2. Desvergonzado

Para el momento en que Magnus bajó del avión, se sentía rígido por estar sentado por tanto tiempo. La mujer que trabajaba en la aerolínea le puso en un vuelo privado, que de acuerdo con ella, era la única forma de mantener su nombre fuera de los registros oficiales. Sabía que hubiera sido peor si hubiera tomado un vuelo comercial, ya que había menos espacio para sus piernas. Estaba cansado, y estar confinado en un avión no ayudaba su salud emocional ni física. En retrospectiva, Magnus hubiera firmado felizmente todo lo que esa mujer traía solo por un poco más de espacio para las piernas. A veces ser extremadamente alto era un inconveniente, especialmente al viajar.

Magnus alquiló un taxi en el aeropuerto. Nunca había estado en un aeropuerto tan pequeño antes. Solo había una puerta de salida y ningún pase de seguridad. Dado que parecía la opción más sabia, Magnus le pidió al taxista que le recomendara un hotel.

– Si no tiene presupuesto – el conductor dijo – le recomiendo el Schooner Motel o el Campbell street–

– ¿Y si sí tengo recursos? – Magnus inquirió.

– El Wickaninnish Inn – el conductor dijo – ¡pero está a más de $300 dólares la noche! – la simple idea parecía ofenderle.

– Entonces será el Wickaninnish – Magnus dijo con una sonrisa. El conductor le dio una mirada como diciéndole que estaba loco, pero Magnus la ignoró. Aun no le habían pagado por este tour, pero sus anteriores le habían dejado demasiado. Magnus estaba ahí para escapar de la prensa por un rato, pero ¿porqué no disfrutar de cosas lujosas?

Sonrió como un idiota mientras veía la vista por la ventada. Veía pequeños flashes de tiendas pequeñas y el océano asomándose a través de los edificios. El cielo estaba azul con pequeñas manchas rosas, una indicación de que ya estaba llegando el atardece, y Magnus podía ver nubes de lluvia en el horizonte. Y había algunas personas. Nunca había estado en un lugar con tan pocas personas.

– ¿Cuánta gente vive aquí? –

– Alrededor de dos mil personas – el conductor dijo. ¿A quien se le ocurriría buscar a Magnus Bane en una pequeña y poco poblado pueblo del oeste de Canadá? El lugar era perfecto.

Magnus llegó al hotel y se registró, dándole su tarjeta de crédito enmascarada, con nombre falso. Subió a su habitación y colapso en su cama King sized, en el hotel de cinco estrellas. Había una ventana larga que dejaba entrar luz a la habitación, junto con una sala con un sofá y una televisión larga. Aun no miraba el baño pero si era como los de otros caros hoteles en los que había estado, debía ser increíble.

Estaba exhausto. El sentimiento de libertad aun estaba ahí. La diferencia de tiempo entre ese lugar y Toronto era de tres horas, y aunque había estado en diferentes zonas horarias por la última semana, ahora sentía mucho más la descompensación horaria.

Cuando despertó a la mañana siguiente, con una mirada al reloj supo que aun era de mañana. Bueno, ¿qué mejor forma de iniciar vacaciones? Magnus se dio una ducha y estaba mentalmente eligiendo maquillaje cuando recordó que no iba a usarlo. No había traído ni una sola paleta de ojos. Estas iban a ser unas muy extrañas vacaciones. Mirándose en el espejo, Magnus tomo su cara desnuda. Era, de hecho, demasiado raro.

Magnus trato de dejar su cabello natural, sin gel, picudo y sin colores, pero a los cinco minutos Magnus no pudo resistirlo. Decidió peinarlo, aunque no en su estilo. Su ropa casual no sentía que le quedara correctamente, pero estaba determinado a destacar lo menos posible, a parte de su lujoso hotel.

Ordenó servicio a la habitación y vio películas buena parte del día. ¡Era glorioso! Eventualmente dejó el hotel para deambular por las calles con tiendas de vidrio. Notó que casi todas las tiendas tenían algo que ver con el océano. Tiendas de surf, tantas que no las podía contar, incluso la tienda de chocolate tenia una estrella de mar de logo. Magnus dejó el hotel demasiado tarde como para ir de compras apropiadamente, ya que, las tiendas ya estaban casi cerrando. Estaba acostumbrado a que todo estuviera abierto a todas horas como en la ciudad.

Así que Magnus decidió levantarse más temprano a la mañana siguiente para ir de compras correctamente. No había tiendas muy grandes pero aun así amó las tiendas familiares que encontró. Casi podía sentí la dedicación de las generaciones que habían administrado las tiendas en esa atmósfera familiar. Disfrutaba los lugares. Todos eran tan educados y nadie se preocupaba de que su vecino estuviera tratando de asesinarlos como en las grandes ciudades. Además de el hecho de que todos eran amigables y les gustaba ayudar.

