2. Clanes, rangos y status.

A paso veloz Yumiel ingresó a la habitación que le servía como despacho. Se dejó caer en su silla de piel justo cuando estrujaba entre sus manos la carta que había recibido de Aghar.

... emboscaron a nuestro joven hermano... las municiones son muy dañinas...

—Carajo— musitó; durante el último siglo había habido paz, por lo que un asalto decía mucho, y ni qué decir sobre tecnología letal.

—¿Yumiel?— la hermosa vampiro, aquella que al igual que Yumiel era una Dorado, se asomó por la enorme puerta, —¿Puedo pasar?—. Grisell era bastante orgullosa y arrogante, pero hasta ella sabía que cuando Yumiel se marchaba maldiciendo y se encerraba en esa habitación algo andaba mal.

—Sí— contestó.

Grisell entró y cerró la puerta tras de sí; avanzó por el amplio salón y rodeó el escritorio para llegar a su hermano, compañero y pareja .

—¿Está todo bien?

—No— le ofreció el pedazo de papel; —los Sulu sufrieron un ataque.

Arqueó las cejas sorprendida y tomó la hoja amarillenta dispuesta a darle una rápida lectura. —¡Por los grandes!— exclamó; de todos los del clan Sulu, Zahir era con el que tenía mayor afinidad y ahora había sido herido; —debo ir.

—No digas ridiculeces— Yumiel la miró serio, —si ellos son el blanco lo menos que puedes hacer es acercarte.

Grisell entrecerró los ojos, —¿Estás insinuando que les negaremos nuestra ayuda?

—Por supuesto que no, Aghar y Litza son mis amigos; pero eso no quiere decir que haremos las cosas precipitadamente y sin pensar en las consecuencias.

—Bien, entonces mientras tú te quedas a pensar en un plan y descubres qué sucede, yo iré al territorio de los Sulu a hacerle una visita a Zahir, y estando allí aprovecharé para investigar algo más.

—¿Qué?— Yumiel frunció el ceño.

—Así como lo oyes— lo miró desafiante, —me conoces, y sabes que no cambiare de opinión.

Mantuvieron el contacto visual, y como era prácticamente costumbre, fue Yumiel quien desistió, —bien, como desees— exhaló, —pero que Adael y Trish te acompañen, y no te separes de ellos en ningún momento—, aquellos dos pertenecían a los Plateados, la guardia de los Lanz.

Grisell asintió, se acercó un poco más al otro vampiro y le dio un suave beso en la comisura de sus labios, —tranquilo, estaré bien.

Una motocicleta y una camioneta color negro, con los vidrios polarizados, salieron de la mansión Lanz con destino al territorio Sulu; la primera conducida por Trish, y en el vehículo cerrado iba Adael y Grisell.

—Mi señora, ¿El Dorado Zahir ha sido herido?— indagó el conductor de la camioneta algo preocupado, sin quitar la mirada de la carretera; —espero que no haya sido de gravedad; ellos no debieron hacer eso .

Grisell negó con la cabeza, —sea lo que sea él estará bien, Zahir es muy fuerte.

—Es admirable; recuerdo cuando nos visitó hace cuatro lunas, maneja muy bien las armas, por eso me sorprende que haya salido lastimado.

Ella sonrió suavemente, —Te gusta. ¿Verdad?

Adael se mordió el labio inferior, —el joven Zahir es precioso— declaró.

...

Sentado en la orilla del cómodo colchón de la cama miraba al chico que se hallaba postrado a sus pies. Una vieja y algo olvidada costumbre era que los Dorados debían ser atendidos por los Palladium. Algunos ya pasaban por alto ese hecho, pero otros como Lucca no: a él no le importaba servir a Zahir.

El castaño vampiro tomó un suave lienzo y comenzó a secarle los pies, los había lavado preparándolo así para que tomara una siesta.

—Esto no era necesario Lucca— dijo cuando supo que ya estaba terminando su labor; antes ya le había dicho que no se molestara en asearle los pies pero el Palladium había insistido.

—Lo es, deseo hacerlo— le tomó suavemente de los tobillos y le ayudó a subirlos a la cama, se acercó más y le besó la frente para después disponerse a arroparlo.

El pelinegro le sonrió, luego separó los labios para decirle algo más, pero el golpeteo apresurado en la puerta lo interrumpió, luego un tono de voz peculiar se hizo presente, —Zahir, soy yo, Grisell.

