60 | Despedidas


| 3 meses después |

S Á B A D O

Simón POV

—... Remeras, pantalones, buzos, zapatillas... ¿me falta algo?

Hablé con tal velocidad que me sorprende se hubiera entendido alguna sola de mis palabras mientras confirmaba que cada una de estas cosas se hallaba dentro de mis valijas.

—Sí —afirmó Delfi causando que la mire apresuradamente preocupado—. Tranquilizantes.

No pude evitar soltar una risa que no tardó en ser acompañada por una melodiosa de ella mientras concluyó de doblar la última de mis remeras y colocarla dentro de mi valija.

—Hablo en serio, Simón —aclaró junto a una sonrisa—. Si te ponés así armando las valijas, no me quiero ni imaginar como te pondrás antes de salir cada día a un escenario frente a diez mil personas.

Le fue inevitable a mi sonrisa no transformarse en una nerviosa ante aquella imagen que se produjo en mi cabeza y sin pensarlo más asentí.

—Justamente, Delfi, estoy armando mis valijas para irme a una gira internacional, no para irme de vacaciones a Punta del Este.

Sí, así como lo leían, en menos de treinta y seis horas partiría a Pinamar junto a los chicos para dar comienzo oficial a nuestra primera gira internacional por Latinoamérica.

Cinco meses. Doce países. Cincuenta y tres espectáculos. Simplemente era un sueño hecho realidad. Un sueño que hasta hace justamente tres meses parecía imposible.

Sin embargo, gracias a Eliana y Blas, que se habían encargado de venderle nuestro primer disco hasta a las piedras, habíamos logrado posicionarnos en todos los primeros lugares y con ello, que este sueño estuviera a punto de hacerse realidad.

—Tenés que intentar relajarte, mi amor —mencionó Delfi caminando hasta mi lado.

—Lo decís como si fuera tan fácil —suspiré con pesadez.

—Yo sé que no lo es, pero ya hicieron dos Luna Parks sold out y supiste manejarlo muy bien, no habrá mucha diferencia con los próximos shows —habló para tomarme de las manos e intentar tranquilizarme.

—Sí la habrá —aclaré—. Vos no estarás conmigo para calmarme.

Sí, de nuevo era como lo leían, ya que al estar a una semana de comenzar el nuevo año escolar en el Blake South College, Delfi no iba a poder acompañarme a la gira, lo cual significaba no solo cinco meses lejos de casa, sino también: cinco meses lejos de mi novia.

—A mí también me duele mucho no poder acompañarte, mi amor —dejó ir una de mis manos para posarla sobre mi mejilla y acariciar esta—. Desearía tanto poder dejarlo todo y acompañarte.

—Sería increíble —sonreí—. Pero vos y yo sabemos que eso es imposible.

—Lo sé —asintió agachando la mirada—. Y sé que serán los cinco meses más eternos de mi vida.

—No...

—Sí...

—No, mirame —pedí levantando con mi mano su mentón y obligándola a unir sus ojos con los míos—. Habláremos todos los días, las veces que vos quieras y apenas tenga oportunidad te prometo que me tomaré el primer avión hasta aquí para verte.

—¿Harías eso por mí? —inquirió levantando ambas cejas y solté una pequeña risa.

—Hasta me sorprende que lo preguntes —solté entre risas—. Yo por vos haría lo que fuera, hasta lo imposible, todo con tal de que vos seas feliz.

Delfi sonrió—. Yo ya lo soy porque estoy con vos.

Fui yo ahora quien sonrió y sin dudarlo, apegué a Delfi hacia mí para sostenerla en un abrazo de esos que desde que supe de la gira, hacía de todo para que fuesen eternos, para que mi cuerpo se grabara cada parte del suyo y no lo extrañara los próximos meses. Aunque supiera que eso era imposible.

—No lo decía en serio —aclaró Delfi al separarnos—. Sé qué serán unos meses muy duros pero... Lo superáremos. Lo nuestro es tan fuerte que ni el tiempo ni la distancia serán capaces de romperlo.

Asentí—. Significa mucho para mí que me apoyes en esto.