Magnus aprendió rápidamente que el buen clima que había experimentado hasta ahora solo había sido un golpe de suerte. Esas nubes de lluvia llegaron sobre todo el pueblo, como una sabana gris, y parecía que no se irían en un buen rato. Magnus preguntó a el jefe de un local que cosas turísticas podía hacer durante la lluvia, a lo que le sugirió la galería de arte. Cuando Magnus llegó, miró las hermosas pinturas y las esculturas de exhibición y se encontró a si mismo pasando toda la tarde deambulando a través del museo. Esta tierra tenia una gran conexión con el mar y su gente indígena, y eso se mostraba claramente en el arte. Se compró algunos recuerditos y dejó la galería cuando la estaban cerrando.

Se repetía una y otra vez desde que llegó, que lo mejor acerca de Tofino eran sus playas. Parecía que aun en la lluvia, la gente se encontraba en la playa, pero Magnus no había llevado un traje de baño. Seleccionó una de las tiendas que vendían trajes de baño y entró. La tienda se llamaba "Lightwood Boards".

Magnus instantáneamente noto a la belleza detrás del mostrador, o mejor dicho, dos bellezas, pero fue el hombre quien realmente captó su atención. Esos claros ojos azules eran fácilmente el azul más brillante que Magnus había visto nunca, y su cabello negro era tan negro como la noche. Su piel pálida completaba el atractivo. La mujer a su lado tenia el mismo color de cabello y piel, pero con ojos oscuros. Ella era similar al hombre, basado en la apariencia, y en la abundancia de familias que manejan los negocios, sospechó que eran hermanos.

Magnus caminó hacia el mostrador y ambos voltearon a verle. Magnus se encontró temporalmente asombrado por la sonrisa del hombre de ojos azules.

– ¿Te puedo ayudar? – preguntó el hombre.

– ¿Cuál es tu nombre? – Magnus respondió con un tono sedoso. De repente ya no le molestaba la idea de comprar un traje de baño.

– Alec – contestó.

– Bueno Alec – Magnus replicó, aun con un tono meloso – Creo que hay muchas cosas maravillosas con las que podrías ayudarme. –

– ¿Estás buscando algo en especial? – Alec no captó la insinuación.

– Estaba buscando un traje de baño – Magnus dijo sonriendo – pero ahora creo que preferiría tú número –. Alec giró los ojos y se movió fuera del mostrador. Magnus decidió que era un buen indicio ya que Alec no había dicho algo como "Soy hetero" o "tengo novio".

Magnus pensó por un momento que Alec iría hacia él, pero no, Alec se dirigió hacia la sección de trajes de baño. Pudo notar que Alec era más alto de lo que había pensado, quizá solo unos centímetros más bajo que él. Magnus estudió a Alec mientras caminaba a través de la tienda. Le gustó la forma en que Alec caminaba y no pudo evitar admirar su retaguardia antes de seguirlo. Este chico era maravilloso y Magnus no se iba a rendir tan fácilmente. Después de todo, estas eran sus mal aconsejadas y espontaneas vacaciones y que si quería ligar con ese chico caliente, no se iba a negar ese placer, especialmente cuando la prensa no estaba alrededor de él para grabar y voltear todo lo que hacia.

– Todo lo que tenemos es esto – Alec dijo mientras señalaba el mostrador de trajes de baño – si tiene alguna pregunta nos la puede hacer saber. –

Magnus tenia un montón de preguntas pero ninguna era acerca de los trajes de baño, los cuales, tristemente, era a lo que se refería Alec. Mirando los trajes de baño Magnus tuvo una idea. Selecciono algunos y se dirigió hacia los probadores.

Cuando salió vestido solo con unos shorts de baño, regresó hacia el frente del mostrador. Magnus no era tímido, y nunca le habían acusado de serlo, sin embargo, desde que inició a ser vestido por su equipo de estilistas, se volvió mucho más atrevido.

– ¿Qué les parece? – Magnus les preguntó mientras giraba en frente del mostrador.

– ¡Ooh! – la chica dijo – abdominales de lavadero. Lindo – ella le estaba mirando como la mayoría de mujeres lo hacia, pero Magnus solo miraba a Alec, quien desafortunadamente no tuvo la misma reacción. Se preguntó si quizá se había equivocado con Alec.

– Basta Izzy – Alec regañó a su hermana mientras se sonrojaba ligeramente. Ese sonrojo le dijo a Magnus todo lo que necesitaba saber. Magnus sonrió.

