Capítulo 28

Hola! Ah, el tan esperando capítulo final... Como he dicho antes, Elysium para mí siempre se trató sobre escapar y diferencia la realidad de lo no real. La historia para mí no era más que eso, aunque muchos han pedido por una continuación. No puedo dar una respuesta exacta a eso de momento, había empezado una pero sinceramente no me gustó cómo estaba quedando.. .Bien, ya veré que hago con eso y les haré saber luego.

Ahora, sin perder más tiempo, les dejo el cap final. Espero que lo disfruten, y no se olviden de votar y/o comentar! Muchas gracias por haber leído hasta aquí, por cada uno de sus comentarios y votos, por haberme acompañado en esta locura que significó escribir Elysium. ¿Qué significa el título? Es la palabra griega con la cual se llama al paraíso de los héroes, aquel lugar perfecto e idílico.

Disfruten la lectura!

Xoxo, Sofi

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No le resultó muy difícil a Chris abrir la puerta, o cerrarla una vez que estuvieron fuera. Melody sentía más que nada el peso de aquel pedazo de papel en su bolsillo. Y había algo en el fondo de su mente que la perturbaba, un pequeño grito de alarma que no podía entender. Era como tener las palabras en la punta de la lengua. La mancha de humedad en el suelo la había perturbado enormemente aunque no sabía por qué. Y ella sabía que ese mensaje había sido dejado allí para ella, estaba completamente segura de ello. Suspiró, tan solo le quedaba averiguar lo que había al final del camino. Seguiría las pistas y tal vez encontraría la respuesta, fuera cual fuese.

Tan pronto como estuvieron fuera del departamento otra puerta se abrió en el pequeño corredor y una pequeña niña salió. Melody se detuvo abruptamente al verla y el aire le falló por un segundo. Los ecos del pasado estaban allí, gritándole algo que no podía comprender. ¿La conocía? No era nada más que una niña, una pequeña de no más de diez años con unos grandes ojos castaños en su inocente rostro a juego con su cabello. Y la miraba desde abajo con una calma sobrenatural, pero al mismo tiempo con un brillo infantil. Estaba sorprendida, y salió de su departamento solo cuando juntó el valor suficiente para detenerse frente a Melody y abrazar sus piernas.

—Creí que algo terrible te había pasado. Nos tenías muy preocupados. Deberías haberlo visto, estaba tan asustado por ti —dijo la pequeña niña demasiado rápido—. Por favor, no vuelvas a desaparecer nunca más de ese modo. ¿Por qué tardaste tanto?

Melody sintió la realidad golpearla directo en el rostro. Sí, esa niña la conocía, y sin embargo ella no podía ni siquiera pensar en su nombre. La alejó suavemente y se agachó para estar a su altura, luchando contra la dura verdad para no mostrar cómo le afectaba. No, no podía decirle a esa niña que no tenía la menor idea de quién era, no era el momento. Así que en su lugar se esforzó y logró sonreírle, pasándole una mano con cariño por su salvaje cabello. Y ella la miraba con sus grandes ojos bien abiertos.

—Tranquila, ya estoy aquí —dijo ella.

—Pero no eres tú —susurró la niña asustada y Melody se paralizó—. Tu aura no luce bien. ¿Dónde están el rojo y el rosa y el naranja que habitualmente tienes? Y es como si algo faltara. Una pieza de ti falta, una muy importante. ¿Qué sucedió?

—Me atraparon —dijo ella y la niña se estremeció—. Escucha, estoy bien. ¿Ok? Pude escapar y estoy sana y salva y...

—¿Qué es lo que te hicieron? —preguntó la niña con temor y Melody dudó un momento antes de mirarla a los ojos y decirle la verdad.

—Jugaron con mis recuerdos. Me hicieron creer que era una persona completamente diferente, con una vida completamente diferente, y aún sigo luchando contra aquello.

—Y no recuerdas la verdad —concluyó la niña y negó con la cabeza—. No. Esto está mal. Esto está muy mal. Tiene que haber un modo de solucionarlo. Tal vez Nate pueda arreglarlo. Tienes que buscarlo ahora mismo. Tal vez él pueda hacer algo.