—¿Cómo no lo haría, mi amor? —rió al preguntarlo—. Significa mucho para mí que me permitas acompañarte en cumplir tus sueños.

—Es que mis sueños no estarían completos sin vos. Ya nada tiene sentido sin vos y sé que te lo he dicho antes, pero quiero que sepas que no hay nadie más en el mundo con quien yo quisiera estar que no seas vos —los ojos de Delfi se iluminaron de un brillo que lograba hipnotizarme—. Eres la mujer de mi vida.

—Y vos el hombre de la mía.

Sin decir más, ambos acortamos la poca distancia que aun nos separaba para unir nuestros labios en un beso, otro de los cuales hacíamos hasta lo imposible para que fuesen eternos. Daba todo por siempre probar esos dulces labios que desde el primer momento me habían hechizado.

Sin embargo, esta vez algo nos obligó a terminar con ese eterno beso en sólo cuestión de segundos y ese algo fue la puerta de mi habitación abriéndose dejando ver detrás de esta a Nico y Nina tomados de la mano.

—¡Ups! —exclamó Nico al instante—. Lo siento. Podemos volver más tarde si gustan —tanto Delfi como yo reímos al separarnos.

—No, está todo bien —aclaré para rodar los ojos.

—¿Seguros? —cuestionó de vuelta Nico—. Si quieren los podemos dejar para que se... despidan, a gusto, ¿no?

Soltó en un tono burlón para dedicarle una mirada a su novia quien también rodó los ojos causando que ambos riéramos de nuevo. Y para aclarar, no, no era necesario que nos "despidiéramos", para eso ya habíamos tenido bastante tiempo los últimos días.

—Dejalos en paz, mi amor —pidió Nina y fue ahora Nico quien rió.

—Saben ellos que es un chiste. No te pongas así, enojoncita —dijo Nico para ahora enfocar su mirada en las aun abiertas valijas—. ¿Aun no terminas de empacar?

—Hubiéramos terminado de no ser porque el señor hizo que sacáramos todo para asegurarse que no se olvidaba de nada y lo volviéramos a meter —confesó Delfi dedicándome una mirada fulminante—. Dos veces.

—¿Todo bien? —preguntó Nico hacia mí con el ceño fruncido.

—¡Chicos!, ¿les falta mucho para...

La voz de Pedro se hizo escuchar y antes de poder notarlo ya estaba dentro de la habitación junto a Yam. La banda completa.

—¿Todavía no terminas de empacar? —cuestionó siendo mis valijas lo primero que sus ojos captaron.

—¡Sí! ¡Ya terminé!

Exclamé levantando la voz para apresuradamente disponerme a cerrar mis valijas y no volver a ser cuestionado por lo mismo otra vez.

—Pedro lo preguntaba porque ya es la hora de irnos —aclaró Yam consternada por mi acción.

—Yam tiene razón —intervino Nina—. Nosotros venimos por lo mismo. La fiesta ya debe haber empezado y me parece que sin ustedes no hay razón para que haya una fiesta de despedida.

—Sí, ya estamos listos —respondí—. Pero antes de irnos creo que sería bueno repasar las reglas del loft. Especialmente la regla que dice que nadie puede entrar a una habitación sin antes tocar. No queremos encontrarnos una escena como la de...

—¡Eh!

—¡No!

Exclamaron Yam y Pedro al instante y al unísono causando que los cuatro restantes riéramos mientras que ambos no pudieron evitar sonrojarse avergonzados.

—Quedó clarísimo —dijo Pedro e inevitablemente volvimos a reír.

—Esas son sus reglas, pero este no es más su loft —intervino Nina de repente.

—Nina tiene razón —apoyó Delfi ahora—. Por los próximos cinco meses este será nuestro loft y podemos hacer con él lo que queramos.

—Estábamos pensando incluso en hacer una fiesta, ¿o no, chicas? —acompañó Yam causando que ahora sólo ellas rieran.

—Muy chistositas —soltó Nico para suspirar—. Fuera de bromas... No va a ser lo mismo sin ustedes.

