3. Cambio de planes
Al final, Magnus había elegido unos muy simples bañadores, Alec había permanecido escondido todo el tiempo, y que decidió pasar su siguiente día en la playa.
Era un día lindamente raro así que se la pasó caminando ociosamente por toda la orilla de la playa, coleccionando pequeñas cochas de mar y piedras interesantes. El océano olía a sal y pescado. Todo este pueblo tenia un cierto olor a pescado, pero a Magnus no le disgustaba. Era un refrescante cambio, desde el olor a orines de Nueva York hasta el rancio aire de Londres. Magnus tenia casas en ambos lugares pero usualmente pasaba la mayor parte de su tiempo en Londres, en las casas de sus amigos Will y Tessa, quienes vivían con sus dos hijos James y Lucie. Magnus siempre se proponía llevar exóticos regalos a sus ahijados cuando les visitaba. Tessa era originalmente de Estados Unidos, pero se mudó después de casarse. William, que era conocido como Will, nació y creció en Wales. Se mudó a Londres por trabajo y después conoció a Tessa, quien había ido a Londres a visitar a su hermano. En Nueva York, Magnus tenia a su mejor amiga Caterina, quien era una cirujana traumatóloga, así que siempre estaba muy ocupada. Magnus también tenia un pequeño departamento en Paris, pero casi nunca lo usaba y lo rentaba la mayor parte del tiempo.
Meneó sus pies in la suave área y sonrió, viendo hacia el horizonte. Estaba agradecido de haber hecho esto. Con cada ola que llegaba a sus pies, como el latido de un corazón, Magnus podía sentir como desaparecía el estrés de su vida. No tenia ninguna prisa por irse; después de todo, solo habían pasado cuatro días. Eso era por poco unas vacaciones largas.
La playa era tan pacifica y el horizonte parecía extenderse por siempre. Era tan refrescante estar solo. Sin managers, guardaespaldas checando cada uno de sus movimientos y cámaras o prensa. Magnus deseó tener al menos a una persona con él ahí, para poder hablar, pero sabia que Catarina estaba muy ocupada y definitivamente no podría volar de Nueva York a Tofino solo para verle. Si no fuera porque se estaba escondiendo de su manager, Magnus consideraría a Ragnor una buena opción. El determinado soltero vivía en Londres, pero siempre iba a cada gira con Magnus. Eso era en parte la razón por la que habían sido amigos por tanto tiempo, incluso antes de que se convirtiera en manager de Magnus. Antes de que la música de Magnus se volviera popular, Ragnor fue uno de los que siempre creyó en él. Sabía que Tessa y Will hubieran dejado todo para unírsele, pero tenían a sus hijos. Ahora estaban muy ocupados. Quizá Clary, pensó Magnus. Su maquillista siempre le agradaba pasar tiempo con él, aunque estaba seguro que si la invitaba, Ragnor y la compañía se terminarían enterando de donde estaba. No valía la pena el riesgo. Finalmente decidió volver al hotel.
Pensó acerca de encender su celular y checar sus mensajes. Magnus había mantenido su teléfono apagado desde que abordo en avión, desde hace cuatro días, y temía del montón de llamadas y mensajes que podría tener. Si era honesto, probablemente ya era hora de volver a casa, pero si volvía ahora, no tendría oportunidad de llegar a conocer a Alec. Magnus quería conocerle y no era solo porque el chico estaba como para caerse muerto de lo guapo. Sino porque el tímido sonrojo de Alec había tocado algo en su corazón.
Magnus vio un puesto y se dio cuenta de lo hambriento que estaba, pero de repente, cuando se aproximó, tuvo una gran idea.
– Disculpe – dijo Magnus – ¿Sabrá de casualidad donde vive Alec,? ¿El chico que trabaja en Lightwood Boards? – después de todo era un pueblo pequeño, y en las películas, la gente siempre parecía conocerse entre si. Valía la pena intentarlo.
– ¿Te refieres a Alec Lightwood? – el vendedor preguntó.
– Si – dijo mientras se golpeaba a si mismo por no darse cuenta antes que el nombre de la tienda era también el apellido de Alec.
– Creo que él y su amigo de la tienda rentan una casa – contestó el vendedor – pero no podría decirte donde es. –
– Bueno gracias de todas formas – dijo antes de ordenar su comida y pagar. Así que eso no había funcionado, pero al menos ahora sabia el apellido de Alec. Se pregunto si Alec era una abreviación de algo.
Magnus paso toda la tarde solo con sus pensamientos mientras lentamente comía su comida y caminaba por la playa. Regresó a su hotel y se sorprendió de lo mucho que había disfrutado de la playa. Mientras entraba al hotel, una señorita que estaba frente al escritorio le agitó la mano urgentemente.
– Señor – dijo ella – su tarjeta de crédito ha sido cancelada. ¿tendrá otra? –
Magnus pensó acerca de eso. Tenia otras tarjetas con él pero todas ellas tenían su nombre. Apostó que esto era obra de Ragnor. Él debió de haber averiguado que Magnus había estado usando su tarjeta de crédito con otro nombre y la canceló con la esperanza de que usara otra de sus tarjetas que le permitiera a Ragnor rastrearlo. Magnus aun tenia un poco de dinero del que había traído de Toronto pero si trataba de retirar más terminaría dándole su localización. Estúpidas cuentas vinculadas al trabajo. Si hubiera planeado esto mejor, hubiera transferido dinero a su cuenta privada antes de irse. Oh bueno, debió, tuvo, pudo, pero no lo hizo.
Magnus checó la salida del hotel, guardo sus pocas cosas que había traído y se cambió al Schooner Motel, que cobraba 80 dólares la noche. La recamara no era bonita aunque no había nada realmente malo con ella.