Zahir parpadeó sorprendido, era su amiga, no la había visto desde la última vez que viajó al territorio Lanz; sonrió ampliamente y contestó, —sí, adelante.

Las puertas dobles se abrieron haciendo la entrada más teatral y majestuosa de la pelirroja; Lucca bajó la mirada, reconoció la presencia de un Dorado así que quiso pasar desapercibido.

—¡Grisell!— exclamó emocionado Zahir sentándose en un solo movimiento, —me alegra verte.

—A mi también cariño, pero no gracias a esta situación— se acercó a la cama y se sentó a su lado, poniéndose cómoda.

El Palladium hizo una reverencia y en silencio se dispuso a salir de allí consciente de que la recién llegada iba a ignorarlo.

—Lucca— el pelinegro le llamó y lo sujetó de la muñeca, —muchas gracias— le sonrió, —en verdad te lo agradezco.

—No fue nada. Si desea algo más sólo llámeme— le habló esbozando una ligera sonrisa y de manera formal, debía tener presente cual era su lugar ante los demás.

Zahir iba a pedirle que se quedara, pero entonces se percató de la mirada con un deje de arrogancia que Grisell le lanzaba a Lucca, eso en definitiva le incomodaría, así que lo liberó de su agarre y dijo; —claro, muchas gracias.

Volvió a hacer una reverencia, una para Zahir y otra para la pelirroja, luego salió de allí llevándose la charola y los utensilios que había usado para lavarle los pies.

Exhaló una vez que estuvo fuera de la habitación pensando que las cosas se relajarían un poco, pero se equivocó.

—¿Eres la servidumbre del Dorado Zahir?— giró el rostro hacia la derecha y se encontró con un sujeto un poco más bajo que él y de cabellera oscura, tenía un arma enfundada que colgaba de su cinturón, por su vestimenta y por el hecho de no haberlo visto antes supuso que era un Plateado Lanz, seguramente un guardia a cargo de la seguridad de la joven que acababa de llegar.

Asintió con la cabeza.

—No luces como un Palladium. ¿Estás seguro que lo eres?— indagó el muchacho, y qué razón tenía, por su físico era como para que Lucca fuera un Plateado.

—Totalmente seguro.

—Adael, guardia del clan Lanz, pertenezco al círculo más cercano a los Dorados— se presentó.

—Lucca— dijo, pero no tenía ningún título qué ostentar.

—Bien, Lucca— cruzó los brazos sobre su pecho, —a partir de ahora, la seguridad de Zahir también estará a mi cargo. ¿Entendido?— informó.

Lucca frunció el ceño y contestó —el Plateado Roy ha sido designado para esa tarea, no veo porqué ahora...

—Lo sé— interrumpió rotundamente. ¿Qué se creía ese Palladium para hablarle así? Alzó una ceja altivamente y explicó —Pero dado que la Dorada Grisell no se despegará de él, también tomaré esa responsabilidad.

Lucca apretujó los utensilios entre sus dedos, algo en ese Plateado no le agradó del todo, pero no le quedó más que asentir y luego marcharse de allí.

.

—Grisell, pensé que moriría— declaró Zahir al apretujar las sábanas, —fue demasiado doloroso.

—No me lo imagino— acarició sus cabellos, —¿Cómo fue que sucedió?

El pelinegro exhaló y cerró los ojos suavemente, al abrirlos de nuevo inició su relato; —salí como todas las noches a realizar el recorrido por los alrededores, ya sabes, para que los demás nos olviden nuestra presencia y evitar revueltas o invasiones. Zuhey tomó el primer auto, yo decidí subir al segundo junto con Roy; de repente los vehículos se detuvieron, aceché por la ventana y vi que algunos sujetos discutían acaloradamente a mitad del camino; aunque Roy me lo prohibió yo bajé del auto, quise intervenir para evitar que llegaran a la violencia, pero entonces aparecieron más sujetos, uno sostenía un arma extraña la cual disparó y me dio en el muslo— tragó saliva recordando el infernal dolor que sufrió, —luego, en un arrebato de furia y dolor me abalancé sobre mi agresor y le rajé el cuello con mis propias manos, lo último que recuerdo fue a Roy gritando mi nombre.

—Oh, Zahir— suspiró y lo abrazó.

—Creo que además de la herida me duele el haber sido humillado— declaró.

—¿Cómo dices?