Melody no se atrevió a decirle que el joven del cual hablaba estaba muerto, la niña ya parecía tener demasiado por sí sola. Escuchó los ruidos en el departamento de ella y la pequeña se apresuró a cerrar la puerta. El silencio reinaba en el pasillo; Chris, Zachary y Gabrielle habían mantenido una respetuosa distancia al permanecer detrás. La niña levantó la vista de nuevo y la miró con dolor.

—¿Realmente no sabes quién soy?

—Lo siento.

—¿No te acuerdas de cuando nos conocimos? ¿O del grasiento Ed? ¿O de cómo ustedes lo hicieron salir corriendo de aquí? Él era tan malvado, tenía a todos aterrorizados aquí, mis padres le temían cada vez que venía a reclamar la renta. Y entonces ustedes aparecieron y se hicieron cargo de él y al cabo de unos días todo se solucionó. Lo dejaste colgando del barandal, fue muy divertido.

Melody miró el lugar que la niña señaló e intentó imaginar como ella pudo hacer aquello. Pero nada de lo que la niña decía tenía sentido para ella ni despertaba el más mínimo recuerdo. Y la pequeña pareció notar aquello también porque la miró con la desilusión de la cual solo era capaz alguien tan joven. Cogió su mano para alejarla de los demás y entonces la obligó a agacharse de nuevo, acercándose más para que escuchara su bajita voz.

—Dime que no andas con ese chico de allí, porque no estás destinada a estar con él.

—¿Qué?

—Ya sabes. Él no es tu media naranja, tu príncipe azul, como quieras llamarlo. Y no dejaré que los agentes arruinen mi favorita OTP solo por haber jugado con tu mente. ¿Encontraste la nota?

—¿La servilleta?

—Lo que sea. Tonto, siempre haciendo las cosas complicadas. Ve directo a donde debes y no te distraigas por nada. ¿Entiendes? Y por favor, por favor, sé considerada. Créeme, estar de este lado de la línea no se siente mejor que estar del tuyo.

Ambas giraron la cabeza cuando escucharon el ruido de la puerta y una mujer se asomó fuera. La madre de la pequeña. El alivio llenó completamente su expresión al ver a Melody y ella rápidamente se enderezó. No, no otra vez pasar por lo mismo.

—Melody, gracias a Dios, nos tenías a todos tan preocupados por ti y...

—Mamá, no —dijo la niña cogiendo la mano de su madre para meterla dentro y miró una última vez a Melody—. Lo siento mucho, en serio. Y sé amable con él, porque esto le dolerá tanto.

Sin decir nada más la niña cerró la puerta, abandonándola en medio del corredor. Se dio vuelta lentamente para mirar a los demás sin saber qué decir. Ella no llevaba años desaparecida como ellos, quienes la conocían no la habían olvidado. Y se sentía tan mal no poder reconocerlos. ¿Sería así siempre? Agradeció que nadie dijera nada al respecto mientras bajaban las viejas escaleras y salían del edificio. El ruido de la calle le ayudó a distraerse aunque tuvo que forzarse a prestar atención al aquí y ahora ya que de lo contrario temía que se transportaría a otra parte dejando a sus amigos atrás. La actividad era intensa en la mañana, los ruidos de los vehículos ensordeciendo todo, la ciudad despertando para un nuevo día.

Las calles le resultaban tan familiares, como si las hubiera recorrido un millón de veces, y no podía recordar ninguna. Ni siquiera sabía el nombre de la niña. Y sintió su sangre arder, porque claramente la niña no era normal si había hablado de ver su aura, y pensó en la mujer de traje blanco poniéndole una mano encima y se arrepintió de no haber acabado con ella la noche anterior. Tal como la pequeña le había pedido no dejó que nada la distrajera, fue directo a la dirección que decía la servilleta. El viaje en bus le resultó una completa tortura, porque si no estaba en movimiento entonces se ponía a pensar en lo que había ocurrido y en que aquello ocurriría un millón de veces más. Con cada persona que se cruzase. Sin importar quien fuera.

