XI. Oh no, I'm falling in love again
XI.
Nos pusimos en marcha, y el trayecto fue sorprendentemente tranquilo.
El suave ritmo de una canción country llenaba el auto, envolviéndonos en una atmósfera relajante. No me había imaginado a Jasper escuchando este tipo de música, pero de alguna manera le quedaba bien.
Apoyé la cabeza contra el asiento y observé el paisaje pasar por la ventanilla. El cielo estaba cubierto de nubes, como de costumbre, pero el bosque seguía viéndose majestuoso, con los árboles altos y frondosos creando un túnel natural a medida que avanzábamos.
—No te imaginaba con gustos musicales tan… tradicionales —comenté sin apartar la vista del exterior.
—Viví en Texas durante mucho tiempo —respondió con una sonrisa de lado—. Supongo que algunas costumbres nunca desaparecen.
Giré la cabeza para mirarlo.
—Claro… supongo que tiene sentido.
Se hizo un breve silencio antes de que Jasper hablara de nuevo, su tono más bajo, casi como si estuviera compartiendo un secreto.
—Es curioso. Contigo todo parece más… fácil.
Fruncí el ceño, girándome un poco en mi asiento.
—¿Fácil?
Jasper mantuvo la vista en la carretera, pero pude notar cómo su mandíbula se tensaba ligeramente antes de responder.
—No suelo estar tan… relajado cerca de los demás. Pero contigo es diferente.
Mi corazón dio un pequeño vuelco ante sus palabras, aunque intenté no demostrarlo.
—Quizás sea porque ya has decidido que vas a enamorarme —bromeé para aliviar la tensión.
Jasper rió suavemente, pero no negó nada.
El resto del trayecto transcurrió en silencio, pero no era incómodo. Era… un tipo de calma extraña, como si estar en su compañía me hiciera olvidar por un momento el caos que solía ser mi vida.
Después de un rato, llegamos al instituto.
Jasper apagó el motor con calma y, sin decir nada, salió del auto. Rodeó el vehículo con su característico andar elegante y abrió mi puerta, inclinándose ligeramente mientras extendía su mano hacia mí.
—Mi señora —bromeó con un tono burlón, sus ojos dorados reflejando diversión.
Rodé los ojos, pero tomé su mano de todos modos, dejando que me ayudara a salir.
En cuanto mis pies tocaron el suelo, sentí varias miradas clavadas en nosotros.
El estacionamiento estaba lleno de estudiantes que parecían haber congelado cualquier conversación al vernos. Murmullos apenas disimulados comenzaron a esparcirse entre los grupos.
No era de extrañar. Jasper Hale nunca había mostrado demasiado interés por nadie fuera de su familia, y ahora aquí estaba él, ayudándome a salir de su auto con un gesto casi... ¿cortesano?
Giré la cabeza y noté que Bella y Edward también eran el centro de atención. Su llegada juntos había causado el mismo revuelo que la nuestra.
—Vaya, creo que somos la novedad del día —murmuré con ironía mientras me ajustaba la mochila al hombro.
Jasper esbozó una media sonrisa.
—Déjalos que hablen. Que se diviertan con los rumores.
—¿Y qué dirán? —pregunté con fingida inocencia.
Jasper se inclinó un poco hacia mí, su voz apenas un susurro.
—Que oficialmente soy el chico más afortunado de este instituto.
Sentí mi estómago dar un vuelco ante sus palabras, pero mantuve la compostura.
—Modesto, como siempre.
Él rió suavemente y, sin soltar mi mano, comenzó a caminar conmigo hacia la entrada del instituto.
Las miradas continuaron siguiéndonos, los murmullos aumentaron.
Y en ese momento supe que mi vida en Forks estaba a punto de volverse aún más interesante.
(...)
El día continuó en el instituto entre murmullos y miradas furtivas. Podía escuchar fragmentos de conversaciones mientras pasaba por los pasillos: susurros sobre cómo Jasper Hale, el siempre distante y reservado, de repente parecía interesado en alguien fuera de su familia.
Algunos parecían sorprendidos, otros escépticos, y unos cuantos más, como Jessica, parecían ansiosos por analizar cada detalle y sacar sus propias conclusiones.
Aunque yo no estaba saliendo con Jasper, él estaba haciendo todo lo posible para que eso cambiara.
Lo noté en los pequeños gestos: cómo siempre encontraba la forma de sentarse cerca de mí en clase, cómo esperaba fuera del aula para caminar conmigo, e incluso cómo deslizaba comentarios que, aunque sutiles, estaban claramente diseñados para hacerme reaccionar.
—Me pregunto si alguien más ha notado que nunca dejas de mirarme —solté de repente mientras caminábamos juntos hacia la cafetería.
Jasper alzó una ceja, con una media sonrisa en los labios.
—¿Y si lo hago?
—Es inquietante.
—¿Por qué? —preguntó con fingida inocencia.
