Capítulo 31

Desayunaron y platicaron hasta que Macy recordó que debía marcarle a su madre. Thiago movió su café mientras leía mails pendientes y de reojo la vio entrar al comedor con el ceño fruncido.

—Tengo treinta llamadas perdidas de Trevor —masculló mientras escribía un mensaje.

—Qué intenso —murmuró el inglés tratando de recordarse lo que hablaron en la cocina; movió su cabeza de un lado a otro tratando de deshacer los nudos en su cuello y se sorprendió cuando vio el nombre de su amigo aparecer en la pantalla de su celular—. ¿Izan? —contestó contrariado.

Macy lo vio extrañada retomando su lugar a un lado de él. Estuvo a punto de llamar a su ex pero el gesto preocupado de su acompañante la detuvo.

Thiago frunció el entrecejo antes de abrir un poco la boca como queriendo hablar, puso los dedos en el puente de su nariz y negó.

—Ethan, respira, no te estoy entendiendo nada —dijo en su lengua natal.

La pelinegra vio su rostro tornarse serio y un gesto de concentración abarcar sus facciones antes de abrir los ojos con sorpresa y llevarlos a ella.

—¿Cómo que se la llevaron? ¿Qué dice...?

Entonces la chica puso la mirada a su propio aparato, Trevor le acababa de contestar con un largo mensaje con lo que seguro era la historia que Thiago estaba escuchando.

—No, no se la podían llevar así como así... El proceso de una demanda... Ya sé, pero escucha... Ethan, no...

Macy suspiró de manera audible mientras avanzaba en su lectura, justo el día que Trevor incorporó el accidente al archivo de Sayuri se desató la tragedia. Miró al inglés y lo encontró con los ojos cerrados escuchando lo que sea que estuviera diciéndole el castaño.

—¿Qué bufete? —Hubo silencio y Thiago endureció la mirada—. Thorsen y asociados, no... Deja investigo... Ethan, no hagas una tonteri...

Macy se quedó boquiabierta al leer las últimas líneas de Trevor y aquello empeoró cuando Thiago mencionó el bufete donde trabajaba Naím. Lo vio negar y bajar el celular para comenzar a escribir.

—Tienen el archivo completo —le dijo ella pensando en cómo explicar la participación del bufete del novio de su ex. No tenía sentido.

Su acompañante asintió.

—Pero ya sabían qué pasó, se la quitaron bajo el pretexto de que la niña corría peligro con él —espetó—. No están siguiendo el protocolo, no podían llevarse así a Sayuri.

Lo vio escribir a gran velocidad y pensó en llamar a Naím o Sorine, necesitaba saber qué estaba pasando.

—Thorsen, ¿por qué me suena ese apellido?

Macy negó y buscó en su celular el número de su amigo. Thiago no se dio cuenta de sus acciones ya que estaba concentrado en el mensaje que le estaba redactando a su informante.

—Porque es el apellido del novio de Trevor —dijo en un suspiro, lo vio levantar la cabeza de golpe y entrecerrar los ojos mientras ella escuchaba el timbre sonar en el celular de su amigo—. ¿Naím? ¿Dónde...?

El inglés dejó su teléfono en la mesa y cruzó los brazos levantando todas sus barreras mientras la veía de la peor manera.

—Ya sabemos... No... Bien —Cortó la llamada y tras dejar su teléfono en la mesa, llevó las manos a su cabello—. Deja de verme así, estoy segura de que hay una muy buena explicación —dijo con enojo.

El empresario miró al techo y cerró los ojos tratando de recordarse que habían quedado en no meter las situaciones de terceros a su relación, pero le estaba costando mucho.

—Me encantaría escucharla —gruñó, negando.

—Ya somos dos —masculló ella retomando su celular para llamar a Sorine.

Cuando las puertas del elevador se abrieron, gritos lo recibieron; situación que lo descolocó pues jamás había escuchado a Joen tan exaltado como en aquél momento.

—¡Aquí no hacemos las cosas así; hay un proceso, un periodo, se investiga...!

—La menor estuvo hospitalizada en dos ocasiones en menos de dos meses —exclamó Tetsu azotando un folder en la mesa circular de la sala de juntas.

—Enfermedad y accidente, ¿dónde leíste violencia doméstica?

—¡¿Una computadora en la cabeza es accidente?! No me jodas, Joen, ¡eso es negligencia!

—No es tu obligación determinar, para eso existe un juez...

—Que dio la orden...

—¡¿Cuánto dinero ofreció?!

