Capítulo 32: Nadie se mete con mi comida.
—Despierta bella durmiente— escuché a lo lejos.
—Yo no lo hice— dije despertandome de golpe.
—Me encantaría saber, que es lo que no hiciste— dijo Jack divertido, pestañé un par de veces y me di cuenta que ya no había nadie en el autobús, bueno, sólo nosotros dos.
—¿Dónde están todos?— pregunté confundida.
—Bajando sus cosas, llegamos hace quince minutos atrás— dijo Jack, lo miré alzando una ceja— ¿Sabes? Eres una muy mala compañera, te dormiste las cuatro horas de viaje.
—¿Qué?— dije boquiabierta, no me había dado cuenta lo mucho que había dormido.
Jack se acercó a mí y beso mis labios, maldito, se aprovechaba porque tenía la boca abierta y estaba pensando en otra cosa, aún así seguí su beso, tenía que aprovechar que no había nadie, me comenzó a faltar el aire, pero no me quería separar de los labios de mí novio, al final fue él el que se separó de mí.
—Vamos, los demás nos esperan— dijo con la respiración entre cortada, asentí y lo seguí fuera del autobús. Ya afuera pude ver el lugar en donde estábamos, unos metros más adelante había un gran cartel.
—¿Cabañas del diablo?— pregunté frunciendo el ceño, Jack se acercó a mí con mi maleta en una mano y la de él en la otra— ¿No podían ponerle un nombre más bonito?
—Bueno, creo que ese nombre esta bien, estamos en medio del bosque, de la nada misma, así que el nombre va a con el lugar— dijo él pasandome mi maleta, la tomé y lo seguí por el pequeño sendero hasta las cabañas, cuando la maestra Jo nos vio, sonrió cómplice, luego nos dijo el número de la cabaña que nos había tocado a cada uno.
En cada cabaña habían siete personas, lo bueno era que la querida maestra Jo se había encargado de decidir quienes iban en cada cabaña, así que yo estaba en una de las cabañas más grandes junto a las chicas contando a Lu por supuesto, también estaban Anne y Naomi en nuestra cabaña, deje mis cosas en la cabaña y salí a ver que había de bueno afuera.
[...]
Ahora sabía porque los maestros habían venido con nosotros, si hubiese sabido que estudiaremos todos los días al igual que cuando estábamos en la estúpida Académica, no hubiera venido, aunque bueno, el viaje era obligatorio y hubiera tenido que venir igual. Llevábamos dos días, dos días en los que el maestro Sanders no hacía más que hacernos correr y entrenar mañana, tarde y noche, la maestra McPhee ya me tenía harta con sus Ecuaciones en Derivadas Parciales, Geometría Algebraica, Topología, etcétera.
Lo mejor eran las clases de teatro con la maestra Jo, aunque tampoco estaban tan mal las clases del maestro Turner, no era fanática de la filosofía, pero bueno ¿a quien no le gustaba que un maestro joven y guapo le hiciera clases? daba igual de que.
Como teníamos un rato libre antes de ir con el maestro Sanders, busque a mi rubio favorito, estos días nos habíamos escapado varias veces para vernos y estar juntos sin que nos molestaran, cuando iba pasando por al lado de unas cabañas a lo lejos vi algo que llamo mí atención, me detuve a mirar unos segundos, en estos momentos mi sangre estaba más caliente que la lava de un volcán a punto de hacer erupción, me acerqué a paso decidido donde la pareja que estaba escondida detrás de una de las cabañas.
—Ejem— dije como si me molestara la garganta y tratara de aliviar el dolor, ellos me miraron y la maldita rubia teñida de ojos color vómito fruncio el ceño— Tienes menos de dos segundos para alejarte de Jack, por qué si no lo haces, te dejaré la cara peor que la de Freddy Krueger y luego tendrás que pensar seriamente en hacerte una cirugía plástica, estética o como diablos se llame.
Estaba enojada, cada vez que me daba la vuelta una zorra se le lanzaba encima a mí novio, la chica me miró con evidente miedo, tal vez parecía un ogro rabioso en este momento, di un paso hacía ella y la chica salió corriendo, escuché que Jack comenzaba a reír y lo mire mal.
—¿Qué pasa Abby? ¿Acaso estas celosa?— preguntó divertido.
—Disculpa guapo, pero yo no soy celosa— dije con una de mejores sonrisas angelicales, para nada celosa, eso ni tú te lo crees, ahí estaba otra vez esa maldita voz, la ignore y trate de concentrarme en Jack.