Fruncí los labios, sin saber exactamente qué responder. No podía negar que su atención constante me ponía nerviosa… pero no por razones negativas.
Y él lo sabía.
Llegamos a la cafetería, y como si nada, Jasper tomó una bandeja y se movió a mi lado, como si fuera lo más normal del mundo.
Angela, Jessica y Mike nos observaban desde su mesa, claramente sorprendidos de que Jasper Hale, el Jasper Hale, estuviera comprando comida como cualquier otro estudiante.
—¿Vas a comer algo? —pregunté con incredulidad.
—No exactamente. —Jasper tomó un jugo sin siquiera mirarlo y sonrió—. Pero quiero acompañarte.
Lo miré con suspicacia.
Definitivamente, este chico no iba a rendirse fácilmente.
Cuando llegamos a la mesa, Rosalie me dedicó una sonrisa leve, pero sincera. A diferencia del primer día, cuando la conocí, ya nos llevábamos bien, aunque su actitud reservada seguía siendo la misma. Emmett, en cambio, sonrió con diversión al verme sentarme junto a Jasper. Alice me miró con curiosidad y luego con una expresión traviesa que me hizo sospechar que había visto algo en una de sus visiones.
Edward y Bella ya estaban juntos, completamente en su mundo, aunque Edward lanzó una mirada de advertencia a Jasper, quien la ignoró por completo.
Jasper deslizó mi bandeja frente a mí y luego tomó asiento a mi lado, apoyando un brazo sobre el respaldo de mi silla con una confianza que me hizo fruncir los labios.
—Vaya, Jasper —comentó Emmett con una sonrisa burlona—. ¿Desde cuándo traes compañía a nuestra mesa?
—Desde hoy, al parecer —respondí con indiferencia antes de que Jasper pudiera decir algo.
Alice rió suavemente y apoyó el mentón en su mano, mirándonos con interés.
—Sabes, Emily, llevo un tiempo esperando que te sientes con nosotros.
—¿Ah, sí? —pregunté con sospecha.
—Mm-hm —asintió, con un brillo travieso en los ojos—. Aunque pensé que sería por mi insistencia, no por la de Jasper.
—No le di mucha opción —intervino Jasper con una sonrisa ladeada—. Ya saben, “no acepto un no como respuesta”.
Puse los ojos en blanco, mientras Emmett soltaba una carcajada.
—Me agrada. Ya era hora de que alguien le pusiera un reto a Jasper.
Rosalie sonrió ligeramente.
—Sí, Emily es lo suficientemente lista como para darle pelea —dijo con un tono casi orgulloso.
Edward, por su parte, solo negó con la cabeza, como si todo esto fuera un espectáculo del que ya conocía el final.
Suspiré, tomando mi tenedor y jugueteando con la ensalada en mi bandeja.
—Que conste que no acepté nada —murmuré.
—Aún —respondió Jasper, y su tono me hizo mirarlo con el ceño fruncido.
Él solo sonrió.
Tomé una fresa y la mordí con calma mientras la conversación seguía fluyendo entre nosotros.
—¿Recuerdas la última vez que jugamos Uno en su casa, Emmett? —pregunté con una sonrisa traviesa.
Emmett soltó un bufido y cruzó los brazos.
—Voy a fingir que no escuché eso.
Rosalie sonrió con burla.
—No lo superará pronto, lo humillaste completamente.
—¡No fue una humillación! —se quejó Emmett—. Solo... tuve mala suerte.
—Mala suerte es una cosa, pero perder tres veces seguidas… —comentó Jasper con diversión.
—Además, Edward te advirtió que perderías, y aún así insististe en jugar contra mí —añadí, encogiéndome de hombros con falsa inocencia.
Alice rió suavemente.
—Fue el mejor espectáculo de la semana.
—Para ustedes, tal vez —murmuró Emmett—. Espera, ¿qué tal si hacemos revancha este fin de semana?
—¿Otra vez quieres perder? —pregunté arqueando una ceja.
Emmett me apuntó con el dedo.
—Ya verás, Black, esta vez ganaré.
Jasper soltó una risa baja y me miró con complicidad.
—Si sucede, te invito a cenar.
Rodé los ojos, pero antes de poder responder, Edward y Bella se levantaron de la mesa.
—¿Otra vez? —murmuré al verlos salir del comedor y dirigirse al bosque.
—Sí, otra vez —respondió Jasper, siguiéndolos con la mirada.
—¿Creen que algún día Edward nos cuente de qué hablan tanto ahí? —preguntó Emmett.
—Dudo que quiera compartirlo con nosotros —dijo Alice con una sonrisa divertida.
—Tal vez se están contando cuentos de hadas —bromeó Rosalie.
Reí suavemente y tomé otra fresa.
—Si siguen así, pronto van a necesitar una cabaña ahí dentro.
—No les vendría mal —murmuró Jasper, volviendo su atención a mí.
La forma en que me miró me hizo sentir una pequeña descarga eléctrica y en ese momento entendí.
Oh no, me estoy enamorando de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top