VI - 𝐿𝑎 ♪

     No había sido fácil y no lo sería jamás, pero "aprendí" a distinguir más de dos tonalidades. Me adapté a mi vida de antigua película, pues gracias a ella volví a "ver" en colores.

     —Puedes hacerlo La, La, La —reconocía a la vez que deslizaba divertida sus manos por aquellas cuerdas—. Volverás a vivir —finalizó girando en su eje mientras el día se acababa.

     Se supone que el albor da inicio a la jornada diaria, pero la misma experiencia es posible experimentarla al finalizar el día —al atardecer—. Sí, era el ineludible crepúsculo. Ambos expresaban la misma claridad, la misma luz; ambos indican inicio y final, así como ella.

     —¿Puede ser a tu lado?

     Tras mi pregunta regresaron sus ojos a mi rostro. Sostuvo su guitarra con fuerza. Arqueó sus labios de forma alegre, y me entregó su última melodía.

     —Claro —volteó al ocaso—, así será.

     Ella floreció multicolor y jamás se fue de mí su esencia. Sin embargo, así como apareció en mi vida también desapareció prontamente. Nunca más volví a escucharla.

Ella atrajo el naranjo,
mi confianza.


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