– No me molesta – dijo Magnus – ¿Crees que estaría parado medio desnudo enfrente de ustedes si me molestara? – el sonrojo de Alec se intensificó mientras se daba la vuelta.

– No le hagas caso a mi hermano – dijo Izzy, confirmando sus sospechas – Le hace falta sexo. –

– ¿De verdad? – Magnus rio – bueno, ¿me puedo ofrecer voluntario? – Izzy se carcajeó pero Alec no reaccionó. Decepcionado, Magnus se acercó al mostrador a platicar con la chica.

– Eres Izzy ¿verdad? – preguntó mientras ella asentía – ¿De qué tipo es tu hermano? ¿De flores o chocolates? –

– Ni idea – contestó Izzy – Nunca le he visto recibir ninguna de las dos –.

– ¡Enserio! – Magnus dijo sorprendido. Una belleza así debería ser apreciada apropiadamente. – ¿Cómo es eso posible? –

– Es que no sale mucho – explicó Izzy.

– Que lástima – Magnus suspiro.

– ¡Dejen de hablar de mi como si no estuviera presente! – exclamó Alec de repente.

– ¡Oh! Así que si habla – Magnus ronroneó mientras volteaba su atención hacia Alec.

– Solo compra el traje de baño y vete – gruñó Alec, luciendo harto de la actitud de su hermana y Magnus.

– Oh no, creo que no me gusta este – Magnus dijo mientras señalaba el short de baño que estaba usando. – Pero vi unos bañadores encantadores que me gustaría probarme –.

– Oh fantástico – dijo Alec sarcásticamente mientras desaparecía por una habitación de atrás.

– Podría considerarte mi nueva persona favorita – le dijo Izzy a Magnus mientras Alec cerraba la puerta detrás de el – Nunca había visto a nadie ligando con Alec así. – Era obvio que estaba tratando y fallando de contener la risa.

– ¿Crees que vuelva si me pruebo uno de esos bañadores en calzoncillos? – Magnus preguntó con mucha más seriedad de lo que la pregunta requería.

– Honestamente – Izzy dijo– Creo que se quedará escondido hasta que cerremos. – Perdió el control y comenzó a carcajearse.

– Bueno entonces – Magnus sonrió – Creo que simplemente volveré mañana –.

– ¡Por favor! – Izzy dejo de reírse un poco – el turno de Alec comienza a las diez. –

– Te veo mañana entonces – dijo Magnus. Regreso a los probadores y una vez vestido con su ropa se fue de la tienda con una gran sonrisa en su rostro. Eso había sido lo más interesante de su viaje hasta ahora.

*

A la mañana siguiente, Magnus llegó a la tienda antes de las diez. Esta vez, había un aburrido chico rubio detrás del mostrador. Pero Izzy le había asegurado que Alec iba a estar ahí, así que decidió esperar. Se puso a admirar la tienda por fuera para perder el tiempo. Le gustó mucho el arte de la pequeña tienda con su colorido nombre en una tabla de surf.

– Oh no – dijo una vez detrás de él – ¿Porqué has vuelto? –

Magnus reconoció esa voz y volteó a verlo con una sonrisa en su rostro. Alec estaba llegando a su turno.

– Para verte, por supuesto– dijo Magnus sonriendo.

– Debí haberme reportado como enfermo – murmuró Alec mientras pasaba de Magnus y caminaba dentro de la tienda. Magnus le siguió y vio como Alec se unía con el rubio atrás del mostrador.

– ¿Ese chico te está molestando? – le preguntó el rubio preocupado.

– Hay por favor – dijo Magnus, agitando su mano como para eliminar tal insulto a su persona – Más como que ayer ligué con él. –

– ¿De verdad? – el rubio preguntó intrigado. Magnus esperó conseguir otro aliado en este rubio, como lo había hecho con Izzy.

– No tiene vergüenza – Alec dijo.

– Un turista desvergonzado ligando con Alec – exclamó el rubio – ¡Esto lo tengo que ver! – Cruzó sus brazos y se paró tras como si estuviera viendo un show. Magnus sonrió de felicidad ¡otro aliado! Estuvo apunto de replicar por ser llamado "un turista" cuando recordó que estaba de encubierto

Decidiendo que era hora de ponerse a probar trajes de baño de nuevo, Magnus seleccionó algunos y regresó al probador. Algunos minutos después salió, esta vez con el bañador de calzoncillos que se quería probar ayer.

