第9章
— ¡Quiero ver a mi bebé! ¡Necesito saber que está viva!
— ¡Te he dicho que lo está! ¡Pero por ahora no puedes verla!
— ¡Por favor!
— ¡Jaden no puedes verla! Nuestra hija está luchando por su vida y nosotros no podemos hacer nada por ahora.
— Yo era responsable... Mi bebé está así por mí culpa— se culpó con la voz quebrada.
Nuevamente las lágrimas caían por las mejillas del castaño. Hace ya unas horas que había despertado y al preguntar por su bebé recibió la mala noticia.
— Estuve dormido por horas... Tan solo esperaba que al despertar pudiera ver a mi pequeña...
La puerta de la habitación fue abierta y por ahí entraron dos tricolores con la misma expresión de pena y angustia que la pareja del azabache y el castaño.
— ¿Cómo está?
— Luchando— respondió Yugi con una bata blanca puesta— Si logra pasar la noche, hay probabilidad que se salve.
El ambiente era pesado. Todos estaban afligidos por el estado en el que el bebé de Jaden y Yusei se encontraba. Pero los más devastados eran los padres del bebé.
— Por favor...— suplicó una vez más a Yusei— quiero verla...— concluyó a la vez que un par de lágrimas salían de sus ojos y resbalaban por sus mejillas.
Yusei lo miró seriamente y suspiró.
— Le hablaré al doctor.
A través del cristal que me separaba de mi bebé, podía apreciarla dentro de la incubadora conectada a máquinas y atendida por variedad de enfermeras y doctores.
Ella acaba de llegar al mundo, ¿Por qué tiene que sufrir tanto?... Apenas es un bebé indefenso.
— Le asignaron a Yugi el caso. Su pequeña estará bien, saben lo buen pediatra que es Yugi...
— No ha ejercido en años...
— No. — interrumpí a mi esposo— Confío en él.
Coloqué mi mano sobre el cristal y miré a mi pequeña luchar por vivir y conocer el mundo. Crecer y aprender todo sobre su hogar, el amor y el cariño que le esperaba con nosotros.
Confiaba en mi hermano para que le diera esperanza de vida a su sobrina. A mi hija.
— Sé que Yugi no ha ejercido en cuatro años como pediatra. Pero confío en que salvará a mi bebé.
— Yugi era el mejor alumno y el mejor pediatra de la universidad y el hospital donde trabajó— argumentó mi cuñado— Por supuesto que salvará a Takara.
Lo único que podían hacer por el momento era esperar.
Jaden se negaba a dormir al igual que Yusei.
Umi se encontraba en los brazos de su abuela, la madre de Yusei que había llegado hace unas horas.
Mientras tanto, Atem vigilaba a Yugi quién hacia guardia junto a la pequeña Takara.
Golpeó un par de veces el cristal advirtiendo a Yugi de su presencia. El oji-amatista sonrió con notorio cansancio en los ojos y salió de la habitación que contenía a Takara así como a otros bebés.
— ¿Cómo sigue?
— Aparentemente estable— respondió retirándose los guantes de látex que en ese momento portaba— nació enferma. Eso es innegable— comentó con voz desanimada y cansada.
Atem miró la barriga de Yugi.
Se preguntó por un momento si su bebé realmente estaba bien. Si estaba sano.
Le preocupó el hecho de que pudiera nacer prematuro, que naciera con dificultades o que ni siquiera llegara a nacer.
Se abofeteo mentalmente ante el último pensamiento. Definitivamente su hija nacería. No sabía si nacería sana, aunque esperaba que sí. Pero si fuera lo contrario definitivamente la amaría fuera como fuera su pequeña.
— ¿Ya has pensado en el nombre?
La voz de Yugi lo sacó de sus pensamientos. Él ya había notado que su esposo se había quedado pensativo mientras miraba su estómago.
— He tenido varias cosas la cabeza últimamente.
