ж Capítulo XXIV: Cuervo, el guardián. ж

Madam Lilehart lograba sentir la tensión que había entre ambos, Julian y Emerald se habían quedado callados y el único ruido que se colaba en sus oídos era el del exterior.

—¿Están listos? —preguntó, y aunque no lo estuvieran, ambos jóvenes respondieron que sí.

—Entonces hablaré con cada uno. Necesito que me digan un aspecto de la infancia de su compañero y yo corroboraré que esa información sea real.

Emerald fue la primera en acercarse a la profesora. Madam Lilehart caminó hasta posicionarse detrás de la pizarra y acomodó las dos sillas que había allí una frente a la otra.

—De este modo Julian no podrá verte —le sonrió y ella asintió por inercia—. ¿Cómo te fue? Estuviste mucho tiempo fuera.

—Bien, siento que pude cumplir con el objetivo del examen.

—Debes tener rezagos mágicos en tu cuerpo. —La mujer acarició sus dedos y ella asintió—. ¿Has considerado tratar de hacer magia? —le preguntó.

—He tratado, pero no he conseguido realizar los hechizos —mintió.

—Ya veo. Bueno, lindo, es hora de comenzar.

—El recuerdo que vi de Julian... es que cuando era niño pasaba mucho tiempo con su padre, el rey Rugbert. Se pasaba las tardes con él en los salones de Navidia. No vi algo que fuera alarmante, tuvo una infancia normal.

—Bien, es hora de ver si dices la verdad. —Madam Lilehart sujetó sus manos y cerró los ojos, Emerald de inmediato hizo lo mismo para evitar que ella pudiera ver otra cosa.

Nuevamente se encontraba en aquel espacio oscuro. A lo lejos, pudo ver a la profesora caminando hacia el recuerdo de Julian, de alguna manera ella lo sabía. Pero de un momento a otro comenzó a desviar su camino, y Emerald sabía hacia donde estaba caminando. Se estaba dirigiendo hacia el recuerdo del día en el que mataron a su hermano.

La siguió en silencio sin que ella pudiera verla.

Repele —dijo y de sus manos comenzaron a emerger aquellas enredaderas negras.

Del suelo que Madam Lilehart pisaba surgió una mata de ramas oscuras que subían por su cuerpo y la aprisionaban. Al tratar de liberarse, una nueva serie de estas aparecía y se lo impedía. Emerald observó más delante de ella y con la mano que mantenía libre hizo crecer un inmenso muro de enredaderas con espinas. La profesora no entendía qué era lo que estaba pasando, pero al tratar de virar el rostro para ver si en realidad estaba sola, la muchacha se lo impedía.

Pyro —dijo Emerald, y unas llamas se elevaron del suelo.

Madam Lilehart se removía, estaba agitada y respirando con dificultad. El fuego era su debilidad. Cuando vio que no podía soltarse y que las llamaradas ya trepaban por las ramas secas, comenzó a llorar con desesperación.

—¡Retorno! —gritó y empezó a desvanecerse en el aire.

Emerald salió de inmediato e hizo como si nada pasara. Al regresar, Madam Lilehart tenía la respiración agitada, su mano temblaba y algunas gotas de sudor bajaban por su rostro.

—¿Está bien? —le preguntó Emerald, quien se hacía la desentendida.

—Sí... Lo siento, no sé qué me pasó. —Una pequeña risa nerviosa escapó de sus labios—. Hiciste bien tu examen, Diamond, estás aprobado.

Emerald no se sentía feliz con lo que acababa de hacer, ni siquiera entendía del todo cómo había controlado de esa forma aquel poder, pero no podía permitir que la profesora viera su pasado. Era demasiado arriesgado.

—Julian. —Tras oír su nombre, el muchacho pelinegro se acercó hacia donde se encontraban ambas, y una vez allí, le dedicó una mirada de complicidad a Emerald.

—Diamond, cielo, ya hemos terminado. Puedes esperar afuera del salón.

—De acuerdo —le dijo mientras se ponía de pie.

Antes de irse, Emerald le dedicó una última mirada a su amigo. Aunque sus bocas no se hubieran movido ni un ápice, sus ojos acababan de tener una breve conversación. La conexión que ella tenía con él era demasiado fuerte, no solo por Marie o Diómedes. Ellos ya habían desarrollado aquella unión desde que comenzaron a pasar más tiempo juntos.

