18. Partida.

—No creo que sea necesario, no por más tiempo— expresó Garreth debatiendo la idea sobre la ayuda que Will y Mark les brindarían; —agradecemos su apoyo pero de ahora en adelante considero que podremos afrontarlo nosotros mismos.

Zahir apretó los labios, estaba de acuerdo con él, y eso ya se lo había expresado a Lucca en la intimidad de su alcoba.

—Lo sé, y los respeto por eso— dijo Lucca, —pero sé lo que he visto; la persecución de Tylem estos meses no fue del todo infructuosa, pudimos ver de lo que es capaz— exhaló, —y sí sus hombres ya han estado aquí no dudo que hayan estudiado sus puntos débiles.

Garreth estrujó su puño recordando lo que era cierto: uno de los muros de su fortaleza había caído con gran facilidad segundos antes del ataque masivo.

—Hermano— Litza tomó la palabra, —creo que Lucca está en todo su derecho de hacer lo que le plazca con la caballería que tiene; si él desea dejar unos cuantos o incluso la mitad de ellos en territorios aledaños, ¿quiénes somos nosotros para impedirlo?— entrelazó sus propios dedos y apoyó los antebrazos sobre la enorme mesa de madera; —siempre y cuando no invadan nuestro espacio ni presenten una amenaza, no veo el porqué de tu negativa— y tras decir lo último a su mayor, le dedicó una mirada a Lucca dándole así la idea y alternativa de que aunque la mayoría de los Sulu se opusieran o rechazaran su apoyo, no podrían protestar si los soldados se instalaban en territorios aledaños neutrales. Él meneó la cabeza en señal de agradecimiento.

Todos los hermanos Sulu estaban dispuestos tras una mesa vieja, larga y rectangular; ante ellos se hallaban Zahir y Lucca.

Garreth se removió en su asiento hasta apoyarse por completo en el respaldo, eso los presentes lo tomaron como un signo de rendición ante ese tema y lo dieron por zanjado dando así pie para mencionar lo otro que Lucca había dicho también.

—Sobre su partida— habló esta vez Aghar; —¿el viaje será muy largo?

—Cruzar Jakda llevará una noche, atravesar el bosque llevará algo más. Sobre el tiempo de nuestra estadía aún no es seguro— informó Lucca.

—Y tú, Zahir, ¿estás consciente de ello?— miró a su hermano menor.

—Sí, así es.

Aghar imitó la pose de Litza, separó la espalda de su asiento y contempló los ojos de Zahir; —¿irás con él?— lanzó la otra pregunta.

—Sí.

—¿Y no te importa tu familia; qué tal si somos atacados durante tu ausencia?

El pelinegro frunció el ceño de manera violenta, —¡Por supuesto que me importa!

—¡Ay, por favor hermano. No puedes hacer eso!— Celmy se puso de pie empujando su silla hacia atrás y haciendo que las patas chirriaran contra el suelo de piedra, inclinando su cuerpo hacia adelante por sobre la mesa y ladeando el rostro para poder mirar a todos sus hermanos; —¡no pueden hacer que Zahir escoja entre Lucca y nosotros; no sean ridículos!

Litza se relamió los labios antes de sonreír suavemente, cruzar los brazos sobre su pecho y relajarse en su asiento, Garreth no hizo gran movimiento. En cambio Aghar sólo se aclaró la garganta.

Celmy sonrió, —vete Zahir, estaremos bien—, rodeó la mesa para acercarse a él, y una vez frente a frente le plantó un suave beso en la mejilla; —lo prometo.

Zahir asintió; luego ella se movió un poco hacia la derecha para encarar a Lucca, levantó un poco más el rostro debido a su altura y dijo; —está de más que lance advertencias y amenazas en nombre de mis hermanos, así que mejor me las guardaré; sólo he de pedirles que no se olviden de nosotros, vuelvan cuando lo deseen.

—Gracias— exclamó Lucca.

...

..

.

—¡Leven anclas!— escuchó la voz de Amín y luego algunos pasos hicieron rechinar las tablas sobre su cabeza; se hallaba en un viejo camarote, en una barco a punto de zarpar. Había abandonado territorio Sulu, no sin antes enviarle un lechuza a Grisell mencionando su partida; caminado por un gran área llena de árboles menores y algunas colinas, donde descansaron un poco. A la noche siguiente avanzaron otro tramo hasta llegar a un viejo muelle donde un grupo de soldados, junto con algunos licántropos los esperaban. Y ahora estaba allí, sentado en el viejo colchón de un viejo camarote de un viejo barco, a punto de zarpar.

