Un encuentro inevitable
Se ha teñido el cabello, es otra.
Luce totalmente diferente a la última vez que la vio irse en manos de alguien más. Sin embargo, ha pasado ya un tiempo y las heridas han cicatrizado, Pero ¿sanamos por completo?
Ahora camina por la ciudad sin pena, con la frente en alto,
Su mirada ya no se agacha con tanta frecuencia, Y las hojas que solía buscar en el suelo han desaparecido,
Ahora prefiere alcanzar las estrellas y mira que se las merece.
El ruido del pasado ha disminuido,
Ambos han sanado, cada quien a su ritmo y a su forma.
Hay perdones que llegan demasiado tarde, y otros que simplemente no llegan,
Pero no significa que sin eso no podemos avanzar, porque al final
El perdón que realmente necesitamos es el que nos damos a nosotros mismos, Nos liberamos del dolor y liberamos también a la otra persona,
Así nadie le debe nada a nadie, creo que es una forma de felicidad.
Fue una tarde de marzo,
Ninguno de los dos se había atrevido a cruzar la barrera,
Nadie había escrito por mensaje directo de Instagram,
Y las vistas al perfil en WhatsApp habían disminuido,
Cada quien sana a su manera, y cuando dejamos atrás lo que nos hace daño podemos disfrutar de lo nuevo que nos va a mostrar la vida.
Nadie se atrevió a realizar la —última llamada— tal vez porque en el fondo las almas saben que hay algunos reencuentros que son inevitables, y hoy era ese día.
Aquello se trató de una simple coincidencia, pero, ¿acaso eso existe?
Sus caminos volvieron a unirse y aunque ambos intentaron caminar a la dirección contraria para evitar el penoso encuentro, sus pasos los llevaron a que se toparan frente a frente.
—Creo que no hay manera de escapar de nuestro destino.
—He hecho todo lo humanamente posible para que esto no sucediera.
—La fuerza de nuestra energía hace que, por más que lo intentemos siempre volveremos a encontrarnos.
—La última vez fui yo quien invitó el café, tal vez este sea tu turno.
—Un café no fue suficiente la última vez para conocernos y hoy parecemos nuevamente dos desconocidos con recuerdos en común.
—¿Café negro y sin azúcar? —preguntó él.
—No, ahora lo tomo con leche y edulcorante. —respondió ella, un poco nerviosa.
Dicen que hay cosas que no cambian, pero hay otras, que por más pequeñas que parezcan pueden cambiar el rumbo de cualquier historia, lo que para algunos parece algo pequeño, para otros es un universo quien se mueve, y una vez que cambias algo, todo comienza a tener sentido del porqué no va a encajar. El cambio puede comenzar con la forma de tomar un simple café, pero puede llegar a cambiar una vida entera.
—No somos los mismos, hay cosas que han cambiado.
—Casi no te reconocí por tu nuevo color de cabello.
—Eso es solo el exterior, hay cambios que ocurren desde dentro y son incluso más grandes. Las situaciones, las personas y la vida nos va cambiando.
Un largo silencio invadió el lugar, ambos intentaban no temblar mientras fingían ver otras cosas para no verse a los ojos.
—¿Qué has hecho todo este tiempo? —preguntó ella, intentando romper la barrera que se estaban construyendo.
—Sanarme. —respondió él, sin titubear. No fue fácil despedirme de ti, ¿sabes? Te he buscado en cada atardecer, en cada nube, en las estrellas, y me he roto cada vez un poco más al ver nuestras viejas conversaciones y ver que esas dos personas que un día se conocieron ya no volverán a ser las mismas. Realmente te amé Bella.
Por primera vez en mucho tiempo dijo su nombre, aunque eso lo cortara como mil hojillas en su garganta.
—Eso no suena precisamente como alguien que ha sanado, Eliot. Hay cosas que están allí y que no les hemos dado fin, tal vez este encuentro sirva precisamente para eso, para liberarnos de los recuerdos que nos atan y que no nos dejan dormir por las noches.
Aquellas palabras dolían en sus pechos como si mil tormentas cayeran a la vez en al desierto.
Ella sentía que su pecho iba a estallar en cualquier momento y que saldría corriendo de aquel lugar.
Él solo quería abrazarla y encontrar una máquina del tiempo que los regresara al punto de inicio y hacer algo para poder tenerla para siempre. Pero, por más difícil que parezca, debemos aceptar las cosas tal como son, aunque no nos gusten del todo.
—¿Qué crees que signifique todo esto?
—Creo que hay cosas que no necesariamente tengan que significar nada.
No todo pasa por "alguna razón" no todo pasa para enseñarnos algo, a veces simplemente las cosas suceden porque así tenían que suceder y no hay mayor explicación para eso, pasa que a veces queremos encontrar respuestas para poder dormir tranquilos por las noches pensando que en algún lugar del universo alguien nos ha enviado una misión para que podamos aprender algo sobre la vida.
—¿Entonces este encuentro no significa nada?
—Eliot, no hagas esto más difícil, la verdad es que, en todo este tiempo no te he podido olvidar, y pienso en ti la mayoría de las veces, en si estás pintando algo nuevo, o si seré yo la musa quien te inspira a seguir creando, y no quería que nos encontráramos, porque tenía miedo de decirte que...
—Por favor no lo digas.
—Eliot, yo...
—Bella, no lo digas...
—Eliot, yo te sigo amando
Continuará
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