— Ella nacerá bien. — sonrió. Atem lo miró intrigado— Te conozco Atem. Esta situación te ha hecho preguntarte si ella podría nacer en las mismas condiciones... Pero no. Te juro que yo me encargaré de eso.
Las palabras de Yugi ocultaban la dolorosa verdad y la revelaban sutilmente a la vez. Pero Atem no supo identificar eso en ese instante.
— ¿Sabes? — confesó el moreno— Se me acaba de ocurrir un nombre para ella. — Yugi lo miró atento— Tsuru.
— pff. — aguantó la risa— ¿Quieres que tu hija se llame cigüeña? — mencionó con risa tímida y cuidadosa para no ofender a su esposo.
— Ese nombre tiene doble significado.
— ¿Cuál es el otro?
— Larga vida
A Yugi se le llenaron los ojos de lágrimas. El significado de ese nombre era perfecto para lo que él quería en su pequeña.
— Tsuru... Así se llamará.
— No lo hemos decidido. Aún está la opción de Risa.
— Ya te dije que prefiero que tú decidas. Has decidido. Tsuru de llamará.
— ¿Por qué ese empeño en que yo decida el nombre?— expresó algo inconforme y poco molesto— ¿También voy a ser yo el único que la va a cuidar?
El corazón de Yugi fue herido sin querer. Sintió una presión detrás de los ojos y de repente comenzó a ver borroso a causa de las lágrimas que comenzaban a inundar sus ojos.
Desvío la mirada con dolor de los ojos de su esposo y miró a la bebé que dormía al otro lado del cristal dentro de la incubadora.
— Yugi, yo...
— Es cuestión de tiempo para que llegue el alba. Por el momento ya está fuera de peligro. Es mejor que se lo diga a mi hermano.
Haciendo su mayor esfuerzo por no romper en llanto. Se fue de ahí en dirección a la habitación de los preocupados padres, no sin antes dejar caer sus lágrimas en el largo camino hacia la habitación.
Los ojos de Yugi decían más que mil palabras.
Lo primero que Jaden vio cuando Yugi entró en su habitación fueron los ojos lagrimeantes de su hermano y por instinto se alarmó.
— Mi hija... ¿Cómo está mi hija? — preguntó ante la aterradora posibilidad.
Al instante, Yugi se dio cuenta de su error al haber entrado así a la habitación y se secó las lágrimas.
— Pasó el peligro. Por ahora.
El alivio que ambos padres sintieron en ese momento es inexplicable.
— Gracias Yugi— respondió Jaden con lágrimas en los ojos— Salvaste a mi pequeña.
— Por el momento. No podemos tener un diagnóstico seguro hasta estudiarla mejor, pero por el momento, el diagnóstico no es del todo bueno.
— ¿Eso qué significa? — preguntó Yusei.
Yugi suspiró antes de dar el diagnóstico que se tenía hasta ahora.
— Su hija presenta tos frecuente incluso cuando está dormida. Además, presenta un silbido o una sibilancia al respirar, lo cual se le dificulta. De igual manera presenta congestión y opresión torácica cuando respira.
— Ve al grano— pidió Jaden con la mirada en sus manos.
— ... Ella tiene asma.
Jaden suspiró pesadamente mientras apretaba las sábanas con sus puños. Estaba encorvado con la cabeza gacha y no se le podía apreciar los ojos debido a si cabellera que los cubría.
— No es curable, eso lo saben, pero es tratable. Su hija vivirá una vida como cualquiera...
— No, no es cierto. Takara jamás va a poder vivir una vida como cualquiera— las palabras de Jaden eran frías y con sentimientos de dolor— No seas un doctor, sé mi hermano y háblame con la verdad.
— Eso hago. Con el tratamiento necesario Takara podrá vivir una vida como cualquiera. Claramente tendrá ciertas complicaciones debido a esto, pero yo me encargaré de recetarle lo necesario.