—¿Estás bien?— la voz de Lucca lo hizo voltear hacia la pequeña puerta de acceso.

—Ss-sí.

Lucca enarcó un poco sus cejas, no estaba convencido, así que se acercó hasta donde estaba el pelinegro y se hincó frente a él.

—Ey, ¿qué sucede?

—Nada— se encogió de hombros, —es sólo que...— bajó la mirada.

—¿Es sólo que qué?— con su diestra le obligó a mirarlo a los ojos.

—Es sólo que estoy nervioso— declaró, —nunca he estado lejos de mi familia y yo...—entonces quiso ser más claro y comenzó a hablar un poco atropellado, —no me mal interpretes, sí quiero ir contigo pero temo que el cambio sea...

—Sshh— Lucca lo hizo callar, —comprendo; y en verdad estoy agradecido por el hecho de que estés dispuesto a acompañarme, sé que no es fácil estar alejado de los tuyos, lo entiendo.

—Lucca, no quise remembrar eso— sabía que el tema de su pasado era algo delicado.

—Lo sé, cariño— le abrazó; —pero es la realidad— acarició su cabello, luego su espalda; —de ahora en adelante me gustaría que no nos guardemos nada, que hablemos sobre lo que nos preocupa o nos molesta, sin importar qué sea; ¿te parece?

Zahir meneó la cabeza de manera afirmativa; Lucca se separó de él sólo un poco para depositar un casto beso en sus rosáceos labios.

—Lucca— le llamó después de ello.

—¿Sí?

—Te quiero, te quiero demasiado; y pensé que siempre sería yo quien cuidaría de ti— con esa declaración dejaba en evidencia su verdadero temor.

El castaño le atrajo hacia él de nuevo, uniendo sus frentes, cerrando los ojos, aspirando su aroma; —siempre lo has hecho, y siempre lo harás; siempre has sido tú. Es por ti que aún sigo vivo, Litza rescató mi cuerpo tras aquella explosión, pero tú salvarte lo que quedaba de mi alma, después de todo lo que ocurrió con Sulli pensé que nada tendría sentido de nuevo, pero nos conocimos y me enamoré de ti; daría mi vida por ti.

—No, por favor no.

—¿Qué cosa?— Lucca se abrió los ojos y se separó un poco ante el tono asustado en la voz de Zahir.

—No lo hagas— reiteró, —no atrevas jamás a dar tu vida por mí.

—Zahir, no puedes pedirme que no lo haga.

—Sí, sí que puedo— frunció el ceño, eso último pareció más una orden.

Lucca abrió la boca listo para debatir, pero unos nudillos tocando a la puerta lo detuvieron.

—Señor Romanno, Amín solicita su presencia en cubierta— era uno de los soldados.

—En seguida me reuniré con él— contestó Lucca, y cuando los pasos del sujeto se escucharon lejanos volvió a centrar su atención en Zahir que permanecía con el ceño fruncido.

—Está bien— exhaló, —no quiero discutir— le besó entre las cejas para deshacer la marcada arruga; en realidad no se estaba rindiendo ante aquél tema, sino que estaba plenamente convencido que de ser necesario lo haría, daría su vida a cambio de la de Zahir, y eso lo probó cuando prácticamente obligó a Adael a huir con él a través del túnel. Por lo que ahora pensó que sería mejor mencionar otro asunto, —iré con Amín, planearemos la ruta que llevaremos en cuanto toquemos tierra, ¿me acompañas?

—Claro— por supuesto que iría; tal vez no poseía grandes habilidades de estratega pero algo había aprendido de Yomara con los años, además de que no quería ser un inútil.

Ambos subieron por las escaleras de madera y entonces el olor a sal les golpeó el rostro; una vez que estuvieron en cubierta Zahir quedó maravillado: el agua estaba bastante tranquila y la luna que empezaría a menguar pronto hacía que brillara, parecía plata líquida; levantó la mirada y más allá vio un par de barcos que viajaban a la par, y era obvio ya que con la cantidad de soldados que poseían un barco sería insuficiente. Escuchó un fuerte gruñido, entonces giró sobre sus talones y vio que había más naves, que no solo transportaban soldados, sino también a los Baileyi's y a algunos licántropos.

Exhaló, estaba agitado, ansioso, temeroso;muchas cosas a la vez. No sabía qué esperar de su nuevo destino, sólo sabía queno quería estar apartado de Lucca; y como si este le leyera el pensamiento,compartiendo su necesidad, le tomó de la mano y juntos caminaron hacia Amín,que sostenía un mapa viejo y maltrecho.


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