—Perderé mi reputación, un Dorado desmayándose de dolor— bufó, —qué nefasto.

—No Zahir, no digas eso; fuiste atacado con un arma letal. Te aseguro que si cualquier otro, si un Plateado hubiera sido el blanco ahora estaría muerto. Tú lograste sobrevivir.

Zahir se echó un poco hacia atrás recargándose en la cabecera de la cama, antes de que la otra continuara su discurso.

—Por cierto, ya no tendrás de que preocuparte, por ahora además de Roy también Adael cuidará de ti.

—¿Adael?— el pelinegro frunció el ceño y se enderezó, —¿Por qué tendría él que cuidar de mi?

—Es uno de mis mejores guardias y más sobresalientes Plateados del clan.

—¿Y?— aún no entendía.

—Le gustas, es obvio que mientras esté yo aquí tendrá un pretexto para quedarse.

—Pero él te debe lealtad a ti— exclamó diciendo lo obvio: si Adael se dedicara a cuidar a Zahir en vez de a Grisell sería acusado y castigado por "traidor"; a menos que estuviera cumpliendo una orden directa y explicita de la pelirroja.

—Lo sé, pero también estoy consciente de que le atraes; y si tú deseas te lo puedo ceder, no creo que le cueste mucho adaptarse al clan Sulu.

—¿Bromeas?

—Por supuesto que no, creo que sería un buen compañero para ti.

—Olvídalo— viró el rostro.

—¿Cómo que no?— Grisell sonrió, —la última vez que estuviste en nuestro territorio noté que se llevaron de maravilla.

—Sólo practicábamos con algunas armas, es realmente bueno, perfeccionamos el uso del arco y la flecha— explicó Zahir.

—Ay por favor; no me digas que no te atrae ni un poco; no está mal tener un compañero o compañera.

—No es eso— se mordisqueó el labio inferior, —es que yo...

—¿Tú qué?

—Yo ya tengo a alguien.

—¿De verdad?— parpadeó sorprendido; —¿Le conozco?

—Sí... Creo que sí; bueno no formalmente ya que no los presenté pero...

—¿Es acaso uno de tus guardias?— indagó.

—No, claro que no— arrugó la nariz, apreciaba a Roy y a Zuhey, pero no era para tanto.

—¡Ya sé! Tu estratega.

—¿Yomara? ¡No!— negó con las manos, —ella es sólo mi amiga.

—¿Entonces quién es; Celmy, Litza?— incluso las relaciones entre hermanos sí podían ser, excepto...

Zahir negó con la cabeza y dijo; —es Lucca.

—¿Quién?— Grisell entrecerró los ojos, nunca había escuchado ese nombre. ¿O sí?, —Espera. ¿Te refieres al sujeto que acaba de salir de aquí?

Cabeceó afirmando.

—¡¿Qué?!— la pelirroja se llevó las manos a la boca en un gesto exagerado de sorpresa y confusión; —¿un Palladium?

—Sí.

—Eso no es posible.

—¿Por qué?

—Porque no Zahir; los compañeros suelen darse entre iguales; se permite entre el mismo sexo, incluso se aprueba la unión entre Dorados y Plateados, pero nada más.

—Pues me importa un bledo— se cruzó de brazos; —él me atrae.

—Esto va contra las reglas.

—Y a mí qué me importa. No es como si hubiese decidido ir en contra de lo que los demás permiten.

Un silencio sepulcral invadió el enorme recinto por unos instantes, el cual fue roto por la exhalación y cuestión de la pelirroja; —¿Y...Por lo menos sabes si es un sentimiento mutuo?

—Sí, lo es.

Grisell enmudeció, Zahir era uno de los Dorados más fuertes de su clan y pocas veces su mirada vacilaba al afirmar algo, y esta demás de dejar en claro que sí estaba seguro era mil veces más firme. Desde su punto de vista Adael era un candidato aceptable, a veces un poco mezquino con los inferiores, aunque estaba segura de que no era algo de otro mundo; pero si en este caso el pelinegro ya tenía a alguien en su vida, como su amiga, Grisell debía apoyarle y no juzgarlo.

—Entiendo, aunque no lo comprendo muy bien. Es decir. ¿Qué le viste a ese sujeto? Es demasiado alto y no tiene mucho qué ofrecer— trató de bromear.

Zahir rió un poco, relajándose; —No lo sé, aún me lo sigo preguntando.

