Tres
♡ Anna no llores ♡
Elsa y Jack llegaron al comedor, en donde la mayor, Jessie y su hermana ya se encontraban reunidas. El peliblanco cuido a Elsa en cada paso por los escalones de la casa, cuidando que su linda esposa no fuera a resbalar o lastimarse. Elsa lo encontró adorable, pero al mismo un tanto exagerado. Ella estaría bien, era fuerte. Siempre lo era.
Al verlos entrar al comedor Jessie con su pijama de gatos, quien sostenía una jarra de jugo de naranja fresco, les sonrió. Con el cabello castaño revuelto y los ojos azules un poco hinchados de tanto dormir.
—Buen día Señor y Señora Frost —saludo Jessie con una sonrisa. La pareja río —. Estábamos esperándolos para desayunar, hice un unos deliciosos waffles, jugo de naranja, fruta con yogurt y por supuesto avena para Elsa.
Jack le recorrió la silla a su esposa como el caballero que era, para que ella se pudiera sentar. Elsa le agradeció con una sonrisa totalmente reluciente. Con un brillo demasiado específico, ante aquello Jessie arqueo uno de sus cejas intrigada con una sonrisa en su interior. ¿Será que Elsa ya había hablado con su padre?
La sola idea la puso a brincar de emoción en su interior. Un nuevo y pequeño miembro en la familia los uniría más como la nueva versión de familia que eran, ellos estaban creciendo y Jessie vio como algo especialmente bueno el hecho de que Elsa trajera alegría a su hogar con aquel pequeño ángel que llevaba dentro de sí.
—No sabes cuanto agradezco tu iniciativa, Jess —dijo Elsa, acomodando la servilleta encima de piernas —. Jack no tenía ganas de cocinar hoy y ambas sabemos que sí lo hago yo... Bueno, nuestro sanitario no tendría un final feliz.
Jessie río mientras le servía una taza de fresco jugo de naranja y Ross untaba mantequilla a su pan tostado. Jack se acomodo justo a Elsa en el comedor, imitando la acción de su esposa, extendió la servilleta.
—Esa no es una buena escena —contestó la castaña, pasándole una taza de cristal transparente.
—¿No hay café? —cuestionó Jack a su primogénita. La joven negó con una sonrisa de superioridad, mirando a su padre.
— La cafeína es mala papá. Ya no eres precisamente un niño. Tocino, huevos o endulzantes artificiales quedan estrictamente prohibidos.
—Genial —bufo Jack tomando un poco de jugo natural. Jessie río se acercó a su padre y le beso la mejilla con inmenso cariño.
—Yo te cuido papá.
La sonrisa en el rostro de Jack se ensancho en su rostro, aquel acto le había parecido demasiado tierno y en ese sentido a la mente le vino el recuerdo de Aurora y la forma en que lo cuidada con tanto amor y preocupación. Su hija estaba creciendo y eso era inevitable, tenía la misma voz de Aurora y el mismo brillo en las pupilas. Al ver la Jack siempre terminaba entendiendo que no había error.
—Hey, ¿y tú que haces despierta a esta hora? —interrumpió Elsa, mirando en dirección a Ross, la rubia regreso la mirada a Elsa con la boca un llena de por la tostada y los ojos bien abiertos —. Es muy temprano para ti, Ross.
—Olvide que estábamos de vacaciones —se sonrojó, masticando el resto de su tostada. Todos en la mesa rieron —. Hey, no fue toda mi culpa, la habitación de Alex esta a lado de la mía. Él puso el despertador.
Jessie río tomando asiento a lado de su hermana, subiendo los pies a la silla de una manera más relajada.
—Hablando de Alex —comentó Jack contando un pedazo de los waffles frente a él con los cubiertos —. ¿Dónde está?
—El no desayuna en pijama, va a tomar una ducha y a cambiarse —dijo Ross preparándose una nueva tostada con mantequilla —, ya no debe tardar.
Un par de minutos transcurrieron en completo silencio y la familia de gustos su desayuno. Y en la mente de Jack crecía la emoción, esperaba ansioso la llegada de Alex para poder darles a todos la feliz noticia. La llegada de un nuevo Frost a la familia. También pensó en su madre y en su hermana mayor y seguramente ambas se pondrían muy contentas por él. Aunque se lo guardaría por un momento más.
Las pisadas de Alex descendiendo por las escaleras de madera capturaron la atención de todos, cuando el castaño aprecio impecable con una playera a cuadros verde índigo, pantalones negros y unos converse blancos.
—Buenos días —exclamó con una sonrisa de oreja a oreja —. Y provecho.
—Gracias —contesto el matrimonio al unísono. Alex tomo asiento del lado izquierdo del comedor dejando un aroma a menta fresca y a perfume de ducha a su paso.