Magnus se paseo por toda su nueva habitación mientras intentaba trazar un plan. Necesitaba una excusa para ver a Alec y necesitaba una pequeña fuente de dinero para seguirse manteniendo mientras estuviera aquí.
La respuesta le llego como un resplandor.
Se felicitó a si mismo por su excelente idea y rápidamente dejo el motel. Como sospechaba, en la tienda había una nueva cara detrás del mostrador. La mujer era más pequeña pero en igual apariencia que Izzy, lo que le decía que era la madre de Alec.
Justo como antes, tan pronto como abrió la puerta, fue bienvenido con una sonrisa, la cual Magnus devolvió mientras caminaba en frente de ella.
– Amo su tienda – dijo Magnus.
– Gracias – respondió.
– Creo que conocí a sus hijos el otro día – dijo Magnus – cuando vine a comprar mi traje de baño. Alec e Izzy. –
– Alexander e Isabelle. – la mujer le corrigió. – La razón por la que no les gusta sus nombres completos la desconozco – sonrió amablemente y Magnus intentó mantener su sonrisa malvada fuera de su cara. Alexander era un nombre mucho más sexy que Alec.
– Son encantadores de igual manera – dijo Magnus.
– Pueden serlo cuando quieren – dijo la mujer.
– Soy Magnus. – se presentó
– Maryse – contestó la mujer – Mi esposo y yo somos los dueños de esta tienda. –
– ¿Y les va bien? – preguntó casualmente – Hace poco llegué al pueblo y he notado que hay bastantes tiendas de surf alrededor, ¿cómo es que se mantienen a flote con tanta competencia? –
– Hacemos lo mejor que podemos – respondió – pero se vuelve duro durante los meses que hay pocos turistas. –
– ¿A considerado mejorar sus ventas cambiando su estrategia? –
– ¿Qué tienes en mente?
– No voy a estar aquí por mucho tiempo – dijo Magnus – pero por el tiempo que esté me encantaría ayudar a una tienda familiar como esta. –
– ¿Cómo ayudarías? – preguntó Maryse amablemente y Magnus se encontró aliviado de que su primer pregunta no fuera algo como ¿Y tu que ganarías? Como seria el caso si se le hubiera hecho la misma propuesta a alguien en la gran ciudad. Magnus nunca había pasado tanto tiempo en un lugar tan pequeño antes, pero tenia que aceptar que tenia sus ventajas.
– Enseñando a su staff, o sea sus adorables hijos más acerca de las ventas y el marketing –
– ¿Sabe mucho del tema? – inquirió
– Se lo suficiente – dijo Magnus con una sonrisa. Había pasado suficiente tiempo en personas de publicidad y de marketing como para creer que sabia lo suficiente como para ayudar a un pequeño outlet como este.
– No seriamos capaces de pagarle demasiado – dijo Maryse – de hecho al menos de que traiga muchas ventas, no seriamos capaces de pagarle nada. –
– Que tal si trabajo por comisión – sugirió – de esa forma si no mejoramos las ventas, usted no perderá nada. –
– Eso podría funcionar – dijo Maryse – Gracias. –
– ¡Fantástico! – dijo Magnus emocionado.
– Oh, no escuche su nombre completo – dijo Maryse sonriendo. Magnus tuvo que pensar demasiado rápido, ya que no podía no decirle su apellido. Después de todo, ahora era su jefa y necesitaría su nombre para escribirle sus cheques. Magnus le dio el primer nombre apellido que se le vino a la mente.
– Es un placer tenerte a bordo Magnus – Maryse le dijo. – ¿Qué tal si empiezas el lunes? Isabelle estará abriendo y ella te puede dejar pasar. Alexander la remplazará cuando llegue a las diez.
– Eso suena perfecto – contestó. Izzy le agradaba y seria bueno tener la oportunidad de hablar con ella antes de ver de nuevo a Alec. Magnus salió de la tienda sintiendo que su plan era perfecto.
Cuando llegó el lunes, Magnus llegó a la tienda temprano, vestido sencillo pero formal. Había tomado nota de lo que Jace, Alec e Izzy usaban y trato de imitarlos, con el pequeño porcentaje de ropa que había traído.
– Hola otra vez – dijo Izzy radiante mientras se aproximaba a él. Estaba sosteniendo la llave. – Mamá dijo que te nos unirás esta mañana ¿verdad? –
– Isabelle ¿cierto? – Magnus le dijo y ella rodeó los ojos.
– Fue mamá – contestó Izzy mientras abría la puerta.
– Es un hermoso nombre – Magnus replicó mientras ambos entraban a la tienda e Izzy prendía las luces.
– Si quieres quedar bien con Alec lo mejor es que le llames Alec – dijo Izzy con una sonrisa – A él no le gusta su nombre completo. –
– Que lastima – Magnus suspiró – amo la forma en que el nombre Alexander se enrolla en mi lengua – Magnus enrollo su lengua mientras hablaba e Izzy alzó una ceja.
– Realmente no eres de por aquí ¿verdad? – Izzy dijo con una sonrisa – ¿Mamá dice que quieres ayudarnos a aumentar las ventas? –
– Ese es el plan – Magnus chirrió – pero primero, háblame más de Alec. –
– ¿Conseguiste este trabajo solo para coquetear con mi hermano? – le acusó Izzy.
Magnus no pudo contener una sonrisa mientras contestaba, para nada sutilmente – Oh, no tengo idea de lo que estas hablando. –
– Eres implacable – se rio.
– Y estás bastante agradecida por ello – Magnus le guió – si no me equivoco. –
– Para pasar a través de la actitud súper obstinada de mi hermano vas necesitar toda la determinación del mundo. – Magnus rió pero tomó nota de la observación. Podría probar una táctica diferente la próxima vez que viera a Alec.
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