—Lo siento —dijo Chris a su lado.

—Me dijiste que alguien en New York debía estar buscándome. Y aquello me hizo sentir feliz, porque me hizo pensar que no estaba sola, que no había sido abandonada y dejada atrás. Pero ahora, ya no sé cómo sentirme al respecto, porque es horrible ver a una persona y no reconocerla y ver cómo el corazón de esta se rompe al comprender la verdad.

—No tienes que hacer esto si no quieres, lo sabes.

—Realmente no sabía quién era. Y todo este tiempo ellos estuvieron preocupados por mí.

—Se pasará —dijo él y suspiró—. Tiene que haber un modo de recuperar tus recuerdos. Tú no olvidaste, no como nosotros. Apenas fueron unas semanas bajo la influencia del velo. Tal vez puedas recordar con el tiempo, quizás es solo cuestión que la influencia de este desaparezca por completo y listo.

—¿Acaso siempre tienes esperanza?

—Es lo último que muere. ¿No? Tener esperanza es lo único que me ha mantenido adelante todo este tiempo —dijo Chris y le sonrió—. Y mira donde me llevó. Intenta ver el lado positivo de las cosas. Somos libres, y ahora sabes que ellos nunca más podrán volver a ponerte una mano encima o atraparte.

Melody se esforzó en sonreírle. En frente de ellos Zachary la mirada de un modo indescifrable, como si fuera consciente de su dolor y pudiera comprenderlo. Gabrielle se acurrucaba a su lado, mirando a Melody con lástima. Se mantuvo en silencio todo el viaje, porque no había nada que pudiera hacer o decir para evitar lo que ocurriría. Y no lograba juntar el valor suficiente para hablar. Aún cuando sabía que debería hacerlo, que tenía aquella obligación. ¿Pero cómo? Debía ser horrible reencontrarse con aquellos que no podía recordar pero la recordaban, y aún así Melody pudo sonreír. Y en aquella sonrisa no había tristeza en absoluto, no como siempre había sido desde que Gabrielle la conocía. Había un pequeño destello en sus ojos. E increíblemente no había llorado en lo que iba del día, tal vez porque lo había hecho lo suficiente durante la noche.

El bus los dejó en medio de una plaza, justo en la dirección debida. Los ciudadanos entraban y salían de los cafés con sus desayunos para llevar, el sol bañaba la inmensa iglesia que había a un lado, una obra pública se encontraba en el centro rodeada por improvisados muros de pizarra donde las personas se acercaban para escribir lo que harían antes de morir. Había vida y risas y alegría en aquel lugar, nada más que un punto común en Brooklyn. Y se sentía tan extraño estar allí, tan diferente, porque aquel era el mundo real y ellos finalmente eran libres. Incluso el canto de los pájaros era diferente, las campanas de la iglesia, las voces de todas las personas viviendo allí.

Melody se olvidó por completo de la dirección escrita y fue directo al muro de pizarra. Y Gabrielle se estremeció, porque había visto esa misma escena también dibujada en su cuaderno. Se mantuvo atrás, observando cómo ella sonreía al examinar las tizas de colores y las cosas escritas y dibujadas. Lucía inocente, y feliz, como si estuviera en casa de algún modo. Gabe se abrazó a ella misma, sabiendo que debía hacerlo, que debía decirle la verdad en aquel momento. Pero no se atrevía, porque no podía romper la ilusión de aquella joven, no luego de haber visto lo rota que había estado en Elysium. Porque si así había sufrido sin conocer el motivo, si lo conociera tan solo sería peor.

—¿Qué te sucede? —preguntó Zach—. Has estado extraña.

—No encontrará nada aquí.

—¿Por qué no?

—Porque él le dejó esa nota.

—David dijo que si Melody seguía el camino indicado encontraría lo que buscaba —dijo Chris y Gabe lo miró sin palabras.

—¿Cuándo dijo David eso?

