Siete
♡ Un recuerdo, planes y un gato gris♡
La mente de Elsa estaba dispersa de la conversación en el comedor, había té y galletas y helado de Mora azul sobre la mesa. Pero la mente de Elsa estaba divagando sobre el mensaje que recibió esa tarde, todo era tan confuso y su cabeza dolía y también casada parte de su cuerpo. Pero no podía dejarle de dar vueltas a lo mismo porque simplemente estaba estancada en esas palabras en la pantalla, en la intención de la persona que había mandando el mensaje.
Ella quería respirar.
Ella debía hacerlo, esa etapa de su vida quedó atrás y no era necesario evocarla. Además si él la amaba tanto como decía entonces no le haría ningún daño. No a ella. No, no, no.
—¿Cierto Elsa? —la voz de su cuñada la trajo de vuelta a la realidad, sacudió la cabeza y enfocó la vista para verla sonriéndole falsamente.
—Perdona, ¿Qué has dicho?
Emma suspiró y dejó su helado de lado.
—Decía que seguro no te cae mal un poco de ayuda con la decoración navideña de este año. Quiero decir, esta es una casa muy grande y creo que ya tienes bastante con la mudanza que no han terminado. ¿Cierto?
—Oh, bueno…
—Yo creo que es una buena idea Elsa —opinó Jessie sonriendo de oreja a oreja—. Es mejor que tú te enfoques en una sola cosa.
Elsa le tomó la mano a la castaña y le sonrió.
Su suegra y su cuñada a la miraron mal, bueno, ellas siempre le daban esa mirada juiciosa cada que podían. No le extrañaba, pues después de todo ellas nunca la aceptarían en su familia.
Olivia y Emma habían llegado hace dos horas, estaban super contentas abrazando a Alex y halagando lo guapo que era y lo listo y lo alto y que era idéntico a su padre. De Jessie observaron lo moderna que estaba, lo bonita y madura que ya parecía. ¡Incluso con Anna fueron lindas! Hablaron de él color bonito en su cabello y sus bonitas pecas. De ella no dijeron mucho, Olivia le dijo que le hacía falta dormir más y que la limonada a estaba demasiado fría.
Ella dijo; "¡No estamos en verano, que locura!"
Elsa no contestó y Jack se ofreció a preparar un delicioso té de leche y vainilla con un toque de menta. Elsa sólo suspiró y pasó las siguientes horas sentada en el invernadero fingiendo que su cabeza no estaba siendo carcomida por secretos del pasado que querían salir a la luz para amenazar con su actual estado.
—Claro —murmuró—. Entre más manos mejor, terminamos más rápido.
Olivia río bebiendo de su taza.
—Que bueno porque acabo de estar en Escocia y vi un par de cosas que me encantaron. Todo se va a ver fabuloso.
—Seguro que sí abuela —opinó Ross mordiendo su galleta de avena—. Oh, por favor, por favor ¡Quiero un árbol rosado!
—¿Rosado? —inquiere Alex con una de sus cejas ligeramente levantada, Ross asiente dando palmaditas de emoción.
—Si tu hermana quiere rosa, rosa será cariño —declara su abuela.
Alex se ríe y se pone de pie, toma una galleta y besa la frente de su abuela quien lo mira fijamente.
—Las amo pero no me gusta mucho hablar de la decoración, no es mi zona y, bueno, ¿ubican a la vecina de enfrente?
Esta vez es Elsa quien arquea las cejas y dice que no con la cabeza. Llegaron hace tres días y la verdad es que no ha tenido cabeza para socializar con nadie del vecindario, tampoco ha tenido el tiempo con la mudanza y las mejoras a su oficina.
—Se llama Riley —dice Alex—. Tiene como tú edad y la de papá. Vive con su esposo Miguel y me pidieron ayuda para regularizar a su pequeña hija, es muy mala con las matemáticas así que iré para acordar los detalles. Tal vez comience la próxima semana y contará como trabajo de vacaciones.
—¡Eso suena maravilloso! —exclama Jack entrando a la habitación con dos bolsas de papel llenas de sushi del Mulán fish war. Las deposita en la mesa y le da una palmada en la espalda a su hijo, el castaño sonríe—. Eres muy bueno, apuesto a que esa niña aprenderá muchísimo.
—Eso espero. Así que si me disculpan, los dejo.
—Yo también —comenta Anna poniéndose de pie y acomodando su suéter gris, Elsa le da a una mirada de súplica pero ella necesita aire antes de que tanto la vuelva asfixiar y lloré por el recuerdo—. Lo siento, prometí pasear al perro.
—Oh, ¿necesitarás ayuda con eso? —inquiere Alex con su natural amabilidad y sus ojos dulces mirando a la pelirroja, Anna niega y sonríe agradecida.
—No, no. Yo puedo sola, además quiero caminar.
—Perfecto. En ese caso, nos vemos más tarde.
—Claro hijo —respondió Jack con una sonrisa de oreja a oreja.
