Homophobia
La noche se hizo un poco más fría después de un comentario inapropiado de uno de los duques. Elsa pretendió no escucharlo, pero la sangre le comenzó a hervir en las venas. Siguió conversando con tranquilidad con el concejal, sin embargo ese comentario continuó en su pensamiento el resto de la noche y sin duda le amargo la velada. Honeymaren chocó intencionalmente con la platinada casi haciéndola tirar su copa de vino.
— Estoy aburrida - dijo pinchando a Elsa en las mejillas.
— Hay varios príncipes por allá - los señalo con la mirada —. Más de uno se ve interesado.
— Puff, los prefiero menos... - movió las manos en círculos buscando una palabra que pudiera usar. Elsa miró con atención sus gestos y se mostró preocupada un instante.
— ¿Menos principescos? Seguro hay un carpintero disponible - bromeo con ella —. O un herrero, o quizá un vendedor de hielo, estoy segura Kristoff puede presentarte un amigo.
— Me gusta el hielo - la acaricio con sigilo en la mano — ¿Sabes? Iré a dormir. Ya comí demasiado - le guiño un ojo y se dirigió a las habitaciones. Elsa observo el reloj y decidió quedarse pocos minutos más, después subió a la misma habitación que Honeymaren. La morena, acostada en la cama con un libro en mano sonrió al verla pasar por la puerta —. Me estaba preocupando que te tardarás tanto en subir.
Dejo el libro en la mesita de al lado. Se sentó en la orilla esperando Elsa le hiciera compañía.
— ¿Cansada tan pronto? - se acercó con cautela. Puso su dedo en medio de sus labios indicando silencio y le susurró —. Hay mucha gente en los pasillos.
Honeymaren hizo un gesto de disgusto y se resigno a mantener una noche más interesante.
Elsa se sentó junto a ella y se dejaron caer en la cama agotadas.
— Quizá mañana podamos volver a Ahtohallan - la morena se encogió de hombros —. ¿Tienes alguna sugerencia?
Se quedó callada. Su única reacción fue un suspiro.
— ¿Qué haremos toda la noche?
— Dormir. Como se supone que estamos haciendo - Elsa le entrego una almohada a su compañera —. Ya sabes que en Arendelle no podemos ser tan íntimas. Somos amigas.
— Somos amigas que se besan y fo--
Elsa volvió a callarla. Ahora ella fue quien suspiro.
— Vayamonos mañana, pasemos unos días juntas sin interrupciones, solo tú y yo ¿te parece bien?
— Realmente no sabes ni en qué día vives - tras ver la expresión confusa de la ojiazul continuo —. Mañana es el cumpleaños de tu hermana, a eso venimos en primer lugar.
Elsa se golpeó la frente al recordarlo. Con la voz intranquila agregó.
— ¿Podemos mantener la farsa solo hasta que se acabe la fiesta? Después tú y yo podemos ir a donde quieras y hacer lo que desees.
— Ese ya era el trato, tonta olvidadiza - le revolvió el cabello con la mano y le acaricio la mejilla con un cariñoso pellizco.
Ambas se acostaron juntas en la cama esperando que las sombras imaginarias que escuchaban cada susurro dentro del palacio desaparecieran con el amanecer. No podían tomar el riesgo de que alguien descubriera su verdadera relación. Su relación donde pasaban las noches en vela, escondidas en lo profundo del bosque, declarando su amor en cada encuentro. En Arendelle solo eran amigas, amigas cercanas, incapaces de decir el mínimo sentimiento romántico o expresar su cariño con un roce de sus manos.
Honeymaren se acurrucó lo más cerca posible de Elsa y quedo dormida en poco tiempo. La platinada dio un último vistazo a la habitación antes de conciliar el sueño.
Al día siguiente cuando amaneció, Honeymaren despertó sola en la habitación. No le tomó importancia, sabía que Elsa se pasaría todo el día con Anna hasta que la fiesta se acabará.
— Buenos días - saludo la ojiazul con una bandeja de comida entrando en la habitación —. Los cocineros llegaron temprano y te traje esto, amor.
En ese momento sabía que podía dejar de actuar como una mejor amiga, podía actuar como lo que realmente era para Elsa.
— Buenos días - ignoro la comida y atrajo a la platinada hacía ella para tenerla más cerca.
— Puedo quedarme contigo hasta las cuatro, después hay que ir a la fiesta, nos quedamos hasta las doce y nos podemos ir ¿Sí?
