Capítulo 2

Me desperté a media madrugada.

Escuché las sirenas de los autos de policía.

Salí de mi habitación bajé a la cocina y tomé un poco de agua. No tenía nada de sueño y estaba cabreada por eso. Mientras caminaba a la sala escuché la puerta cerrarse muy fuerte. Supuse que eran Chloe y papá, pero cuando caminé hacia el lugar, no eran ellos.

—¿Tú qué haces aquí?— le pregunto a Ethan, el chico que vive a tres casas de aquí.

—Debes cerrar todo, ¿están cerradas todas tus puertas y ventanas?— preguntó.

—¿Qué es lo que te pasa? Sal de mi casa o llamaré a la policía.

—La policía está muy ocupada reteniendo a las personas que se están comportando salvajemente allá afuera.

—¿Qué dices?

—No estoy aquí porque quiero, ¿vale?— me miró mal.

—Oye, si estás metido en problemas con alguna pandilla o vaya a saber otra persona qué, te me vas largando, no quiero que me maten a mí pensando que soy tu cómplice.

—¡No estoy metido en nada! Todos estamos en peligro— dijo.

—Mira...

—Joder, déjame hablar— resopló—. ¿Has visto las noticias? Te aconsejo verlas.

Fuí a la sala y encendí la televisión, busqué el canal de noticias y escuché atentamente.

La policía ha estado por más de seis horas en el centro de la ciudad inmovilizando a personas que padecen de algunos síntomas extraños como: agresividad, rabia y ganas de morder a las personas. Estos individuos han mordido a muchos ciudadanos, varios de estos han muerto, mientras que la mayoría comienzan a presentar los mismos síntomas. Se les aconseja a todos los ciudadanos de Miami que se resguarden en su casas hasta que la situación mejore, cierren sus puertas y sellen las ventanas. Tomen en cuenta estas medidas de previsión, esto no es un juego...

De repente la pantalla se puso en negro. La emisión se acabó y no hubo más nada.

Caminé a la habitación de mi padre y ellos no estaban.

Mierda.

Fui hasta la puerta y estaba decidida a salir para ir a buscarlos a ambos. Chloe es como mi mamá, y no puedo perder a papá, no a él, la única persona que me quiere de verdad.

—Hey, ¿qué haces?— pregunta Ethan.

—Ir por mis padres.

—¿Estás loca? ¿Has visto el desastre que hay allá afuera?

—No me importa...

—Ve por ti misma el infierno que se desató— apuntó a la ventana.

Miré por ella y estaban varios policías tratando de inmovilizar a algunas personas, había ambulancias con personas dentro, vi a un hombre lleno de sangre correteando a una chica, hasta que la alcanzó y...

Quité mi vista de la ventana y cubrí mi boca con mi mano.

Esto no puede estar pasando. Esto no puede estar pasando... ¡Maldición!

—Me desperté por el sonido de las sirenas, cuando bajé una de esas personas enfermas... estaba en la sala comiéndose a mis padres. Salí corriendo y comencé a tratar de abrir puertas, todas estaban cerradas y no confiaba en las que estaban abiertas, hasta que encontré la tuya. De verdad lamento haber entrado así, pero ahora todo se trata de sobrevivir al fin del mundo— rió sin gracia por lo último.

—No estamos en el maldito fin del mundo.

—Cree lo que quieras, pero estamos en el maldito fin del mundo.

Suspiré y busqué mi teléfono. Volví a bajar a donde estaba Ethan y le marqué a mi padre.

—Vamos... contesta— dije mientras mordía la uña de mi dedo índice.

—¡Gayle!— escuché a mi padre al otro lado de la línea.

—Oh por Dios papá, ¿dónde están? ¿tú y Chloe están bien?

Si cariño, estamos bien, pero unos hombres uniformados no nos dejan salir. Dicen que está pasando algo, pero no sé qué es. Por favor mantente a salvo, Gayle.

—Está bien papá, ¿volverán en la mañana?

