XV. The dance night
XV.
Me había quedado unos días más en la mansión, buscando un poco de calma después del caos de la batalla. Pero, como siempre, la quietud en la mansión Black me empezó a pesar, así que decidí regresar a Forks. La ciudad parecía estar más tranquila, y a pesar de todo lo que había pasado, sentía que necesitaba ese retorno a lo cotidiano.
Hoy era el baile de fin de curso, algo que había esperado con algo de ilusión, pero sin realmente saber qué esperar. Walburga, como siempre, fue la primera en comentarlo. "Tienes un vestido espléndido", había dicho, y, como siempre, su tono no dejaba lugar a dudas. Me lo coloqué con cuidado, admirando el diseño en el espejo, la tela suave y elegante que caía perfectamente. Era algo que me hacía sentir como si estuviera saliendo de una página de un cuento de hadas, y por un momento olvidé las sombras que se cernían sobre mi mente.
Bajé las escaleras y Walburga estaba ahí, en la sala, mirando hacia mí con esa expresión de aprobación que solo ella sabía dar.
—Debo admitir que te ves hermosa —dijo, su sonrisa apenas visible, pero cálida en su propio estilo.
—Gracias —respondí, sonriendo ligeramente, sintiéndome extraña pero reconociendo la verdad en sus palabras.
Me dirigí hacia mi auto después de eso, tomando una respiración profunda antes de abrir la puerta y conducir hasta el lugar del baile. El lugar estaba decorado con luces suaves que daban un aire elegante y acogedor, y la gente caminaba por el salón con trajes y vestidos que brillaban bajo la luz. Me bajé del auto con una pequeña sonrisa, mirando a mi alrededor, sintiendo el nerviosismo en el aire.
Al entrar, pude ver las caras conocidas, algunos de mis amigos, y otros que solo veía en este tipo de eventos. Angela fue la primera en notarme.
—¡Emily, por Dios, estás hermosa! —dijo, acercándose con una sonrisa radiante, sus ojos brillando con sinceridad.
—Mira quién lo dice —respondí, sonriendo, —tú estás igual de hermosa que yo.
—¡Claro! —dijo con una risa ligera, sonrojándose ligeramente.
Nos reímos juntas por un momento, pero en cuanto giré, noté a alguien más en la sala. Jasper estaba cerca, observándome con una expresión que no pude leer completamente, pero que me hizo sentir algo en el estómago. Se acercó rápidamente y, con una sonrisa, me abrazó sin dudar.
—Te extrañé —susurró, su voz suave, pero llena de esa familiar calidez que tanto me reconfortaba.
—Solo me fui un par de días —respondí, sintiendo su abrazo rodearme, como si el mundo a mi alrededor se desvaneciera por un momento.
—Aún así, se sintieron eternos —dijo con una ligera sonrisa, apartándose un poco para mirarme, pero sin soltarme por completo.
Sentí un nudo en mi garganta, pero no dejé que se notara. Era extraño cómo esos días de ausencia parecían haber sido mucho más largos de lo que realmente fueron, pero ahora, con él cerca, la sensación de tiempo se volvía insignificante.
Nos quedamos allí por un rato, rodeados de risas y música, pero lo único que importaba en ese momento era el silencio que compartíamos, el momento de calma que ambos necesitábamos. Todo lo demás, el baile, la decoración, las personas, parecían desaparecer mientras yo estaba en ese abrazo con Jasper, olvidando por un instante las preocupaciones que acechaban mi mente.
Empezamos a bailar una balada suave, la melodía envolviendo la sala con su dulzura, creando el ambiente perfecto. El tiempo parecía detenerse mientras Jasper y yo girábamos lentamente entre las luces suaves del salón. Todo lo que existía era el sonido de la música y la calidez de su abrazo, la tranquilidad de tenerlo cerca después de unos días de tensión.
De repente, un gran destello de luz interrumpió el momento, y antes de que pudiera entender qué estaba pasando, escuché la risa de Angela.
—Lo siento —dijo Angela, sonriendo tímidamente, mientras bajaba la cámara de su rostro.
Reí ligeramente, sabiendo que ella no podía resistirse a tomar una foto en ese tipo de momentos.
—Es solo una foto, no te preocupes —respondí, mirando a Jasper con una sonrisa divertida.
Justo cuando pensé que nada más podría interrumpir nuestro baile, escuchamos una voz familiar que nos sacó de nuestra burbuja de calma.
—Oye, Emily, alguien te está esperando afuera —dijo Emmett, soltando una risa burlona que me hizo sonreír.
Pude notar que Rosalie le dio una mirada fulminante, como si hubiera entendido algo que yo no comprendía, pero por alguna razón, lo siguiente fue un golpe leve en el brazo de Emmett.
—¡No! Lo siento, lo siento —dijo Emmett rápidamente, levantando las manos en señal de rendición mientras Rosalie lo miraba con una sonrisa divertida.
—Uhmm, ¿Ok? —respondí, levantando una ceja, aunque no pude evitar reír por la situación.
Decidí salir, acompañada de Jasper, Emmett, Rosalie y Alice, caminando hacia el exterior. El aire fresco me golpeó al salir del edificio, y allí, al fondo, vi a varias figuras conocidas. Pólux estaba allí, con Hermione y Ron a su lado. Los hermanos Weasley estaban tan animados como siempre, y Ginny sonreía mientras Harry miraba hacia mí con esa mirada que siempre mostraba cuando algo le preocupaba.
—Kreacher nos dijo que estabas aquí, no muy amablemente, pero nos dijo —comentó Harry, con una ligera sonrisa, aunque sus ojos denotaban que algo le rondaba la mente.