Ambos hombres se vieron con la mirada enfurecida mientras respiraban de manera ajetreada. Naím se detuvo a un lado de los otros abogados que observaban el intercambio. Al parecer todos habían sido llamados de manera urgente.

Joen señaló a Tetsu.

—Regresa a la niña, hiciste algo ilegal.

El hombre levantó el rostro de manera desafiante.

—Estoy velando por la seguridad de una menor, así se tengan que acelerar los procesos, esa niña no va a regresar.

—¡¿Así tengas que sobornar a todos?! —gritó el de lentes.

Tetsu no se inmutó, su determinación era inamovible.

—Haremos lo necesario para alejar a la menor del peligro; el juez aceptó las pruebas y la fecha de juicio, si tienes un problema puedes acudir al juzgado de lo familiar —espetó el hombre antes de darse la vuelta y salir de la oficina.

Los abogados se miraron incómodos no sabiendo a quién seguir. Joen se quitó los lentes y frotó su frente.

—Ibsen, a mi oficina; los demás pueden retirarse con Tetsu o ayudar a limpiar este desastre; la sociedad se ha roto —les informó saliendo de la sala.

Naím suspiró cansado y miró a sus compañeros que lo veían contrariados; años de sociedad se habían desmoronado a causa de una demanda. Pero Joen tenía razón, no había manera de acelerar tanto un proceso de custodia más que pagando a diestra y siniestra. El bufete se iba a ver implicado de la peor manera.

Lo más injusto era que Sayuri se estaba llevando la peor parte.

Sorine llamó al menos treinta veces mientras manejaba a su departamento, estuvo tocando por diez minutos y pegó la oreja a la puerta para tratar de escuchar si estaba o no.

Pero nada, no obtuvo respuesta de Izan en ningún momento y eso la tenía preocupada.

Levantó de nuevo su celular y suspiró de manera audible cuando notó que llevaba dos horas sentada afuera del departamento del castaño. Pegó las piernas a su pecho y escondió el rostro en medio de ellas mientras entrelazaba sus manos en la nuca.

No terminaba de asimilar lo que estaba pasando, ni siquiera podía imaginar lo que Izan y Sayuri estaban sintiendo. La pequeña jamás había estado lejos de su padre, ni cuando estuvo hospitalizada lo dejó de ver.

—Sorine.

Levantó el rostro con sorpresa y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Naím con un gesto decaído.

—¿Sabes algo? —le preguntó en voz baja.

Su amigo endureció un poco la mandíbula antes de sentarse a su lado, los vecinos de Izan salieron de su propio departamento y los miraron con cierto recelo, sin embargo, los ignoraron.

—Joen está viendo la manera de que Sayuri pase el proceso con Izan; pero es riesgoso, el juez puede decidir llevarla a una casa de acogida —masculló pasando una mano por su nuca.

—¿Cómo se la pudieron quitar así? No entiendo nada y...

Naím desvió la mirada y revolvió su cabello, parecía querer decir algo pero no tener el valor para hacerlo.

—Tetsu tenía la orden del juez, al parecer el esposo de Lara dio una fuerte cantidad de dinero para que Sayuri fuera removida... No tenemos pruebas de eso, pero Joen está buscando.

Sorine puso las manos en su rostro y se obligó a no llorar, necesitaba ser fuerte.

—Dime la verdad, ¿qué tan probable es que la pierda? —Su amigo suspiró con fuerza y no necesitó de mucho para entender la respuesta—. Dios, ¿ni con el contrato? Si acepta...

El chico sacudió la cabeza.

—Ni casándose tendría segura la custodia... ¿Sabías que está registrada a nombre de los dos? Lara está alegando que él se la arrebató y sabes cómo son las leyes...

Sorine cerró los ojos y apoyó la cabeza en el muro de atrás.

—Siempre benefician a la madre —musitó.

Naím asintió a su lado imitándola.

—Se fue de Sídney sin dejar rastro; aunque no es secuestro por ser hija de ambos, el mantenerse escondido no lo dejó bien parado a la hora de presentarle la situación a un juez...

—Pero dices que dieron dinero, eso es soborno —espetó la castaña.

Su amigo miró hacia el suelo.

—Dieron dinero para saltarse los tiempos y procesos; pero aún siguiendo el proceso normal, Izan las tiene de perder... Saben mucho de ellos, demasiado —gruñó y se aclaró la garganta antes de mirar hacia la derecha, lejos de esos orbes verdes—. El accidente se ve mal.

Sorine volvió a cubrir su rostro con las manos.

—Fue mi culpa, no la cargué y ahora... Dios, ni siquiera puedo ubicar a Izan.

Naím la abrazó por los hombros.

