Cinco
CINCO
♡Con malas intenciones♡
—No hay mejor manera de pasar las fiestas que acompañado por la familia después todo, ¿cierto? Es el espíritu de la navidad.
Jack apretó los labios y negó dejando el vaso de café aún lado en la pequeña mesa del lugar. La noche pasada habló con Elsa sobre la idea de que su madre pasará las fiestas con ellos, bueno, ella y su hermana.
Para ser honestos su madre y Elsa no se llevan bien desde tiempos inmemorables o al menos desde que él estaba en la secundaria y comenzó su relación con Elsa. En realidad, Emma tampoco estaba muy feliz con su nueva unión una vez que se enteró de todo, tanto su madre como su hermana siempre alegaban de que había algo mal con Elsa. Que no era ni tan buena, ni tan bonita, ni tan sincera como lo había sido Aurora.
Jack estaba de acuerdo en eso, Elsa no era como Aurora y viceversa, las dos eran distintas, las dos tenían sus defectos, ambas bellas, ambas talentosas y a las dos las amaba tanto que no entendía porque su madre y su hermana no podían aceptar eso y solo apoyarlo porque ella era una mujer que le trajo un montón de alegrías cuando él mundo parecía solo y devastado o cuando amaba a sus hijos pura y sinceramente.
—Yo sé. Amo tenerlas cerca, sobre todo después de estar tan distanciados, pero también entiendo la postura de Elsa. Se siente incómoda cuando ellas están cerca y no es para menos.
Hiccup asintió llevando su vaso de café americano a los labios.
Esta tarde, particularmente fría, Jack se había reunido con su amigo después de todo el estrés que se estaba viviendo en su casa con la próxima visita de su madre y de su hermana, el embarazo y, sobre todo, la inesperada aparición de Anna tan triste y devastada.
Jack a adoraba a su cuñada, siempre tan dulce y sonriente y no le molestaba la idea de que se quedará. Lo que le molestaba era el hecho de verla tan triste y que nadie pudiera hacer nada para aliviar su dolor. Ross hizo el intento jugando cartas con ella, pero la pelirroja solo se puso a llorar cuando perdió la partida. Jessie la llevó a comprar ropa pero ella solo se entristeció cuando vio todos los vestidos lindos y pensó en que algo parecido debía regalarle Hans a su amante.
Elsa también lo intentó le contó lo de su embarazo y aunque los ojos de Anna brillaron de alegría eso no evitó que se pusiera a llorar cuando recordó su embarazo y lo mucho que Hans la había consentido.
Con todo eso, Jack no sabía si más familia en su casa era la solución. No obstante hacía un año y medio que no veía a su madre y Elsa tampoco se opuso la idea, solo le dijo que ella levantaba la bandera de tregua y esperaba que, por el bien de todos, su madre y su hermana hicieran lo mismo.
—Habla con Olivia y con Emma y sólo pídeles respeto.
—No las conoces. Tienen indirectas para todo lo que Elsa hace —contestó el peliblanco—. No sé ni qué pensar, además, no sé cómo tocar el tema del embarazo de Elsa con ellas.
Hiccup le dio una sonrisa.
Estaba feliz por su amigo y la manera tan abismal en que recuperó su vida. No espero que Elsa quisiera tener hijos propios pero estaba claro que estaba equivocado, solo podía desearles felicidad a manos llenas y muchísima paciencia en el medio.
—Suerte con eso —se jacta el castaño—. Pero, recuerda que debemos celebrar pronto ese acontecimiento. Llamaré a los chicos, a Tadashi a Johnny… tu solo haz una lista.
—No creo que sea lo más prudente Hiccup…
—¿Y por qué no? Hamada está de regreso en la ciudad y Flynn está teniendo mucho tiempo de sobra con lo del divorcio.
—Ya lo creo —siseo—. Me dijo Elsa que Punzie está, ¿como se diría? ¿Eufórica? Compro ropa nueva y se hizo un cambio de look.
Hiccup se rio.
—Todos sabíamos que las cosas entre ellos dos terminarían más tarde que temprano, son inestables. Ambos. Pero, oye, ¡más a mí favor! Flynn nos necesita y festejar su soltería y tú nunca va paternidad, por cuarta ocasión, parece un respiro.
