Ocho
OCHO
—Entonces…
—¿Entonces? —inquirió Elsa un poco extrañada.
La chica de los ojos azules terminó de atarse el cabello en un moño antes de patear sus pantuflas celestes y subir a su deliciosa cama que le prometía la misma suavidad de un bombón sumergido en chocolate caliente. Justo lo que necesitaba para relajar sus pobres nervios.
—Bueno —comenzó Jack al tiempo que rascaba su nuca con nerviosismo absoluto—, siempre me ha gustado que me digas si algo no te parece o si estás incómoda por algo. ¿Todo bien con que mi madre y Emma te ayuden con la decoración navideña y el resto de la mudanza?
Elsa le sonrió.
Era magnífico que Jack siempre se preocupara por su bienestar y porque en todo momento estuviera cómoda. La verdad era que una mano con todo eso le resultaba un suspiro, porque si era honesta ya estaba pasando por mucho.
—¡Claro! Es una idea estupenda Jack. Yo sé que a veces les cuesta ser amables, pero no pasa nada, pero no es más que un mecanismo de defensa.
O, piensa ella, tal vez se dan cuenta que no es el ser humano perfecto que simula ser y eso, bueno, eso ya no tiene cura.
Cuando mira a Jack a los ojos ella no puede evitar pensar en nada más que el amor desmedido y sincero que le tiene. Ah, claro, y en Aurora. Y no porque la odie ni nada que se le parezca, es solo que su cabeza siempre se está preguntando; ¿Aurora lo haría de esta manera? ¿Qué diría Aurora? ¿Qué haría Aurora?
Ella, que hace unos años atrás estaría en la misma posición que Elsa, enamorada de Jack y embarazada. Aunque claro las cosas con ella eran distintas, después de todo ella no tenía todos los asquerosos problemas que Elsa tenía.
—Que bueno oírlo —sonríe Jack subiendo a la cama junto a su esposa y su bebé en camino—. Hazme saber de inmediato si ellas se ponen altaneras o si no estás cómoda con algo, ¿sí?.
—Si gruñón —bromeó Elsa acercándose a su calor. Necesitaba que la abrazara, que la sostuviera y que le dijera que todo iba a estar bien aunque no fuera así, aunque nunca nunca fuera así—. Cambiando un poco el tema, quería pedirte que no les hables aún sobre nuestro bebé. Aún, no creo que esté lista para lidiar con todo ese estrés.
Jack aplano los labios y asintió.
—Ni yo. Aún recuerdo lo estresante que fue cuando Jessie nació, no imagino lo autoritaria que será cuando lo sepa. Le diremos cuando las aguas se calmen.
Jack la abrazo por la cintura y Elsa aprovecho para esconderse en su pecho, olía a menta y algo así como a cítricos y estaba tan tibio que todos sus músculos se relajaron por el calor que desprende su cuerpo.
—Pero bueno, ¿Cómo has estado? —inquiere Elsa levantó la cara para mirarlo a los ojos con dulzura.
—¿De qué hablas?
—De qué te conozco y desde que volvimos a la vida del otro me he dado cuenta de que te pones muy raro cuando llega el aniversario luctuoso de Aurora, ¿cierto?
Jack se pone tenso, Elsa lo siente pero amar significa ayudar y comprender también, eso ella lo sabe. Así que no se aparta solo deja que él hable porque desde que volvieron ella ha notado esto. Hay una nostalgia enfrascada viviendo dentro de él y Elsa cree que es porque siente mucha culpa por lo que le pasó a Aurora mientras él no estaba. No la ayudó, no la ayudó a volver por Ross, no cuidó que Ross no tirara esa vela y definitivamente no estuvo ahí para ayudarle ese día con todos sus hijos.
Eso siempre lo pone furioso con el mismo, porque ni siquiera pudo despedirse de ella para disculparse por lo del paso y para decirle que él también la amaba de verdad infinitamente y para siempre.
Jack suspira profundamente.
No está listo para sacarlo todo a la luz. Después de todo es su dolor.
—Está bien —murmura—. Ella, bueno, es la madre de mis hijos y… Es complicado. Confío en que mi mamá junto con Jessie hagan algo discreto y hermoso para honrar su memoria. No quisiera que hicieran un circo de su recuerdo.
Elsa le acarició las manos.
—No me refería a la organización de la fiesta, habló de que tienes que sacar el dolor algún día. ¿Lo entiendes?
Jack se acercó a ella para abrazarla y hundir su nariz en su cuello, haciéndole cosquillas.
—No evadas el tema —lo reprimió con una risa entre dientes.