—Lo encontramos en el ayuntamiento. No tuvimos oportunidad de salvarlo, él tampoco quería venir con nosotros —respondió Zach—. El encierro realmente lo había enloquecido, creo. Espero que haya tenido razón al menos en eso que escaparía esa misma noche por su cuenta, tuvo razón al decir que la chica que buscábamos no estaba allí. Y dijo que escaparíamos cuando la sangre fuera derramada.

—Pero estaba equivocado en lo demás. No encontré sufrimiento aquí por seguir a Melody. Y creía que Nathaniel Devang estaba vivo además que tendría problemas por fijarme en su chica.

—Pero lo hiciste —dijo Gabrielle sin terminar de creerlo y Chris la miró sorprendido—. Lo hiciste, te fijaste en su chica. Y Melody tenía razón cuando te dijo que lo que un vidente decía, se cumplía a la perfección.

—Gabe... —dijo su hermano con preocupación.

Ella no pudo soportarlo más y sacó de su chaqueta una de las arrugadas fotografías del archivo de Melody. Se la entregó a Chris con una temblorosa mano y todo el color abandonó su rostro al ver a los dos jóvenes allí, de la mano, sonriendo, reinando el mundo y divirtiéndose juntos. Cada pequeña pieza cayó en su lugar entonces. Y al levantar la vista y mirar a Melody se preguntó cómo demonios pudo haber estado tan ciego. Y solo entonces fue consciente de lo maldita que aquella situación era, porque alguien debía decirle la verdad a ella. Escuchó a Zachary soltar una maldición a su lado y los tres miraron a la joven comprendiendo por primera vez, quizás, su historia.

—Hay que decirle. Alguien tiene que decirle. Será peor si lo descubre por su cuenta —dijo Zach.

—¿Y cómo demonios pretendes hacer aquello? —preguntó Chris—. Ya has visto cómo se pone, cómo estaba ayer. Esto la destrozará.

—Pero tiene que saber.

—Por eso lloraba, por eso ellos la querían —dijo Gabrielle—. Él realmente prefirió salvar la vida de ella sobre la suya, y ella no pudo alcanzar su mano. Tenemos que decirle la verdad.

Los tres intercambiaron una mirada llena de dolor y lástima. Finalmente, fue Chris quien asintió y se resignó a ser el mensajero. Se acercó a Melody intentando comprender cómo haría para decirle las palabras correctas pero sencillamente no sabía cómo. Y ella lucía tan inocente, tan ingenua leyendo los mensajes escritos en tizas de colores, tan ajena a la realidad que él se odió por tener que romper aquella pequeña burbuja en la que vivía. Pero Gabrielle tenía razón al decir que alguien debía decirle la verdad, porque de lo contrario Melody esperaría por nada y sería peor si lo descubría por su cuenta. Se detuvo a su lado, pensando en lo idiota que había sido por pasar aquello por alto. Debió haber escuchado a David, él le había dicho la verdad desde el primer segundo, Chris tan solo había entendido mal.

—¿Has visto esto? —preguntó Melody y golpeó un mensaje escrito en tiza blanca—. Es una cita de un libro, mi libro favorito de hecho.

—¿En serio? —preguntó él y ella asintió.

—Una vez me preguntaste cuál era, y yo no te respondí. Pero siempre lo supe. Mi libro favorito es Jumper, supongo que no debería sorprenderme. Después de todo, soy como David Rice. Supongo que por eso nos aferramos a esos personajes, porque nos sentimos identificados y son los únicos con los cuales podemos compartir nuestros secretos. David Rice, el Doctor, Carrie...

—Melody, hay algo que tengo que decirte. Me pediste que te ayudara a encontrar a una chica. Me dijiste que buscara a la chica que pareciera linda e inocente pero que debajo fuera astuta y peligrosa, porque le divertía el riesgo y era adicta a la adrenalina.

—Sí. ¿Y?

—Y la he encontrado, solo que temo que ella no lo sabe.

