VI. A beautiful nigth
VI.
Jasper y yo subimos las escaleras en silencio hasta llegar a una espaciosa sala donde el resto de los Cullen ya nos esperaba.
Carlisle fue el primero en hablar.
—Emily, ella es Esme, mi esposa.
Esme me sonrió con calidez, y antes de que pudiera reaccionar, me envolvió en un abrazo maternal. Me sorprendió el gesto, pero correspondí.
—El placer es todo mío, cariño —dijo con dulzura.
Ella es tan dulce, pensé.
Cuando nos separamos, dirigí mi mirada hacia Rosalie, quien me dedicó una pequeña sonrisa, mucho más amigable de lo que esperaba.
—Vaya, y yo que pensaba que éramos discretos —intervino Emmett con su característico tono burlón.
No pude evitar reír.
—Entonces, sabes qué somos, ¿no? —preguntó Edward con su expresión seria de siempre.
Asentí.
—Sí, así es. Son vampiros… o "fríos", como en muchos mitos suelen llamarlos.
Rosalie frunció ligeramente el ceño.
—¿Cómo puedes estar tan tranquila sabiendo lo que somos?
Le dirigí una pequeña sonrisa.
—Si hubieran querido hacerme daño, ya lo habrían hecho.
En ese momento, Esme apareció con una taza de té y me la tendió con amabilidad.
—Escuché que en Inglaterra toman mucho té —dijo con una sonrisa.
—Es muy amable de tu parte.
Tomé la taza y le di un sorbo. Para mi sorpresa, el té estaba bastante bueno.
—Está delicioso.
—Me alegra que te gustara —respondió Esme, visiblemente feliz.
El ambiente comenzó a sentirse más relajado. Parecían menos tensos ahora que sabían que no iba a salir corriendo ni a reaccionar de manera exagerada.
Para mi sorpresa, Emmett propuso jugar un juego muggle.
—Vamos a jugar "Uno" —dijo con emoción, sacando la baraja de cartas de colores.
—¿Uno? —pregunté con curiosidad.
—Sí, es un juego de cartas. Fácil, pero muy divertido.
Fácil, dijo… Hasta que lo vi a él y a Edward jugar como si estuvieran en un duelo estratégico de vida o muerte.
El juego avanzó con rapidez, y pronto Emmett estaba a punto de ganar… hasta que le lancé un "+4".
—¡No es justo! ¡Emily hace trampa! —se quejó Emmett, mirando sus nuevas cartas con indignación.
—Acéptalo, Emmett —dije con diversión.
—Esto no se quedará así —murmuró, achinando los ojos en un intento de intimidación.
Reí con ganas.
El juego siguió hasta que Rosalie sacó un "7" rojo. Me quedaba una sola carta en la mano: un "7" amarillo. La coloqué sobre la mesa y sonreí triunfal.
—¡Gané!
Emmett se dejó caer dramáticamente en el sofá.
—Nunca me habían humillado en este juego…
—Siempre hay una primera vez —dije con satisfacción.
—Alguien tenía que hacerlo —comentó Jasper con una leve sonrisa a mi lado.
Emmett entrecerró los ojos.
—Esto no ha terminado, Black. Exijo una revancha.
Alice rió y negó con la cabeza.
—Vas a perder otra vez, Emmett.
—¡Jamás!
La partida de Uno terminó entre risas y quejas de Emmett, pero el tiempo había pasado rápidamente y ya era hora de irme a casa.
—Yo la llevo —dijo Edward de repente.
Jasper frunció ligeramente el ceño, como si estuviera a punto de objetar, pero finalmente asintió con calma.
—Nos vemos luego, Emily —susurró antes de inclinarse y depositar un suave beso en mi frente.
Me quedé completamente inmóvil. No lo esperaba, y por la forma en que los demás nos observaban de reojo, parecía que ellos tampoco.
Parpadeé, tratando de procesarlo, y le dediqué una pequeña sonrisa en respuesta. Jasper me sostuvo la mirada un instante más antes de girarse. Cuando pasó al lado de Edward, le susurró algo que no alcancé a oír. Edward asintió levemente antes de dirigirnos al auto.
El trayecto comenzó en un silencio cómodo. El sonido del motor del Volvo y la tenue lluvia golpeando el parabrisas llenaban el espacio entre nosotros.
El silencio entre nosotros no era incómodo, pero estaba claro que Edward quería hablar.
—Bella… ¿sabe sobre nosotros? —preguntó de repente.
Me giré ligeramente para mirarlo.
—No, pero está empezando a sospecharlo —respondí con calma.
Edward asintió levemente, sin apartar la vista de la carretera, pero pude notar que estaba pensativo.
Sin darme cuenta, me quedé observándolo más de la cuenta. Había algo en su expresión, en la forma en que su mente parecía trabajar más rápido de lo que dejaba ver, que me resultaba dolorosamente familiar.
Mi pecho se apretó.
Me recordaba demasiado a él.
Cedric.
Su sonrisa, su amabilidad, la energía que irradiaba incluso en los momentos más tensos… y su muerte, una que nunca debería haber ocurrido.
Apreté los labios y desvié la mirada hacia la ventana, tratando de apartar la sensación de vacío que se había instalado en mi pecho.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Edward con un atisbo de diversión en su voz.
Negué levemente, sin girarme.
—No… solo me recuerdas a alguien —susurré.
Edward no respondió de inmediato. Pude sentir cómo me analizaba, cómo intentaba leer mi mente, pero sabía que no lo lograría.
Aun así, no se dio por vencido.
—¿Sucedió algo con ese alguien?
Lo sabía. Sabía que preguntaría eso.
—Falleció hace poco —murmuré.
Edward desvió la mirada hacia la carretera, pero su expresión había cambiado.
—Lo siento.
Su tono era sincero. Y, por primera vez, supe que realmente entendía lo que era perder a alguien.
El resto del camino transcurrió en silencio.
Cuando llegamos a mi casa, bajé del auto, pero Edward hizo lo mismo. Se apoyó contra la puerta del Volvo, observándome con seriedad.
—Emily… por favor, no le digas nada a Bella.
Exhalé suavemente y crucé los brazos.
—No planeaba hacerlo —admití—, pero tengo el presentimiento de que lo descubrirá pronto.
Edward asintió lentamente, como si compartiera la misma sospecha.
—Hasta mañana, Emily.
—Hasta mañana, Edward.
Me quedé de pie frente a mi casa mientras él se subía al auto y desaparecía en la oscuridad de la noche.
Algo me decía que esta conversación no sería la última que tendríamos. Bella estaba cada vez más cerca de la verdad… y cuando finalmente la descubriera, todo cambiaría.
Pero aún así, sin darme cuenta, terminé pasando una de las noches más entretenidas desde que había llegado a Forks.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top