Afuera del salón ya no había nadie. Privai y Eugene probablemente habían ido a su siguiente clase, pero ella no podía irse sin esperar a Julian. Necesitaba dejar en claro algunos puntos y estaba segura de que él también querría dejar sentadas varias cosas.

Emerald esperó durante mucho tiempo, no entendía qué era lo que Madam Lilehart y Julian conversaban, pero no podía evitar sentirse nerviosa. Ella había podido pararla dentro de su cabeza asustándola, pero estando Diómedes dentro de Julian, no sabía lo que este podría hacer con tal de frenar a aquella mujer. El hechicero parecía alguien capaz de todo con tal de mantenerse seguro.

—Lamento la tardanza. —En cuanto escuchó la voz, Emerald se dio cuenta de que aquella persona que le hablaba no era Julian, sino Diómedes—. Camina —le dijo en voz baja y ella asintió.

La puerta del salón se mantuvo cerrada y solo cuando ya se encontraban en la planta baja, escucharon como las bisagras rechinaban en medio de aquellos pasillos vacíos.

—No la lastimaste, ¿verdad? —Tras oírla, él emitió un pequeño sonido similar a una risa. Enseguida, Emerald se posicionó delante de él y lo encaró.

—Hice lo que consideré necesario —respondió de forma escueta, rodeándola—. Si te inquieta que la lastimara, pierde cuidado, pues no lo hice.

—¿Entonces qué te tomó tanto tiempo?

—Tuve que hacer un conjuro sellador dentro de su mente. Si dejaba a Julian solo en ese momento, Lilehart hubiera entrado y hurgado no solo en sus secretos, también hubiera sabido que yo estaba allí y quién eres en realidad. —Volteó a observarla y ella sintió un escalofrío bajar desde su nuca—. Lilehart entró dentro de su conciencia estando alerta, tú terminaste advirtiéndole que podía haber algo incluso más peligroso dentro de Julian, así que usar métodos... convencionales no hubiera servido.

—Vuelvo a preguntarte, Diómedes, ¿ella está bien?

—Vuelvo a responderte: no la lastimé, solo sellé su boca desde adentro. —Emerald se detuvo tras escucharlo—. No podrá hablar sobre ninguno de nosotros a menos que alguno muera.

—¿Pero no será sospechoso que no pueda hablar acerca de nosotros?

—Todo está bajo control, llevo haciendo esto mucho tiempo, sé qué medidas tomar para evitar posibles problemas a futuro.

Después de decir esto, Diómedes siguió con su camino. Cuando estuvo ya un poco más alejado, volteó a observar a Emerald. Ella de inmediato reconoció a Julian allí.

—Perdona, él dijo que era mejor si cambiábamos de lugar.

—¿Te sientes bien? —le preguntó.

—Solo un poco mareado, aún no me acostumbro al cambio tan repentino.

Ambos llegaron a la clase de Herbolaria y se sorprendieron al ver pupitres donde deberían estar las macetas y sacos de fertilizantes. Digoro les dijo que la primera parte del examen sería de forma escrita y la segunda consistiría en el reconocimiento de plantas, sus propiedades y sus usos diversos en cada campo que comprendiera magia.

Al observar la hoja con las preguntas allí escritas, Emerald no pudo evitar sentirse mareada, había nombres tan extraños que llegó un punto en el que comenzó a dudar si alguna vez Digoro les enseñó dichas plantas. Por fortuna, tras calmarse y hacer mucha memoria, logró recordar algunas cosas.

El examen duró alrededor de una hora. Más de uno estaba casi al borde del llanto, menos Julian, que al parecer había terminado todo de forma sumamente rápida. Emerald, por su parte, hizo lo mejor que pudo. Era probable que aprobara, aunque con una nota muy baja. Pero aún faltaba la parte práctica en la que el profesor le pediría identificar las plantas.

—Odio la herbolaria —murmuró la muchacha entre dientes mientras se sujetaba el rostro.

La tortura se prolongó demasiado, muchos de sus compañeros estuvieron tan nerviosos durante el examen de reconocimiento que incluso lagrimearon durante la evaluación. El resultado de todo esto fue que Digoro reprobara al setenta por ciento del salón.

—¿Cómo te puede ir tan mal en Herbolaria? —le preguntó el pelinegro al ver la nota que figuraba en el examen.

—Odio las plantas, nunca se me han dado bien.

—Es raro. Según Diómedes, Marie era muy buena.

—Somos personas diferentes —respondió ella sintiéndose un poco herida—, es normal que haya diferencias entre nosotras.

