Dos

Vida mía

—Listo —dijo Alex, colocando la última bombilla en el candelabro del recibidor —. Es la ultima lámpara de la casa. Afortunadamente —susurro lo último.

Sin muchas prisas el día se había evaporado en un suspiro, se fue entre acomodar y extraer un par de cosas de las cajas de mudanza; las cosas más frágiles y las cosas necesarias, como las de higiene o ropa de cama para pasar la noche. Jack y Alex acomodaron un par de muebles en la sala y otros más en la estancia. Ya tendría tiempo a la mañana siguiente cuando Merida llegará para ayudarla con toda la decoración de su nuevo hogar.

Jack ayudo a su hijo sosteniendo la escalera todo el tiempo, evitando que tuviera un accidente. Alex miro hacia abajo, descendiendo por los escalones con mucho cuidado. Uno por uno. Entendiendo que una caída de tal magnitud seria un acontecimiento realmente desafortunado.

—¡Muchas gracias, Alex! —exclamó Elsa con una sonrisa entusiasta en su precioso y, últimamente, muy radiante rostro —. Me has ayudado mucho por aquí está noche, de lo demás ya me ocuparé yo.

Alex le brindó una sonrisa cálida al encontrarse estable ya sobre el piso de madera recién pulida. Al mismo tiempo que Jack comenzaba a doblar la escalera.

—Será mejor que lleve esto al garaje —comento Jack, cargando la escalera sobre su hombro —. Estoy agotado, no creo poder mover un solo dedo más está noche.

—Ya lo creo —bostezo Jessie cubriendo sus labios con la palma de su mano —. El viaje hasta aquí no fue ni corto, ni cómodo. Estoy ansiosa por cubrirme con una manta y dormir hasta el 2030.

Elsa río evitando soltar un gran bostezo, el sueño la estaba consumiendo viva. Sentía los párpados tan pesados como un par de piedras sobre sus ojos, además sus pies la estaban matando. Era como estar de pie sobre una superficie rocosa. Y sí ella entera se sentía tan llena de energía como lo estaría una roca.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo, Jess —prosiguió Alex con los ojos a punto de cerrarse, miro el reloj en su muñeca y rápidamente sus ojos azules se abrieron —. ¿Las doce? ¡Por mi madre! Esto debe ser una broma. Es tardísimo.

—Hey —intervino Jack con un semblante cansado y a la vez mostrándose un tanto serio —. Aleja a tu madre de tu boca de marinero.

Alex lo miro apenado evitando a toda costa reír. Pero ¿sucia boca de marinero? Esa era Jessie quien maldecía por todo e igualmente insultaba a cualquiera que se le pusiera en frente. Nadie le decía nada cuando empezaba a despotricar sobre los docentes de la universidad o sus propias compañeras de dormitorio. Ella era una maestra del lenguaje de marinero. No Alex.

—Eres un completo nerd, ni siquiera es tan tarde — Jessie río rodando los ojos con burla. Su hermano negó con su típica cara de «No sabes de lo que hablas».

Fue cuando Alex cumplió diez y su coeficiente intelectual se elevó que aquel pequeño castaño se convirtió en un sabelotodo que manejaba en su vocabulario datos curiosos sobre ciencia y memorizaba por pura diversión fechas exactas de la guerras importantes en la historia de su país y del mundo. Alex Frost llevaba argumentos a todas partes, fue campeón de deletreo en la primaria, primer lugar invicto en la feria de ciencias de la secundaria y el mejor estudiante, hasta ahora, de su generación.

Jessie no le atribuía toda esa inteligencia a su padre que más bien era un adulador y un consentido del destino. Pensó en su madre, pero ella era más una artista, su inteligencia vivía en su enorme corazón. Quizá aquel intelecto venía de su adorada abuela Olivia, o simplemente era Alex tan inteligente en su propia naturaleza.

—Bueno, déjame decirte que una buena noche de sueño reduce el estrés, aporta energía y rejuvenece. Beneficios que los parranderos como tú no consiguen.

La castaña bufo con molestia ante las palabras de su sabiondo hermano menor.

—Consigue una novia.

—Paren —intervino Elsa con una sonrisa tranquila, frotando los hombros de Alex con un cariño maternal único —. No más peleas, chicos. Mejor sigamos el ejemplo de Ross y vayamos a dormir.

—Elsa tiene razón —comento el peliblanco dando media vuelta para salir por el pasillo que conducía hacia la puerta de entrada y llevar la escalera a su lugar —. ¡A dormir tropa!