—Yo voy por Olaff, los veo en un rato —sonríe Anna a manera de disculpa saliendo a la cocina para dirigirse a la puerta trasera con dirección al jardín.
Elsa aprieta los puños discretamente está exhausta y no precisamente por Emma y por Olivia, sino por el problema más denso que no la deja en paz. Está un poco mareada y tiene tanto sueño que siente que lo mejor es levantarse e irse a dormir para dejar de pensar en tantas cosas.
—¡Alex está enorme! —sonríe Emma con amor genuino ante su sobrino—. Sé parece muchísimo a ti cuando tenía tu edad, de hecho, si los veo en la calle pensaría que eres su hermano mayor.
Jack se ríe negando ligeramente mientras pone los paquetes de comida sobre la mesa; rollos para Ross, atún picante para Emma y Jessie, sushi primavera para Elsa y su madre. Lo demás lo guarda para cuando Alex, Anna y él tengan hambre.
—No juegues conmigo. ¿Qué quieres conseguir con tantos halagos?
Emma se rio.
—Digo la verdad, pero si quiero algo…. Ya te lo diré después, aún estoy esperando que me me confirmen un par de cosas.
—Ya —sonrió, luego le extendió los palitos de madera aa Elsa—. Toma bombón.
Elsa le sonrió con las mejillas rojas, tenía la sensación que frente a su madre y a su hermana esas muestras de cariño la perjudicarán más, aún con esto y muy gustosa tomó los palillos y lo beso en la mejilla. Jack tomó asiento junto a ella en amplió comedor del invernadero, la tarde comenzaba asomarse y el ceño de la señora Frost a fruncirse.
—Sabes cariño, estaba recordando que no sólo tenemos la navidad y el cumpleaños de Alex en puerta, también es el aniversario luctuoso de mi querida Aurora, no quieres que se nos venga todo encima.
—Se ha dónde vas mamá —suspiró Jack—. Pero me parece que algo pequeño y privado, como lo que hago yo todos los años con mis hijos, es lo indicado. A ella le hubiese gustado así.
A diferencia de lo que Olivia creía a Elsa no le molestaba que el nombre de Aurora saliera a colación. ¿Por qué iba hacerlo? Después de todo está también era su familia, ella la construyó y Elsa llegó después solo para amarla y admirarla.
Así que nunca vio a Aurora como una rival o una competencia, no, Jack las amaba y punto. Ella no era nadie para cuestionar a quien se puede amar y a quien no. Lo que le molestaba era que Olivia usará el nombre de Aurora en vano, eso sí que la molestaba.
Aurora era su familia también.
—¿De qué hablas abuela? —inquirió Jessie, expectante por saber qué plan tenía entre manos su glamurosa abuela.
—¡De una celebración a su vida, no a su muerte!
—Pero, ¿cómo?
—Es fácil Ross. Quiero que haya una fiesta en el jardín, vestirnos de rosa o azul, cada uno hacer un discurso bonito para ella, invitaremos a la prensa y haremos una colecta especial para la fundación que formó en vida.
Jack negó.
No quería que hicieran de la muerte de su esposa un circo, él era firme. El peli blanco apretó ligeramente los puños, Elsa puso su mano sobre la de él y lo miró con dulzura. Sus ojos decían; «Cálmate, yo estoy aquí.»
—Yo creo que es una preciosa idea —opino Elsa.
Ross y Jessie le sonrieron agradecidas. Eran sus niñas también y el recuerdo de su madre era lo más precioso que tenían eso ella lo entendía pues después de todo a Elsa también le hubiera encantado que de joven alguien hiciera algo así por sus padres.
—¿Qué?
—Sí, Emma —respondió Elsa—. Suena como un homenaje perfecto, podríamos traer rosas blancas y rosas.
Y Elsa lo decía de corazón.
Jack la miró y le sonrió antes de besar su frente. Él sabía que Elsa tenía un enorme corazón que estaba oculto de todo lo malo del mundo y estaba feliz de ser él quién pudiera verlo.
—Bien, yo me encargo de organizarla —propone Olivia—. Claro, si lo apruebas Jack.
Jessie y Ross lo miraron suplicantes.
No quería ser el malo, pero no quería hacer de la muerte de Aurora un pretexto para hacer un evento grande como el que quería su madre. Pero el brillo en los ojos de sus hijas hizo que su corazón se estrujara, él no era nadie para guardar solo para él y con recelo el recuerdo de Aurora. Tenía que compartirlo.
—Hazlo mamá.
━ANNA━
vecindario, 2 horas después.
Uno, dos, tres…
"Buzón de voz, deja tu mensaje después del tono, bip…."
Anna bufa e intenta nuevamente marcar el número en su celular, pero por tercera vez la manda al buzón. Ella piensa, ¿es tan difícil contestar el teléfono Hans? ¿Es tan complicado hacer algo tan simple después de causar tanto dolor a su corazón?