—Eso pensé— dijo y luego rompió en carcajadas, fruncí el ceño y comencé a alejarme de él— Abby espera, no te vayas— dijo aún riendo, me afirmó del brazo y me volteó, lo miré a los ojos por unos segundos.
—¿Qué quieres?— pregunté molesta.
—¿No adivinas?— preguntó coqueto.
—¿Acaso me viste cara de vidente?— pregunté, estaba tan enojada que iría a buscar a la estúpida rubia y la convertiría en mi saco de boxeo personal, recordar como estaba apegándose a Jack y tratando de besarlo, me ponía más furiosa todavía.
—Vamos princesa, no te enojes— dijo Jack haciendo un puchero.
—No me enojaria si mantuvieras a las zorras alejadas de ti— dije cruzandome de brazos.
—Dijiste que tenía que mantener las apariencias, para que nadie sepa lo nuestro— dijo serio.
—Lo sé, pero... ¿Porque diablos no las rechazas de una vez?
—Porque si lo hiciera, levantaria sospechas, mis amigos me conocen muy bien y saben que no rechazó a las señoritas, al menos que este saliendo con alguien— se explico, solté un bufido —Sabes que la única manera de que esas chicas se alejen, es diciéndoles que estamos juntos.
—No, eso no— dije rápido.
—¿Porque no?— preguntó.
—Aún no te lo puedo decir, lo siento— dije con pesar, no estaba preparada para decirle la verdad a Jack, suspire y lo tomé de las manos— Prometo que cuando pueda te lo diré ¿Si?
—Esta bien— dijo abrazandome aún con nuestras manos entrelazadas, quedé con las manos en mi espalda y cuando Jack me beso no me resistí, aunque tampoco lo hubiese hecho si tuviese mis manos libres, seguí su beso con furia y hambre, hoy no habíamos estado a solas en todo el día, Jack profundizó más el beso, mi ritmo cardíaco aumento, quería más, mucho más.
—¡¡Abby!!— se escuchó a lo lejos, lentamente me fui separando de Jack— ¡¡Abby!!— era la voz de Liz, se escuchaba cada vez más cerca— ¡Demonio zarigüeya, ¿Dónde estás?!
—Dime que no lo dijo— dije cuando Jack me soltó.
—Creo que si lo hizo— dijo él rascando su cabeza.
—La voy a matar— dije entre dientes, comencé a caminar en dirección donde provenía la voz de Liz.
—Hey, se que merece "morir" por gritar aquel apodo, pero es mi única hermana y la quiero ¿Podrías dejarlo pasar esta vez?— dijo haciendo un pequeño puchero, lo miré de reojo mientras seguía avanzando, él me tomó del brazo e hizo que me detuviera— ¿Si~?
—Bien, pero sólo por esta vez— dije al ver sus ojos de borrego a medio morir, Jack se acercó y me dio un pequeño beso en los labios antes de guiñarme un ojo e irse a quien sabe donde.
—Aquí estabas— dijo Liz a mi espalda, me volteé y la vi sonreír, suspire y le sonreí de vuelta.
—Agradece que estoy de buen humor, de lo contrario te sacaría las tripas y te las daría de comer mientras agonizas.
—Tan dulce que eres— dijo conteniendo la risa.
—¿Para qué me buscabas?— pregunté mientras caminábamos.
—Ah, es que ya que tenemos libre deberíamos ensayar, ya están casi todos en nuestra cabaña— dijo ella, estos días habíamos estado ensayando cuando teníamos tiempo libre, Flootose, era la canción que presentaríamos, no sabía de quien era la lista, pero todas las canciones escritas en ella eran country — Oye, ¿Has visto a Jake?
—¿Eh? ¿Te refieres a un idiota rubio, de ojos azules y alto?— pregunté alzando una ceja, Liz sonrió y luego asintió— Nop, no lo he visto.
—Okey— respondió riendo por lo bajo.
*"*
Luego de ensayar por media hora, tuvimos que ir con el maestro Sanders, con el que tuvimos dos horas de "maravillosas" clases de deporte, ahora estábamos comiendo algo antes de ir a dormir.
—¿Qué rayos es eso?— pregunté mirando el vaso de Liz.
—¿Esto?— preguntó mostrando su contenido— Es un batido enérgisante.
—Se ve asqueroso— dije conteniendo las ganas de vomitar, sentí un golpe en el brazo y me volteé a ver quien había sido el tarado que me había pegado— ¿Podrías tener más cuidado barbie?