—Joen va a tomar el caso, como se rompió la sociedad con Tetsu ya no hay nada que se lo impida, pero... Va a ser difícil, no les están dando tiempo de preparar una defensa decente.

Sorine tragó saliva con dificultad y asintió.

—¿Hay algo que el dinero no pueda comprar? —cuestionó con la voz quebrada.

Naím la soltó y miró de nuevo al cielo. Hubiera querido responder que el tiempo, pero Lara y su esposo le acababan de demostrar que hasta eso era negociable.

No sabía dónde buscar, metió el nombre de su ex de mil maneras en Google y no obtuvo información. Y sabía que Thiago se negaría a decirle dónde estaba.

Las manos le temblaban tanto que tiró el aparato y se tuvo que inclinar para levantarlo mientras dejaba escapar aire por la boca con suma lento en un inútil intento por calmarse. Aún podía escuchar los gritos de su hija en la cabeza.

Necesitaba saber dónde estaba; su pecho se contraía y su estómago se revolvía cada que pensaba en que jamás volvería a cargar a Sayuri. Sintió un lágrima en su mejilla y la quitó con brusquedad mientras pensaba en cómo encontrar a su ex.

Entonces se le ocurrió: buscó artículos sobre la boda en Sídney y fue como descubrió el nombre del esposo de Lara.

—Saúl Knaggs —susurró copiando el nombre y poniéndolo en el buscador junto a la palabra Esbjerg.

Su corazón dio un brinco cuando le salió un artículo sobre una casa que fue reconstruida por la familia del hombre hacía cinco años. Seguramente estaba ahí. Buscó la dirección y tras aprenderse el camino, guardó su celular y corrió a la parada del bus más cercana.

Lara no le iba a quitar a su hija, lo tendría que matar para llevársela.

La última vez que Thiago recibió un regaño fue cuando sus padres se enteraron que había contratado una película porno a los trece años. Desde ahí fue mucho más cuidadosos con sus acciones... Y era increíble que a sus veinticinco estuviera recibiendo un sermón.

Se reunieron con ambos hombres para decidir qué acción tomar, pero las cosas no estaban saliendo como creyeron que lo harían.

—¡¿Saben lo que hubiera pasado si ese historial no tenía el accidente?! —exclamó el hombre de lentes mientras veía a sus cómplices del crimen.

El hermano de Sorine llevaba veinte minutos tratando de justificar sus actos, pero el abogado regresaba a esa pregunta sin que ninguno tuviera el valor para contestar.

—¡Pusiste en riesgo tu cédula! Años de estudio para perder todo por un...

—Yo se lo pedí, es mi culpa —intervino Macy poniéndose a un lado de Trevor.

Orbes grises la vieron con enojo.

—Hasta donde sé, es perfectamente capaz de negarse —espetó regresando a ver al pediatra.

—Creímos que sería lo mejor en el momento, no teníamos idea... —participó el inglés recibiendo otra mirada sumamente fría.

—Sabían todo, absolutamente todo lo que Sayuri ha vivido desde que llegó a Esbjerg —les informó Joen.

Eso levantó sospechas en Thiago y Macy pero Trevor solo miró a la pared con los brazos cruzados.

—Actué mal, lo acepto; si quieres informar al director lo entenderé, es lo correcto —masculló sin vacilar.

El abogado se quitó los lentes y casi los aventó al escritorio frente a él. Negó varias veces suspirando con fuerza.

—Entiendo por qué lo hicieron, pero hubieran empeorado todo, de por sí no tenemos una base fuerte para sostener que Izan puede hacerse cargo de Sayuri —dijo con cansancio—. ¿Lograste comunicarte? —preguntó viendo al inglés quien negó.

—Me desvía la llamada, temo que vaya a hacer algo —respondió poniendo su celular en el escritorio—. Está desesperado y lo creo capaz de buscar a Lara.

Joen suspiró con fuerza y puso ambas manos sobre su escritorio.

—El viernes es la primera sesión, se va a decidir si Sayuri puede estar con Izan durante el juicio; si funciona lo que Naím y yo hicimos, para el martes podríamos regresarla con su padre... Pero si se le ocurre hacer algo...

Thiago asintió y retomó su aparato.

—Seguiré intentando.

Macy mordió el interior de su mejilla mientras observaba a Trevor, se veía serio y un tanto decaído. No pudo evitar sentirse culpable. Jamás había peleado con Joen y le pesaba que hubiera sido por su culpa.

Sabía que la habían regado, solo ansiaba poder arreglar todo y no terminar en medio de escombros que alguna vez fueron relaciones.