Jack agradeció internamente la intervención de su adorada esposa. Cuando el viento fresco le golpeó el rostro al salir Jack lo aspiro gustoso en su totalidad, otra vez se volvía a sentir completamente dichoso con la vida tan plena que llevaba. Con sus hijos siendo su mayor orgullo, un perro que sabía dar la pata y su preciosa, talentosa y especialmente perfecta esposa.

Justo en estos momentos tenía todo y un poco más.

🌸


Jack y Elsa durmieron en su  habitación encima del nuevo colchón acurrucados con un montón de sábanas hasta el cuello. Abrazándose con mucha fuerza, disfrutando de los tan anhelados sueños prósperos y felices, bueno, al menos Jack lo hizo.

Por el contrario Elsa no había podido conciliar el sueño , se sentía realmente mareada y cuando logro dormir por un breve instante un sueño la hizo sobre saltar de inmediato;

Ella y su familia se encontraban en un bosque, uno realmente precioso con olor a pino y a rocío matutino. Las aves les cantaban y el sol brillaba fe una manera especial.

Luego una voz llegaba hasta sus oídos, una voz dulce y tímida se acercó.

—¿Jack? —preguntaba Aurora llegando en un precioso vestido blanco he impecable, con el cabello dorado y perfectamente peinado —. ¡Alex, Ross, Jessie!

Al verla todos corrían hacia ella, la llenaban de abrazos y besos. Jack le prometía amarla toda la vida, sus hijos prometían seguirla hasta el fin del mundo. Y el corazón de Elsa quedaba triste y desolado... Otra vez.

Aquel sueño la había dejado peor de lo que ya se sentía y sí cerraba los ojos podía verla a ella reclamando lo que por derecho le pertenecía. Se preguntó si algún día podría dejar de soñar con eso o con aquel hombre riéndose de ella y gritándole que no debía ser feliz porque ella no lo merecía. Que ella no merecía tener una familia y estar casada o tener una bonita casa.

Que solo merecía miseria infinita y decepciones a manos llenas. El pecho le dolió y se abrazo más a Jack al sentir el miedo nocturno que tanto la invadía. Su esposo siempre correspondía apegando la a él con fuerza. Esperando que el miedo se fuera y la tranquilidad volviera a ella lo antes posible.

Cuando la maravillosa mañana llego Elsa estaba aún más cansada que la noche anterior y aún seguía tan mareada como si hubiera subido a la rueda de la fortuna. Aún así hizo un esfuerzo mayúsculo y abrió sus ojos.

Cuando pudo enfocar su visión el techo blanquecino de su nueva habitación la recibió y los rayos del sol le hicieron sentir náuseas al instante. Elsa se apartó de Jack con especial cuidado de no despertarlo, retiro los edredones de encima suyo y corrió descalza al baño. Estremeciéndose al contacto con el frío de la madera en sus plantas de los pies, recorriendo le la espina dorsal. Corrió al baño y se arrodilló junto al escusado desechando todo por completo. Respirando con dificultad por el vómito y las arcadas.

Sintiéndose peor a cada instante, cuando el sueño y la culpa volvían una nueva arcada aparecía y su estómago se estremecía de dolor. Las lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas, enrojeciendo sus ojos y su cara por la fuerza que hacía. Se sentía fatal.

—¡Elsa! —Jack entro al baño y de inmediato se colocó detrás de ella sosteniendo su cabello y acariciando su espalda de arriba abajo con cariño y cuidado —. ¿Qué pasa? ¿Esta todo bien, mi amor?

Elsa se enderezó con dificultad, Jack la ayudo y pudo ponerse de pie sin tambalearse demasiado. Fue al lavamanos y se echó agua en la cara y guardo un poco en sus mejillas para después escupir la con el afán de deshacerse del horrible sabor amargo en su lengua. Jack bajo la palanca del escusado mirándola de reojo. Si había algo que no soportaba era el hecho de que Elsa —o sus hijos — sufrieran. La idea de perder a alguno de ellos le resultaba bastante dolorosa.

—Jack —murmuró suspirando con los ojos cerrados un momento para darse el valor necesario para hablar con el amor de su vida —... Tenemos que hablar, esto es serio.

Él asintió, bajo la tapa de inodoro y tomó asiento sobre este mirando desde su lugar con cautela y el corazón a punto de explotar de tensión.

—Me estas asustando —confesó jugando con sus pulgares —. ¿Es algo demasiado grabe para tenerte en este estado?

—Bueno —Elsa se llevó las manos al cabello halándolo hacia atrás con nervios —,Jack ¡Es complicado! Porque todo parece estar saliendo a la perfección y no quisiera que esto supusiera un problema o un conflicto cuando no lo es. Porque Jack para mi no lo es, es más bien como un regalo y si tu no piensas así me temo que no podremos seguir juntos... Sabes de lo que hablo.