—¿Cómo logras estar de buen humor? —pregunto Ross realmente intrigada como si su hermano fuera un ser realmente extraño. Con demasiada energía para ser un adolescente del siglo veintiuno.
—Un buen descanso es esencial —se encogió de hombros, sirviendo un poco de jugo en su vaso. Jessie y Ross se miraron extrañadas alzando las manos en señal de no entender el espécimen tan extraño que resultaba ser Alex.
—Chicos —llamo su padre limpiándose los labios con la servilleta para después ponerse de pie —. Aprovecho que hoy estamos todos juntos para comentarles algo realmente importante.
En ese instante todas las miradas estuvieron sobre Jack. Jessie sonrió emocionada sabia de que iba esto estaba segura y nada le daba más felicidad que saber que su padre resultaba ser tan feliz. Al mismo tiempo la sonrisa de Elsa apareció con tanta intensidad como brilla la luna llena.
Elsa se sentía magnífica, en estos precisos momentos todo era luz y la sensación de esperar por algo bueno por primera vez en mucho tiempo. Por ese motivo ignoro aquel dolor en en la boca del estómago que le decía que estuviera alerta que no todo acababa aquí y que los finales felices no existían para los despiadados.
«Calma, Elsa » se dijo con desesperación reconociendo la sensación de mareo otra vez. Lo pasado es pasado, no lo traigas de regreso pensaba con angustia.
—¿Todo bien papá? —aventuro Alex algo preocupado.
—Mejor que bien —sonrió —. ¡Elsa esta embarazada! ¡Tendrán un hermano!
—¡AHHH! —grito Ross de emoción, tan fuerte que Jessie tuvo que cubrir sus oídos. Elsa dio una carcajada ante la rubia —. ¡NO PUEDO CREERLO! Siempre he querido ser la mayor y ahora tendré un hermano menor.
—O hermana —la interrumpieron Jack y Jessie al unísono, Ross rodó los ojos ignorándolos.
—¡OH POR DIOS! —chilló, logrando que todos la mirarán con ternura, porque ni algo tan destrozo como la pubertad podría con el inmenso corazón y el espíritu infantil que Ross poseía —. ¡Decorare su habitación! Y elegiré su ropa. ¡Oh, va hacer el bebé más hermoso del mundo! Y la mejor parte es que será mi hermano y seguramente yo seré su favorita.
—¡Hey! —exclamaron Alex y Jessie con molestia fingida, Ross les saco la lengua a modo de juego y los mayores rieron.
Jack no puedo estar más conmovido con su pequeño y parlanchín gorrión. Adoraba que su hija pudiera estar tan emocionada con la idea de un hermano. Él era feliz y si sus hijos compartían esa felicidad, bueno, él no podía ser más afortunado.
Elsa casi tuvo ganas de llorar, sus niños estaban de acuerdo con la idea de un nuevo hermano. Eso le parecía magnífico, ahora habría una familia más grande pero eso no le importaba mientras en ella existiera todo el amor del mundo.
—Elsa —Ross se acercó hasta la rubia y la abrazo con mucha fuerza, los ojos de Elsa se aguadaron con la acción, Ross se separó unos sentimientos para poder mirarla a los ojos —, te prometo que lo voy a cuidar muchísimo. Y a quererlo también.
—Y a ayudarlo a sus tareas —agregó Alex acercándose a Elsa para depositar un beso en su sien, Elsa sonrió conteniendo el llanto dentro de sí —. A leer y a escribir.
—A que sea fuerte ante todo —se unió Jessie dándole un rápido abrazo a la platinada — y valiente, porque eso es lo que hacen los hermanos mayores.
—Oh, niños —balbuceo Elsa con las lágrimas bajaron por sus mejillas pálidas —. Los amo tanto, estoy segura de que mi hijo no podrá tener mejores hermanos que ustedes.
Alex y Ross llenaron a Elsa de besos y abrazos. Ella no pudo sentirse más querida, nunca a había sentido con tanta fuerza que se encontraba en el lugar indicado. El destino la llevo a conocer a Jack a equivocarse y perderle en el camino, pero era el mismo destino caprichoso que se lo devolvía. Y ahora ella estaba embarazada, paranoica he inmediatamente enamorada de la vida, de su esposo, de su hijos, de su bebé y de su perro.
—Felicidades, papá —murmuró la castaña, Jessie se acerco a su padre quien la recibió con los brazos abiertos para un afectuoso abrazo paternal —. Estoy muy feliz por ti y por ella. Deberás se merecen esto.
—Me alegra que lo tomes así, mi cielo —susurro Jack acariciando el cabello castaño de su primogénita con cariño —. Soy feliz, muy feliz. Los tengo a ustedes y ahora esto... No tengo palabras.
Jessie sonrió recargada en el hombro de su padre, sintiéndose pequeña junto a él. Pero aún así sintiendo toda la felicidad que desbordaba de esa mirada resplandeciente. Todo estaba bien en su vida, había paz.
