𝟿. 𝐹𝑎𝑙𝑠𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑣𝑒𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠
Al final, Smith —irritado— decidió que, lo mejor sería volver a casa y que ahí, pediría comida vegetariana para ambos. Estaba muy feliz con su elección, no quería seguir viendo los rostros asqueados de la multitud.
Llegamos a su hogar y Nox, de inmediato, se acercó para saludarnos con unos lindos maullidos. No pude negarme, tuve que tomarlo y abrazarlo: los gatos peludos eran mi obsesión.
Smith lo saludó pero no le prestó tanta atención porque según él, tenía mucha hambre.
Luego de darle todo mi cariño y amor a Nox, fui al baño a limpiarme las heridas. No me dolía y aún sentía mi nariz; eso explicaba que el hombre no consiguió quebrarla: era un buen indicador.
Saqué mi celular del bolsillo y noté que no paraban de llegarme notificaciones. No deseaba lidiar con ese odio sin fundamentos, así que borré mis redes sociales.
Sabía que no tenía que hacer esto, pero mi curiosidad era inmensa —como la de un gato— y también, necesitaba información sobre las víctimas. Pinché un portal de noticias que se caracterizaba por ser muy morboso y explícito:
MASACRE EN UNA ZONA RURAL DEL PAÍS: TRES ADOLESCENTES ASESINADOS Y DOS TESTIGOS FUNDAMENTALES.
Campo de calabazas, los habitantes no superan las diez mil personas y en su mayoría, son familias trabajadoras de buenas costumbres. Un sábado por la tarde, un grupo de jóvenes caería en las garras de un sádico asesino. Solo dos personas lograrían escapar: G.S. —se trata de un menor de edad— y Norman Warren.
El adolescente —de siglas G.S.— asegura que no sabe lo que sucedió y tampoco entendía tanta hostilidad hacia él y sus amigos fallecidos. «Fue horrible, solo pude escapar y ese hombre, ese asesino... Nunca habló ni tampoco trató de herir al otro joven», le contó a las autoridades de Campo de calabazas. Debemos recalcar que, los cuerpos de sus amigos continúan desaparecidos.
Sin embargo, luego de casi dos semanas sobre los asesinatos, apareció el segundo testigo: Norman Warren. De acuerdo a nuestros trabajos, Warren se había mudado a la casa de su padre luego del fallecimiento de su abuela paterna.
¿Qué?, ¿cómo se enteraron sobre eso? Qué asco pero tenía que reanudar la lectura.
«Norman nunca tuvo problemas. Era muy callado y respetuoso, espero que sea mentira todo lo que han dicho de él», dijo C.D., ex profesor de la universidad de Warren.
¿Profesor Carlos Díaz?, ¿por qué «esperaba»?, ¿acaso nunca creyó en mí? Esto cada vez se ponía peor.
Se decían muchas cosas de Norman Warren, sobre todo porque no era su primera vez lidiando con temibles asesinos. La primera vez, fue en el mismo pueblo Campo de calabazas: su madre fue brutalmente violada y asesinada en el bosque, nunca hubo culpables.
No, no... no... ¿Por qué? Esto era horrible... ¿Y no había culpables? No, esto no se podía quedar así, ¡claro que no! Smith no me contó esto... Aunque lo entendía, él no deseaba entristecerme más de lo que estaba...
La segunda vez, fue en su escuela: uno de sus compañeros mató a su novia en una sala de clases. No obstante, Warren estuvo en ese sitio pero el adolescente prefirió perdonarle la vida porque «lo estimaba mucho para hacerlo». Pasan los años, Warren llega a Campo de calabazas y nuevamente, sale invicto de la situación.
¿Qué? ¿Cuándo sucedió esto? Estos periodistas solo inventaban cosas de mí... A lo mejor, ellos debieron confundirse; de todos modos, mi nombre siempre ha sido muy común.