—¿Los demás Dorados lo saben?

—Sólo Litza, aunque no dudo que Aghar y los demás ya lo sospechen.

—Debes tener precaución, aún existen vampiros ortodoxos, no consentirán su relación.

—Lo sé Grisell, y no quiero causarle problemas a Lucca—; algunos usaban su estatus para aprovecharse o incluso ridiculizar a los demás aún siendo del mismo clan, es por ello que Zahir temía que Lucca sufriera de algún trato injusto.

—Entonces decláralo tu consorte, hazlo tu oficialmente tu pareja— le aconsejó la pelirroja.

...

—Ya veo— exclamó Yossmar, el líder de los licántropos, al dejar los documentos sobre el escritorio de caoba; Arleny y Yumiel lo habían visitado de manera inesperada advirtiéndole sobre esta nueva arma.

—Considero que también los tuyos podrían estar en peligro si este tipo de tecnología se encuentra en manos equivocadas— dijo Arleny, la hermana mayor de Yumiel y Grisell; y era verdad, las balas eran de plata.

—He de confesar que me sorprende, jamás pensé que algo como esto pudiera existir— declaró el "hombre lobo".

—Es por ello que proponemos unir fuerzas, debemos llegar al fondo de esto— agregó Yumiel.

—Dalo por hecho, Dorado Lanz; mi mejor rastreador, Vann liderará la búsqueda.

La manada Yahw no sólo se caracterizaba por ser de las más fuertes y unidas, sino por ser la más justa y neutral. Yumiel Lanz mantenía lazos cordiales con el líder, es por ello que no dudó en ir y proponer una alianza.

Había mantenido la calma frente a Grisell hacía unas horas, pero la verdad era que no sabía a lo que podrían enfrentarse; los reportes que los Sulu le habían enviado sobre los descubrimientos de las características del arma eran realmente asombrosas; mentiría si dijera que no estaba empezando a tener un poco de miedo.

...

Algo inquieto por aquél encuentro con el Plateado, Lucca entró a la mazmorra que compartía con otro Palladium, ese que no era muy de su agrado pero que toleraba, hasta ese momento.

—¿El Dorado Zahir ya se aburrió de ti?— se mofó el regordete Rick desde su maloliente cama.

—No es asunto tuyo— contestó tratando de no sonar tan cortante como en realidad hubiera querido, no deseaba reñir.

—Después de lavarle los pies seguramente te echó de sus aposentos— el sujeto se incorporó para sentarse en la orilla del colchón; —con la visita de la Dorada Lanz da por hecho que ya no requerirá de ti, le avergonzará tu sola presencia.

—¿Quieres callarte?— dio una zancada para llegar hasta él; —sino...

Rick se puso de pie y lo enfrentó, jamás dejaría que alguien como Lucca lo mirara desde arriba; —¿Sino qué, piensas amenazarme?

No, amenazar no era algo que hiciera, además no tenía como ni con qué. Tragó saliva, intentado que su nerviosismo no se notara.

—Escúchame bien jovencito — Rick habló tan cerca de su rostro que el fétido olor de su aliento lo embargó, —el hecho de que seas la servidumbre de uno de los Dorados más fuertes de nuestro clan no te hace más que yo— lo señaló, —si la Dorada Litza te recogió esa noche seguramente fue por lástima—, con su regordeta mano empujó al castaño por el pecho para hacerlo a un lado y caminar a la salida, después se detuvo en el umbral y agregó, —que te quede claro Lucca, aunque los dos somos Palladium, no somos iguales.

Lucca se dejó caer en su propia cama antes de lanzar un gruñido de desaliento, aunque detestaba remembrar nada de aquella noche hacía más de medio siglo, en realidad agradecía que las cosas hubieran sucedido de esa manera, de lo contrario no hubiera conocido a Zahir.

Llovía tan fuerte que las gotas de agua al golpear contra la piel causaban un ligero escozor.

Una alerta de bomba había sonado al norte del territorio Sulu y los líderes Dorados pensaron que era una "falsa alarma", como lo había sido la anterior, por lo que sólo Litza y Garreth acudieron al llamado junto con algunos Plateados.

—¿Crees que sea otra broma de Yuri?— rió Litza. Los hermanos Sulu se encontraban viajando dentro de una camioneta oscura.

—Si es así juro que iré yo mismo a su territorio para ponerla en su lugar— respondió el otro.