Ella suspira mirando fijamente la pantalla, una foto de su familia unida en Zuma Beach, bajo un sol cálido. Entonces recuerda los viejos tiempos y recuerda lo que se sentía creer que Hans la amaba por sobre todas las cosas. Luego mira a sus hijos sonrientes, sus hermosos mellizos, tan sonrientes y quiere llorar porque sabe que todo esto también los va a lastimar. Su pobre Hannah, su niña estará destrozada porque su padre es un héroe a sus ojos turquesas. El pobre Andrew, él estaría tan molesto, tan enojado con el hombre que considera intachable.
Ella quiere llorar pero lo ha hecho por tanto tiempo que tiene la sensación de que se está quedando seca. Mira a Hans en la foto y siente como si un alfiler pinchada su corazón. De todos modos no iba a llamarlo para pedirle explicaciones, aún no está lista, y siente que nunca lo estará. Pero especialmente ahora, solo quería exigirle que le recordará a los chicos que debían hacer video llamada por la noche para saber que todo estaba bien. Se siente vacía sin sus niños.
Olaff tira un poco de la correa y jala un poco a Anna. El canino es grande y fuerte a Anna le recuerda a un lobo con ojos de cielo. Es bonito, pero no muy obediente lo cual es un problema cuando eres una chica delgada y pequeña como Anna y este podría derribarte si lo quisiera.
—Hey —lo llama—. Tranquilo, prometo que no voy a distraerme más.
Guarda el celular en la cinturilla de sus jeans y retoman el paseo por el vecindario de regreso a casa. No sabe cuánto tiempo lleva afuera, probablemente a sido alrededor de dos horas porque está empezando a oscurecer. Lo único que sabe es que necesitaba esto; estirar las piernas y estar a solas con sus pensamientos, bueno, y Olaff pero él parecía ser bueno escuchando después de todo.
Un ruido cruje de las ramas proviniendo de uno de los jardines, los sentidos de Olaff se ponen alerta y empieza a gruñir. Anna frunce el entrecejo y lo acaricia para que se calme, pero el ruido desde los arbustos los pone a la defensiva. Anna mira en esa dirección, pero no ve nada más que césped y arbustos vacíos. Entonces Olaff comienza a ladrar atrayendo la atención de la gente que está por ahí paseando o inspeccionando sus propios jardines.
—Ven Olaff, será mejor que nos vayamos.
Anna intenta jalar la correa pero el perro es grande, necio y ella no tiene tanta fuerza para intentar ser el alfa.
—Vamos chico, ahí no hay nada.
El perro la jala hasta que se acerca lo suficiente al arbusto como para olfatear, un gato gris emerge desde los confines de los arbustos con un maullido que pone al perro a correr detrás de él, arrastrando a Anna tras de este aún con la correa en la mano.
Su corazón late rápido por lo rápido que es Olaff y el gato gris. Ella es como una muñeca de trapo arrastrada a por la fuerza del perro, intenta frenar, intenta detenerlo pero todos sus intentos no son más que inútiles. Cree que el perro la va hacer correr hasta el fin del mundo para siempre, hasta que alguien los alcanza, toma la correa de Olaff y se la enreda en la muñeca con decisión. El perro pasará un poco y provoca que Anna caiga sobre su trasero sobre el pavimento.
Escucha un silbido fuerte y agudo.
—¡Olaff, sentado!
Anna mira la escena atónita y aliviada al mismo tiempo y en la misma medida. Levanta la mirada y se encuentra con los ojos azules de Alex que parece preocupado, luego divertido.
Antes de ella pueda ponerse en pie, Alex pone sus mano en su cintura y la levanta sin problema alguno, ¡él es mucho más alto que ella!. Ella le sonríe agradecida y se toma las rodillas para respirar.
—Dios, muchas gracias.
—Ni lo digas —respondió desviando la mirada discretamente—. Te diste un buen golpe, ¿Estás bien?
Anna asiente.
—Sí, no pasa nada. No sabía que Olaff era tan fuerte, no lo subestimo a la próxima.
—Vaya —ríe Alex—. No vas a rendirte después de una mala experiencia, eso es de admirar.
Anna se encoge de hombros.
—Gracias por encontrarnos —observa Anna—. Ciertamente creí que estaba condenada a correr toda mi vida detrás de él. Pero nos salvaste.
Las mejillas de Alex se tornan ligeramente rosas y tiene que hacer un esfuerzo por disimularlo. Así que desvía la mirada de sus ojos turquesas o de sus pecas. A siente apretando ligeramente los labios, a Anna le recuerda mucho a su padre.
—No fue nada, en realidad estaba de salida a de casa de los Rivera. Escuché el ladrido y luego los vi corriendo —Alex se ríe suavemente—. En realidad fue gracioso.
Anna asiente riendo también.
—Debió serlo.
Y por primera vez en la semana, Anna ríe pura y sinceramente. ¿La razón? Olaff y su odio desmedido por los gatos. ¿La compañía? Alex Frost.
━so━
Nuevo capítulo.
¡Espero lo disfrutes!
¿Qué piensan de Alex?
¿De Anna?
¡Cuéntame, adoro leer
sus comentarios!
Me dan vida xd.
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