— Es un plan perfecto, su majestad - le revolvió otra vez el cabello —. Realmente deseo poder hacer lo que quiera.
Antes de darle un mordisco a la comida, Anna llamó a Elsa por un asunto importante.
— Vuelvo en un minuto - le dio un fugaz beso en la comisura de los labios. El cumpleaños de Anna sería un día pesado, pues había que pretender ser amigas hasta que los invitados estuvieran demasiado ebrios para prestarles atención.
Pasaron un par de horas hasta que Elsa volvió, se veía agitada y más sucia que en la mañana al despertar.
— Había problemas en el establo - aclaró antes de que Honeymaren hiciera preguntas —. Iré a bañarme.
— Sí, no te quería decir nada, pero hueles un poquito mal - la platinada se giró para verla, pero prefirió no perder el tiempo y bañarse de una vez, además ya se hacía tarde para la fiesta.
—¿Lista? - pregunto la ojiazul a su pareja.
— No tengo otra opción - aclaro ayudando a Elsa con un botón del vestido que no podía alcanzar en su espalda.
— Nos iremos después de media noche, podremos ir a donde queramos y olvidarnos de esto por un tiempo - la tomo de las manos y unieron sus frentes —. Solo hay que aguantar un par de horas, pero si realmente no quieres estar ahí podemos irnos en cualquier momento.
Honeymaren asintió, pero no quería arruinar la fiesta de Anna llevándose a Elsa lejos cuando sabía ambas esperaban con ansia verse.
(***)
La fiesta era tranquila, pero alegre, animada y divertida. Faltaban algunos minutos para la media noche, sin embargo el ambiente era tan acogedor que quizá podían quedarse un poco más.
Elsa visualizo a Honeymaren con Kristoff, bebiendo juntos y bromeando, pero de nuevo escuchaba murmullos que la ponían nerviosa. "Dicen que la reina Elsa tiene un amante secreto en el bosque" "Un amante ¿quien será?" "Yo creía que su majestad era de gustos... Diferentes". Realmente era ella quien quería irse, no sabía si podía soportar esos comentarios, comenzaba a temblar con la idea. Aunque en Arendelle hubiera leyes o normas contra esos comentarios, realmente el reino no estaba listo para aceptar que hubiera más de un tipo de amor.
Las manecillas del reloj marcaron exactamente la media noche con un ensordecedor canto. En un segundo la pesadez de su cuerpo se desvaneció. Fue corriendo a buscar a Honeymaren, pero se veía tan entusiasmada conversando con Kristoff, disfrutando de la fiesta, que prefirío apartarse un rato de los demás invitados. Miró como el reloj siguió su curso, cuando se canso lo suficiente prefirió subir a dormir. De cualquier modo, podían irse a la hora que fuera.
Pasaron las horas y escucho la puerta abrirse, pero en ese momento no sabía si era un sueño o la realidad. Apretó los ojos y se movió en la cama. Sintió la cama hundirse a su lado, supuso que era la realidad cuando los brazos de Honeymaren la rodearon por la espalda.
— Te amo, Elsa.
Entonces supuso que era un sueño. Suspiro, si era así y era un sueño no quería despertar jamás.
— También te amo, Honey - se giró en la cama para quedar cara a cara. Vio los ojos marrones de su amada, tan profundos y bellos como el mismo bosque —. Cada vez que te veo, me pareces más bonita.
La morena se rió, Elsa también se rió. Esa sonrisa sincera que escapaba de los labios de la castaña siempre la hacia feliz.
— Pensé que estabas más cansada que yo - se apoyo en su codo para levantarse de la cama y mirar a la platinada.
— Te debo una noche ¿cierto? - Honeymaren abrió la mirada sorprendida por el comentario, se ruborizo por un segundo.
(***)
Un tierno primer beso dio inicio a un momento acalorado. Elsa tomo el control de la situación, guiando con cuidado el rumbo que tomarían. Conforme la temperatura subía, las batas se hacían más estorbosas. Honeymaren gimió al contacto y buscó alentar a la platinada sujetándola con fuerza de las caderas con sus piernas.
Continuaron, tomándose su tiempo para marcar una ruta imaginaria que se imaginaron en el cuerpo de la otra. Con la respiración acelerada, apenas bajo control. Elsa dirigió su mano a la entrada de la morena.