—Entonces harás justo lo que quiere; tendrá tu atención.

—¿La mía?— frunció el ceño, —¿Qué no era con el Dorado Yumiel Lanz con el que estaba empecinada?

Litza negó, —Tú lo has dicho: estaba; Yumiel la rechazó, ha declarado oficial y públicamente a su hermana Grisell como su pareja.

—Vaya. ¿Por qué eso no me sorprende?— ironizó, porque desde lustros atrás era notoria la atracción entre aquellos dos.

Litza estaba por decir algo más pero un destello cegador proveniente del sector que era su destino los hizo ponerse serios; definitivamente no era una "falsa alarma".

La radiación de la explosión alcanzó varios cientos de metros a la redonda, incluso los vehículos se sacudieron un poco; y cuando todo estuvo en calma de nuevo tanto los Plateados como los Dorados bajaron con cautela.

Inspeccionaron el lugar, la radiación había alcanzado incluso áreas fuera de su territorio, pero por "pertenecer a nadie" decidieron echar un vistazo también para hacer un recuento de los daños. Y fue entonces donde encontraron algunos cuerpos, todos sin vida, excepto a Lucca.

El joven vampiro inconsciente llevaba una pequeña cadena de metal en la muñeca derecha con un colgante diminuto donde su nombre estaba grabado. Litza decidió que lo mejor sería ponerlo bajo la protección del clan, dado que había sido hallado en un "territorio neutro".

Garreth se opuso puesto que ignoraban su procedencia, pero ante la insistencia y promesa de Litza de que ella sería la responsable de lo que sucediera, Lucca fue incorporado a la comunidad de los Palladium del clan Sulu.

Al saber sobre la explosión, Zahir fue el primero en salir corriendo de la mansión al encuentro de sus hermanos cuando estos arribaron; pero tan cálido, amable y humilde como solamente él era, se ofreció a cuidar él mismo del nuevo miembro del Clan, por lo que cuando Lucca despertó lo primero que vio fue ese par de orbes oscuros brillantes y llenos de curiosidad.

Lastimosamente Lucca no pudo responder a ninguna de sus preguntas, su mente, su memoria estaba en blanco; entonces a partir de ese momento se dedicó a crear nuevos recuerdos.

...

—¿Eso es todo?— Garreth elevó las cejas tras escuchar el breve reporte de Yomara, su estratega y conocedora de armas.

—Pues no es tan fácil como parece, incluso he recibido el apoyo de Adael, el Plateado Lanz— explicó ella con el nombrado tras de sí; —las balas son peculiares, pero el mecanismo del arma es relativamente común, creemos que esta es la más sencilla de todo un arsenal.

—¿Qué dices?— Aghar se alarmó.

—Mis señores Sulu— Adael hizo una ligera reverencia, se encontraba en un territorio diferente al suyo por lo que debía respetar también a los líderes de ese lugar; —la tecnología de las municiones es excesiva para un arma de este calibre, no rechazamos la teoría de que si alguien pudo hacer una bala como esta también pudo hacer cañones o rifles más sofisticados.

Litza exhaló y se dejó caer en su silla de piel; todos los Dorados de ese territorio se encontraban en aquél salón, excepto Zahir que fue prácticamente obligado a guardar reposo, aunque él alegó estar mejor la presencia de Grisell lo mantenía aún en su habitación sin sobre-esforzarse; —hay que hacerle saber nuestras sospechas a los Lanz.

—Habría que enviar a alguno de sus Plateados con la noticia— habló Garreth mirando a Adael; —¿Tú tomarás la responsabilidad?

—Sería un honor cumplir con esa tarea, pero creo que la más indicada es Trish, ella es más rápida—, no mentía, pero otra de sus razones para declinar era para quedarse con Zahir; suficiente había tenido estando "tan cerca y tan lejos", puesto que se habría quedado vigilando la puerta de los aposentos del pelinegro de no ser porque Grisell lo envió a los cuarteles porque sus conocimientos en armas eran requeridos para la resolución del caso.

Garreth cabeceó en señal de aprobación y Yomara junto con Adael se retiraron para ir en busca de Trish y encargarle la misión, no sin antes informarle a Grisell, ya que ella era la Dorada a quien tanto Adael y Trish debían rendirle cuentas.

...

—Pero ya he descansado mucho— se quejó Zahir arrojando las sábanas al piso.

—Nunca es suficiente, cariño— le acarició sus cabellos.