Lluvia comenzó a caer y él se mantuvo escondido detrás de un árbol mientras se abrazaba y esperaba a que alguien, quién fuera, apareciera para entrar a la mansión. Miró a su alrededor sintiendo su celular vibrar una y otra vez. Sabía que podía ser cualquiera de sus amigos, pero no tenía cabeza para hablar con nadie, necesitaba ver a su hija y saber que estaba bien.

Las luces de un vehículo lo iluminaron y él salió de detrás del árbol. No le importaba que fuera el actual de su ex, debía saber porqué. El auto se detuvo en la reja y él observó cómo se abrió la puerta del conductor y apareció la mujer que le había arrebatado lo que más amaba. Ella cerró la puerta y ladeó la cabeza.

—¿Cómo supiste dónde encontrarme?

Izan temblaba por el tiempo que llevaba bajo la lluvia, pero su mirada estaba llena de determinación.

—¿Dónde está? ¡¿Cómo pudiste hacer esto?!

Lara negó y miró la mansión, la lluvia comenzó a deshacer sus rizos.

—También es mi hija, estoy en mi derecho...

—¡No la querías! ¡La abandonaste en un orfanato! No vengas a decirme que ella te importa porque no es cierto —bramó él con desesperación empuñando las manos.

Los orbes azules de la chica lo vieron con frialdad.

—Maduré, me di cuenta del error y quiero a mi hija conmigo —espetó acercándose y levantando el rostro para verlo mejor. Estaban a medio paso de distancia—. Te dije que quería volver, pero no, estabas muy idiotizado con esa...

—Lo estás haciendo por venganza, porque no quiero regresar contigo —la interrumpió en medio de jadeos, lo estaba haciendo enfurecer—. Viste que estaba rehaciendo mi vida y no lo soportaste, por eso te fuiste contra lo único que me importa...

—¡Es mi hija! Le daré todo lo que tú y esa no pueden...

—¡Menos amor! ¡Jamás la vas a amar como nosotros! —exclamó Izan con enojo.

Lara lo vio con odio.

—Ella jamás será su madre, ¡nunca la va a amar porque lleva mi sangre! —gritó empujándolo—. ¡Sayuri es mía y me la voy a llevar lejos de ti!

Él trastabilló mientras la veía incrédulo.

—¡Ella no es un objeto que puedes tirar y recuperar cada que se te dé la gana! —le gritó mientras un trueno resonaba al fondo.

Se vieron con dureza mientras respiraban de manera ajetreada, Lara hizo una mueca antes de cerrar los ojos, sacudir levemente la cabeza y suspirar con fuerza.

—Ethan, el juez dará el fallo a mi favor, es mejor que te hagas a la idea —dijo tajante dándose la vuelta y regresando a su vehículo para, acto seguido, abrir la reja de la mansión donde varios guardaespaldas observaron todo.

Izan sentía su corazón desbocado y un ligero ardor en la garganta; cuando las rejas se cerraron, exhaló con fuerza y empuñó con tanta fuerza las manos que incluso le temblaron.

Debió huir con su hija apenas tuvo la oportunidad.

Sorine sintió tan revuelto el estómago que se negó a comprar un café. Naím estaba a su lado y ambos veían a través del gran ventanal de la pequeña tienda de autoservicio que estaba del otro lado de donde Izan vivía.

La chica no se podía imaginar lo mal que debía estar su novio o lo asustada que tenía que estar Sayuri al encontrarse rodeada de extraños.

Su amigo bebió café y se le hizo algo raro que estuviera ahí con ella en vez de estar con cierta Moore que probablemente estaría igual de mal que su primo.

—¿No has llamado a Paige?

Naím bajó su vaso y continuó viendo al frente.

—No —contestó con cierto tono de enojo.

Sorine miró sus manos entrelazadas y mordió su labio.

—¿Ya sabe? O acaso...

—Estoy seguro de que sabe, no te preocupes por eso —masculló mirando su bebida—. ¿Lo vas a esperar toda la noche si no llega?

La castaña se encogió de hombros.

—No tengo idea de dónde puede estar si no se encuentra con Thiago o Paige —respondió en un suspiro—. Estoy segura de que va a volver, debo estar con él.

Su amigo miró hacia el cielo.

—Macy sigue con Trevor y Joen, están ayudando a armar la defensa —le contó en voz baja—. Thiago tiene mucha información de sus pagos, cuentas y todo eso...

La castaña apoyó la cabeza sobre sus brazos y lo vio de soslayo.

—Creí que ese era tu trabajo —musitó.

