30.- First Time

Honey miró el reloj que había en el salón, era casi media noche y aunque no parecía haber pasado tanto tiempo, sin duda ya llevaban un buen rato en el palacio y la fiesta no parecía ir a terminar pronto -. Bueno... Acompáñame - le extendió su mano y Elsa la tomo con confianza. Salieron del salón de la fiesta y recorrieron las escaleras hasta llegar a las habitaciones -. ¿Me dijiste que por aquí estaba tu vieja habitación cierto?

- ¿Hm? Sí ¿porqué? - Honeymaren la tomo del rostro y la beso apasionadamente poniendo sus manos en la nuca de la joven platinada para profundizar el beso. Elsa tomo a la morena de la cintura para corresponder el beso y al momento de separarse para tomar aire comprendió a lo que quería llegar.

La castaña se mostró segura en cada uno de sus pasos, abrió la puerta cautelosamente para corroborar nadie estuviera ahí dentro. Ambas entraron y la morena, quien llevaba la iniciativa cerró la puerta asegurandola.

- Tú habitación es muy linda - por un momento se quedó admirando las grandes paredes con enormes cuadros colgando de ellos. Su estantería con libros y figuras decorativas. El sillón cerca de la ventana estaba un poco despintado, las claras cortinas se sacudían con delicadeza al soplar la suave brisa de la noche. La cama estaba perfectamente acomodada y limpia, no había nada fuera de su lugar. Se acercó a Elsa despacio, teniendo cuidado al momento de tocarla. No sólo podía ver los nervios en su cara, sino que también podía sentir la tensión en ella -. Yo no podría imaginarme vivir entre cuatro paredes.

- No es tan malo cuando te acostumbras - sintió como sus manos fueron tomadas por las de su acompañante. Una pequeña flama en su interior se encendió por primera vez al instante en que nuevamente sus labios se juntaban e iban escalando poco a poco en intensidad.

La platinada se dejaba guiar por la castaña, pero dejaba de sentirse cómoda conforme la situación salía de su control. Apartó a Honeymaren empujándola con su mano cuando ya la tenía acorralada contra el colchón.

- ¿Te sientes bien? - la acarició con cariño en la mejilla. La mantuvo recostada mientras ella se sentaba a un lado.

- Sí, es sólo que... - sabía perfectamente que palabras usar, pero ninguna salía de su boca.

- ¿Te da miedo hacerlo?

- Algo así - admitió casi en un susurro, evitando mirar los ojos marrones de su pareja.

- No pasa nada, podemos intentarlo otra noche.

- No me da miedo hacerlo o lo que sea que suceda entre nosotras - tomo aire y con tranquilidad le confesó la realidad -, me da miedo lo que mis poderes pueden hacer. Ni siquiera necesitan una emoción fuerte para descontrolarse. No me gustaría hacerte daño de ninguna forma.

La castaña tomo las manos de la ojiazul y les dio un beso, retomando su posición.

- Entiendo que eso te asusta, entenderé si no quieres hacerlo todavía, puede ser en cualquier momento, o nunca, si eso prefieres. ¿Quieres bajar y volver a robar los pasteles de la cocina?

Conocía a Elsa, su apetito era insuperable, así que asumió cuál sería su respuesta. Aunque al principio le sorprendió no ver reacción en su amada, sintió el tacto frío en su propia mano y el modo en que la mirada de Elsa se posó en un punto invisible del colchón.

- Yo quiero estar contigo - habló despacio -, pero si no me controlo puedo causar muchos problemas - Honeymaren recordó algunas charlas que tuvo con Anna semanas previas. Elsa vivía atemorizada de ella misma por culpa de sus poderes. Podía mantenerlos a raya, pero sus emociones más fuertes la volvían incapaz de controlar su magia. Un pequeño error y lastimaria a quienes más amaba.

- ¿Quieres que intentemos algo primero? Si realmente no puedes controlar tus poderes y temes hacer algo malo, nos detendremos ¿te parece bien?

La ojiazul trago saliva considerando la propuesta, se tomó un instante par analizar sus deseos y considerar su propia fuerza para retener su magia en momentos intensos. Acepto titubeante, concentraba todas sus fuerzas en restringir su magia, mantener la calma y evitar accidentes.

Incluso si solo eran un par de besos y caricias más atrevidos de lo común, podía sentir el hormigueo de su magia hervir en la palma de su mano. Jadeo y presiono los puños en la tela que cubría el colchón. Afortunadamente logró contener sus poderes lo suficiente para lo que venía.

Contuvo un leve gemido en su garganta cuando la morena se atrevió a introducir su mano por la parte abierta de su vestido en la pierna izquierda, dirigiéndose descaradamente a su centro.

- D-dijiste que iríamos despacio - mencionó alzando un poco la voz. Se desconcentraba con aquellos toques. La reacción le pareció interesante a la morena, le costaba analizar sus reacciones cuando la platinada se contenía tanto a sí misma.