—Déjame pensarlo hermano —suspiro, el sonido de su teléfono lo interrumpe y un escalofrío lo recorrió cuando nota que es el contacto de su madre, se disculpa con Hiccup y toma la llamada —. Hola. ¿Cómo va todo?
—¿Ya le dijiste a tu esposa que iremos?
Jack se pasa las manos por el rostro.
—Ya. Ella está encantada, porque claro es una dama a pesar de tus desplantes.
Del otro lado Olivia suelta una carcajada.
—No me hagas reír mi cielo, esa… mujer es más falsa que los zapatos "Gucci" que venden en el mercado de pulgas en Santa Mónica.
—Mamá.
—Uhg, lo siento cariño. Sabes que no tengo filtros, aún así, ¡estoy tan emocionada por pasar tiempo con mis niños preciosos y contigo! Tu hermana también está ansiosa.
—¡Lo estoy!
La voz de su hermana al otro lado lo hace sonreír. Dios, el sabe que con Elsa son insoportables, pero tampoco puede evitar amarlas porque ellas también son su familia y adora cada parte de ellas.
—¿Qué hace esa enana contigo? Creí que aún estaba en Alaska.
Su mamá ríe y escucha a su hermana despotricar por el apodo.
—Llegó antes mi cielo. Lo que me recuerda que llegaremos mañana mismo a tu casa.
—¿Mañana?
La avalancha se acercaba, era tan pesada a y tan rápida que Jack duda que pueda huir sin ser aplastado. No va a mentir está encantado con la idea de tenerlas cerca para estas fiestas, pero esa la espina de problemas le pincha las costillas tentadoramente.
—¡Por supuesto! —exclama Olivia con habitual dulzura—. Cuanto antes mejor. Nuestro vuelo sale a las once de la mañana, lo más probable es que estemos allá a eso de las tres o cuatro de la tarde.
Ya quiero que mis nietos vean los regalos que tengo para ellos
—Estarán felices —responde Jack, pues sabe que sus hijos siempre reciben a su abuela con amor y los brazos abiertos—. Iré por ustedes, seguro a Ross le encanta la idea de acompañarme.
—Suena ideal.
Hiccup levanta los pulgares en señal de apoyo, entonces Jack se ríe porque todo esto es absurdo y agotador y se siente como que es un desastre esperando a pasar.
—Vale, las amo.
—Nosotras tambien, saludame a los niños quieres.
Jack se despide y guarda su móvil antes de tomarse todo el café americano de un simple trago, Hiccup choca su vaso con el suyo y lo mira con una mirada de pena ajena, a esto Jack bufa.
—Te compadezco.
—Ni lo digas Haddock.
—¿Fiesta el sábado?
Jack asiente levemente. Después de todo también necesita divertirse y despejarse un poco de sus responsabilidades.
━ANNA━
05:30 PM
Las cosas cuando se está triste suelen perder su color, incluso las más brillantes pierden su brillo. Anna nunca pensó que tener el corazón roto dolería tanto.
Bueno, supuso que después de una vida plena con más altas que bajas una verdad como esa significaba mucho más que para otros. Llevo una vida colorida y en sí misma repleta de amor, ahora es difícil seguir cuando han pinchado tu burbuja de paz y amor. La puerta de la habitación de huéspedes se abre y su hermana Elsa asoma cabeza con una sonrisa.
Anna lo intenta, pero el dolor la apaga y sus lágrimas se escurren por sus mejillas.
—Ay, nena.
—Lo siento —contestó sollozando—. Voy a sonreír, ¿lo ves?
Un intento de sonrisa surcó sus labios y el corazón de Elsa se rompe por la visión de su hermana tan dolida. Pero, bueno, ella supone que esto pasaría, esto iba a pasar. La verdad siempre sale a la luz y eso, definitivamente, la tiene vuelta un manojo de nervios.
—Anna —suspira la platinada, estará de lleno al cuarto, tras de ella Alex con una bandeja con un sándwich, ensalada y un vaso de duraznos dulces. Sus tripas se retuercen, pero definitivamente no es por el hambre—. Gracias Alex, eres un encanto.
El castaño deja las cosas sobre la mesita de noche y asiente. Mira por el rabillo del ojo a la triste pelirroja sobre la cama; sus ojos están tristes y falta brillo en su cara, eso es algo que Alex nota al instante. Entonces Anna le regresa la mirada y las mejillas de Alex se ponen rojas cual tomate.