—Oh, cuanto lo siento, no te había visto— dijo con una fingida sorpresa.
—Como si eso fuera cierto— dije molesta, por culpa de la barbie se me había caído mi tostada al suelo— Me debes una tostada, igualita a la que me estaba comiendo.
—Abby, esas cosas engordan, deberías perder peso.
—Mira, lo que pasa es que yo el peso lo pierdo, pero el desgraciado me encuentra siempre y con eso yo no puedo luchar— dije con una sonrisa, ella frunció el ceño, sabía que la estaba molestando.
—Ja, mira como me río— dijo enojada.
—No era para que rieras, era para que de una maldita vez me traigas mi tostada— dije achinando los ojos.
—No tengo porque hacerlo— dijo y luego se volteó para irse.
—Claro que tienes que, tú fuiste la estúpida que votó mi tostada y eso es un crimen ¿Sabes? tenía nutella.
—Bueno, deberías darme las gracias, por qué si comes esa porquería te verás más gorda— díganme que no dijo eso, con mi comida nadie se metía, le quite el batido de aspecto sospechoso y color verdoso a Liz, me acerqué a la barbie y le di vuelta el batido en la cabeza.
—¿Pero qué te pasa estúpida?— chilló Sarah, di dos pasos atrás y le devolví el vaso a Liz— Que asco, ¿Qué es esto?
—Es un batido energético— dijo Liz.
—¿Qué?
—¿Qué, estas sorda?— pregunté mientras me aguantaba las ganas de reír —Dijo que es un batido enérgetico, a base de zanahoria, manzana, plátano, fresas, apio, lechuga, yogurt natural, miel, extracto de sapo, verrugas de ogro, cerebro de chimpancé, algunas almendras y tres huevos crudos— bueno, exactamente todo eso no tenía, eran otras cosas, pero bueno, a mí no me importaba, sólo quería que se escuchará lo más asqueroso posible— Para que sepas barbie, que con mí comida nadie se mete.
—¡Hay que asco!— lloriqueo y comenzó a alejarse, justo a unos cuantos pasos vio al maestro Sanders, se acercó a él y luego apunto adónde estábamos nosotras.
—Señoritas, acérquense— llamo el maestro, con Liz nos miramos y luego fuimos hasta donde estaba el maestro.
—¿Pasa algo maestro?— pregunté inocente.
—La señorita...
—Cof~cof zorra cof~cof— dije fingiendo toser— Disculpe maestro, es que me picó la garganta.
—Como decía, la señorita Nicholson dijo que le lanzó un batido en la cabeza.
—¿Quién, yo?— pregunté apuntandome.
—Si— dijo el maestro rodando los ojos.
—No ha sido ella maestro— escuché que Liz hablaba— Ha sido un accidente, Sarah me paso a llevar el brazo y bueno, el batido se me resbaló y cayó encima de ella.
—Eso es mentira— dijo Sarah molesta.
—Es la verdad, ¿No es así Abby?— preguntó mirándome cómplice, lo bueno era que sólo las tres estábamos en ese momento, así que Sarah no tenía quien la respaldará.
—Si, eso fue lo que pasó— dije sonriendo, el maestro Sanders suspiro.
—Esta bien, sólo tengan más cuidado la próxima.
—¿Cómo que está bien?— preguntó Sarah, estaba roja de furia.
—Señorita Nicholson, ya dijeron que fue un accidente, ya por favor vaya a darse un baño, eso apesta— dijo apuntando su cabeza y arrugando la nariz, luego el maestro se fue.
—Se están cociendo los huevos que tienes en la cabeza— dije riendo.
—Oh, por cierto, algunos ingredientes de aquel batido provocan la pérdida del cabello, claro, sólo si es teñido— dijo Liz, luego me tomó del antebrazo y nos fuimos, ya lejos de Sarah nos reímos a carcajadas, esta noche podría dormir como un bebé.
Caminamos hasta nuestra cabaña y antes de entrar Liz se detuvo, la miré por unos segundo y ella me hizo una seña con la cabeza para que mirara al otro lado, me volteé y Jeann se acercó a nosotras.
—Abby, ¿Puedo hablar contigo?— preguntó nervioso.
—Claro, dime— respondí.
—A solas— dijo mirando a Liz.
—Si, no se preocupen por mi, yo ya me iba a dormir— me soltó y entró a la cabaña, dejándome sola con Jeann.
—Abby, yo...
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°HarunaNanami.
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