—¡Ya basta! ¿Por qué se empeñan en tratarme como si fuera a romperme?— manoteó para liberarse de la caricia.

—Porque estuviste en peligro, es normal querer mimarte.

—Pues no lo hagan— rugió molesto; pero entonces alguien tocó a la puerta; —adelante— balbuceó lo suficientemente fuerte como para que el sujeto lo oyera y acatara la orden.

—Dorado Zahir; Dorada Grisell— Adael apareció en el umbral de la puerta; —los líderes Sulu han solicitado que se lleve un mensaje a nuestro territorio, me he atrevido a proponer que sea Trish quien se encargue de esa tarea— expresó.

—Gracias— contestó Grisell, —infórmale a Trish que será la mensajera.

—Adael— habló Zahir.

—¿Sí?

—Por favor, pídele a Roy que llame al Palladium Lucca, saldré de mi habitación— si Zahir salía así como así, sin la ayuda de Lucca, este se enojaría ya que insistía en servirle siempre.

Adael asintió haciendo una reverencia, obligándose a apartar los ojos del pelinegro, definitivamente con el cabello desordenado y la ropa de cama se veía bastante apetecible.

El Planteado cerró las puertas dobles y caminó sólo unos pasos hasta llegar a Roy, que aguardaba a un par de metros del acceso a la habitación de Zahir.

—Plateado Roy— le habló Adael, —los Dorados Zahir y Grisell han expresado sus deseos, debes ir por Trish y hacerle saber que será la mensajera entre los Sulu y Lanz; yo iré en busca del Palladium Lucca.

Roy asintió, si esos eran los mandatos de los Dorados no debía cuestionarlos; le lanzó una mirada a Zuhey que hacía guardia en un pasillo contiguo indicándole que"cuidara su puesto" y luego se marchó.

Por su parte Adael consciente de que había torcido las órdenes de su líder y de Zahir, se encaminó a los subterráneos que eran donde habitaban los Palladium. Desde que vio a ese tal Lucca no le agradó mucho, era demasiado atlético para no ser un Plateado, además de que cuando le habló había contestado de "manera descortés".

Una vez que descendió por las escaleras de piedra y cruzó los mohosos pasillos, empujó la reja metálica y preguntó, —¿Dónde está Lucca?—, así, sin más, él era un Plateado y aún sin encontrarse en su propio territorio era más que cualquier Palladium.

—¿El recogido?— exclamó a manera de mofa un vampiro tan delgado que se podía notar sus huesos debajo de su pálido pellejo; —comparte la última mazmorra junto con Rick— señaló hacia cierta dirección.

Adael asintió y se dirigió hacia el lugar. Cuando estuvo frente a la celda no le importó incomodar al vampiro regordete que dormía en su sucia cama, sólo quiso llamar la atención de Lucca que yacía sobre su colchón, con los codos flexionados, usando sus manos como almohadas y mirando hacia el viejo techo; así que golpeó que su anillo metálico la reja, usó el anillo que identificaba su rango, todos los Plateados tenían uno, aunque con los escudos diferentes, dependiendo del clan al que pertenecieran.

Lucca se sentó, —¿Sí?

—El Dorado Zahir, me ha enviado por ti, solicita tu presencia.

—¿Te ha dicho para qué?— se puso de pie, tal vez sus heridas se habían abierto, con esa nueva arma de la que había escuchado hablar no tenía idea de lo que pudiera ocurrir.

—No lo sé; pero eso tampoco debería importarte— mintió y lo miró seriamente, —solamente eres su servidumbre, preocúpate únicamente por obedecer.

—Ay Lucca. ¿Cuándo aprenderás a no ser un igualado?— Rick ya estaba despierto, sentado a la orilla del colchón y atento a lo que sucedía, miró a Adael, quien por su atuendo se notaba que no era un Palladium; —lo lamento mi señor, aun habiendo sido recogido hace varios años, este muchacho no ha asimilado cuál es su lugar.

—Con su permiso— Lucca ya no quiso quedarse allí, además Zahir le llamaba, así que salió pasando a un lado de Adael, quien ahora le agradaba menos.

...

—Y dime. ¿Le has besado?

Ante la pregunta de Grisell, Zahir se sorprendió, así que bajó el rostro para evitar que su pelirroja amiga lo notase: —sí.

—¿Y?

—¿Y qué?

—Pues quiero saber si te gustó o no— insistió; —¿Quién lo inició?