Jack se enderezó y la miró a los ojos, le dio uno y dos y cuatro besos en el rostro desde las mejillas a la nariz y los labios. El corazón de Elsa latió con alegría ante el gesto, su hijo sería afortunado de tener un padre como Jack, ella lo sabía.
—Te amo.
—Yo también la hago, muchísimo —contesta la patinada con firmeza—. Así que debes saber que aquí estoy cuando necesites abrir ese corazón tan necio tuyo.
Jack se rió y asintió.
— Oye, por cierto, Jessie y Ross quieren encargarse de revisar todas las cajas del cobertizo.
—¡No! —exclamó Elsa claramente alarmada, Jack frunció el ceño confundido. La platinada se aclara la garganta y se endereza recargando la espalda en la cabecera de la cama—. Quiero decir, ¿cómo crees? No, no. Tengo muchas cosas y es mucho trabajo para las niñas, definitivamente no las dejaré. ¡Ya sé! Podrían ayudarme con lo que falta en el piso de abajo.
—Bueno.
—Sí, además ahora que tenga un poco de tiempo extra voy a llevar mis cajas de vuelta a mi antiguo departamento porque ya recapacite y no necesito toda esa basura aquí. Al principio creí que sí, pero no. Son sólo cosas viejas y me gustaría que se quedaran en donde pueda recordarlas yo sola. ¿Me entiendes?
Jack se rió y negó.
—No pero está bien, son tus cosas y es tu privacidad Elsa —Jack le besó la coronilla antes de ponerse de pie—. Ahora vengo, Ross no me perdonaría si no la arropo y tenemos nuestra típica charla nocturna.
—Sigue siendo toda una niñita de su papá, ¿verdad? —inquiere la rubia con una sonrisa dulce, pues Ross conserva toda esa inocencia y bondad que la cautivó cuando la conoció. Jack asiente con una mirada soñadora antes de salir de la habitación.
Elsa se estira y apaga la luz de la lámpara de su mesita de noche, se acomoda en la cama y se dispone a dormir cuando su celular vuelve a sonar. Es otra notificación.
Y ella piensa que quizá sea Alicia con los nuevos moldes y los nuevos diseños o tal vez sea Gogo para preguntar cómo lleva todo lo del bebé y preguntar cuándo puede ir a verla o Rapunzel que necesita con quien hablar ahora que está pasando por todo el proceso de divorcio y las dudas tangibles entre hacerlo o no y que sea mostrado muy pendiente del tema de su embarazo.
Quizá sea Mérida preguntando cómo está, qué tal lleva todo o simplemente quiera chismear un rato porque ella es así.
Quiso poner todo eso en su mente antes de tomar el aparato y encontrarse con que el número volvía aparecer desconocido, un número privado. Otra vez su corazón retumbó dolorosamente todo su ser era gelatina ante un jodido mensaje de texto. Odiaba ese sentimiento de sentirse a la orilla del risco, con el estómago casi vacío, odiaba los mensajes y lo odiaba. Solo quería que la dejara en paz, solo eso.
Con la boca seca abrió el mensaje y el contenido la hizo querer volver el estómago.
«Una vez alguien me dijo que el verdadero amor se siente como una especie de analgésico, que es algo frágil pero vital y que te desquicia cuando se marcha.
No lo creía.
Hasta que te conocí y te perdí. ¿Sabes lo horrible que es vivir con una persona que no amas cuando creías que sí? Bueno, tú hiciste eso conmigo. Mi esposa palidece en contraste tuyo, pero estoy seguro de que en el pasado te lo dejé muy claro, ¿cierto?
Por cierto, felicidades futura mamá.
Encuentrame en la cafetería en el Boulevard Frise Colled después de tu maldito ultrasonido. De otra forma, atente a las consecuencias cuando empiece a enviar evidencia.
Entre tanto, ten lindas noches Elsa.»
Elsa se pasa las manos por el rostro.
Ella no puede creer esto, ¿cómo sabe él que está embarazada? ¡Dios! Ella ya se lo debió haber contado, ¿quién más si no? Y bueno, no era su culpa después de todo. Esa mujer solo intenta entablar una conversación con él, ella solo intenta contarle lo que hizo en el día, ¡joder! Es que ella no tenía la culpa.
Las mejillas de Elsa se inflaron ligeramente y suspiro. Estaba asustada y confundida, tampoco sabía muy bien qué hacer. Y sin embargo eliminó el mensaje y apago el celular antes de obligarse a cerrar los ojos y dormir. Se dijo que esto no estaba pasando y que no pasaría a mayores. Que él Jamás le haría nada malo. No iría, no diría nada y todo seguiría en orden como hasta ahora.
°°°°
Continuará...
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