- Jamás dije eso - la observo directo a los ojos, dejando en claro que era verdad. Esa pudo ser la intención de sus palabras, pero no eran realmente el significado. Con una sonrisita burlona le dio un fugaz beso en los labios. Analizó con detenimiento cada reacción que pudiera percibir. La forma en que se contenía a sí misma para no perder el control, forzandose a ahogar sus gemidos en su garganta y como sostenía las sábanas con fuerza a la más mínima provocación.

Ideó una fórmula para garantizar la noche de ambas. Sin embargo, alejó su mano de la avertura del vestido y se mostró más comprensiva.

La sostuvo dulcemente de la mejilla justo antes de iniciar una ronda de cortos besos que seguían escalando hasta quitarles el aliento. Cada roce o caricia se volvía más íntimo, le permitía a Elsa decidir el ritmo que quería llevar escalando gradualmente hasta los puntos más altos.

El vestido había caído en la cama hace un tiempo y se convirtió en un estorbo que fue removido fácilmente. Honeymaren sabía que Elsa quería llegar más lejos, podía percibirlo con más facilidad ahora que la ojiazul era quien mostraba ser más activa, pero dudaba de si su cuerpo estaba listo, reaccionaba peligrosamente a cada roce, se tensaba y liberaba copos de nieve en vez en cuando, la morena dudaba de si eso era una buena o mala señal.

- ¿Aún quieres seguir? - con la cabeza asintió y repitió entre gemidos entrecortados "sí" -. ¿Aún puedes seguir? - esa era la pregunta verdaderamente importante. No recibió una respuesta inmediata, estaba lista para dejarla ir y esperar a otro momento, ahora Elsa decidía tomar el control completamente, desprendiéndose del último vestigio de ropa que le quedaba.

- Sí.

Así fue cómo con sus manos frías, casi heladas, la atrajo para que siguiera recorriendo su cuerpo con libertad. Sentía su magia ansiosa, no quería perder el control así que sostuvo las sabanas con tanta fuerza que sus nudillos quedaron blancos. La morena liberó sus deseos e hizo su propia voluntad sobre el cuerpo de su novia. Cada pocos segundos se separaban para tomar aire, estaban encantadas recorriendo la piel de la otra, alcanzando sus límites con velocidad.

Honeymaren con exaltación comenzó a dar toques indebidos en zonas sensibles para Elsa. Descubrió que su amante tenía cierta debilidad en la mandíbula y que su espalda formaba una pronunciada curva cuando su mano se acercaba peligrosamente a su intimidad. La sintió temblar al primer contacto, igualmente contuvieron un gemido asegurándose de no cometer errores. Observó como los puños de su amante seguían sosteniendo la sábana mientras una débil capa de escarcha humedecía la cama.

Elsa buscó el contacto con Honeymaren, le disgustaba que se distrajera cuando ya la tenía a su total merced. No pudo evitar jadear al momento que aceleró el ritmo en ella. Soltó la sábanas y se dejó caer por completo en el colchón curveando su espalda durante cada roce.

Incluso si deseaba seguir tocando a su compañera se prohibió hacerlo cuando se percató del hielo que le cubría la punta de los dedos.

Cuando todo terminó, ambas temblaban, Elsa miró como había escarcha alrededor suyo. La morena se acercó a su rostro para besarla y despreocuparla.

- ¿Ya ves? Nada malo paso - permaneció cerca de ella -. Lo hiciste bien.

(***)

- Vamonos antes de que Anna se de cuenta que no estamos en la fiesta - ya de nuevo vestidas y más o menos listas, tomo a Honeymaren de las manos y casi a jalones la obligó a salir, pero se toparon con la pelirroja al salir de la puerta.

- Que gusto finalmente encontrarlas- dijo Anna y parecía que Elsa se había congelado por un segundo

- Si, sentimos habernos ido de la fiesta pero queríamos estar solas y charlar tranquilas.

- Es comprensible, yo lamento haberlas interrumpido en su charla pero me preocupo no verlas y Elsa tiene la manía de irse sin despedirse.

Honeymaren observó a Elsa que ni siquiera era capaz de articular palabra alguna ¿no sabía que esa actitud sospechosa las delataba o qué?

Elsa entrelazo los dedos de su mano y trato de controlar su nerviosismo

- Te alegrará saber, queridísima hermana que ya no hago eso - se defendió Elsa. Al parecer su hermana jamás iba a superar los momentos en que Elsa había huido de Arendelle, la había abandonado en el naufragio de sus padres y obligado a irse de Arendelle cuando el monstruo pesadilla atacó.

- Si como sea ¿quieren bajar? Hay otra ronda de pastelillos de chocolate.

- Si hay lo que sea de chocolate yo voy - Elsa tomo la mano de Honeymaren y la de Anna para bajar y seguir la fiesta.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top