– Así que, Alec – Magnus dijo tranquilamente mientras se paraba en un lugar visible frente al mostrador – quiero tu honesta opinión ¿Este bañador resalta mis ojos? –

– No – contestó Alec irritado. Magnus soltó una risita. El hecho de que este hombre le siguiera rechazando era interesante.

– Te haces el difícil – dijo Magnus – Amo los desafíos. –

– Un desafío implica una oportunidad – dijo Alec – y tu no tienes ninguna. –

– Oh vamos – Magnus puso mala cara – ¿Qué tienes en mi contra? Ni siquiera me conoces. –

– Pero conozco a los de tu tipo – dijo severamente – Ostentosos, que buscan llamar la atención y que nunca han trabajado ni un solo día en sus vidas. –

Magnus quería reír. La ironía de la declaración de Alec, solo la conocía Magnus, lo que de alguna manera hacia todo más interesante. Al estar ahí, Magnus estaba evadiendo toda clase de atención, intentando no resaltar ni ser ostentoso. Ni siquiera estaba usando maquillaje ¡por dios! Y de hecho, Magnus si había trabajado mucho durante su vida, no solo haciendo giras, si no que también antes de ser famoso y tener fortuna, Magnus trabajo en una farmacia ganando el salario mínimo. Eso no era algo muy conocido sobre el y ni siquiera estaba en su página de Wikipedia.

– ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Alec, más irritado que antes. Claramente Magnus no había ocultado muy bien su diversión.

– Estas algo equivocado acerca de mi ¿lo sabias? –

– ¿De verdad? – Alec preguntó.

– De verdad – Magnus contestó. – ¿Qué tal si me dejas probártelo en una cena? –

– Que tal si no – dijo Alec

– Eso fue una evidente y simple forma de pedirte una cita Alec – el rubio agregó – ¿Porqué no?

– Porque Jace – Alec se quejó – dije que no. –

– ¿Esa es la única palabra que conoce? – preguntó Magnus al rubio, quien inquirió, era Jace.

– De hecho, Alec no es la clase de persona que dice que no. – dijo Jace – al menos cuando la gente necesita algo. La cantidad de veces que ha cubierto mi turno es de tamaño astronómico. –

– Ya veo – dijo Magnus – Así que solo me dice no a mi... interesante. –

– ¿Qué necesitas para darte cuenta que no estoy interesado? – preguntó Alec.

– Tu mirándome sin sonrojarte – Magnus dijo mientras veía los ojos de Alec viajar por todo su cuerpo semidesnudo. Alec se sonrojo intensamente y se giró.

– ¡Oh buen punto! – Jace dijo – No lo había notado. Tienes un buen ojo. –

– Gracias – respondió. Dándose por vencido con Alec por el momento, se volteó hacia Jace. Magnus se inclino hacia el mostrador, cruzando sus piernas y sobresaliendo sus caderas. Su mirada regresó a Alec, y Magnus sabia exactamente donde tenia fija su mirada.

– Así que, por tu cabello voy a suponer que no eres su hermano – Magnus dijo – conocí a su hermana ayer. –

– Nah, soy un amigo – dijo Jace.

– Un buen amigo supongo – dijo Magnus – Quizá tu si puedas contestar mi pregunta ¿Alec prefiere rosas o chocolates? –

– Ni idea – dijo Jace – nunca le he visto recibir ninguna de las dos. –

– Es lo mismo que me dijo Izzy – Magnus suspiró.

– De hecho, esto es la máxima atención que le he visto obtener – dijo Jace – regularmente la gente va por mi o por Izzy. –

– ¿De verdad? – Magnus replicó. Genuinamente sorprendido. Claro, Izzy era guapa y escandalosamente sexy y Jace no era para nada feo, pero Alec era por mucho, el más guapo de todos ellos.

– No te sorprendas tanto – dijo Jace.

– Oh pero lo estoy – dijo Magnus – Alec es demasiado guapo como para no recibir atención. –

– ¡Dejen de hablar de mi como si no estuviera aquí! – Alec gritó mientras se iba a la habitación de atrás azotando la puerta.

– Nunca le había visto con la cara tan roja – Jace se rio. Parecía que tanto Jace como Izzy eran incapaces de contener su risa. Pero, no es como si Magnus si pudiera hacerlo.

– ¿Trabaja mañana? – preguntó Magnus.

– Nop – dijo Jace,

– ¿Puedo preguntar donde vive? – preguntó Magnus.

– Me encantaría decirte, amigo – dijo Jace – pero podría matarme. –

– Muy bien – dijo Magnus – entonces creo que ya es hora de que me compre un bañador –.

Nueva parte! Yo creo que estaré actualizando cada dos días así que ¡Nos vemos el domingo! C:

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