres muy dulce. –Le quito el gorro y su mata de cabello negro queda desorganizado para ambos lados, intenta quitármelo, pero lo guardo en mi bolso.

En ese instante llegan los demás, Daniel, Roma, Uxia...; con ella no suelo entablar charlas, es intimidante. Vega, Elías y el menos importante. Dylan, el bobo del equipo de fútbol. Vega me saluda con un fuerte abrazo, me comparte unos Doritos, los acepto con todo el gusto. Daniel me saluda con un apretón de manos, desde aquí hay un aroma a medias. No ha dormido una mierda, Roma sacude sus brazos con alegría, me abraza con fuerza. Casi me deja sin aire.

–Escucharon la noticia, que tragedia. –Suspira Daniel, pasándose la mano por su cabello rizado, saca unas mentas y se las traga como si nada.

–Otro maleducado. "Hola, ¿Cómo estás, Connor? ¿Quieres saber como me trasnoche hasta las 3:00 am?

–Amo tu humor, pero esto es más importante. Encontraron a un muerto, después de cuarenta años. O sea, retomamos el Monte Blanco de asesinatos.

Parece una broma. Ninguno refuta al parecer les angustia mucho que ni siquiera hablan, en la emisora no colocaron nada de un homicidio. Vaya. Este 2021 si que me está sorprendiendo. Este pueblo se supone que es solo paz, ahora regreso el caos como si nada. Es tan tranquilo, que hasta los insectos se aburren. Ahora somos el centro de una película de misterio, mis ideas perversas de que viva en esta se esta cumpliendo. Las locuras de la mente.

–¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Y ¿Quién? –digo en automático, me gusta estar preguntando, me hace pegar a la realidad.

–Se sabe qué fue el domingo que acabo de pasar, es un hombre de unos cuarenta o treinta ochos años. ­–Vega come un dorito antes de continuar, su mano ahora es anaranjada –, lo encontraron a las afueras del bosque del pueblo, cuello con hematomas, una que otra apuñalada cerca de la costilla.

–Estás desactualizado, Reyes. –Se ríe mi amigo, Roma lo empuja disimuladamente. Es un chiste de mal gusto con los muertos. Daniel se disculpa cerrando su boca.

–Increíble. Tenemos que estar al tanto de cada información que nos den sobre el homicidio, es preocupante que haya un asesino suelto.

–Sí, es extraño, pero disfruta tu primer día de clase Connor. De seguro ya están investigando. –Miro hacia atrás, está Uxia conversando con Dylan. Ella es la única que tiene datos importantes, es la hija de la policía Pereira. La señora que nos ha garantizado seguridad hasta el momento. Esta vez el crimen fue más ágil que ella. Uxia siente el contacto intenso de mis ojos, que me mira y volteo con disimulo hacia adelante. ¿Le pregunto? La curiosidad esta en la punta de mi lengua, tal vez lo haga.

La ceremonia de bienvenida finalizó, con profesores nuevos al igual que alumnos, también con la noticia tan trágica de este día. Entonces el rector va a garantizar unos vigilantes por cada pasillo de cada bloque y en la portería dos. Ojalá no nos requisen como en un aeropuerto. Vamos todos al salón de Biología con los pasteles de crema azul que nos dio la profesora de informática y las niñas de la cafetería. Son muy amables por aguantar el desastre se seres humanos que somos.

La clase paso rápido, solo hablamos de los temas de la primera unidad que son los virus y del mismo modo, sobre nuestro futuro académico. Elías esta muy enfocado en sacar un promedio excelente, para estudiar ingeniera matemática. No creo que falle, es aquel estudiante que saca casi todas sus notas pasan el 4.6. Una nota alta en Monte. La gran mayoría quieren estudiar medicina, algunos se salen por el esquema con alguna ingeniera, pocos escogen el lado de las humanidades o artes.

El timbre suena para que descansemos, nuestro grupo nos hacemos en una gran banca cerca del bosque, cerca de jardín lugar dónde los infantes juegan con la arena entre el rostro y columpios oxidados. Nos sentamos, nadie habla mucho. Es raro ver a Dylan por el sector, creo que es por Uxia o Emma.

–¿Verdad o reto? –habla Aitana, que esta sentada en el césped junto con Emma. Aitana lleva un piercing en la comisura de su labio, ojos avellanos mezclados con un gris y un cabello de un tono casi dorado.

–¡Si el reto es besar a Connor, no quiero! –grita Daniel, me río con sequedad y saco el dedo del medio.

–Eres tan predecible, Daniel. Cliché de mejores amigos, Te lo dije ¿verdad? –Aitana golpea el hombro de Emma, pero está haciendo una demostración bastante pública de como comparte saliva con Leonardo –, presta atención, tienes toda la tarde para besarlo. –Aitana rueda los ojos.

–¿Celosa? –dice en un tono de superioridad y de coqueteo con Aitana.

–Vete a la mierda Leonardo. ­

–Yo si quiero un reto –dice Dylan, recostado en la banca. Se le brota las venas por su rostro

­­–Si es con licor, no se preocupen muchachos, yo tengo ron de año nuevo en mi bolso. –Roma alza la botella de Ron, como si no estuvieras conviviendo con niños pequeños. Daniel se tapa la boca con asombro, Vega se ríe y al instante le dice que para otra ocasión.

–Yo tengo un reto para nuestra amada Uxia –Leonardo habla, nos toma de sorpresa. Porque ellos dos ni siquiera se hablan.

–Es en serio...

