10. Secreto

Darren

Termina el horario de mi materia, me levanto de mi banco, cruzándome el morral y salgo de mi clase, cuando voy por los pasillos de la universidad, me detengo en la sección de natación al ver a Arien. Está saliendo del agua, con su mojado sexy torso y ese ajustado traje de baño masculino. me giro antes que vea que hice una expresión lasciva, pero de igual forma se percata de mi presencia.

—Hey, Darren —Se acerca secándose la cabeza con una toalla —¿Huyes de mí? —dice en un tono seductor y yo me río.

—No, escapo del enojo de mi novio.

—Sería raro que una chica tan bonita como tú no tenga pareja —opina.

—Es extraño que tú no la tengas —Sonrío ampliamente e intento no mirar su cuerpo semidesnudo.

Se ríe pero no contesta a mi acotación.

—¿Sabes? —Camina hasta su locker, lo abre y saca su ropa de allí —Ojalá no existiera la ropa, ¿no? —Se pone la remera —Es complicada.

Me muerdo el labio inferior.

—Tienes razón, ¿para qué?

—Debería ser parte de uno, ¿no crees? —Se pone el pantalón y se lo abrocha lentamente.

—No... ¿No te cambias el traje de baño? —expreso sintiendo calor.

—Ya se secará solo, además esto es negro, no se notará lo mojado.

—Eres tan práctico —opino y sonrío —. Debería haber más gente como tú.

—Oh, la hay, mucha gente —Se pone la chaqueta y luego ata los cordones de sus zapatillas —¿Estás de salida? —pregunta y regreso de mi mundo de fantasías cuando cierra el casillero —Te acompaño —dice y asiento.

Caminando juntos fuera de la universidad, hasta que llegamos a la puerta, nos paramos en frente de su auto negro. Es tan su estilo, que emociona. Debo dejar de babear.

—¿Te llevo? —pregunta tranquilo y niego moviendo la cabeza.

—No, mi novio se enfadaría, si ando subiéndome al coche de otro chico.

—Pero como amigos no creo que haya problema.

—Es que es muy celoso —Hago una mueca.

—Yo lo llamaría control —opina.

—No me controla —Me río —pero me gusta tenerlo contento de vez en cuando, es que me burlo de él mucho, así que a veces me porto bien —Amplio mi sonrisa.

—Me parece correcto, uno debe reírse de su pareja en ocasiones —Abre la puerta de su coche —. Bueno, nos vemos.

—¡Darlene! —Oígo esa voz que se expresa en un tono cantarín y se me eriza la piel.

Frunzo el ceño y miro en dirección por donde viene, por su parte Arien no entra a su vehículo cuando lo ve.

—Leik Misteik, te dije un montón de veces que no soy Darlene ¿Y qué haces por aquí? Creí que Rein...

Miro a mi compañero que estoy seguro que no sabe sobre lo sobrenatural, así que me abstengo de hablar, ya que el demonio se ve como humano ahora, pues no tiene ni sus cuernos ni su cola.

—¡Ya soy libre! —expresa el castaño estando muy feliz —¿Quién te acompaña? —Observa a Arien —¿Y por qué me mira como si quisiera matarme? —Se ríe —Aunque eso no es posible —dice de manera pícara.

—¿Sabés qué? —Giro a ver a mi compañero —Mejor sí quiero ir en tu auto —expreso cuando el demonio se acerca.

Arien asiente, entonces entra en su vehículo. De repente cuando voy a subir, Leik me agarra del brazo, pero me suelta, cayendo al suelo, al la puerta abrirse de la nada y golpearlo sin razón.

—Lo siento, estaba en automático —se disculpa sonriente el dueño del coche y subo a este.

—No te preocupes, estará bien, ¡arranca! —exijo nervioso lo último.

Enciende el automóvil y nos alejamos de allí.

—¿Por qué tan inquieta? —pregunta sobre mi actitud cuando estaciona a unas cuadras alejadas, de alguna manera prudentes.

—¿Eh? —Reacciono —¿Yo? Nada que ver, estoy bien —Intento mantener mi respiración calmada.

—¿Segura? —Apoya su mano en mi hombro —Puedes contarme lo que quieras —Me observa con esos ojos tan hechizantes que siento que podría confiar hasta el mayor secreto.

No sé, es demasiado extraño, como si fuera magia. Bajo la vista confundido y suspiro.

—Es complicado, es algo de mi pasado que no me gusta recordar —confieso.

—¿Te arrepientes?

—Sí —digo triste, como que siento que hay mucha energía negativa a mi alrededor, me sofoca.

—¿Puedo ayudarte?

Me sobresalto y sonrojo.

—Que lindo —opino cuando lo miro —. No sé, es vergonzoso y... nos conocemos hace poco, no creo que debería hablar.

—Cuando te sientes mal, hay que sacarlo fuera, no importa con quién estés, es una emoción reprimida, debe salir, prometo no juzgar.

—Bueno, no es nada grave, solo un poco perturbador —Río nervioso.

—¿Qué puede ser tan malo que te pongas de esa manera?

—Ese chico... eh... —Miro hacia adelante —. Bueno, yo solo quería sacarme un problema de encima y recurrí a él, no me salió muy bien que digamos —Me muerdo el labio, intentando callarme, pero siento como si de mi boca se escaparan las palabras.

—¿Qué le pediste?

Río otra vez nervioso.

—Le di mi virginidad —Tapo mi boca por haber hablado.

Se queda en silencio mirándome fijamente y quita su mano de mi hombro.

—¿Acaso se aprovechó más de lo que debía?

—No quiero hablar de eso —digo avergonzado, bajando mis manos, observando hacia el frente y moviendo mis piernas —pero no le digas a nadie, ni a tu sombra —Lo señalo y se ríe.

—¿Por qué? ¿Tu novio no lo sabe?

Bufo.

—Eso se irá a la tumba —Apoyo mi cabeza en el respaldo de la silla —¿Me llevas a mi casa? No me siento muy bien, tengo sueño —Me agarro de la cabeza —no sé lo que me pasa últimamente.

—Claro, descansa.

Cierro los ojos, ya que los siento pesados, y en algún momento, sin razón aparente, pierdo el conocimiento.

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