Él se aclara la garganta y vuelve su atención a Elsa.
—Iré a dar la vuelta con unos amigos. No llego tarde, ¿le avisas a papá?
—Claro cielo, ve con cuidado.
—Gracias Elsa —el muchacho se despide con un beso en la mejilla de Elsa, luego mira a Anna—. Adiós, mejorate.
Anna asiente antes de que el salga.
Ella no sabe porque pero siempre ha tenido la incómoda sensación de que no le agrada a Alex, es complicado pero desde que cumplió quince se volvió un poco tajante con ella, luego cuando cumplió 17 este simplemente no le prestó mayor atención que la necesaria. Nunca fue grosero, pero si fue una circunstancia rara.
—¿Qué le pasa a ese chico?
—¿De qué hablas? —inquirió Elsa al tiempo que se sentaba sobre la cama.
Anna sacudió la cabeza, probablemente estaba tan sensible que veía cosas donde no las había y Alex era solo un chico ocupado y frío como su padre.
—Olvídalo —murmuró—. ¿Cómo te sientes linda?
Elsa sonrió y tomó el plato de ensalada y el tenedor entre sus manos.
—Bien. Pocas nauseas, pero puedo vivir con eso. Ahora abre.
Anna niega.
—No tengo hambre, Elsa.
—Tienes que comer y te preparé los duraznos que tanto te gustan.
Las comisuras de Anna tiran ligeramente, pero no tiene ni un poco de hambre. Está tan rota y vacía que no tiene la intención de alimentarse. Su hermana arruga un poco la frente.
—Tienes que hacerlo necesitas fuerzas.
Ella aprieta los labios.
—¿Por tus hijos? ¿Por mi? —inquiere la rubia pinchando un pedazo de lechuga romana con aderezo de oliva—. ¿Sí?
Sí hay algo en este mundo que Anna ama con su corazón es a sus hijos y a su hermana. Los adora con cada célula de su cuerpo con cada latido y respiro. No hay nada en el mundo que ella no pudiera intentar por ellos. Entonces ella respiro y abrió la boca a regañadientes.
Su hermana le dio el primer bocado con una sonrisa entre los labios.
—Eso es —asiente, y le da otro bocado y otro.
Las entrañas de Anna rugen de gusto porque la comida siempre es un buen pegamento para unir los pedazos, eso y el amor que siente por los suyos.
—Esta deliciosa.
—¡Sabía que te gustaría! Después te haré un jugo de manzana, sé cuánto te encanta.
Anna termina de digerir el bocado y niega apenada.
—Oh, Dios Elsa no tienes que hacerlo. Yo soy quien debería cuidarte, eres tú quien necesita cuidados.
Anna sabía que era cierto, ella se sentía mal pero su hermana era el centro en estos momentos. Ella era la que necesitaba de su amor y de su paciencia, Elsa no tenía la culpa de que ella fuera una cobarde que no pudiera pasar por este mal momento comí una guerrera, como incluso lo haría la propia Elsa.
—Oye, alto, alto —murmura Elsa dejando el plato aún lado encima de la mesa de noche—. No tienes que preocuparte por nada Anna, déjame cuidar de ti y de tu corazón, ya sabes, como no pude hacerlo cuando estabas embarazada.
Los ojos de Anna se aguadaron otra vez, ella recordó aquellos meses. Estaba tan sensible y su hermana no pudo estar con ella porque se había mudado a New York y un inmenso espacio las separaba. Había tanto en que pensar y Hans estuvo ahí para cuidarla día y noche, ¿quién diría que todo aquello no era más que una máscara?
—Te lo agradezco —murmuró.
—Hey, no más lágrimas —canturreo, se acercó a ella y sostuvo sus mejillas—. Quiero verte mejor y contenta, aquí estoy para ti siempre ¿me escuchas? Para eso somos familia. Lo que me lleva a proponerte algo.
Anna se limpia las lágrimas con las mangas de la sudadera.
—¿Tú y tus hijos pasarían las vacaciones de invierno con nosotros?
Los ojos de Anna destellaron.
Tenía una respuesta y una razón para alejarse.
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Volvió, estamos de
vuelta. So, espero y
les guste. Esto viene
con mucho salseo,
secretos, romance y
¡Escenas Hot!
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