—Tienes razón —le dijo Julian—. ¿Sabes algo? Al menos yo considero que tú eres mucho mejor que Marie.

El día se terminó rápido, para cuando Emerald y Julian se dieron cuenta, ya estaban cenando junto a Draven. Al igual que ellos, el castaño traía cara de decepción. Sus exámenes habían sido fatales, el haberse confiado demasiado le había jugado una mala pasada, así que tendría que hacer múltiples trabajos extra para poder salvar más de un curso.

—¿Ya decidiste qué diario vas a leer? —le preguntó Julian mientras se levantaban de la mesa.

—Estuve pensando y creo que haré lo que me dijiste. El diario de mi padre nombraba a sus amigos en ciertas partes, pero no relataba nada más detallado. Quizás si leo el de Cuervo obtenga más pistas.

—Si tienes alguna duda, llámame. He leído tanto ese diario que prácticamente sé cada punto que hay allí.

—Será una noche larga...

En cuanto llegaron a los dormitorios, Greyslan pasó lista, se despidieron y cada uno fue a su respectiva habitación. Al entrar a su pequeño espacio, Emerald hizo su rutina acostumbrada, se sentó sobre la cama y reposó el cuerpo contra la pared.

Era momento de saber la historia de Cuervo.

***

Diario de Cuervo

Cornellius me ha comentado acerca de unas visiones que ha comenzado a tener, y yo sé perfectamente a qué se debe todo aquello. Seguro se trata de la reina Marie, no falta mucho para que ella regrese y debe de estar haciéndose presente de alguna manera. Lideo le ha sugerido llevar un registro de todo lo que pasa y yo no podría estar más de acuerdo con eso. Sus visiones pueden ser por momentos un tanto escabrosas, pero, por alguna razón, Marie solo le está mostrando ciertas cosas y no el panorama completo.

¿Acaso su magia se está debilitando?

Quiero pensar que la causa de que la conexión sea tan débil es no hay un lazo más fuerte, y de alguna forma Marie está buscando la manera de reforzarlo. Tal vez al haber pasado tanto tiempo sin un cuerpo puede estar desvaneciéndose.

No tenemos forma de saberlo, y yo me he mostrado en contra de que hagamos a Agatha participe de todo esto. Pese a que Cornellius me pida que confíe en ella, hay algo dentro que no termina de cuadrarme. La historia de su hermana se me hace extraña y el aparente desvanecimiento y pérdida de memoria que dice tener se me hace mucho más raro todavía.

Ella es clarividente, puede ver cosas del pasado, del presente y el futuro, no tiene sentido que el único recuerdo bloqueado sea el del asesinato de su hermana.

Quizás estoy siendo algo paranoico, pero no puedo confiar en ella.

Visión de la muerte

Han pasado varias semanas desde que regresamos de la prueba en la aldea de la que es originaria Agatha. Cornellius últimamente ha tenido un semblante sombrío; fue con mucha ilusión al viaje, pero luego del incidente frente a la estatua de Marie no quiso hablar más del asunto.

No tuve más opción que preguntarle a Agatha qué habían visto. Como es costumbre, ella se mostró reacia a decirme algo. Soy consciente de que esto le corresponde solo a los Lagnes, pero Cornellius me preocupa, es mi amigo. Y verlo así... no me gusta para nada.

Ha dicho que dentro de un par de horas conversará conmigo y me contará todo lo que ha pasa---

Son las doce de la noche y no logro conciliar el sueño. Hace unas horas conversé con él acerca de lo que le aquejaba y al fin me confesó aquellos temores que guardaba dentro de sí. No puedo evitar sentirme intranquilo; es mi mejor amigo, no quiero perderlo de esa manera.

Le he recomendado frenar todo esto de la única forma que parece viable, detener su dinastía, pero me ha dicho que no puede hacerlo. Siente culpa por Agatha, lo cual es algo tonto, ya que ella fue la que quiso ser partícipe desde un comienzo. Pero Cornellius siempre ha sido incapaz de dejar de lado a quienes de verdad le importan.

Hemos decidido comenzar a entrenarnos. Si no podemos impedir ese destino, al menos podemos hacer algo para frenar aquel mal que se cierne sobre nuestros hombros.

La transformación en los Ases

Mi padre me explicó que los Ases tenemos un extraño don, el de transformar nuestro cuerpo en algún animal que simbolice nuestro guía espiritual. Él, por ejemplo, es capaz de convertirse en un oso pardo fuerte y grande, ya que representa la valentía, que es algo que lo caracteriza.