—Vamos a estar todos bien, Nico —respondió Yam para mirar ahora a Pedro—. Ustedes vayan a cumplir su sueño que nosotras estaremos aquí esperándolos.

—No será mucho tiempo, ya verán —comentó Nina para hacer lo mismo con Nico.

—Ciento cincuenta y dos días —hablamos Delfi y yo al unísono para observarnos a los ojos—. Estaremos bien —repetí—. Somos fuertes.

No tuve que decir más para que Delfi me dedicara una sonrisa y apoyara su cabeza sobre mi hombro y sin dudarlo, envolví mis brazos alrededor de su cuerpo para sostenerla en un abrazo.

Todos sabíamos que serían meses difíciles, pero estaríamos bien, al final de cuentas Delfi tenía razón, lo nuestro no terminaría nunca más, nuestras historias estaban escritas juntas y no importaba nada, porque esta despedida no significaba un final. Lo nuestro no tenía final. El único final que tenía nuestra historia era juntos. Juntos para siempre.

Ámbar POV

Me fue inevitable no soltar un suspiro al encontrarse mis ojos con el jardín de mi casa en donde la fiesta de despedida de Simón y la Roller Band estaba llevándose a cabo. La música sonaba, la gente bailaba, algunos charlaban, y luego estaba yo, estática en el marco de la puerta admirando aquella imagen, intentando aprenderme de memoria cada minúsculo detalle pues en cuestión de días, mi memoria sería el único lugar dónde podría encontrar ese lugar.

Sí, si se preguntan cuál había sido mi decisión, la respuesta era sí. En tan sólo unos días partiría a Oxford, Inglaterra para encontrarme con Sylvana y dar comienzo a mi nueva vida.

No había sido una decisión nada fácil de tomar. Todo lo contrario. Tomó justamente un mes entero conseguir que luego de discusiones e incontables lágrimas, tomara la decisión de dejar Buenos Aires y a mi familia.

—Ámbar...

La repentina voz de Benicio ocasionó que saliera mis pensamientos en los cuales me había sumergido los últimos segundos –esperaba– y sin más, soltó una risa ante mi desconcierto.

—¿Todo bien?

—Sí, ¿por qué lo preguntas?

—Porque te vengo llamando desde allá —continuó aun riendo.

—Perdón —fui yo ahora quien rió—. Estaba viendo todo y...

—Entiendo.

No tuve que decir más, le bastó solo con escuchar mi tono para entender aquello a lo que me refería.

—Aun estás a tiempo de cambiar de opinión, ¿sabés?

Reí—. Ni aunque quisiera se podría, Benicio, pero, estoy bien.

—Lo sé —sonrió—. Nunca te había visto tan segura de algo en tu vida.

—Lo estoy.

Fui yo ahora quien sonrió dedicándole una profunda mirada a Benicio. Ni aunque quisiera podría ocultar que él no había influido en mayor o menor medida en mi decisión.

Saber que tendría una cara conocida a once mil kilómetros de distancia de mi hogar, y especialmente una cara conocida como la suya, hizo que cualquier duda se esfumara.

—Venía a decirte que Simón y los chicos ya llegaron.

Habló luego de varios segundos de silencio para extender su mano hacia mí, la cual no dudé ni un segundo en tomar, de modo que, con nuestras manos entrelazadas y una sonrisa inundando mi rostro, nos dispusimos a caminar en busca de mi hermano.

—Estaba pensando que podríamos hacer algo esta noche, luego de que la fiesta termine —comentó Benicio en el medio de nuestra caminata—. Escuché que abrieron un lugar nuevo para bailar y...

—¡Bailar! —una voz intervino obligando a los dos a detenernos—. ¿Qué les parece una cita doble?

Ambos giramos nuestras cabezas encontrándonos con aquel grupo que nos observaban sonrientes y del cual había provenido aquella voz. Gastón, Jim, Jazmín y Ramiro.

—¡Que sea triple! —agregó Ramiro al pedido de Gastón.

—¡Sí! ¡Yo me apunto! —intervino emocionada Jazmín para soltarse del abrazo de Ramiro.