Jack frunció el ceño sin entender nada de lo que hablaba, mirándola caminar de un lado a otro con los labios temblorosos y el semblante lo bastante pálido como para verse enferma, incluso. Lo estaba poniendo realmente nervioso.

—Elsa —la interrumpió, logrando que detuviera por completo su ir y venir —. No sé de qué me hablas, como voy a tener una opinión si no tengo ni idea de a que te refieres.

Elsa suspiro tratando desesperadamente de recuperar la cordura, cayendo en cuenta de que parecía una loca histérica. Relajo sus hombros y dejo caer sus brazos a cada uno de los costados de su cadera. La mirada de Jack la alentó a seguir y le daba la sensación de que todo, sin importar que, estaría bien.

—Jack —dijo conteniendo el aliento por un segundo, asimilando una vez más el contenido de la información para hablar con su esposo, sin máscaras —... Yo, bueno, simplemente paso y no sé si es demasiado pronto. Pero... Estoy embarazada.

Los ojos de Jack se abrieron de par en par y su estómago cosquilleo con la noticia que salió de la labios de Elsa. En un momento el tiempo se detuvo y se sintió un inexperto en el tema, estaba emocionado y en shock pero aún así un poco abrumado. Sabía que no importaba la circunstancia, ni el momento. Él adoraría a su hija o hijo por sobre todas las cosas. Con valentía como a Jessie, con la misma fuerza que a Alex y con toda la ternura que le daba a Ross. Sentía tantas cosas a la vez y se sintió orgulloso simplemente por que su hijo fuera a nacer. Eso ya lo hacía un campeón desde su punto de vista.

Elsa lo miro atenta a un movimiento pero no paso nada, se mordió el labio inferior con las lágrimas a punto de derramarse. Si no le había dicho nada con anterioridad era porque tenía muchísimo miedo. Tenía miedo a la respuesta, a que le dijera que el ya no quería otro hijo porque ya tenía tres. Claro, eso no la iba a detener para tener a su bebé. Pero si la haría sentir mal. Harta de la espera Elsa carraspeo.

—¿Cuánto tienes? —le pregunto el peliblanco con la voz entrecortada de la emoción. Las manos de Elsa temblaron.

—Un mes —soltó, alejando las lágrimas de sus ojos, enderezó su espalda y alzó el pecho con mucho orgullo —... Yo sólo quería ser sincera y si no lo quieres es muy tu decisión...

En ese momento Elsa fue interrumpida por unos brazos que la tomaban de la cintura y la abrazaban con especial fuerza. Jack escondió su rostro en su cuello con una sonrisa gigantesca y hermosa de dientes blancos. Ambos corazones latiendo al mismo ritmo y por la misma emoción. Elsa lo estrecho con la misma fuerza aliviada y feliz en total plenitud. Sintiendo el amor de Jack, incluso por el pequeño ser en su vientre.

—¡Vamos a ser papás! —exclamó Jack, alejándose unos centímetros de ella para besarle el estómago aún esbelto. Elsa río por el gesto —. ¡Yo soy tu padre pequeña criatura hermosa! ¡No puedo esperar a que estés con nosotros! ¡Dios, te amo! —grito tomando a Elsa de las mejillas para darle un beso en los labios, la patinada sonrió con inmensa ternura y amor —. ¡Los amo!

—Y yo te amo —susurro Elsa mirándolo detenidamente a los ojos con una nueva emoción en ellos, algo radiante casi mágico —. Demasiado y amo a este bebé, lo amo con toda el alma.

Elsa se acarició el vientre con especial cuidado y amor , Jack asintió con emoción. La acercó una vez más a él y la abrazo con delicadeza.

—Gracias —susurro Jack, besando su cien.

—Promete que nunca nos dejarás, que nos cuidarás siempre —pidió Elsa con la voz temblorosa —. Que no importa que pase estarás ahí para nosotros. Promete lo.

—Lo prometo. Aquí estaré siempre, vida mía.

Su vida comenzaba a tener sentido y el amor la llenaba por completo. Del corazón al alma. Y sabía que por el bien de todo y todos era mejor callar y no traer una tormenta en donde juraba había paz absoluta.

♡ⓗⓘ♡

¡Nuevo capítulo!

¿Qué? ¿La irresponsable actualizo?
Pues sí, hoy por fin la inspiración llego a mi y mi corazón Jelsa volvió a latir.

Muchísimas gracias a todas por las preguntas que dejaron, me ayudaron un montón y por supuesto ya estoy escribiendo ese capitulo especial para ustedes 7w7

Quiero decirles lo mucho que aprecio que aún sigan aquí (si es que aún están).

Un abrazo y bye bye.

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