Melody se giró para mirarlo y la lástima en la mirada de Chris hizo que su corazón se detuviera. Por un instante temió haber comprendido bien lo que él estaba intentando decirle pero un llamado distrajo totalmente su atención. Chris no se alteró, por lo que Melody se preguntó si tal vez lo hubiera imaginado. Pero entonces volvió a escucharlo. Su nombre, dicho perfectamente dentro de su cabeza. Ella se giró ante el sonido de aquella voz y entonces alguien cogió su rostro entre sus manos y la besó intensamente. Sintió la feroz necesidad en aquel gesto, el inmenso alivio luego de meses de desesperación y miedo. Aquello la tomó totalmente por sorpresa y por tan solo un segundo se olvidó de todo pero rápidamente entró en razón y retrocedió un paso, espantada, rompiendo de aquel modo el beso.

Miró al extraño frente a ella sin saber si debía golpearlo o correr tan lejos como fuera posible. Su corazón se saltó un latido al reconocerlo, tan real, tan vivo. A su lado Chris estaba tan pálido como la muerte y más atrás Gabrielle y Zachary no lucían muy diferentes. Melody no los juzgaba, ella misma se sentía como si estuviera viendo un fantasma frente a sus propios ojos. Pero el joven estaba tan vivo como era posible aunque meses siendo consumido por su preocupación habían dejado su marca. Lucía como si acabara de hacer la carrera de su vida, su castaño cabello totalmente despeinado, sus prendas negras arrugadas como si hubiera dormido con ellas, como si en los últimos meses no hubiera hecho más que esperar. Y eso era lo que había hecho. Pero sus ojos brillaban con una vida renovada, pequeñas manchas de verde y dorado haciendo que el marrón fuera incluso más cálido.

—Temí nunca más volver a verte. Creí que sería capaz de ir a buscarlos a todos y hacerles pagar si te había perdido. Lo siento, lo siento tanto. Aquello jamás debería haber ocurrido —dijo el joven, su voz completamente abrumada por todos los malos sentimientos del pasado y el alivio del presente—. Melody, por favor dime que ellos no te hicieron nada malo, que no te lastimaron.

—Estás vivo —dijo ella sin terminar de creerlo.

—Melody...

Retrocedió un paso cuando el joven se acercó y de un golpe evitó que volviera a tocarla. No sabía qué hacer. No sabía qué pensar o creer. Había estado tan equivocada todo aquel tiempo. Recordó a la mujer riéndose en su cara, diciéndole que había perdido lo que más amaba y jamás podría recordarlo. Pensó en todos sus dibujos, en todos los pequeños detalles que pudieron haber delatado la verdad, pero ella estaba tan convencida de no haber estado involucrada en aquella historia de ningún modo. Y apenas podía soportar estar frente a aquel joven o mirarlo a los ojos al saber la verdad. Pensó en las palabras de la niña. ¡Había sido tan malditamente evidente y ella había sido tan estúpidamente ciega! Y vio el momento exacto en que el alma de él se rompió al fijarse dentro de su mente y comprender lo que le habían hecho, comprender que ella no sabía quién era.

—No —dijo él y lo repitió una y otra vez—. No. No. No. ¡No! Ellos no pudieron haberte hecho esto. Melody por favor dime que no es así. ¡No puedes no saber quién eres!

Él intentó coger su rostro entre sus manos y ella se alejó de nuevo. Y la desesperación volvió a aparecer en sus ojos junto con el inmenso dolor. Lucía como si alguien le hubiera hecho lo peor posible. ¿Y acaso no era así? ¿A cuántos agentes él había manipulado para ser diferentes? Y ahora alguien le había hecho lo mismo a ella, tal vez no infundiendo en su presente pero cambiando su pasado. Y él lucía completamente derrotado.

—Por favor, tienes que recordar —dijo él con desesperación—. Eres Melody Hart, la chica adicta a las películas de superhéroes y la música, esa chica que no deja que nadie la moleste y sabe valerse demasiado bien por su cuenta. Eres la chica sin la que yo no puedo vivir, la chica que tanto amo.

—Lo siento, Nathaniel —dijo Melody.

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