—Sí, y fue él— respondió a ambas cuestiones.

—Vaya, sí que es osado— levantó ambas cejas, —no cualquier Palladium se atreve a hacer algo como eso, no a un Dorado; si tú no le correspondías pudo haber perdido la cabeza— Grisell hablaba de manera literal, si un Palladium se comportaba de manera incorrecta podía ser acreedor de una sentencia propuesta por los Dorados más ortodoxos.

—Lo hizo porque yo le dije que le quería.

Grisell sonrió al ver que el nerviosismo de su amigo aumentaba un poco; —si te pones así al recordar un beso, no quiero saber lo coloradas que tus mejillas estarán cuando me cuentes los hechos después de que lo declares tu pareja.

Zahir abrió los ojos en demasía; era verdad, el rito que implicaba el hacer a Lucca oficialmente su pareja era algo que lo descolocaba y causaba un ligero pero agradable escozor en su vientre bajo.

Alguien tocó a la puerta y entonces el pelinegro le indicó que entrara.

—¿Llamó?— Lucca hizo una reverencia al ingresar.

—Sí, yo...

—Olviden las formalidades— Grisell se puso de pie, ya que había permanecido en una silla junto a la cama, y se acercó a Lucca, se aseguró de que la puerta estuviera cerrada y luego tomó al alto por los hombros y lo obligó a avanzar hasta sentarse en el colchón, junto a Zahir. Luego volvió a su silla; —déjenme verlos bien.

El castaño parecía desconcertado, en definitiva Grisell se estaba comportando de manera muy extraña, pocos Dorados tocaban siquiera a un Palladium, mucho menos de manera tan confiada.

—Creo que sí, viéndolos bien no hacen una mala pareja— sonrió.

—¡ Grisell!— reclamó el pelinegro.

—¿Qué?— se hizo la desentendida; —yo sólo digo la verdad.

—Lo siento Lucca— Zahir bajó la mirada, —yo... le dije a Grisell que tú y yo... bueno...— estrujó la parte baja de su camisón.

El nombrado al verlo sonrió de manera inconsciente, por alguna inexplicable razón Zahir le transmitía ternura y paz; le acarició la mejilla y dijo ahora más relajado, olvidando las formalidades, —descuida, por mi no hay inconveniente; pero tú... tus hermanos, yo no quiero causarte problemas—; una de las razones por las cuales Lucca prefería mantener el secreto era porque no quería que Zahir fuera marginado por sus hermanos, por los demás Dorados; pero si Zahir era quien le había dicho a Grisell, sabía que era porque confiaba en ella.

...

Adael agradeció el hecho de que su líder Lanz hubiera regresado a los aposentos de Zahir y no permanecido en la habitación que se le había asignado, sino de otra forma no tendría un pretexto para permanecer también cuidando la entrada.

Pasaron algunos minutos, los cuáles le parecieron eternos, incluso Roy había vuelto a su puesto cuando las puertas dobles de la habitación se abrieron.

Grisell salió del recinto con su singular porte altivo y orgulloso, unos pasos más atrás lo hizo Zahir, la gabardina de este era un poco más larga que la de ella, así que al caminar esta ondeaba dándole presencia y un aspecto más fiero; finalmente el que salió de la habitación fue Lucca, quien se retrasó un poco solo para asegurarse de que las puertas quedaran bien cerradas.

Adael entonces pensó en aprovechar ese distanciamiento para intentar colarse y seguir de cerca de los dos Dorados antes de que se les uniera el Palladium.

—Plateado Lanz— le habló Roy haciendo que la intención de Adael quedara sólo en eso, —la guardia va al último— explicó.

Frunció el ceño confundido, a lo que Roy agregó, —cuando el Palladium Lucca está, él es quien sigue de cerca al Dorado Zahir, después de él vamos nosotros.

La mandíbula de Adael casi se descoloca, él jamás iría tras de alguien inferior; tal vez detrás de otro Plateado sí, pero no de Lucca.

—Olvídalo Roy— negó con la cabeza, —sé que estoy en territorios Sulu, pero es a mi líder a quien debo custodiar— se justificó; entonces sí se lanzó a alcanzarlos por los pasillos. La caravana quedó con los dos Dorados a la cabeza, Adael siguiéndolos de cerca, Lucca en tercer lugar y finalmente Roy. Zuhey se había quedado en su puesto.

