Prefacio
Cuando era chica fui a escuela de monjas, y en Catequesis te decían que todos éramos hermanos. Años más tarde —y ya dudo de si esto lo aprendí en casa o con las monjitas—, también me decían que todos, de un modo u otro estábamos relacionados con el prójimo. Porque quizás un pariente lejano tuyo era pariente lejano de otra persona, y así, quizás un conocido terminaba emparentado con vos. Sí, ese mismo que ahora tenés al lado o enfrente. O quizás soy yo.
Muchos años más tarde, llegando al presente, me convertí en mujer de lógica como profesional del rubro IT que soy. En español, Tecnologías de la Información, y en cristiano, la chica de Sistemas. Y obviamente, es ilógico, genéticamente hablando, que esas teorías sean ciertas. ¿Pero qué pasa si el de al lado tuyo en realidad tiene algo que te relacione y vos no lo sepas?
Ella y Él: Historias Para Viajar habla acerca de eso. Es un pequeño universo concentrado en un punto de encuentro en común. Obelisco Sur. O Cerrito y Corrientes sentido sur, y Carlos Pellegrini y Sarmiento sentido norte. Uno es la antigüedad de las paradas rezagadas a la imponente avenida, el otro es el futuro y la innovación en el sistema de transporte: el Metrobús. Al caso es lo mismo, las paradas tomaron protagonismo y dijeron "¡Acá estamos!", colocándose sobre la avenida más importante de la Ciudad de Buenos Aires.
Imaginá ahora que estás esperando tu colectivo. ¿Y si el que está adelante tuyo es la actual pareja de tu ex? ¿Y si el que está dos metros más adelante es tu amor de secundaria? ¿Y si ese que acaba de bajar es el hermano del amigo del último de la fila?
No seremos hermanos como me decían en la escuela o en casa, pero todos tenemos conexiones desconocidas con desconocidos. Y esas conexiones se muestran acá mismo, en Historias Para Viajar.
También hay otro dicho que reza "Si las paredes hablaran". ¿Y si las paradas de colectivo hablaran? A diario son espectadoras de mil historias distintas, han escuchado secretos, confesiones, charlas banales. Han visto historias de amor, de desengaño, y corazones rotos. Peleas y reconciliaciones por igual. Es por esto que, si hay un personaje principal en este libro, ese personaje es Obelisco Sur.
Amores infinitos que resisten al paso del tiempo y el olvido. Que tienen memoria y reviven con más fuerza al reencontrarse, a pesar de que los años pasan y las caras se olvidan.
Amores negados, tan grandes que nos dan miedo enfrentar a todo y a todos. Que van contra nuestros principios, que cuanto más grandes son más duelen y queman.
Amores idealizados y unilaterales, cuando la que ama es una sola de las partes. Cuando duele la caída de darse cuenta de que no es un dueto, sino un solo.
Amores piratas, que roban el botín ajeno sin importar las consecuencias y los daños y perjuicios ocasionados. Cuando son más de dos los que salen lastimados por amor.
Amores sin romanticismo, aquellos incondicionales que no necesariamente tienen que ser pareja para que entre ellos exista un inmenso cariño. No hay pasión, no hay besos de fuego, pero sí hay amor, respeto, y protección mutua.
Amores imposibles, tan distintos que abruman. Que son agua y aceite, tan inmensos y tan distintos que muchas veces están destinados a estar separados, a amarse a distancia y de la mano de otra persona, en el peor de los casos.
Amores obsesivos, tan enfermos que nunca terminan comiendo perdices. Lastiman, dañan, y en el peor de los casos matan, literalmente hablando.
Amores ciegos, invisibles a los ojos despistados. Que no distinguen raza, color, religión, ni condición social. Que rompen prejuicios propios y ajenos.
Amores prohibidos, que son incorrectos, furtivos, sufridos. Que entienden que para el amor no hay edad, tiempos, ni clases sociales. Que llegaron muy tarde o demasiado temprano a nuestras vidas.
Amores adolecentes, ese primer amor idealizado y recordado para toda la vida. Que muy pocas veces perdura a la madurez, al pasar de los años, a la transición hacia la vida adulta. Irremplazable. Inolvidable. Irrepetible. Fugaz o infinito.
Diez romances diarios, únicos. Como los tuyos, como los míos, como los de cualquier hijo de vecino. Inmensos, intensos y reales. Obelisco Sur vio estos amores, y te los cuenta en Ella y Él: Historias Para Viajar.
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