Para poder determinar qué animal es tu guía, todos los Ases debemos pasar por una ceremonia. Como ya sé controlar mejor el poder dentro de mí, Jeques, el chamán de Navidia, ha determinado que el momento ideal para saber qué me representa serán las vacaciones, cuando regrese de la escuela.

Por lo general, siempre nos transformamos en animales, pero tan solo dos veces en la historia ha habido mutaciones en criaturas mágicas. La primera fue con Ledio el Revolucionario, el primer Ases que derrocó al antiguo regente después de que la reina Marie fuera ejecutada. Según dicen, él podía transformarse en una quimera. El segundo fue Revios el Castigador, el quinto Ases en ocupar el trono. Dicen que era capaz de convertirse en un centauro.

Jeques dice que cada cinco generaciones siempre aparece un Ases que guiará a Navidia a una nueva era. Esto significa que el próximo será alguien que sirva como la mano derecha de la reina Marie o será alguien que logre frenarla de una vez por todas.

La visión de la mariposa

El día de hoy, en la clase de Clarividencia, el maestro nos pidió que diéramos un vistazo al pasado. Para ser franco, nunca se me ha dado bien esta arte, no soy tan capaz de ver un poco más allá como el resto de mis compañeros y es por eso que jamás le he tomado demasiado interés. Sin embargo, por insistencia de Cornellius, tanto Lideo como yo terminamos uniéndonos a la materia para mantener un ojo sobre Agatha. Aunque él no lo acepte, la preocupación que en un inicio ha tenido por ella está dando paso a otro tipo de emociones. Todos nos hemos dado cuenta de eso, incluso la misma Agatha.

Según ella, acababa de ver algo acerca de su pasado que no hubiera querido ver. ¿Habría tratado de recordar el día en el que murió su hermana? Agatha guarda muchos secretos y aún no termino de confiar en ella, ya que jamás quiere compartirlos, ni siquiera con Cornellius.

A veces siento deseos de pedirle que vea sobre mi futuro, pero debo guardar la compostura. Aunque pasemos tiempo juntos por Cornellius, ella no es mi amiga ni mucho menos.

La hipermeria

Son las dos de la mañana y todos los alumnos nos hemos despertado por las alarmas de la escuela. Cornellius dice que ha visto un enorme animal surcar el cielo, y por lo que logramos encontrar, parecer ser una hipermeria.

No tiene sentido. La escuela tiene un campo protector, una criatura de tan mal presagio no debería haber podido volar por aquí. Pero si él dice que la ha visto, es probable que sea verdad, aunque me encargué de convencerlo de que solo era su imaginación.

La hipermeria es en la cultura de los Ases un ave secuestradora de almas, roba el alma de gente enferma o, si se hace un pacto oscuro con ellas, es capaz hasta de robar la de alguien en específico. Lo único que tienes que hacer para conseguirlo es dar un poco de la tuya a cambio, de esta forma estás sellando un contrato con esa criatura, quien no descansará hasta cumplir su labor.

¿Debería decirle también que por lo general quien logra ver a esta criatura pierde a un familiar? Quizás esté siendo algo paranoico, pero tampoco quiero preocuparlo más, ya que de por sí se ve bastante afligido.

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Poción paralizadora

Tras muchos intentos de fabricar una poción correcta, finalmente logré encontrar una fórmula que no sea tan inestable. La dejaré anotada acá para que no se me olvide ni un solo detalle y pueda replicarla más adelante.

No entiendo el afán que tiene Cornellius por que descubra maneras en las que se puede provocar una aparente muerte, pero he hecho un pacto de caballero con él y no voy a dudar de las intenciones que tenga.

Ingredientes:

*6 flores de adormidera

*2 escamas de serpiente

*esencia de buganvilia

*luz de luna.

Para que la poción paralizadora tenga efecto, es vital hacerla durante la noche. Realizarla durante el día puede ser muy arriesgado, estuve probándola en algunas plantas carnívoras de la escuela y parece que su variante diurna termina siendo un poderoso veneno. No es para nada recomendable consumirla a menos que se sigan estos pasos.

Preparación:

Para poder hervir todos los ingredientes debes usar una olla de acero. Si es de otro material, corre riesgo de fundirse o puede destruir la preparación.

Debes dejarlo en el fuego durante tres horas. Una vez que el agua se torne de color magenta, sabrás que los elementos han logrado fusionarse de manera correcta.

