19. El bosque.
Poner los pies en tierra firme era un verdadero alivio, no es que odiara el mar pero sentir el vaivén de las olas durante varias horas tenían a Zahir un poco exhausto.
—Nos adentraremos para acampar, debemos llegar al área más espesa lo antes posible— expresó Amín señalando hacia el bosque, pronto el sol saldría y entonces solo los licántropos serían capaces de continuar.
De inmediato, ante aquellas palabras, los soldados se fueron desplegando y formando grupos, dispersándose y avanzando hacia el bosque en un figura similar a un abanico. Por su lado, Vann reunió a los suyos, les dio un par de órdenes y luego ellos hicieron lo mismo que los vampiros.
—Nosotros no somos del todo criaturas nocturnas, pero supongo que deberemos acostumbrarnos a dormir de día, es el único momento en el que estaremos a salvo— dijo el beta al comenzar a caminar a la par junto con Zahir y Lucca.
Vann era alto, mucho más alto que Lucca, tenía una cicatriz surcando desde la sien izquierda hasta su pómulo, su ojo se había salvado; la nariz respingada y los labios simétricos le daban un ligero aire de arrogancia; y su cabello lacio y rebelde de un color cenizo era igual que el pelaje de su forma lobuna.
—Yo no creo que "a salvo" sea una buena forma de describir las cosas— dijo por fin Cosme, que caminaba delante de ellos; —el bosque de Bahumme guarda algunas sorpresas.
Zahir miró a Lucca, no con temor sino con curiosidad; ¿qué acaso no estaban en un bosque común?
—Este lugar es como un cementerio— habló Amín, reduciendo la velocidad de sus pasos para que ellos pudieran darle alcance; —aunque los cuerpos no se encuentran aquí, cuando un vampiro perece su esencia permanece en este lugar; es algo que simplemente nadie ha podido explicar.
"Fantasmas"; eso había querido decir, ¿cierto? Eso era curioso, pensó Zahir, puesto que esos entes no existían... pero bueno, lo mismo había creído de los Baileyi's.
—Varias generaciones de los Romanno rondan en el bosque de Bahumme— agregó Cosme, —además de muchos otros más entes; pero con la lucha que hubo contra los Kiell no se puede asegurar que los que hay ahora no tengan intenciones dudosas.
Zahir frunció el ceño algo pensativo: los Kiell eran enemigos poderosos de los que habría que cuidarse muy bien, y ahora también habría que ser precavidos con los seres intangibles.
—No creo que las criaturas incorpóreas nos tomen por sorpresa, pero aún así, agradezco el aviso— dijo Vann con serenidad, refiriéndose al gran sentido del olfato y vista que poseía su manada.
Después de ese comentario los demás diálogos se centraron en la descripción de la zona, las áreas más rocosas, las que debían evitar y el camino más rápido hacia la fortaleza Romanno.
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—Lucca— le llamó en un casi susurro.
—¿Mmh?
—¿Crees que una guerra sea...?
—¿Necesaria?— completó, girando un poco para mirarlo mejor. Habían decidido permanecer en las ramas de un frondoso y grueso árbol; era de día pero por lo espeso y alto de la vegetación los rayos de luz apenas se colaban; por su parte los licántropos yacían en cerca de las raíces, a unos metros de los Baileyi's.
—Sí.
—Zahir, pasará lo que tenga que pasar; y si mis hermanos creen conveniente iniciar una cacería de brujas que así sea, yo los apoyaré.
Meneó la cabeza de manera afirmativa, comprendía perfectamente bien lo que ocurría; exhaló y dijo entonces lo que deseaba. —Cuando la batalla comience no quiero un trato especial— pidió.
—¿Eh?— Lucca lo miró aún en la penumbra.
—No me hagas a un lado, asígname una tarea, inclúyeme en las filas de guerra; no me hagas sentir inútil.
Sus labios se alzaron en una tenue sonrisa y estiró la diestra para tomar la de su pareja.
—Lucca, estoy hablando en serio— apartó la mano.
—Lo sé— respondió al volver a intentar tocarlo, y esta vez sí tuvo éxito.
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—¿Piensas que será tan sencillo como una cacería de brujas?—; la voz era chillona e incómoda, —los Romanno no lo meditarán, sólo actuarán como bestias y eso será una gran ventaja.
—¿Ventaja?— indagó; escuchaba perfectamente a su interlocutor pero no podía verlo, porque no podía abrir los ojos; luchó contra sus propios párpados pero estos parecían demasiado pesados.
—Ventaja para nosotros— dijo convencida aquella voz; —y tú podrías ser la causa.
"¿Cómo?" quiso preguntar pero la palabra quedó atrapada en su garganta, o mejor dicho, atorada; ya que unos fríos, largos y huesudos dedos hicieron presión en su cuello.
—Aaghh— trató de respirar, alargó los brazos con la intención de apartar a su agresor pero no daba con él, y el estar invidente lo estaba desesperando aún más.
Lo intentó de nuevo, pero esos dedos hicieron más presión haciéndole soltar una arcada, su cuerpo se sacudió en un inesperado respingo y entonces pudo abrir los ojos.
—¿Zahir, estás bien?— los ojos oscuros de Lucca le miraban con algo de preocupación.
—Yy-yo... sí.— declaró al observar alrededor; la casi inexistente luz que se colaba y rebotaba en lo más alto de los árboles indicaba que pronto sería de noche y que debían seguir con su camino.
Zahir pensó lo que era obvio: había tenido unmal sueño, pero al tocarse el cuello lo sintió bastante dolorido.
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