— Por ahora. Mientras esté aquí y mientras tú estés aquí para hacerlo. Puedes recetarle el mejor medicamento del mundo, pero solo por cuatro meses y ¿Después qué? ¿Dejaras reservas en una caja, así como lo haces con los suplementos de leche para tu hija?
Una segunda puñalada se clavó en su corazón, pero esta dolió más por el hecho de que Jaden sabía el poder de esas palabras. Pero en ese momento miles de emociones lo cegaban de ello.
Yusei notó el dolor bien disimulado en el rostro de Yugi. Miró a su esposo quién solo miraba la sábana de su cama y tenía los nudillos blancos por tanto apretar las manos.
— Iré a suministrar más medicamento a Takara. Aunque solo sea por cuatro meses me encargaré de ella como si fuera mi hija, ya que no podré tratar ni siquiera un resfriado de la mía. Tengo eso más presente de lo que piensas, no necesitabas recordármelo.
Jaden ni siquiera lo miró.
Yugi salió de la habitación y Yusei solo miraba a su esposo desde el sillón junto a la ventana. A unos pasos de la cama.
— Espero que te des cuenta del tamaño de tus palabras. Aunque lo que realmente importa es el filo que contenían— miró una vez más a su esposo quién seguía inmóvil.
Los cabellos castaños de él caían cubriéndole parte del rostro haciendo imposible ver su mirada.
Al observar mejor, Yusei miró como un par de gotas caían de la punta de su nariz hacia la sábana.
— Jaden— llamó.
El castaño soltó la sábana y se tapó el rostro con las manos mientras lloraba con mayor libertad. Sollozando en alto no le importó que se escuchara la pena y dolor de haber herido a su hermano y pediatra temporal de su pequeña, a la cual también, Yugi le había salvado la vida.
Un vaso de café fue colocado en la orilla de la barda del balcón junto al brazo de Yugi, quién tenía sus brazos recargados en la barda apoyando su peso en esta.
Yugi miró al responsable del café con intriga.
— Te ves cansado. No has dormido y en tu estado lo necesitas mucho.
El tricolor sonrió y tomó en sus manos el café caliente. Después de todo el invierno se aproximaba y las noches comenzaban a ser frías. Así que el café calentaba las manos del tricolor.
— Gracias, Tristán— agradeció mientras tomaba la bebida— Y también gracias por permitirme atender personalmente a mi sobrina.
— No es nada. Además, es un favor que te debo hace mucho.
— Tú no me debes nada.
— Claro que sí. Sí no fuera por ti, nunca me hubiera atrevido a enfrentar a mi padre respecto a mi decisión sobre mi futuro. Sabías que yo no sería feliz dirigiendo la empresa de mi padre...
— Y que te desheredaría si no estudiabas una carrera respecto a los negocios.
— No me importaba. No necesitaba su dinero. Gracias a ti estudié medicina y mírame... Tengo la vida que quiero, no me falta nada, soy el director de este hospital... Gracias a ti. — Yugi sonrió ligeramente— Sinceramente, a veces me gustaría decirle a mi padre que logré esto sin su ayuda. Pero desde la noche en que me fui de casa no he hablado con él.
— De eso ya hace más de 10 años— Tristán solo sonrió ligeramente mientras se encogía de hombros.
— Me alegra saber que por lo menos te tengo a ti y te tendré por siempre.
Yugi solo sonrió mientras miraba hacia abajo. Las luces de la ciudad eran hermosas por la noche.
— ¿Por qué no fuiste a mi baby y al de Jaden?. Te mandé la invitación y...
— Sabes por qué.— Yugi rio bajito.
— ¿Te duele verlo así?
— Me duele saber que pude ser yo quien tomara el lugar de Kaiba. Pero sus encantos fueron mejores que los míos hacia Joey.
— Tú tienes lo tuyo.
— Y por eso sigo soltero.
— Lo de Joey sucedió en la preparatoria y desde entonces no has querido verlo. ¿No lo has superado?