Tuvimos acceso al testimonio de Warren y esto contó: «Yo fui a dar una vuelta al bosque, nada más y me encontré con esos chicos. Ellos me golpearon, fueron crueles conmigo y luego, apareció ese asesino». A Warren le preguntaron si lo conocía o si intentó hacerle daño: «No, no era mi amigo y he dicho muchas veces que no. No lo conozco y no lo sé... Nunca habló, nunca dijo sus intenciones».
Ahora, Warren está incomunicable y aunque tratamos de hablar con su padre o tío, ellos nos confesaron que no sabían dónde estaba.
Debemos recalcar que, el caso está siendo continuamente actualizado.
Seguí con la caja de comentarios y dentro de todos los insultos que recibí, había uno con una extraña declaración:
Unknown dijo:
Y por que le tapan el nombre a Gilbert Smith????? Que diga la verdad si es tan valiente el hijo de puta. MATARON A TUS AMIGOS PORQUE USTEDES SON UNOS MALDITOS VIOLADORES!!! ME RIO TODA LA NOCHE POR LO QUE LES PASO JAJAJAJAJAJA YA NO SON TAN VALIENTES?? QUE PENA, GILBERT. TE METISTE CON ALGUIEN PEOR QUE TU Y TUS AMIGUITOS MUERTOS JAJAJAJA ESPERO QUE ESE HOMBRE TE MATE, TE REVIENTE A GOLPES POR TODO LO QUE HAS HECHO.
SI ALGUIEN CONOCE LA DIRECCION DE ESE TAL NORMAN O EL HOMBRE QUE MATO A ESOS POBRES IMBECILES QUE LA DEJE A BAJO PORQUE QUIERO DARLES UNAS BUENAS CERVEZAS.
Aquel comentario obtuvo demasiadas réplicas; los internautas le pedían mayor información acerca de Gilbert y los demás adolescentes fallecidos pero nunca respondió.
¿Quién era esa persona?
—¡Norm, ya llegó! —era Smith.
—¡Vo-oy! —respondí.
Cerré las ventanas con rapidez, tiré la tarjeta SIM a la basura y volví a meter mi celular en el bolsillo.
Llegué al comedor y ahí, él me esperaba con varios platos de comidas recién hechos.
—Gracias... Quiero pagarte todo esto.
—¿De qué mierda hablas? —rió juguetón— Solo come, Norman.
Su reacción me dejó sin palabras pero hice caso.
Había tantas opciones, tantos sabores que, no sabía por cuál plato empezar porque todos se veían muy apetitosos.
—Creo que dejaré la carne —mencionó Smith: lucía demasiado sonriente.
—¿Sí? —pregunté escéptico.
—¿Dudas de mí? Lo haré —rió—. Pronto llegaré a los cuarenta y comer carne solo empeoraría la situación.
—Te ves muy joven...
—¡Ja, no mientas!
Me mantuve callado, recordé a mi madre y su injusto final; después, miré a Smith y una idea apareció en mi mente.
—Por cierto...
—Dime.
—¿No puedo buscar a la persona que mató a mi madre? No puedo estar tranquilo...
Él se quedó en silencio.
—Es complicado, Norman.
—¿Ella está enterrada aquí?
—Sí, todos los meses voy a dejarle algo. Por si deseas ir un día, este pueblo cuenta con un solo cementerio y ella está en el pasillo dieciséis.
—Muchas gracias, Smith —pausé cabizbajo—... Por cierto, me gustaría ir a buscar unas cosas en la casa de mi padre. No quiero que él se quede con ellas... Luego de comer, iré.
—No —respondió.
—¿E-eh?
—Yo iré.
—¿Podrías? —pregunté asombrado: Smith siempre me sorprendía.
—Claro.
—Mis cosas están en la habitación del segundo piso... No es mucho pero tengo un poco de ropa, dinero y materiales para dibujar, échalas en una maleta roja. También, tengo una bicicleta roja, está cerca del corral de un chivo: se llama Macho Adolf... ¿En serio podrías?
—Norman, me encargaré de eso, no te preocupes —contestó severo.
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