Capítulo cinco - Una fiesta con doble cara
Con sigilo la rata se movió, hasta que ¡pam! Tras un sonido mortal, dicha rata cayó agonizando y con enorme chichón sobresalido en el alto de su cabeza.
-¡Mecachis! - reclamo la rata habladora que con dolor acariciaba el bulto tan superficial - Pensé que una princesa era más delicada.
La tranquila acompañante, levantó sus pestañas lentamente e enfoco su mirada cielo, en el individuo extendido en el suelo.
-La delicadeza, no se refiere a dejarse abusar por cierto niño malcriado - Pasó la hoja de su libro y volvió a enfocarse en su lectura - A la próxima, no seré tan blanda.
-¡¿Blanda?! - Se sentó él cruzando las piernas y la miró sorprendido - ¡Pero si me has dado con el dichoso libro con la clara intención de terminar con mi vida!
Elsa, dejo el libro sobre el césped y enfoco toda su atención en el acompañante, cuando vio el chichón con claridad, cierta risa quiso escaparse de entre sus labios, la cual trato de contener, pero la mirada de perro ofendido de Jack, hizo que dicho esfuerzo fuera inútil y desato en una pequeña carcajada.
-Si no estuviera constantemente posando su ser sobre el mío, no habría hecho de usted, un saco de boxeo - Aclaro ella mostrando una fina sonrisa. - A ver - extendió sus manos y toco con la punta de sus dedos el chichón, el que con sus poderes enfrió.
El albino, observó de lado la perfecta facción de la princesa, que resplandecía en aquella mañana. El sol se anteponía en cada esquina. Los primeros calores de primavera, estaban allí, casi presentes.
Jack vio, una pequeña flor amarilla, que había comenzado a abrirse y esbozo una pequeña sonrisa.
-Todo es mejor teniendo compañía - Murmuró cerrando los ojos, disfrutando de una pequeña garrafa de calor.
Elsa bajo las manos y levantó su mirada, al majestuoso cielo azul que se posaba sobre ellos. Ciertamente, aquel día todo se veía distinto. Quizás por esa misma razón... Tal vez, se había equivocado con él y...
-¡Ah! - Golpeó la mano salida de Jack que se había pasado en su hombro.
Quizás si estaba en lo cierto.
Le clavó una clara mirada asesina y se movió un poco más, buscando distancia. Y después de nuevo centro su atención en el libro.
-¿Por qué tanta hostilidad tentada contra mi ser? - Parpadeo Jack fingiendo estar desentendido - Mi única intención, era transmitirle mi cariño puro y sin segundas intenciones.
-Cuanta razón. Son más de segundas intenciones que rondan por esa cabeza.
Jack, desato en una fuerte carcajada que espanto a los pájaros que se ocultaban en el árbol. Elsa, le miró con desagrado.
-¿Ni le han enseñado a reír? - interrogó con cierta arrogancia, posando las manos sobre su regazo.
-No hay educación en respecto a las risas. Rió, sin privaciones, si así lo siento. Ese es el mal de la gente, privarse de lo que sienten.
"Quizás tuviera razón..."
Aquellas palabras estuvieron rondando su cabeza, como si estuvieran siendo dictadas, vez tras otra, por aquellos labios pálidos y arrugados. Por aquella voz dulce y despreocupada, que no sabía más que hacer sino desatar en risas. Hacia parecer, que en el mundo no existiera ni el sufrimiento ni el odio. Jack, era realmente alguien puro.
-Señorita Elsa. ¿Señorita?
Al parpadear con la pesadez de camadas azules sobre sus párpados, dio por ella, con una copa en la mano, con apenas el fondo cubierto de vino y con el señor Hector parado frente a ella, junto al mismísimo gordo director, que no hacía discreción de zamparse un pastel de chocolate y frambuesa, allí frente a ella.
Elsa, sólo hizo como si no existiera y esbozo una sonrisa hacia el señor Hector, quien se la devolvió.
-Espero que este disfrutando de la fiesta, princesa Elsa - le tendió un pastel, el que ella negó.
La princesa llevaba un vestido que la cubría hasta sus pies, que resaltaba todas sus curvas, en un tono negro, lo que sólo le hacía verse más sensual. Y por debajo, unos tacones de un tono vino, con cintas por encima.
-Así es, sin duda una fiesta encantadora y que no decir de este salón - Alzó la mano presenciando más aquella enorme sala, donde los invitados comían y charlaban.
Era un lugar enorme, con alfombras rojas de borde dorados y paredes con bellos dibujos. Sin duda, era un lugar digno de su gusto. Quizás lo único que le gustara de estar allí.
-Se lo agradezco - Bajo la cabeza de mano posada en su pecho - Me complace que le agrade este lugar.
Entonces se escuchó que llamaban por él y este sonrió en señal de disculpa.
-Bueno, espero que siga disfrutando de su estancia. Yo debo irme, pues reclaman mi asistencia.
-Nuevamente, felicidades por su ascenso en la familia.
"Finalmente... O no..."
Elsa había creído que cuando el señor Hector se fuera, el gordo director iría tras él como su perro faldero, pero allí seguía, comiendo como un cerdo, hasta que se percató que Elsa le miraba y este rápidamente se sacudió y limpio su desagradable boca cubierta de chocolate y migas.
-¿Esta bueno el pastel? - Interrogó Elsa con la intención de ridiculizarle un tanto, a la vez que cubría sus labios con la mano.
"Madre mía... Jack, deberías estar aquí, só idiota"
-¿Una fiesta?