Naím miró hacia un lado.

—Joen me pidió que saliera a despejar mi mente, no le sirvo en estos momentos —replicó, cansado.

Sorine lo observó en silencio, estudió sus facciones y ese aire de enojo y decepción que el chico emanaba.

—Parece que estás a punto de estallar.

El chico rio en voz baja y la miró.

—Es una manera de ponerlo; no te agobies, he salido de cosas peores.

Ella llevó su mano hasta la de él y apretó mostrándole su apoyo.

—Cuando quieras...

Su amigo asintió suspirando.

—Lo sé, ahora hay cosas más importantes así que hay que concentrarnos en Sayuri e Izan, ¿vale?

La castaña regresó la mirada al frente e ignoró deliberadamente que Naím evitó mencionar a Paige.

Tenía razón, debía concentrarse en lo que actualmente era grave.

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Sorine no pudo medir el tiempo que pasó desde que Naím regresó al bufete y el que llevaba en su auto esperando. Lo único que sabía con certeza era que la lluvia no cesaba y el celular de Izan estaba apagado. Se acomodó en otro ángulo habiendo subido los pies al asiento y parpadeó en exageración para no quedarse dormida. De pronto se le cerraban los ojos y despertaba de golpe cuando su cabeza se iba de lado.

Y fue en uno de esos lapsus de cansancio que vio una sombra subir las escaleras a paso cansado.

Abrió los ojos con sorpresa y bajó rápidamente los pies quitando las llaves del encendido y saliendo de su vehículo. Izan ya había llegado a su departamento y estaba entrando.

Corrió escaleras arriba para notar con preocupación y un poco de alivio, que la puerta se había quedado entreabierta. La empujó con cuidado y descubrió que el chico no había prendido ninguna luz; de hecho, estaba junto a la mesa de pie dándole la espalda.

Observó cómo el cuerpo del castaño se hacía vagamente hacia atrás y adelante como si se estuviera balanceando; hasta que de pronto trastabilló dando un paso atrás.

—Izan —exclamó preocupada entrando y viendo como el chico caía al suelo junto a la barra, se lanzó a su lado y notó lo mojado que estaba.

El chico veía hacia un lado mientras Sorine tocaba su ropa empapada, ella llevó las manos hasta sus mejillas y frente antes de jadear.

—Estás ardiendo —exclamó en voz baja comenzando a quitarle la chamarra sin que él la mirara o hiciera algún amago por moverse.

Lo que la chica sí notó fue que el cuerpo de su novio se estremecía, creyó que era por el frío pero cuando se acomodó frente a él para tratar de quitarle la playera, notó las lágrimas saliendo de sus ojos y se detuvo de golpe sintiendo un nudo en la garganta.

—Izan —susurró moviendo el cabello del aludido, su corazón experimentó un fuerte tirón cuando esos orbes ambarinos la vieron con una tristeza que le partió el corazón.

No pudo evitarlo y lo abrazó sintiéndolo hacer lo mismo mientras escondía el rostro en su pecho a la par que los sollozos sacudían su cuerpo. Sorine puso su cabeza sobre la del chico y parpadeó en exageración para no llorar con él. El dolor de su novio era tan grande que lo percibía en cada poro de su piel. Tragó el nudo en su garganta y lo abrazó con más fuerza.

De pronto, él levantó el rostro mientras que ella limpió las lágrimas que aún recorrían sus mejillas a la par que su labio inferior temblaba un poco.

—Izan...

—La última vez que me enamoré, me destruyó; lo sigue haciendo —susurró con la voz quebrada—. Renuncié a todo no solo por Sayuri, quería hacer las cosas bien, luchar por mi familia —prosiguió bajando la mirada sabiendo que esas palabras podían lastimar a la castaña—. Fui un idiota.

Sorine lo vio con tristeza no sintiendo celos ni enojo. Entendió que el chico necesitaba sacar todo de su sistema y que le tenía la suficiente confianza para hacerlo.

—Izan, no sabías.

El mencionado negó y suspiró de manera temblorosa.

—Paige y Thiago me lo advirtieron, yo me dejé engañar. —Una lágrima recorrió su mejilla y él volvió a esconder el rostro en el pecho de la chica—. No le bastó con el desengaño, me quitó lo que más amo en la vida y...

Sorine lo abrazó y besó su cabeza mientras le permitía sacar su dolor. Contuvo sus propias lágrimas a la par que se obligaba a ser fuerte por el hombre que amaba y que la necesitaba como pilar para no terminar de derrumbarse.

—Estoy aquí, Izan —susurró suspirando—. No te dejaré solo.

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