— Ya lo hice. Por eso no quería verlo. Te envié un regalo a ti y a Jaden.
— Lo sé, lo recibí, pero me hubiera gustado más tu presencia.
— Lo lamento. Te compensaré. Pide lo que quieras.
Yugi se iba a negar, pues a él no le gusta abusar de sus amigos. Pero... Esta vez sería diferente.
— Dime... ¿Quién es tu mejor pediatra del hospital?
— Tú, por supuesto.
— Yo no trabajo aquí— sonrió irónicamente.
— Aún— sonrió insinuando lo siguiente— Te haré un contrato. No has ejercicio en cuatro años, pero por la forma en la que literalmente salvaste la vida de esa bebé...— Yugi no dijo nada— Aún no sé por qué dejaste de ejercer siendo tan buen pediatra y el mejor de la universidad en esa especialidad.
Yugi miró el café humeante que tenía en las manos sonrió tristemente y después miró el cielo aún sonriente.
— Hace cuatro años me enfrenté a un caso especial. — comenzó a relatar— El pequeño tenía malaria. — la expresión de Tristán era sería y atenta. Sería la misma durante todo el relato— Hice todo lo que pude para salvarlo. Con tan solo 5 años estaba hospitalizado, aislado, separado de sus padres y atemorizado sin saber qué estaba mal. Cuatro meses después dejó de pelar. Él se fue con una promesa vacía...
— De sus padres.
— De mi. — soltó mientras una lágrima resbalaba por su mejilla— semanas atrás le había prometido que lo curaría, que volvería a ver a sus padres y jugar con su perrita Snow... Le mentí. Realmente no sabía si lo salvaría o si los medicamentos realmente estaban haciendo algo por él. Ciertamente no presentaba mejora y no sabía si lo haría.
— Perdiste un paciente, todos los que ejercemos la medicina hemos perdido un paciente alguna vez en nuestra vida, pero no es motivo para...
— él era especial.
— ¿Porqué?
—... Porqué era mi sobrino.
Los ojos de Tristán se abrieron tan grandes como fue posible hacerlo. Mientras, los ojos de Yugi se cristalizaban más.
— Mi hermana Daciana me buscó. Supo que era pediatra y pidió mi ayuda. No la había visto desde el divorcio de mis padres y no la volví a ver después de la pérdida de su hijo.
— Creí que tú hermana se había mudado a Toronto con tu padre.
— Si, pero, al parecer regresó por trabajo. Se casó aquí y tuvo un hijo. Supongo que al no tener nada más se regresó a Toronto con su esposo. Creo que es lo mejor, después de todo no pude verla a los ojos ni siquiera cuando le di la mala noticia.
— ¿Alguien más sabía de esto?
— Jaden. Pero no sabe que vi a mi hermana. Hasta donde él sabe era una persona cualquiera.
— ¿Por qué no me dijiste la verdad? — Yugi no respondió nada— ¿Por qué decidiste hacer esto por tu sobrina ahora?
Yugi sonrió y miró el cielo esperando una respuesta concreta de las estrellas. Una verdadera razón.
— Por favor Yugi, te lo suplico. Sálvala. Sé tú quien atienda a mi bebé. — suplicó el castaño entre llanto.
— No puedo, sabes que no puedo— respondió Yugi casi de la misma manera.
— Si puedes. Lo que pasó hace cuatro años no fue tu culpa. No tienes poderes sanadores, pero si tienes mi confianza en este momento. Solo tú puedes salvar a mi pequeña.
Mirándolo a los ojos cristalinos, Jaden suplicó una vez más con la mirada.
— Solo porque es mi sobrina. Después renunciaré a mi licencia.
Expresión saliendo de la habitación.
— No podía decepcionar a mi familia otra vez.
— No decepcionaste a nadie.
— No esta vez. Sigo preguntándome si pude hacer más por mi sobrino.
— Hiciste lo que estuvo en tus manos. — comentó con consuelo en sus palabras — ahora dime. ¿Sigues queriendo renunciar a tu licencia?
