- Nunca te he visto con el cabello suelto - exclamo la platinada.

- Eso es porque nunca te lo he permitido - menciono la morena divertida.

- ¿Puedes enseñarme como te verías?

- ¿Eh? ¿Porqué quieres eso?

- Me da curiosidad.

La castaña lo pensó un minuto y sin ningún aviso deshizo su común trenza y dejó que su cabello fuera libre en el viento.

- Oh... Te ves muy linda - admitió con sinceridad -. Ahora me das un poco de envidia. ¿Puedo peinarte?

- Claro

Elsa se acercó a ella. Comenzó a hacerle varias trenzas y peinados mientras charlaban.

- Obligue a mi hermano a peinarme por años - confesó Honeymaren -. Pero nunca supo como hacerlo correctamente.

- Yo era quien tenía que peinar a Anna, no se dejaba tocar por nadie, solo por mi madre y por mí, la enseñe a peinarse sola usando las muñecas que teníamos.

- Amo a Ryder, pero me habría gustado tener a alguien que hiciera este tipo de cosas conmigo.

- Ya quedo - menciono Elsa -. No tengo un espejo a la mano, pero puedo asegurar que te ves preciosa.

Honeymaren se dio la vuelta y aceptó el cumplido de Elsa.

- ¿Puedo peinarte?

La platinada acepto sin objeción y por el resto del día anduvieron por el bosque luciendo peinados cuestionables, pero ¿importaba? Era divertido.