—Y yo no me quedo atrás —mencionó Jim con una enorme sonrisa.

—Ya los escuchaste, princesa —replicó Benicio hacia mí—. Ellos se apuntan. Solo faltas vos.

Me fue inevitable no fulminar a Benicio con la mirada ante aquel nombre con el que se había dirigido a mí. Él sabía que no me molestaba que lo hiciera a menos que fuera delante de alguien más porque eso solo lograba qué...

—¿Princesa? —inquirió Ramiro llevando sus manos a su cintura—. ¿Eso quiere decir que ya es oficial?

Exactamente eso sucediera.

—¿Cómo tengo que hacer para que entiendan que Benicio y yo no somos novios? —solté un tanto a la defensiva.

—Aún —contestó Gastón—. Pero quien quita y ahora que ambos estarán juntos, en otro país, otro continente, las cosas cambian.

Tanto Benicio como yo nos miramos nerviosos ante las palabras de Gastón y de un segundo a otro podía jurar que me había sonrojado.

Ellos no lo entendían. Nadie entendía realmente lo que éramos. Solo los dos lo sabíamos y lo que sabíamos es que estábamos siendo más felices que nunca, con o sin una etiqueta que nos definiera.

—Gastón tiene razón, amiga, todo el mundo quiere saber si los rumores son ciertos... ¿Benimbar ha vuelto?

Sonreí dedicándole una mirada fulminante a Jazmín por su pregunta. Ella mejor que nadie sabía lo que pasaba. Aunque no lo entendiera del todo.

—No venimos a hablar de mí. Venimos a despedir a mi hermano y a los chicos. Y si tanto quieren hablar de parejas, ¿por qué no hablamos de las suyas? Se les ve mejor que nunca, ¿no?

Los cuatro no pudieron evitar intercambiar miradas sonrientes causando que soltara un suspiro aliviada. Si había algo que Jazmín amaba hacer además de atosigarme con preguntas bochornosas, era hablar de "Jazmiro".

—¡Sí! —exclamó entusiasmada Jazmín—. Ramiro y yo...

—En la cita triple, Jazmín —aclaré impidiéndole que siquiera comenzara con su frase.

—¿Eso es un sí? —cuestionó Benicio entusiasmado.

—Obvio que sí.

Tan solo me bastó contestar para que los cinco festejaran emocionados. Que mejor forma de pasar mis últimos días en Argentina que en compañía de mis mejores amigos y Benicio.

—¿Alguien dijo cita triple? —inquirió Delfi uniéndose a la pequeña reunión—. ¿Hay lugar para dos más?

—Por supuesto que sí —no tardó en responder Gastón sonriente y rodeando en un abrazo a Jim.

—Bueno, seis más, en realidad. Simón no hace nada sin Nico y Pedro —rió siendo seguido por nosotros—. Amiga, Simón te está buscando.

—Sí, estaba justo yendo por él. Nos vemos, chicos.

Alcancé a decir para dejar ir la mano de Benicio que hasta este momento me hallaba sosteniendo y dedicándole una última sonrisa, comencé a caminar con Delfi hasta donde mi familia se hallaba.

—¿Cómo lo ves? —cuestioné hacia Delfi sin demorarme un segundo.

—Mejor —sonrió—. Ámbar, vos podés irte tranquila. Todo va a estar bien.

—Es que no quiero que Simón se sienta culpable por irse a cumplir un sueño.

—Y vos tampoco deberías sentirte culpable por irte a cumplir el tuyo —se apresuró a responder—. Tus padres van a estar bien. Son fuertes como sus hijos.

Sonreí—. No se que voy a hacer sin vos, amiga.

—A mí también me vas a hacer falta —respondió—. Pero al igual que Simón, me tenés a un llamado de distancia, ¿okay?

—Te amo con todo mi corazón.

Tan sólo alcancé a decir para que Delfi se abalanzara a mí sosteniéndome en un fuerte abrazo. Sin duda alguna, ella fue parte de aquello que hizo que mi decisión fuera más difícil de tomar. Delfi no era más una amiga. Era mi hermana. Y la vida no sería igual sin ella.