–Te reto, a que nos cuentes sobre el asesinato de ayer. Eres la hija de la oficial, vas un paso adelante que todos. –son seguras sus palabras, se organiza el cabello castaño en busca de una respuesta por parte de Uxia. Ella nos mira a todos sin expresión que delate algo.

–Iré a la cafetería.

Se marcha. No es raro que Leonardo dañe la tranquilidad entre todos, la información se ha perdido, en gran parte anhelaba que revelara datos confidenciales.

–Connor, pregúntale tú. Esta tragada de ti –dice el imbécil que está sentando con mi hermana. Gruño por lo bajo, me cruzo de brazos y tampoco respondo.

–Apoyo a Leonardo, le gustas demasiado. Solo que tu eres muy lento para captar las señales. –Aitana chasquea sus dedos. ¿Es verdad? ¿Le gusto?

–No la voy a presionar.

–Haz algo útil en tu vida, parcero –dice Leonardo, Emma le pega un codazo como una madre regañando a su hijo cuando hace pataleta.

–Estoy de acuerdo, con que eres un inútil –Se burla Dylan, solo lo miro. Que eso sea suficiente para que deje de molestar.

Me levanto, Vega se aferra de mi mano y susurra que no es necesario hacerlo. Le digo que esta bien, lo hago por mi propia cuenta. Me alejo, escucho algunos piropos por parte de Leonardo y Daniel le sigue la charla. Daniel tiene hoy un buen humor.

Llego a la cafetería, esta la fila llena, las mesas habitadas por estudiantes y alumnos. Ya vi el primer desperdicio de comida. Somos un caso perdido. Busco el cabello rubio de Uxia, en efecto la veo perdida en su celular. Con nervios me siento al frente de ella. No sé como entablar una conversación, me da cierto temor que sea brusca conmigo.

–Hola.

–Hola, Connor. ¿Vienes en búsqueda de información sobre el homicidio? Lo siento, no te la daré. –Leyó mi mente o soy demasiado evidente.

–Algo así y pues a decirte, que no le pares bolas a Leonardo. Es un cretino.

–Lo sé, solo le fascina ver a las personas molestas. Me da igual lo que él piense. –Uxia tiene los labios rectos, unos ojos azules amplios como lupas. Antes no había captado las facciones tan bonitas que tiene. Ella parpadea varias veces y como me quedo embobado en su físico, se devuelve al móvil.

–Espera, ¿qué tengo que hacer para qué me des la información?

Uxia mueve las uñas en la mesa, mira para ambos lados y mis piernas están inquietas chocando entre si. Puede aceptarlo con una condición o rechazarla con un no, alejándose y fingir que nada ocurrió. Prefiero la opción uno. Sigue moviendo las uñas, y nada que sus labios hacen algún movimiento. ¿Por qué te demoras tanto?

–Acepto, pero tendremos una cita este viernes. En la bolera, ¿De acuerdo? –Pensé que iba a hacerle las tareas de español, durante todo el año.

–S-í, perfecto. –Se levanta, besa mi mejilla. Entonces, Leonardo y Aitana estaban en lo correcto. No debo ilusionarme tan pronto, tal vez lo haga para que quede en ridículo y nunca va a entregar datos. En fin, este 2021 está lleno de sorpresas, me seguiré tapando los ojos.

Terminamos el día con la clase de matemáticas, seguí para el entrenamiento, pero el profesor dio un comunicado de último momento que no puede asistir hasta el jueves. Bueno, más días sin pensar en entrenamientos exhaustivos y campeonatos. Daniel y yo hablamos un rato mientras caminamos a la salida, vive a cinco minutos del colegio, entonces las conversaciones son cortas y se terminan por en el celular. En la portería de madera roja, están Leonardo y Emma discutiendo en las bancas de piedra. Ella estira las manos al aire, él está hablando e invadiendo su espacio personal, robándole besos. Ella lo separa con un empujón, me escondo detrás de un árbol para estar al tanto de la pelea sin ser un intruso. Él le agarra las muñecas, trata de zafarse sin embargo, él es más fuerte.

–¿Vas a terminar conmigo? Sabes que... –Se le acerca al oído para susurrarle algo, que la deja pasmada por su expresión. Le suelta las manos, sin embargo, no me quede como idiota a ver como la trata como un animal callejero.

Estampo un golpe en su nariz, gritos ahogados por parte de Emma. Él se levanta, mar de sangre en su nariz que caen hasta los labios. Lo tétrico es como sonríe sintiendo el sabor oxidado de la sangre, ni le importa lo más mínimo que lo haya lastimado, sino que esta contento porque provoco a la bestia interior.

–Connor, suficiente. Tenemos que irnos a casa.

–Es mejor que lo hagas, para que aprendas a no meterte en donde no te llaman. –Me escupe su sangre, aún sigo con los dedos empuñados. Emma me saca de ese lugar, antes de que vuelva a darle su merecido.

Domino el enojo, camino con Emma hasta el Mazda. Las lágrimas son inevitables. Dime, ¿qué sucede? Soy tu hermano y me lastima verte tan rota. Prende el carro como si nada y saca un pañuelo que limpia tanto las gotas, como los momentos malos.

Nos quedamos callados en el regreso a casa, la música alegre no disipa las miles de emociones que lleva envueltas en un moño amarillo. Emma no se baja del carro, aprovechó la oportunidad para interrogarla.

—¿Leonardo te hace feliz? —Se acabó el tiempo para retractarse, la heterocromía desaparece como neblina en temporadas heladas. Son cristalinos, es la primera vez que percibo su lado vulnerable.

—Te contaré el motivo por el cual sigo con Leonardo.

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