De repente, escuché un par de voces a la vez, que hicieron que todos volteáramos.
—¿No vas a saludar, querida madrina? —dijeron al mismo tiempo los gemelos Weasley, su tono juguetón y lleno de picardía.
No pude evitar sonreír al escuchar su sincronización perfecta, algo que ya se había convertido en su sello personal. Bajé los pocos escalones que separaban a todos de la puerta y, sin pensarlo, me lancé a abrazar a los siete de una sola vez. Fue un abrazo apretado, cargado de emoción, donde se podía sentir el cariño palpable entre nosotros.
—No sabes cuánto te hemos extrañado —dijo Harry, apretándome un poco más mientras su voz era cálida, pero también un poco triste por la separación.
—Yo también los extrañé —respondí, aunque la verdad es que sentía que mi corazón se llenaba de algo más profundo al tenerlos cerca nuevamente.
—Aunque solo pasaron unos tres días desde que nos vimos —comentó Pólux, con una sonrisa suave, como si tratara de restarle importancia al tiempo que había pasado.
No obstante, lo que decía no cambiaba la realidad de que, aunque fuera solo por unos pocos días, todos habíamos sentido que el tiempo había pasado mucho más lento de lo esperado.
Los Cullen observaban la escena desde el umbral, con Rosalie y Emmett mirando con cierto interés, mientras Alice sonreía con una ligera sonrisa cómplice. Jasper estaba a mi lado, con su mirada calmada, pero sus ojos mostraban algo que no podía ignorar: la manera en que se fijaba en el grupo, observando cómo me relacionaba con todos ellos. La escena que se desplegaba ante sus ojos era algo que parecía sacar una parte más maternal de mí, una faceta que no muchos veían, pero que para ellos era natural.
Los chicos me rodeaban, compartiendo una calidez que me hacía sentirme más fuerte y, al mismo tiempo, más vulnerable. Sin importar lo que había sucedido, este momento me recordaba lo importante que era tener a las personas correctas a tu lado. El baile, el bullicio, todo había desaparecido cuando ellos llegaron, trayendo consigo una sensación de hogar que no sabía que necesitaba tanto.
Nos quedamos ahí un momento, disfrutando de la compañía de los demás, sabiendo que todo lo que habíamos vivido hasta ahora, y lo que vendría, solo fortalecería aún más los lazos que compartíamos.
Después de un rato, decidimos que era hora de irnos. La noche había sido perfecta, llena de risas y momentos compartidos. Mientras caminábamos hacia la salida, me detuve un momento para presentarles a los chicos a los Cullen. Todos estaban muy emocionados de conocerse y las sonrisas no se hicieron esperar. Los Cullen, como siempre, mostraron su amabilidad y calidez, y el ambiente se llenó de una energía tan natural que me hizo sentirme como si siempre hubieran sido parte de este círculo.
Sin embargo, el tiempo voló y pronto me di cuenta de que ya era hora de regresar. Miré a Fred y saqué las llaves del Jeep de mi bolso.
—Fred, tú manejas mi auto —dije, extendiéndole las llaves—. Evita que Ron maneje, no queremos que suceda lo de hace tres años atrás.
—¡Hey! Eso me ofende —respondió Ron con una sonrisa burlona, mientras todos reíamos al recordar aquel incidente.
—Lo siento, Ron —dije, levantando las manos en señal de rendición—. Es por el bien de todos.
Todos subieron al Jeep, pero como no cabía más gente, me quedé con Jasper y tomamos el otro auto, siguiendo al Jeep a lo lejos. El camino estuvo tranquilo, y por un momento, mientras estábamos en silencio, observé a Jasper de reojo. Había algo en su mirada, una mezcla de serenidad y satisfacción, como si todo estuviera bien.
Cuando llegamos a la casa, los chicos ya estaban allí. Bajaron rápidamente, listos para descansar después de la larga noche. Yo, por otro lado, me quedé un momento con Jasper antes de entrar.
—Sabes, a este punto siento que ya lograste tu cometido —dije en voz baja, sin mirarlo directamente. Me sentía un poco vulnerable al decirlo, pero sabía que era la verdad.
Jasper me miró, intrigado, una ligera sonrisa asomándose en sus labios.
—¿Ah, sí? ¿Cuál? —preguntó, su voz suave, pero cargada de curiosidad.
Me giré hacia él, sonriendo levemente, sintiendo cómo mi corazón latía con una calma que solo él lograba provocar.
—Enamorarme —dije, dejando que las palabras se escaparan sin arrepentimiento—. Lograste enamorarme.
Jasper se acercó un poco más, su expresión se suavizó y sus ojos brillaron con algo que no pude identificar completamente, pero que me hizo sentir segura.
—Nunca fue mi intención forzarte a nada —respondió con suavidad, su voz cargada de sinceridad—. Solo quería que fueras tú misma. Y, si me permites ser honesto, no me arrepiento ni un segundo de haberme acercado.
Tomé un respiro profundo, sabiendo que nuestras vidas nunca volverían a ser las mismas. El amor que sentía por él no era algo que pudiera definirse fácilmente; era una conexión profunda, algo que había crecido con el tiempo, fortalecido con cada mirada, cada palabra compartida.
Nos quedamos allí un momento, bajo el cielo estrellado, compartiendo el silencio y la compañía, sin necesidad de decir más. Sabíamos lo que significaba estar juntos.
|Fin|
¡Hola! Espero que estén bien. Hoy ya hemos llegado al final del "Acto One" y próximamente estaré publicando el "Acto Two", espero que les haya gustado.
Con amor Cami🤍
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