—¿Abrazos sin mí?

La voz de Simón obligó que ambas nos separáramos entre risas y sin más, llegó hasta nuestro lado para sostenernos a ambas en un abrazo.

—Mis dos mujeres.

Sonrió para colocar besos en nuestras frentes ocasionando que las dos riéramos y antes de poder notarlo, un flash nos iluminó a los tres haciendo que levantemos nuestra vista y hallemos a mi papá tomando una fotografía de este momento.

—Que linda imagen —comentó observando la fotografía recién capturada—. Va a ser un lindo recuerdo ahora que se vayan.

—¿Perdón? —exclamó Delfi al instante—. Yo no me voy a ningún lado, así que aquí me tendrán siempre que lo necesiten, André.

Las palabras de Delfi ocasionaron que tanto nosotros, como el resto de mi familia soltara en risas a medida que se aproximaron a nosotros y mi padre rodeara en un abrazo a Delfi, quien también para ellos, ya era parte de la familia.

—¿Qué te parece la fiesta, mi amor? —inquirió mi madre dirigiéndose a mi hermano.

—Increíble —sonrió Simón—. Gracias por hacer esto.

—Esta fiesta es lo mínimo que podemos hacer por vos, mi amor —continuó mi madre.

—No hablo solo de la fiesta —aclaró Simón—. Gracias por apoyarme. No podría estar cumpliendo este sueño si no fuera por ustedes. Son los mejores padres del mundo.

Simón giró hacia mí y no tardé en asentir. Al momento en que la propuesta de la gira había llegado, mi decisión de irme se había vuelto todavía más complicada de lo que ya lo estaba siendo. Irme yo era una cosa. Pero irnos los dos... Sabíamos que mis padres no lo soportarían. Separarse de sus dos hijos al mismo tiempo no era nada fácil y ciertamente no lo estaba siendo, pero Simón tenía razón: eran los mejores padres del mundo y nos apoyaban en nuestras decisiones, aunque eso significara perdernos por un tiempo a los dos.

—Lo somos solo porque ustedes son los mejores hijos del mundo —intervino mi padre llegando a un lado de mi madre—. Y tarde o temprano tendrían que dejar el nido —soltó una pequeña risa—. Fue antes de lo esperado pero ustedes nos demostraron que están listos para tomar sus propios caminos.

—No importa a donde vayamos, siempre volveremos a casa —contesté sin perder un segundo.

—Su padre habla metafóricamente —rió ahora mi madre—. No son más unos nenes, son todos unos adultos y nos da alegría verlos y saber que hicimos las cosas bien con ustedes.

—Estamos orgullosos de ustedes.

Tanto Simón como yo sonreímos para dedicarnos nuevamente miradas y él rodeó mi cuerpo con su brazo para sostenerme más cerca de él causando que suspirara.

—También significa mucho para mí que me estén dejando hacer esto —hablé luego de un silencio.

—Mi amor —suspiró mi madre para tomarme de las manos—. Sabemos que no fue fácil pero tu tía Lily nos hizo ver que si no fuera por Bernie vos nunca hubieras llegado a nuestra vida. Tu vida hubiera sido con tu verdadera madre como debió ser.

Negué—. Mi vida fue como debió ser y fue perfecta porque fue con ustedes. Todos ustedes. Y eso no lo cambiaría por nada. Vos siempre serás mi madre y esta siempre será mi familia.

Hablé para extender mi mano hacía mi padre quien no dudó en tomarla y tan solo me bastó que hiciera aquello para acortar la distancia y obligar a que los cuatro nos uniéramos ahora en un abrazo. No sabía cuándo sería la próxima vez que volvería a sentirme refugiada en esos brazos pero sabía que si era la última vez por un tiempo, había sido perfecto.

El sonido de una fotografía obligó de nuevo a que nos separáramos encontrándonos con Delfi apuntando su teléfono a nosotros.

—Este también va a ser un lindo recuerdo —mencionó sonriente.

—¡¿Fotos sin nosotros?!

