15. Llamada a la acción

Alec POV

Alec se encontraba de nuevo consumido buscando información de Magnus, pero esta vez lo que encontró le hizo sonreír, los fans de Magnus se dividían entre los que apoyaban a MagCam y los que apoyaban a Malec. Primero, leyó varias veces la palabra "Malec", no muy seguro de lo que significaba. Su primer pensamiento fue que alguien había escrito mal su nombre pero mientras más leía y lo repetían, entendió lo que quería decir. Cuando vio que #Malec era trending topic en twitter, Alec admitió que sentía gusto y al mismo tiempo miedo.

Justo como la última vez, Alec se encontró a si mismo en un sitio de fans, pero esta vez no eran historias sobre MagCam, esta vez eran sobre Malec. Los escritores parecían haber tomado la letra de las canciones de Magnus e interpretado, tratando de recrear su semana con Magnus. Las actividades que hicieron parecían haber sido sacadas de la canción "Everything that you taught me", aunque Alec no encontró ninguna historia que incluyera el surf y la poesía. Y de nuevo, las habilidades de escritura le impresionaron, pero otras estaban tan mal escritas que Alec se preguntó si estaban en otro idioma.

Vio cada entrevista que Magnus hacia por su nuevo disco, pero ninguna le daba mucha información. De nuevo, escuchaba sobre como Magnus casi no publica el disco y como era muy personal para él. De nuevo, explicaba por que no usaba maquillaje, pero nunca daba muchos detalles de Alec, ni respondía preguntas de su tiempo juntos. Era como si Magnus intentara preservar la poca privacidad que le quedaba a Alec, lo que era realmente dulce, incluso si su curiosidad quedaba insatisfecha.

Ver de nuevo a Magnus, aunque fuera solo por su computadora, le hizo extrañarlo más. El afecto que vio en los ojos de Magnus y la obvia devoción que había puesto en el disco, le hizo arrepentirse de haberlo rechazado. Sentía arrepentimiento en cada fibra de su ser. Pero ¿qué podía hacer ahora? Incluso aunque la prensa ahora estuviera del lado de Malec, no parecía importar mucho. Magnus siempre lo quiso. Había sido él el que con sus estúpidas inseguridades y desconfianza había arruinado todo, no los reporteros. Los paparazzis, solo habían sido solo una excusa. La excusa que había estado esperando desde el inicio: una forma de salir a la superficie, antes de que fuera demasiado profundo. Alec ahora podía ver con claridad que si esperas a que algo salga mal, saldrá mal, aunque sea solo en tu mente. Como auto-cumplir una profecía.

Si solo pudiera volver el tiempo y dejar entrar a Magnus cuando estaba parado en su puerta pidiéndole que le dejara explicarse. Si solo hubiera escuchado a su corazón y no a sus miedos. ¿Era demasiado tarde? Había herido demasiado a Magnus así que ¿por qué le querría volver a ver? Y más aun ¿volver con él de nuevo?

Alec estaba leyendo un artículo sobre Magnus cuando vio su oportunidad, su única oportunidad de volverle a ver. Y eso no lo iba a dejar pasar. Se paró de su silla y corrió por la puerta.

– ¡Papá! – gritó por el pasillo. Sin esperar una respuesta, entró a la oficina de su papá.

– ¿Alec? – dijo Robert, sorprendido por la repentina aparición de su hijo.

– Me voy a tomar los próximos días libres, – dijo Alec con una gran sonrisa en su rostro.

– ¿De verdad? – dijo Robert, pretendiendo estar sorprendido, pero sin lograr engañarlo. – ¿Y a donde vas? –

– Vancouver, – dijo firmemente. Besó a su padre en la mejilla, rojo de entusiasmo, y luego corrió de vuelta a su cuarto para empacar. Por coche y un ferri le tomaría unas seis horas llegar a Vancouver. Guardo algunas ropas en la maleta, junto con objetos básicos de baño y se colgó la mochila en su hombro. Empacó el disco de Magnus y su teléfono y en pocos minutos, ya estaba en camino a la puerta principal.

– ¿Alexander? – preguntó su mamá mientras pasaba por la cocina.

– Lo siento mamá, – dijo rápidamente. – Tengo prisa. Pregúntale a papá. – Y con eso, Alec salió de la casa y comenzó su recorrido en auto. Si quería llegar al próximo ferri, no podía perder nada de tiempo. Tofino estaba en el lado este de la isla y los ferris estaban en el lado oeste. Era una pequeña isla, sin embargo, y además, Alec estaba confiado de que si llegaría.

