20. Megan Romanno.

Las escaleras de piedra parecían interminables, y la enorme puerta ornamentada con detalles dorados le daba la clara pinta de aristocracia.

—Es mejor que no los hagamos esperar más— dijo Amín mirando a Lucca y Zahir antes de poner su pie en el primer escalón. Cosme había dirigido a los soldados y a los licántropos a otra construcción, al cuartel o algo parecido había escuchado Zahir; así que quienes irían directo a encontrarse con los Romanno serían ellos tres.

Cada paso se escuchaba sobre las rocas pulidas que conformaban las escalinatas hasta la entrada principal, la noche era húmeda y una ráfaga de viento hizo que el pelinegro apretara los labios, no era frío sino un extraño presentimiento, o tal vez sólo anticipación.

La pesadas puertas se abrieron con un rechinido perturbador ante la fuerza que Amín aplicó al empujarlas y el gran vestíbulo se hizo visible ante ellos. —Síganme, por favor— pidió.

Lucca inclinó suavemente su cuerpo hacia el frente indicándole de esa manera a Zahir que caminara primero, y lo hizo.

Desfilaron en el interior y justo antes de llegar al centro del recibidor los pasos ligeros de una cuarta persona resonaron llamando su atención, obligándolos a mirar hacia arriba.

—¿Lucca, en verdad eres tú?— era un mujer, una vampiresa de largo cabello color castaño y ligeramente ondulado, que asomaba por el barandal de la primera planta.

—¡Megan!— exclamó Lucca; entonces la aludida en un parpadeo se materializó ante ellos, dio un par de zancadas esquivando a Amín y a Zahir para poder mirar de cerca a Lucca.

—¡Yo... yo lo sabía!— exclamó ella antes de asfixiarlo en un demandante abrazo; —¡siempre supe que no habías muerto!

—A mí también me da gusto verte— dijo con una sonrisa, correspondiendo al contacto y estrechándola por la cintura.

Zahir trató de no perder detalle; ambos eran altos y de figuras estilizadas y atléticas, y bien parecidos; ella tenía unas ligeras arrugas cerca del rabillo del ojo, lucía un poco cansada, pero a pesar de ello no creía que nadie pudiera debatir lo hermosa que era.

—Mi señora— Amír se atrevió a interrumpir, —es grato estar de vuelta con Lucca, pero no hemos viajado solos, debo comunicarle que algunos licán...

—Oh por favor, no me arruines esto— Megan se alejó un poco de Lucca y miró al soldado, —sea lo que sea estoy segura que lo puedes resolver, o por lo menos puede esperar un poco— declaró con el ceño fruncido.

Ese movimiento y gesto bastó para que Zahir la observara mejor, esa chispa de alegría y sorpresa que había surgido al ver a Lucca se extinguió para dar paso a la molestia y seriedad, esa que casi pareció escupirle a Amín, y sus ojos, sus ojos eran más oscuros, parecía como si estuviera mirado el cielo de media noche, sin luna y sin estrellas.

—Sí, mi señora— Amín se llevó la diestra al pecho e hizo una reverencia.

—Ahora vete— le ordenó; él asintió y caminó de regreso por donde habían llegado, cerrando la puerta de tras de sí acompañado de ese peculiar rechinido. Sólo la luz del candelabro les ayudaba a ver.

—¡Lucca, no sabes cuanta falta has hecho! Creo que nada podría...

—Megan— le interrumpió algo divertido, tomándola suavemente por los hombros, como si quisiera apaciguar a una adolescente agitada; —antes de que me hables de todas las cosas que me perdí, quiero que conozcas a alguien.

El pelinegro tragó saliva percatándose que hasta el momento había permanecido inerte, de pie, solamente presenciando la escena; probablemente luciendo demasiado extraño.

—Él es Zahir Sulu.

El nombrado imitó el gesto que Amín hizo antes de marcharse: la diestra cruzando su pecho y una reverencia; —Es un verdadero honor estar ante su presencia— dijo.

—¿Eres un soldado?— preguntó ella.

La verdad era que su atuendo no parecía tan sofisticado, así que comprendió y no le molestó aquella duda.

—Zahir es un líder Dorado— agregó Lucca, —es líder de uno de los territorios del otro lado del mar de Jakda; y es mi pareja.

—¿Tu qué?— antes de volver su atención hacia su hermano, las comisuras de sus labios se elevaron en una mueca, algo que se podría describir como "intento de sonrisa".

—Mi pareja, mi compañero— le aclaró Lucca de manera serena.

Megan batió sus pestañas sorprendida y sacudió su cabeza, incluso un grueso mechón de cabello con aires de rulo cayó a un lado de su rostro; —¿es broma?

—No, no lo es.

Zahir no sabía qué decir, sabía que no tenía nada qué decir; porque al parecer estaba siendo totalmente ignorado por ella, quien sólo debatía con su hermano.

—¿Cuándo ocurrió?— preguntó.

—¿Importa mucho?— él le lanzó otra pregunta.

—Por supuesto que importa— se cruzó de brazos y agregó, —además sabemos que algunos clanes son aliados de Tylem, no es conveniente confiar sólo porque sí.

—Él no tiene que ver con los Kiell— le defendió casi levantando la voz, Zahir lo percibió y atinó a cogerle del antebrazo para apaciguarlo; se sentía tonto presenciado una riña por su causa y no poder pensar en un buen argumento para intervenir, aunque estaba seguro que ella no dejaría que lo hiciera.

—No estoy de acuerdo— tras unos instantes Megan sonrió con suficiencia, confianza y algo de arrogancia; —no apruebo esta unión por el simple hecho de que es un total desconocido; nada me garantiza su lealtad hacia ti y esta familia.

Lucca frunció el ceño, sospechaba algo, —¿planeabas escoger a mi pareja?— le preguntó con algo de recelo.

—Sí— respondió al instante, alargando la mano para acariciarle el rostro.

—No te atrevas a hacerlo— y no se refirió a la caricia que ella le proporcionaba.

—Demasiado tarde; lo hice porque te quiero.

—¡Hermano!— una voz masculina retumbó y de unsalto un joven bajó de la segunda planta.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top