Hace unos días, Elsa le había hablado de la fiesta y había tenido el detalle de invitarle, siendo así su acompañante. Era obvio que aceptaría. Bueno, al menos eso creyó ella... Era lo más obvio, ¿no?
-Así es, el señor Hector celebra su mandato a la familia - Comentó Elsa - Y pensé en que podría venir conmigo.
Jack, se había mostrado emocionado por unos instantes, pero repentinamente toda su emoción se desvaneció y por primera vez en su corta relación, se mostró un tanto distante.
-Ah no, me temo que tendrás que ir sin mi - Se levantó del suelo y se sacudió como si corriera prisa - No me agradan esas fiestas.
-¿Qué?...
Y por eso, ahora Elsa se hallaba ciertamente molesta con Jack, allí en medio de la multitud de nobles, los cuales veía, más arrogantes de lo habitual.
-Debería probarlo - Carraspeo el director anteponiendo su ovalada barriga - Esta de muerte.
-Le creo... - Desvío la mirada disgustada, pero no haciéndolo presente.
Aquellos lugares en convivió, eran obsoletos a su agrado. Cuán desagradables eran para ella. Había sido por esa misma razón que hubiera querido negarse, pero aquella conversación misteriosa la había arrastrado hasta allí.
Un grupo de música había comenzado a tocar, algo más animada y una pareja se centro en medio de la sala. La sonrisa de la joven era deslumbrante como una mañana de verano. Era particularmente bella y no precisamente por su físico natural, sino por la felicidad que en ella relucía.
-Pronto será su boda - Levantó una copa de vino tinto, llamando así la atención de Elsa - ¿No le parece una grandiosa idea?
Elsa sacudió la cabeza y arrugó el entrecejo, viendo al individuo con confusión.
-¿Idea? - interrogó.
-¿Nunca a pensado en casarse, princesa Elsa?
¡Oh no puede ser! Por un momento, el estómago de Elsa se retorció, creyendo que a aquella sabandija se le habría podido ocurrir la idea despampanante de casarse con ella. Estuvo a punto de visualizar cierta imagen desagradable, pero estuvo a tiempo de huir de ella.
-No, nunca he pensado en tal situación.
-Oh - Se mostró sorprendido - ¿No esta ya en la edad? Pensé, que se lo hubieran comentado en la corte.
-Si, por supuesto - Sonrió mostrándose segura - Pero, no especialmente he pensado en algún pretendiente.
En aquel instante, Elsa sintió que había pisado una mina, sensación que sintió cuando la meticulosa sonrisa del director salio a la luz y sus manos se pusieron una sobre la otra.
-¿Conoce al hijo del señor Hector?
-No, no tengo el gusto - A Elsa se le cruzaron los ojos. ¡Lo sabía! Estaba metida, en medio de una conversación muy pesada.
Miró a su alrededor, con la idea de buscar una excusa para poder huir, más, como si el gordinflón leyera su mente, tomó de la muñeca a la joven. Elsa, le miró enseguida como una fiera, más pestañeo, cuando vio que él llamaba a alguien.
-Aquí esta Aleixandre, justo hablaba de usted, señorito. - Habló con una sonrisa más falsa que cualquiera anterior.
Elsa, levantó la mirada y entonces se estremecieron, cuando ante ella una presencia conocida, se paro frente a ella.
-¿Y hablaba maravillas? - Sonrió él joven.
-¿J-Jack? - Interrogó de labio encogido.
Sin duda alguna, no estaba viendo visiones, frente a ella, estaba él joven que le había negado su compañía aquel día. Allí estaba, vestido elegantemente, de traje azul marino y camisa blanca, relucía más de lo que solía relucir, más sin embargo...
-¿Qué hizo con su cabello? - señaló Elsa viendo que ahora el blanco había sido substituido por un castaño común.
El contrarió, se mostró confundido y sacudió su cabellera, como si se tratara de quitar alguna pelusilla.
-¿Tiene algo de extraño?
-Como que... Le cambiaste el color - fruncio el ceño, un tanto molesta por su actitud.
"Definitivamente, Jack Frost quiere volverme loca"
-¿Color? - parpadeó todavía más confuso a la vez que se rascaba la nuca. Miró al director, como pidiendo ayuda, pero este apenas le encogió de hombros, tan o más confundido que él - Hmmm... ¿Usted es la princesa Elsa? - volvió a mirarla con una pequeña sonrisa.
A Elsa se le torció la paciencia y meció la cabeza, cansada de aquel juego absurdo y carente de sentido. Algo bien tenía claro, Jack había negado la invitación, porque tendría que presentarse fingiendo que era alguien más. No comprendía el porque tenía que hacerlo, pero el caso es que no tenía paciencia para aquel tipo de juego.
-¿Desea bailar? - le ofreció entonces y de forma repentina, el que supuestamente era ahora Aleixandre.
Podía haberse negado a seguirle el juego, pero si quería jugar, tendría juego.
Asintió y dejó que tomará su mano, hasta la pista de baile. Allí, posó la mano sobre el hombro de "Jack" y tomada de la otra, comenzó a moverse al son calmo de la música que había comenzado nuevamente a tocar.
-¿Va a seguir con esta payasada? - Le clavó la mirada en la suya azul, que resplandecía como habitualmente lo hacía.
El apuesto joven, tiro de la joven, pegándola a él y mostró toda su perfecta dentadura, mostrando una nueva facción que ella desconocía. Una sensual y posesiva.
¿Qué? A Elsa le estremeció el cuerpo, a la vez que su mirada. Su mirada no le engañaba, aquella era la cara de Jack, pero... Aquella actitud, aquella mirada... Estaba lejos de ser la de, Jack Frost.
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