—No lo sabemos, no sabemos hasta cuándo nos mantendrán aquí encerrados, pero espero que sea por muy poco tiempo.

—Los esperaré, te quiero papá... los quiero a ambos.

Nosotros también te queremos— dijeron los dos al unisono.

La llamada se cortó. Me di cuenta que la señal telefónica había muerto, ni siquiera había una jodida barra.

—Puedes quedarte aquí, lamento..., lamento lo de tus padres, el señor y la señora Sullivan eran muy buenas personas.

—Si, bueno, lástima que ellos no se fijaran de mí— bufó.

En parte lo entendí ya que yo recibía el mismo trato con mi madre.

—Bueno, iré a dormir, puedes quedarte en el sofá.

—Gracias, Gayle. Sé que no te caigo bien, pero me dejaste dormir aquí y no me pateaste el trasero para que me fuera.

—Buenas noches.

—Buenas noches.

Le pasé el seguro a la puerta principal y subí a mi habitación. Me cambié de ropa por si mañana tendríamos que salir corriendo y no tener que salir en pijama, puse dos mudas de ropa en una mochila y me acosté.

Durante un rato no conciliaba el sueño, hasta que llegó un momento que cerré los ojos y me olvidé de lo que pasaba afuera.

[...]

Desperté respirando profundo. Soñé que muchas de esos enfermos iban detrás de mí y yo ya no podía correr más, justo cuando estaba a punto de tomar la mano de mi padre, uno de ellos me mordió la cara.

Puse una de mis manos en mi pecho y mi corazón estaba muy acelerado. Estaba claro, ya había amanecido.

Bajé y Ethan no estaba el sofá, pero lo que sí estaba era una nota.

La situación estaba más calmada afuera, así que decidí ir a mi casa a buscar algunas cosas, vuelvo pronto.

Ethan.

Caminé a la cocina y me hice un sándwich, lastimosamente lo único que había en la nevera era la comida vegana de mi padre, pero gracias al cielo Chloe es carnívora como yo y había una pequeña bandeja con tocino. Lo cociné y se lo puse al sándwich para luego comerlo.

Escuché como la puerta principal se cerró y le pasaron seguro.

—¿Papá?— pregunto.

—No, soy Ethan— caminó hasta a mí—. Fui por algo de ropa y por esto— me mostró un bate y una hacha—. Si vamos a salir, debemos defendernos.

—Está bien, yo quiero el bate— dije tomándolo.

—Está bien, manejo mejor el hacha— dijo rebuscando en sus cosas— ¿Tienes agua aquí? Como verás, estoy cubierto de sangre.

Miré su camiseta y lucía muy mal, y asqueroso.

—Claro, la segunda puerta a la izquierda— dije apuntando arriba.

—Bien.

Saqué mi teléfono de los bolsillos de mis pantalones y miré la pantalla.

Aún no había vuelto la señal telefónica.

Le preparé un sándwich a Ethan y se lo dejé en el desayunador. Yo me dispuse a ver por la ventana. Estaban un par de enfermos deambulando por la calle frente a mi casa. El césped y la carretera estaba llena de sangre.

—¿Has pensado en la posibilidad de dejar esta casa? Digo, la comida no será eterna, tampoco el agua, o la luz— dice Ethan.

—Puede, pero quisiera quedarme un día más, por si mi padre regresa. Quiero pensar que se encuentra bien.

—Bien. Me quedaré contigo, puede que seamos los únicos que no estamos enfermos.

—Ya, pero no gastes el agua o la comida, sé como son ustedes los hombres.

—Claro— blanqueó los ojos.

Se comió el sándwich que le dejé y esperamos un momento para salir. Tomé el bate y una mochila. Ethan tomó el hacha.

—¿Lista para morir?

—No lo sé, pero yo mataré cualquier cosa que se mueva.

—Ese es el objetivo.

Suspiré y Ethan abrió la puerta para salir a lo que quedaba de vecindario.

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