35. Romper
Darren
Me acerco al club de Ace y aunque es tarde, sonrío al ver el lugar abierto. El guarda me deja pasar al conocerme, entonces lo saludo cordialmente. Avanzo por el pasillo de alfombras rojas en mi forma de chico, ya que sino Seyn se hubiera enojado y ya tuve suficiente con haberle aclarado de venir solo, porque no se lo tomó muy bien. Llego hasta un salón cruzando una puerta y me acerco a la barra donde está Ace, mientras toda la otra gente baila.
—Hola —lo saludo —¿Dónde está Xia? —Observo el lugar.
—Hola florecita, te estaba esperando —expresa tranquilo sentado en uno de los bancos —. La chica rebelde está trabajando en la sala VIP, hay mucho movimiento hoy —Se ríe.
—No me sorprende —Me siento a su lado —¿Qué tienes para mí hoy?
—Dime tú, estás tenso ¿Un masaje?
Me río.
—¡No! Ya tengo suficiente con a evitar Seyn, que si se entera de que me diste un masaje, termino complicado.
—Mm así que por ahí viene la tensión —Apoya una mano en su barbilla sin dejar de sonreír.
—Es que... —Suspiro —siento que estoy muy negativo y se supone que he evitado ver a las voces, así que no comprendo —explico —, y ahora no solo estoy cansando, sino también de malhumor, triste y no tengo ganas de tratar bien a las personas. Lo peor es que eso me hace mal, necesito una solución, estoy yendo en contra de mi naturaleza y no tengo idea de por qué, ayúdame.
—Mm lo intentaré —Saca su baraja —seré directo, pero no prometo nada —Sonríe ampliamente.
Apoya dos cartas sobre la barra y las mira con seriedad.
—¿Qué dicen? —Acerco mi rostro allí intentando entender.
—No comprendo —Levanta una carta —esta es la primera vez que me sale el tiempo y no soy yo.
—¿Eh?
—Ya sabes, yo veo el pasado y el futuro, pero quién se encuentra en esta carta no soy yo.
—O sea que tú no eres quién va a ayudarme.
—Técnicamente.
—¿Conoces a otro adivino?
—No ¿Tú conoces a un lobo? —Levanta la carta que está al lado.
—Pues... —Alzo una ceja —¿La pareja de Calipso?
—Este lobo no parece uno común —Observa el naipe analizándolo.
—O sea que no es ¿Y cómo me ayudarán estas dos cartas si no las entiendes? Mejor saca otras.
—Lo haré —Me sonríe —pero puede que no estén relacionadas.
—Como sea, con tal de que me den una pista o una ayuda, acepto cualquier cosa.
Saca dos cartas más.
—Uh aquí está Seyn —dice preocupado y me muestra el famoso naipe del caballero
—¿Y por qué pones esa cara? Solo es Seyn —Bufo.
—No vas a romper con Seyn, ¿cierto? —pregunta inquieto —La carta salió al revés.
—No —Alzo una ceja —¿Para qué voy a terminar con Seyn? No se mandó ninguna estupidez, por ahora —Me cruzo de brazos —. Nos vamos a casar, ¿lo olvidas?
—Bueno, entonces no sé —Sonríe —. Sería raro que él fuera quién acabe con la relación, ¿no?
Me río.
—Eso es un buen chiste, está obsesionado conmigo.
—Ciertamente, es un bonito patito —Levanta la otra carta —¿Recuerdas cuando salió tu padre la otra vez? Bueno, esta vez salió tu madre en los dibujos.
—¿Una Reina? —Miro detenidamente el naipe —Aunque esta se encuentra bastante oscura para ser mi madre, ¿no? —Me río.
—Es que no es tu madre adoptiva —dice seriamente.
—No me gusta a dónde está llevando esta lectura de cartas, además, ¿qué tienen que ver las voces con esa mujer?
—Te ayudaría, pero yo también estoy intentando entender, encima he perdido algunas cartas, así que se me está complicando un poco sentir las energías.
Bufo y bajo del banco.
—Bueno, pensaré lo que me has dicho y después hablamos.
Sonríe.
—Bien, coméntame todo lo que descubras.
Asiento y regreso a mi casa. Al llegar, visualizo a Seyn sentado en nuestra cama y esperándome como un vigilante. Ignoro su mirada acusadora y voy al baño a cambiarme.
Me quito la ropa, cierro los ojos sintiendo la transformación, me hago más pequeño, mi cabello crece y tengo de nuevo mi silueta femenina. Abro mis ojos, me pongo un camisón, entonces me dirijo a la habitación, subo sobre la cama, cubriéndome con la manta.
Miro a Seyn que me sigue observando serio.
—¿Te quedaste despierto todo el rato? —le pregunto.
—Mi pareja despierta nervioso, no me deja ni tocarle el hombro, ni saber lo que le pasa, me trata mal, además de aclararme que se va con otro y discutimos. Obvio que me desvele, ni me dijiste cuando volvías —expresa indignado.
Dejo de estar recostado sentándome.
—Contándolo así, sueno muy cruel —opino sobre mí mismo y me duele.
—Porque fue así —exclama enfadado.
Bajo la vista.
—Lo siento —Me toco la cabeza —no sé lo que me pasa.
—No te disculpes —Me agarra de la barbilla y se acerca a mi rostro —no lo hagas.
—¿Por qué? —Vuelvo a mirarlo directo a los ojos.
—No sé —Se muerde el labio —pero se supone que soy yo el que se equivoca siempre, no tú, y no me gusta eso —Se sube sobre mí y mi espalda choca con la almohada —. Darren Wein es la perfección, el ser que admiro con toda mi alma, si alguien va a disculparse tengo que ser yo, por perderme en toda tu magnificencia.
—Seyn, no me subas el ego —Me sonrojo —no necesitamos que aumente más.
—Pero no me gusta verte triste.
—No estoy triste —Alzo una ceja.
Acerca más su rostro al mío estando determinado.
—Claro que sí, se te nota a leguas, hace días que estás triste y no me quieres decir la razón.
Miro hacia un costado, evitando observarlo.
—No estoy triste —repito.
—¿Le dices a Ace tus problemas y no me los dices a mí?
—No le dije nada —Frunzo el ceño estando afligido.
—No intento presionarte para que me lo cuentes, solo quiero ayudarte, con solo ver tus gestos, se ve que algo te molesta —Acaricia mi mejilla —. Sabés que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿cierto?
—No puedo contártelo, es vergonzoso.
—Darren Wein avergonzado —Se ríe —eso es nuevo.
Lo empujo y me pongo de espaldas hacia él indignado.
—Cállate, estúpido insensible.
Me agarra del brazo.
—No te enfades, solo bromeaba.
—No es momento de bromear —Cierro los ojos —, y haz silencio que mañana hay que despertase temprano.
—Mariposa —Me abraza por detrás y me sobresalto —lo siento, no te enfades —Apoya sus labios en mi nuca y se me eriza la piel, así que abro los ojos de nuevo —solo estaba intentando aligerar la conversación, pero me salió mal, perdóname.
Me doy la vuelta y lo abrazo.
—Te perdono, pero no me insistas más, no quiero hablar.
Me rodea con sus brazos.
—Vale, no hablemos.
Cierro los ojos.
—Gracias.
Me da un pequeño y tierno beso en mi cabecita femenina, luego de eso permanecemos en silencio hasta que nos dormimos en tranquilidad.
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