Yugi lo pensó. Era verdad que había fallado hace cuatro años a su propia familia, pero no podía volver a hacerlo. Renunciar a su licencia era renunciar a la promesa que había hecho de atender a Takara durante estos cuatro meses restantes.
— No.
— Entonces ¿Aceptarías mi propuesta?
— Solo por ella. Necesito cumplir una promesa.
— Te asignaré exclusivamente a ella como paciente tuyo.
— Gracias— sonrió cálidamente.
— Por cierto, no me has dicho qué quieres de compensación por no ir a tu fiesta de baby.
Yugi meditó una vez más su respuesta. Después suspiró profundo antes de hablar.
— Quiero que, al cabo de mi ciclo de embarazo, en cuatro meses, tú seas el doctor personal de mi sobrina y mi hija.
— ¿Su doctor personal? ¿Quieres decir que solo yo puedo tratarlas si se enferman? — Yugi asintió— Claro, ¿Durante cuánto? ¿Hasta qué te recuperes del parto o...?
— Para siempre.
— ¿Qué? — expresó confundido.
— Aceptaré el contrato de trabajar aquí durante el tiempo restante de mi embarazo. Después de eso, será todo.
— ¿Eso qué significa?
Yugi miró a su amigo de la preparatoria, y con las estrellas como testigo, Tristán se enteró de la cruda verdad que ocultaba el semblante alegre de Yugi por la llegada del bebé.
El alba se habría camino entre la noche, haciendo que las estrella se volvieran cada vez más invisibles y desaparecieran del cielo nocturno ahora iluminado por el sol.
— Eres muy valiente.
Soltó el castaño quién abrazaba y consolaba a su amigo tricolor.
— Me alegrará ser el doctor de una niña con tu mismo carácter y valentía entre otras virtudes tuyas.
— No le digas a Atem. No puede, no quiero que se entere.
— Ya te he dicho que no. Y también te he prometido varias cosas más. Con esto espero saldar la deuda que tengo contigo.
— Esa deuda no existe. Y si alguna vez existió, fue pagada hace mucho tiempo.
— Puedes estar tranquilo. Por lo menos esta parte de tu plan ya está asegurada.
— Lo sé. Me quedan cuatro meses para terminar ciertas cosas. No puedo irme dejándolas inconclusas, es importante que termine a tiempo.
— Y lo harás.
Ambos continuaron abrazados mientras el sol calentaba los corazones oprimidos de ambos amigos.
— Yugi.
Ambos voltearon encontrándose con la mirada carmín de Atem.
— Te he estado buscando toda la noche.
— Todo saldrá bien. — le susurró Tristán al oído.
Ambos se separaron y Tristán se despidió de ambos.
— ¿Quieres un café? La mañana está fresca, el invierno se acerca rápido.
— Solo te quiero a ti.
Inmediatamente abrazó a Yugi y hundió su rostro en su cuello aspirando el dulce aroma que siempre tenía.
— Soy un idiota y no te merezco. Pero por favor, nunca te vayas de mi lado.
El cansancio finalmente llegó. Después de 24 horas sin dormir y una noche entera de lágrimas, los ojos reclamaban descanso al igual que su cuerpo. La adrenalina y el miedo se esfumaron y su cuerpo se había relajado en los brazos de Atem.
— Aunque no puedas verme, yo siempre estaré junto a ti.
El susurro solo fue escuchado por Atem, quién puso toda la fuerza posible por no dejar caer a Yugi bruscamente al suelo.
Logró sentarse y acomodar la cabeza de Yugi en su regazo. Se quitó su chaqueta y se la colocó como sábana.
Sabía que ya no estaba acostumbrado a esto, por lo cual lo dejó descansar en sus brazos mientras lo veía luchar contra el sueño.
Finalmente, el sueño venció su voluntad y quedó dormido en el regazo de Atem.
Continuará...
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