42. Último golpe

Darren

Odio los galpones, me traen recuerdos, aunque técnicamente ya los había superado. Es evidente que las voces me han afectado demasiado, su compañía lástima a mi naturaleza, que ya estaba en completa armonía conmigo, sin embargo me la arruinaron.

—Utilizar mis recuerdos negativos es caer tan bajo —opino y ríen. Observo el lugar vacío —¿Dónde está? —pregunto por mi madre biológica, que es la maldita razón de que esté aquí, aparte de no tener muchas opciones.

La mujer camina por el galpón con una sonrisa y la sigo con la vista, acto seguido se da la vuelta, mirándome fijamente, sus ojos tan oscuros que puedes ver el infinito, te hacen paralizar.

Trago saliva e insisto ya que no me responden esas malvadas.

—¿Dónde está mi madre? —Frunzo el ceño.

—¿Cuál de las dos? —Vuelven a reír —Nosotras sabemos que solo te importa una y no sabes dónde está tampoco.

Bajo la vista, mirarlas me hace sentir vacío.

—Regresara cuando me recupere.

—Ay dulce mariposa, siempre haciéndote la vida difícil.

Vuelvo a observarlas enojado.

—No es así, ustedes son las que arruinan todo.

—Nosotras somos el camino fácil, Darren. Siempre lo fuimos, sino pregúntale a Rein, se cansó de sufrir y lo acepto. Eso es lo que no entienden los restauradores, es tan patético como no se rinden ante nosotras, cuando les podemos dar todo con un simple —Chasquean los dedos —movimiento.

Me sobresalto al ver que las luces del galpón se encienden, en el techo veo a mi madre biológica, desmayada y atada entre un montón de telarañas negras.

—No sé qué quieren conseguir con esto, pero a pesar de que esa mujer es el único ser que no quiero ver ni en fotografías, no voy a permitir que hagan algo así —Presiono el puño.

—Querías ser la perfección por ella, pero nunca te valoró, ni siquiera pensó en ti en todos estos años, tus deseos fueron muy banales, Darren.

Me pongo firme sobre el mal que quieren provocarme, pero no lo van a conseguir, no lo permitiré.

—Antes quería ser perfecto ante los ojos de mi madre, pero ahora ya soy perfecto, perfecto para mí, porque yo me quiero a mí mismo y no necesito la aceptación de nadie para ser quién soy, solo la mía.

—No importa lo que digas, Darren Wein —Alzan la cabeza desafiantes —nada cambiará lo que sentiste, y eso está a nuestro favor.

—Los recuerdos no modificarán lo que soy ahora.

Sonríen de lado.

—No, pero sirven para distraerte y destruirte mientras tanto.

Frunzo el ceño.

—¿A qué se refieren?

Las telarañas que sostienen a mi madre desde sus manos, la bajan hasta nosotros y me sobresalto.

—La dejaremos en paz, es inservible de todas maneras, pero a ti no, a ti te falta mucha tortura.

Mueven la mano y un agujero negro crece bajo mis pies. Mis ojos se abren en grande por la sorpresa, entonces al instante caigo allí. Al chocar con un piso, me levanto en el pasillo de la universidad. No sé qué planean, pero seguramente no debe ser nada bueno.

Rein

Despierto aturdido, dándome cuenta que estoy en una habitación. En realidad, en el cuarto que las voces apartaron para mí en su mansión la otra vez. Recuerdo estar hablando con ellas en la puerta de su casa, en mi forma de Nyx, la cual continúo usando, hablamos de Emmet, sobre borrar su memoria, y luego caí en un agujero negro. Hago un salto para salir de la cama y corro hasta la puerta.

—Está cerrada —digo sorprendido y molesto al agarrar la perilla.

Voy hasta la ventana, forcejeo con esta para levantarla, y aun así es imposible. Intento abrir un portal, pero mi magia no funciona aquí.

¡Mierda, me han secuestrado!

Vuelvo a la puerta y la golpeo varías veces.

—¡¡Estúpidas voces, abran!!—grito irritado —¡¡O me convertiré en vampiro!! —Busco el frasco y no lo tengo, así que cambio la amenaza —¡¡No habrá más sexo!! —Alzo la voz determinado.

Me sobresalto cuando la puerta se abre, me sonrojo pero luego sonrío poniéndome feliz.

—¡¡Emmet!! —exclamo alegre al ver al vampiro sin expresión —¡¡Estás vivo!! O algo así —expreso pensativo sobre su estado de vampiro.

—No grites —nada más dice.

—Ah sí —Reacciono —¿Nos vamos?

—No.

—¿Te borraron la memoria al final? —Alzo una ceja —¿Otra vez con lo mismo?

—Nadie me borró la memoria, yo sé quién eres.

—Entonces no entiendo.

—Primero, no puedes salir porque la ciudad se ha convertido en dominio de las voces, por lo tanto los cazadores no se han enterado de nada, por culpa de la magia.

—Entiendo... —Hago una pausa —¿Y segundo?

—Las voces no están en la casa, se fueron a dar el último golpe.

—Sigo sin comprender —expreso confundido —¿Por qué seguimos aquí? —Alzo una ceja —¿No es Darren tu amigo? ¿No vas a ayudarlo o algo?

—Las cosas han cambiado.

—¿Qué cambió? —Me río al burlarme —¿Tu cerebro?

—Correcto, tengo un hechizo.

Mi sonrisa se borra.

—¿Un hechizo?

—Sí, ahora lo que siento por ti, fue traspasado a las voces. Ellas dijeron que el hechizo de borrado de memoria pasó de moda.

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