—¿Cuando se lo dirás a la abuela?
•♥•♥•
12:30pm
Merida estaba espectacular.
Sus rizos parecían más definidos y brillantes que nunca, además estaba luciendo una figura espectacular. Llevaba unos vaqueros entallados de mezclilla y un Jersey ajustado del color de la miel, de hombros caídos con unas preciosas botas altas de temporada. Una mujer de New York.
Elsa no pudo sentirse más orgullosa, logró superar los terribles dos y la varicela de las gemelas con la frente en alto y sin morir en el intento. Se volvió una mamá fitness y ejecutiva de una de las cadenas más importantes de hoteles de New York.
—¡Se lo dijiste! —grito dejando su taza de té aún lado mientras se retiraba algunos rizos escurridizos de la cara.
—Se lo dijo —río Jessie tomando de su té de manzanilla con Leche.
Elsa ato su cabello con una banda elástica en una coleta desarreglada que dejaba que algunos de sus rubios cabellos se escaparan por los costados.
Su mejor amiga y sus hijas habían llegado hacia dos horas y entre Jessie, Merida y Alex pudieron terminar de acomodar la estancia de abajo. Aún quedaban algunas cajas, pero estas se quedarían en el ático con las cosas que se revisaría más tarde. Desechar o no. Pero Merida quería saber a detalle sobre lo que paso con Jack al enterarse.
—Apuesto a que lo hicieron ahí mismo en el piso del baño —comentó Merida con una sonrisa pícara.
—¡Dios! —chilló Jessie cubriendo sus oídos con cara de asco —. Que asco, por favor no seas tan explícita a cuanto eso se refiere.
—¿Por? —aventuro Merida ajena al problema —. Muy probablemente tus amigas y tu hablen de muchachos buenotes y cosas del estilo.
—Sí —contesto Jessie haciendo su taza a un lado —. Pero no sobre mi papá, eso es enfermo.
—Cierto —río Merida golpeando su frente —. Lo olvide por completo. Perdóname Jess, en ocasiones me siento demasiado en confianza. No me hagas caso.
Jessie río restándole importancia al asunto, tomó las llaves de su auto de la encimera de la cocina y abrocho su chaqueta azul marino.
—Iré por uno bizcochos y pastelillos, probablemente estemos todo el día así —comento Jessie abrochado el cierre de su chaqueta —. ¿Necesitas algo?
—Sí, ¿puedes traerme un par de cajas más? Ah, y pilas para control remoto.
—Seguro. Ahora regreso.
La castaña abandono la habitación por completo, Elsa tomo asiento en uno de los bancos de patas altas y le dio un trago a su Té saboreando con gusto. Merida no borro su sonrisa ni un momento.
—¿Qué? —inquirió Elsa, prestando le mayor atención a su compañera.
—Oh, nada... Solo no puedo creer que vayas hacer madre, que vivas en los suburbios en una de esas casas ostentosas y que tengas una cocina más perfecta que la de Betty Crocker.
Elsa río, sí era completamente honesta con ella misma nunca imagino que sería una de esas amas de casa de suburbios americanos de las que tanto se burlaba al verla en TV. Ahora ella tenía su propia cocina enorme, jardín y más habitaciones de las que realmente necesitaban. La vida da vueltas muy extrañas.
—Es una locura —se tomó la frente con ambas manos, asimilando todo de poco en poco —. Soy feliz, pero esto esta de locos.
—Dímelo a mi —se burló Merida —. Estoy casada con Hiccup, es como si tuviera tres hijos. Sin embargo... No podría cambiarlos por nada.
—Sé perfectamente como te sientes, porque...
—¡Elsa! —el llanto de Anna la interrumpió y al mismo tiempo se asombro de tenerla ahí a unos metros de ella con los ojos irritados y la nariz roja. Las pestañas húmedas y el rímel corrido.
Su primera reacción fue correr hasta ella y estrecharla con todas y cada una de todas sus fuerzas. Estaba fría y temblorosa, y Esa juro que su corazón se partió en pedazos muy pequeños.
—Oh, Anna ¿Por qué lloras?
Anna tembló en sus brazos.
Anna sollozo.
Pero al final hablo.
—Es Hans... Él... Él me esta engañando.
Anna lloro con más fuerza al tiempo que Merida llegaba a abrazarla también. Elsa se sintió mareada y mal sabia que ese desgraciado no le traería nada bueno a su hermano. Ella lo supo desde el primer momento. A ella siempre le dio mala espina.
Pobre Anna.
×Holi ×
Pues un problema acabo y uno nuevo empieza. Ahora sí comienza el misterio 7u7
¡SE VIENEN LOS FLASHBACKS!
sí, el pasado regresa hacer de las
suyas en Elsa's Family.
¿Preparados?
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