—Zahir, cuando todo esto acabe sería grato recibirte en nuestro territorio— hablaba Grisell, —Arleny estará encantada de tenerte de visita de nuevo, también Lucca podría ir— sin dejar de caminar ella viró un poco el rostro para buscar al Palladium que estaba segura los seguía de cerca; pero a quien encontró fue a su guardia personal.

La afilada mirada de Grisell viajó del rostro de Adael hacia el sujeto que iba más atrás, —Lucca, ven— le llamó. El nombrado no hizo más que una leve reverencia y obedecer, acelerando su caminar y rodeando al Plateado para llegar hasta los Dorados.

Adael se detuvo por unos instantes, atónito, su propia líder había pasado de él, todo por un simple Palladium. Ahora los tres iban a la cabeza de la caravana.

—Te lo dije, Plateado Lanz— le recordó Roy, que al ver el gesto serio del otro complementó, —no sé cómo se haga en el territorio de ustedes pero aquí todos, incluso la servidumbre, son tratados de manera condescendiente, sobre todo por el Dorado Zahir, y ese comportamiento todos lo respetamos.

Tratando por todos los medios de contener un gruñido de molestia, Adael continuó su caminar hasta la sala principal donde los demás Sulu se reunían.

...

Garreth tomó el rollo de papel que Trish le había entregado, espero que la chica se retirara, y ahora con la presencia de todos en el salón, incluidos Zahir y Grisell, lo abrió, lo leyó y luego resumió la información para los demás..

—Los Dorados del clan Lanz, Yumiel y Arleny han decidido unir fuerzas con la manada Yahw; y ya tienen algunas noticias.

—¿La manada Yahw; los licántropos asesinos?— inquirió Aghar, no en tono de molestia sino de verdadera curiosidad. En el pasado los Yahw, liderados por Jessica habían arrasado con varias manadas menos numerosas, eso había sido por mero capricho de la líder y su idea para ampliar el territorio de manera sanguinaria; pero hacía unas décadas, un licántropo justo y sensato llamado Yossmar cansado de los abusos la retó a un duelo a muerte por el trono, y ganó.

—Mis hermanos y yo confiamos en el nuevo líder, Yossmar es un sujeto ecuánime e imparcial— intervino Grisell.

Garreth asintió y continuó con la explicación de lo que venía en la carta, —el rastro ha llevado a los licántropos hacia el norte, cerca de la barranca de fuego.

—¿La barranca de fuego? Pero allí está deshabitado— intervino Zahir.

—Eso es lo que se piensa pero hace medio siglo corrió el rumor de que algunos sobrevivientes del clan Kiell se alojaban justo a la orilla de esa barranca— habló Celmy, una de las dos mujeres en el recinto; la otra era la estratega Yomara, pero ella por ser Plateada sólo debía hablar cuando se le era permitido, es decir cuando se le pedía su opinión.

—¿Y por qué yo no lo supe?— reclamó el pelinegro.

—Porque fue sólo eso, rumores; yo misma viaje hasta el norte junto con los más hábiles Plateados de nuestro clan y no encontramos absolutamente nada.

Zahir gruñó por lo bajo algo molesto, no le gustaba que hubiera detalles desconocidos para él.

—Entonces si el rastro ha llevado hasta ese lugar puede ser que ahora ya no sean simples rumores— Grisell trató de regresar al tema principal.

—Investigaremos— dijo Garreth, —debemos formar un nuevo escuadrón.

—Inclúyanme en él, junto con mis dos Plateados— Grisell se llevó la mano derecha al pecho e hizo una leve reverencia, —este es un asunto que nos compete a todos, nada me enorgullecería más que participar en él.

—Hermano, yo iré también— el pelinegro copió la pose de su amiga.

—Zahir, tú estás convaleciente.

—No me ocurrirá nada, lo aseguro; la última vez me tomaron por sorpresa, no volverá a suceder.

Hubo un silencio, en el cual los mayores intercambiaron miradas, hasta que Aghar exhaló y dijo; —el equipo estará conformado por diez elementos. Irán los tres Lanz; Zahir, Litza, Yomara y cuatro Plateados de los nuestros; —informó y luego se dirigió a la estratega, —prepara las armas y selecciona a esos cuatro.

Ella asintió.

Litza miró a Grisell y a Zahir, luego tomó lapalabra, —vayan a descansar un poco, no sabemos lo que nos espera.    

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top