Por último, debes dejar reposar la mezcla durante media hora; la luz de la luna debe darle de forma directa al cuenco y debe verse su reflejo allí. Coloca una mano sobre la superficie y durante todo este tiempo asegúrate de que la energía que emanas hacia ella sea constante.

La habitación secreta

Después de mucho tiempo, Cornellius volvió a tener otra visión acerca de Marie. Parece que la reina lo está llevando a una especie de habitación.

Un duende es la única pista que tenemos. Ante su negativa a hablar, tuve que hacer uso de la fuerza bruta. Luego de que obtuvimos la entrada, le he hecho un conjuro sellador para que no pueda hablar de nosotros con nadie. Sería problemático que se fuera de lengua con los maestros.

Este último tiempo escabullirnos se está volviendo un poco complicado; después de que Cornellius dijera abiertamente que vio a la hipermeria, los maestros han tenido ambos ojos puestos sobre él. El simple hecho de pensar que algo le pudiera pasar al descendiente de los Lagnes es algo inconcebible. Necesitamos una distracción grande, y Lideo es el único que se ha ofrecido a hacer algo para impedir que nos sigan.

Esta podría ser la última vez que lo vemos tal y como es.

No quiero ahondar en más detalles porque alguien podría encontrar esto.

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Acabamos de regresar de aquella habitación extraña, todavía no puedo creer que hayamos encontrado el libro de hechizos de la reina Marie. De momento, Cornellius se ha quedado con él y lo hemos escondido, pero sería muy peligroso que ese tomo llegara a caer en las manos equivocadas. Lideo y yo le hemos dicho a Cornellius que sería prudente que cada cierto tiempo el guardián cambiara y él se ha mostrado de acuerdo con esta sugerencia.

***

Emerald se detuvo y analizó todo lo que acababa de leer. Su padre le había confiado a Rugbert y Lideo su seguridad, siendo el primero quien más lo ayudó al realizar diversos hechizos mágicos.

Tal y como le había dicho Julian en un inicio, el diario estaba lleno en su gran mayoría de encantamientos, pociones y desbloqueos de magia. Incluso tenía dibujado un mapa donde se señalaba en qué partes de la escuela se podían encontrar diversas plantas que servían para magia mucho más avanzada.

En cuanto llegó al final, notó que la última hoja había sido arrancada, así que se vio forzada a regresar unos fragmentos antes de esa parte.***

Es el último día en la escuela. En una reunión que tuvimos le dijimos a Agatha que por mutuo acuerdo dejaríamos los diarios en el salón secreto de la reina. Pero cuando ella esté distraída, Cornellius tomará el suyo y lo dejará en la que fue su habitación.

Por suerte, ella no sospecha nada; asume que estos diarios no son nada más que una especie de cápsula del tiempo que le proporcionaremos a nuestros hijos en un futuro lejano.

Algo que debo decirle a la persona que está leyendo es que desconfíe de ella. Agatha es una mujer fría y calculadora que está dispuesta a salvar su pellejo a cualquier costo.

Durante todos estos años, he logrado mantenerla a raya con un control mental y he protegido a Cornellius para que no ceda a su manipulación, pero conforme pasa el tiempo ella se vuelve cada vez más poderosa. Ahora me resulta muy difícil poder controlarla.

Todavía no entiendo qué papel puede jugar ella en toda esta historia, solo me queda confiar en el juicio de mi amigo, como he venido haciendo hasta el día de hoy.

Nos hemos despedido con un fuerte abrazo. Él partirá a Delia y será oficialmente coronado rey, mientras que yo regresaré a Navidia y haré lo propio. Es momento de que cada uno comience a hacer su vida hasta que el momento llegue.

Y eso será la noche en que sus hijos vengan al mundo.

Aún no sé si podré cumplir con esta misión, pero es por el bienestar de esta y todas las naciones. No puedo fallar, no puedo detenerme, debo ser leal a la causa y a la corona Lagnes.

Debo...

***

El diario terminaba justo en este párrafo. Emerald, intuitiva como ahora lo era, entendió que lo que su padre le pidió al rey Rugbert fue asesinarlo y quedarse con su cuerpo. Todo para evitar que aquella persona que había venido robando la sangre de su familia desde hacía tanto tiempo hiciera cosas aún peores.

Las piezas habían sido puestas sobre la mesa y la estrategia del juego apenas era visible para ella, pero el jaque mate podría llegar solo cuando hablara con Rugbert cara a cara en Navidia. 

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