— ¿Puedo hacerlo? - anhelando su toque, Honeymaren asintió, buscando unirse con su amante.
Aquellas sombras escurridizas que entraban en las grietas como serpientes se habían silenciado. Ni siquiera los grillos cantaban. Todo era silencio, ni siquiera oían la música del salón o los gritos de la gente en la plaza principal. Había paz. Por primera vez se sentían en paz estando en Arendelle, estando juntas, estando enamoradas sin miedo.
La platinada apenas sintió el dolor de los arañazos en su espalda. Estaba perdida en cada sensación, en cada deseo, en cada leve gemido.
Concentraba su mente en memorizar cada gesto y reacción, comenzaba a costarle respirar, le costaba mantener la fuerza para no helar la habitación. La morena volvió a clavar sus uñas, variando entre los hombros y el largo de su espalda.
La ojiazul dejó un camino de manchas rojizas y moradas por el cuello de la morena. Durante el clímax, Honeymaren exhalo liberando una nube de vapor que se desvaneció al instante. Observó a Elsa, casi paralizada y con algunos copos de nieve perfectamente formados en sus mejillas, manos y hombros.
La morena limpio la nieve y escarcha del rostro de su novia, la escarcha de sus hombros se había derretido por sí sola.
La habitación se sentía fría y era entendible porqué. La castaña beso con cariño la nariz de su compañera y la dejo recuperar el aliento.
— Me encantan tus copos de nieve - le limpio el último rastro de hielo sobre ella.
Antes de que Elsa pudiera hablar, oyeron la puerta intentando ser abierta. Ambas tomaron lo primero que vieron y se vistieron. Elsa reviso el pasillo y se encontró con Anna, mirándolas con molestia.
— ¿Qué fue lo que hicieron?
— ¿Discúlpame?
Anna le lanzó la primera página del periódico. La imagen de Elsa y Honeymaren demasiado juntas.
— Le dije a Wael que no entregará esta versión del periódico, pero ¿en qué pensaban? Arendelle no esta listo para este tipo de cosas.
— Eso es en el bosque ¿Qué tenía que hacer Wael allá?
— ¿Te suena el rumor de "amante secreto"? Oh, espera, allá está - señaló hacía Honeymaren —. Tienen suerte que no hayan publicado esto, pero absténganse de hacer lo que sea que hagan.
— Oh, claro - bufo Elsa —. Creo que olvidé decirte que nos vamos unos días.
— Como quieran, dejen que la ola de gente enojada se vaya retirando.
La mayor de las hermanas retuvo la intención de azotar la puerta, sin embargo se podía notar su humor con solo verle el semblante.
— Hora de irnos - le dijo a Honeymaren más como una orden que como sugerencia.
(***)
Unos días alejadas del reino era justo lo que necesitaban, pero durante una corta visita al palacio pudieron notar las miradas sobre ellas. Anna las llamo inmediatamente al salón del trono. Las tres se sentían nerviosas.
— Arendelle lo sabe - confesó —. No sé cómo, ni Wael sabe, pero alguien filtro la fotografía. Lo siento tanto.
Honeymaren sintió sus piernas temblar y solo giró hacía Elsa. La platinada expresó estar confundida, pero en un minuto simplemente suspiro y exhalo sus emociones negativas.
— Me lo imagine, todo el camino nos veían raro. ¿Qué tanto se sabe? Quizá todavía haya forma de.
— No, Elsa. No hay forma. Todo el reino leyó que eres una reina buscando a su princesa encantada. El reino está muy molesto. Yo te puedo apoyar en todo lo que necesites, pero es probable que tengas que dejar Arendelle por un tiempo.
La pareja mostró su descontento, pero Elsa siendo la más dolida acepto irse del reino.
— Nos iremos, solo habíamos venido a agradecerte por invitarnos la otra vez.
— No te digo que te vayas mucho tiempo, solo lo suficiente para que Arendelle cambie de opinión sobre las relaciones como la suya.
— Ajam - tomo la mano de Honeymaren y sin mirar atrás abandonaron el territorio.
Ya habían pasado algunos años, Anna enviaba cartas constantemente asegurando a Elsa y Honeymaren que todo el reino había cambiado y finalmente podían volver y amarse sin esconder sus sentimientos en público, sin embargo, la ojiazul decidió dejar que las palabras volarán. Aún veía a su hermana, pero desde aquel día juro no volver a Arendelle.
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