Durante el viaje, escuchó el disco una y otra vez, pensando en la letra y en como Magnus se debió haber sentido al escribirlas. Trató en no pensar en que realmente no tenía un plan y que ni siquiera estaba seguro de que Magnus quisiera verle. Después de todo, todo lo que había visto podría haber sido publicidad hecha por su manager. Pero había sido la respuesta a la pregunta del porqué Magnus le había dedicado el álbum a Alec que le hizo creer que esto era lo que debía hacer. Magnus solo había contestado: "una esperanza."

Esperar en la línea del ferri fue una tortura. Ya había conducido por tres horas desde Tofino hasta Nanaimo, pero ahora estaba sentado en su carro, con carros tanto detrás como en frente de él, en línea para el ferri, y eso lo ponía ansioso. El movimiento del auto le había ayudado a dispersas sus nervios, la acción siempre era más sencilla que la inacción. Alec comenzó a leer tweets con el #Malec en su teléfono para entretenerse, mientras escuchaba el disco de nuevo. En el transcurso del día ya se lo había memorizado. Cuando la línea de coches finalmente avanzó, lanzó su teléfono al asiento de alado y siguió el carro en frente de él hacia el ferri.

Conducir hacia los túneles del ferri, dejando el sol atrás y entrando el en confinado barco de metal, puso a Alec en el límite. ¿Qué diablos estaba haciendo? Ahora estaba a millas de su casa persiguiendo a un hombre que había rechazado meses atrás. Esto probablemente iba a terminar con él haciendo una estupidez en público y dejando su imagen capturada por siempre en el medio. Habría un nuevo hashtag en twitter con diciendo "Alec hace el ridículo porque asumió que el álbum era sobre él y luego apareció de la nada como un completo idiota".

Pero ya era tarde. Los coches se habían alineado detrás de él y ya no podía bajar del barco, aunque técnicamente si podía. Podía bajar del ferri en Nanaimo y tomar el siguiente ferri de regreso, volver a casa y escribir todo en un momento emocional. Checó la hora. El ferri se había retrasado por lo que ya iba tarde al concierto, para el cual, tampoco tenía una entrada. Después de esta noche, Magnus no solo estaría dejando la ciudad para dar otro concierto, si no que también estaría dejando el continente.

Durante todo el viaje en barco estuvo nervioso. Fue a la cubierta y consiguió algo de comer, pero estaba demasiado ansioso como para apreciar la vista. La hermosa costa, con sus montañas cubierta de árboles y un claro cielo azul, no le llamaba la atención. Caminaba dando vueltas, checando su teléfono compulsivamente hasta que finalmente volvió al auto a esperar. Cuando el ferri tocó puerto, aun no estaba seguro de que planeaba hacer. Se sentó en el auto, con sus manos en volante mientras las puertas del desembarco se abrían. Alec condujo hasta que estuvo fuera del barco, estacionándose a un lado del camino.

Tomó varias respiraciones. Sabía que tenía que hacer esto, lo supo desde que vio la locación del concierto. Era solo que nunca había hecho algo como esto, él no era una persona espontánea, era un planeador. Sus días eran planeados antes de levantarse, y el día de hoy no había sido diferente. Había planeado despertarse, ir a la casa de sus padres a terminar las preparaciones para la universidad, ir a la tienda, fallar algunos tiros con Max, ir al trabajo a cerrar el turno, ir a casa, ver un poco de televisión y finalmente ir a dormir. Había cambiado el turno con Izzy, ya que quería la mañana libre, para algo que Alec ya ni podía recordar. Pero entonces Robert entró, modificando su día y ahora se encontraba a 200 kilómetros lejos de su casa, solo en su coche persiguiendo un sueño.

Su teléfono comenzó a sonar. Pensó en no responderlo, pero finalmente decidió que era una buena distracción.

– Hola, – dijo Alec.

– Tu eres un maldito loco, amigo. – La voz era la de Jace y Alec nunca estuvo más feliz de escuchar a su mejor amigo. Dejó salir un suspiro antes de reír y volver a suspirar.

– Lo se, – contestó Alec aun riendo un poco.

– Cuando Robert me lo dijo, confieso que no le creí, – dijo Jace. – Estaba como, no hay forma de que Alec hiciera algo tan loco. ¡Y además, ahora yo tendría que cerrar la tienda! –

– Lo siento, – respondió Alec.

– Está bien, – dijo Jace y Alec estaba seguro que por su tono, se había encogido de hombros. – Ahora cuelga y ve por el chico... si, eso no suena igual que un "ve por la chica", – dijo haciendo un refunfuñando. – Solo consigue a la estrella pop para que me pueda presentar a su maquillista ¿vale? Ella es sexy, la busqué en internet. ¡Una pelirroja! –

Alec rió con ganas, antes de que Jace se despidiera y colgara el teléfono. Le agradeció a Jace por la plática, la cual le dio energía. Alec puso "Rogers Arena" en su GPS. Ya estaba en Horseshoe Bay, y de acuerdo con el GPS le tomaría un tiempo estimado de cuarenta minutos llegara ahí, sin tráfico. Checó la hora. El show iniciaba en una hora. Sin desperdiciar más tiempo, comenzó a conducir, volviendo al camino.

Le tomó cinco minutos darse cuenta que conducir en Vancouver era su actividad menos favorita en el mundo. Parecía que cada persona ahí quería llegar a algún lugar rápido, y al mismo tiempo, el montón de coches no lo hacía posible. Una vez que sobrevivió al tortuoso viaje, estacionarse en el Rogers Arena fue otro nuevo problema. Alec veía a la gente bajarse del tren y pensó lo tonto que había sido por traer el auto, aunque ir de la casa de sus padres al ferri hubiera sido imposible sin el. Al final, se vio forzado a estacionarse a unos quince minutos caminando, aunque una vez fuera, comenzó a correr. Pasó tiendas desconocidas y gente que le daba miradas extrañas, pero no le importó. Alec llegó a su destino, jadeando. Paró para tomar aire y miró la arena. Incluso desde afuera, era obvio que el Rogers Arena estaba hecho para juegos de hockey y no para conciertos. La forma oval del la construcción y el logo del equipo de hockey en la pared se lo dejaba en claro, pero sabía que estaba en el lugar correcto.

– Necesito un boleto, por favor, – dijo Alec a la única persona con uniforme que pudo encontrar. Estaba sentada en una mesa junto a las puertas principales, las cuales estaban cerradas.

– Lo siento, pero el concierto ya ha iniciado. – dijo ella.

– Está bien, – dijo, negándose a ser desalentado. – Solo necesito hablar con Magnus. –

– ¿Magnus Bane? –preguntó la mujer. Se veía como una mujer amable con cabello y ojos cafés. Su rostro era de forma oval y le miraba con una mezcla de confusión y pena.

– Si. – contestó Alec.

– Los boletos se acabaron hace semanas, – dijo la mujer. – He incluso si hubieras alcanzado un boleto antes de que las puertas se cerraran, eso no significa que pudieras conocer a la estrella. –

– Pero le conozco, – dijo Alec. Ella entrecerró los ojos por un momento. Luego los abrió grandemente y jadeó.

– ¿Eres Alexander? – preguntó. Alec asintió. Ella le sonrió y Alec tuvo el presentimiento de que ella no estaba sorprendida de verlo.

– Sígueme, – dijo. En vez de cuestionarla, la siguió, mientras usaba una de sus llaves para abrir la puerta del staff.

Una vez dentro de la gran estructura, Alec no pudo evitar echar un vistazo. El escenario estaba puesto en un lado, probablemente en lo que era la pista de hielo. Los asientos frente al escenario estaban llenos. Durante su tiempo en el ferri, había leído un poco sobre el Rogers Arena en internet y supo que ahí cabían más de dieciocho mil personas. Supuso que dado que prácticamente casi todos los asientos estaban ocupados, esa era la cantidad de personas que había esa noche, y eran más personas juntas de las que Alec había visto en su vida entera, al nunca haber dejado su pueblo, en el cual había menos de doscientas mil personas.

– Por aquí, – le dijo la mujer. Estaban detrás del escenario en un ángulo en el que no podía ver a Magnus en el escenario, pero si podía escucharle cantar. El sonido trajo las lágrimas a sus ojos. Magnus estaba ahí, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos.

Mientras Alec seguía a la multitud alrededor del escenario, logró vislumbrar a Magnus. Alec estaba de nuevo sorprendido de ver a Magnus en un outfit más casual. Aunque estaba usando más maquillaje del que usó en sus entrevistas, aun mantenía el espíritu del álbum. Quería correr al escenario y tomar a Magnus en sus brazos, pero algo le detuvo. No estaba seguro si era el miedo escénico o el miedo al rechazo.

Alec sintió como sus pies se movían acercándose lentamente, sin prisa, hacía el escenario, pero aun así caminando, como si Magnus le estuviera jalando hacía él con una cuerda invisible. Para su sorpresa la emocionada multitud pareció reconocerle, y se apartaron para dejarle pasar. No pasó mucho para que Magnus notara el cambio en la gente desde su perspectiva en el escenario, y un segundo después sus ojos localizaron a los de él. Alec sintió como el aire quedaba atrapado en su pecho; Magnus le estaba mirando directamente.


Jeje ahí se queda xD

Nos vemos!! ✌ ✌ 🙊 🙊

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