La voz de mi abuelo se hizo escuchar y apenas pudimos observarlo, él ya se hallaba dirigiéndose a nuestro lado a toda velocidad en compañía de Luna y mi tía Lily para adentrarse en la fotografía.

—¿Listos? —inquirió Delfi.

—¡Espera! ¡Espera! —exclamó mi madre—. Faltas vos en la fotografía, Delfi.

Sí. Hacía falta ella para que mi familia estuviera completa. Ellos eran mi familia. Sylvana era mi familia. Era afortunada de tener a dos familias.

Toda mi vida había soñado con conocer mi pasado, saber quien era realmente y ahora lo hacía, ese sueño era realidad. Era Ámbar Alai Smith y ya nada lo podría cambiar.

Matteo POV

—¡Matteo!

Tomé una gran bocanada de aire antes de dibujar con gran esfuerzo una sonrisa en mi rostro ante el llamado de mi mejor amigo y sin más, comencé a caminar hasta unirme al grupo que se encontraba charlando en el medio del jardín donde la fiesta de despedida de la Roller Band se estaba llevando a cabo.

—Pensé que ya no vendrías —siguió Gastón una vez que me encontraba a su lado.

—El almuerzo con mis padres se demoró más de lo esperado —respondí llevando mi mano a mi nuca.

—¿Pasó algo? —inquirió frunciendo su ceño al instante.

—No, nada —mentí siendo todo menos convincente—. ¿De qué me perdí?

—No mucho —agregó Ramiro sonriente—. Hemos hablado del plan de esta noche.

—¿Cuál plan? —repliqué curioso.

—Ir a bailar a un lugar que recién abrieron—contestó Benicio.

—Suena interesante —comenté—. ¿Hay lugar para uno más?

—Todo el Roller parece haberse autoinvitado, así que no veo porque no —bromeó Benicio obteniendo risas de parte de todos y con mucho esfuerzo una mía.

—¿Seguro que está todo bien, Matteo?

Murmuró Gastón para mí con tal desconcierto que apenas y pude apagar asintiendo sonriente. No era tan grave lo que me sucedía. Simplemente no era el momento ni el lugar para hablar de ello. Era suficiente con las despedidas que ya teníamos.

—¡No puede ser!

Aquel grito inesperado de Jim obligó a todos los presentes a observarla totalmente desconcertados.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!

Fue ahora el grito de Ramiro el que causó que el resto nos dediquemos miradas confundidas, ¿qué es lo que estaba sucediendo?

Ambos levantaron las miradas de sus teléfonos donde hasta ahora se hallaban enfocándolas y sin más, se abalanzó uno sobre el otro para unirse en un abrazo lleno de euforia.

—¿Qué sucede? —cuestionó Gastón al instante.

—Jim, ¿qué pasó? —agregó ahora Yam hacia su amiga.

—¡Nos seleccionaron! ¡Fuimos seleccionados!

Gritó Jim separándose del abrazo de Ramiro y regresando sus pies al suelo ya que entre tanta euforia de su parte, él la había levantado dentro de su abrazo.

—¡Somos parte del nuevo equipo de los Red Sharks!

Tan sólo le bastó decir eso a Ramiro para que ahora el resto fuera el que gritara emocionados compartiendo la euforia y alegría de ambos.

Sí. Los rumores terminaron por ser ciertos y Gary anunció dos meses atrás las audiciones para su nuevo equipo de los Red Sharks. Equipo que ahora se sabía estaba conformado por Jim, Ramiro y otros dos nuevos patinadores entre los que podía estar ella.

Giré sin más para intentar hallarla entre toda la gente que se encontraba disfrutando de la fiesta y apenas mis ojos captaron aquella inconfundible castaña cabellera, no dudé ni un segundo en dejar atrás a aquel grupo que se encontraba aun festejando, para dirigirme a ese otro grupo que posaba para una fotografía.

—¿Listos? —inquirió Delfi apuntando a aquella familia que sonría emocionada.

—¡Espera! ¡Espera! —exclamó la madre de Ámbar ganándose las miradas del resto—. Faltas vos en la fotografía, Delfi.

Tan sólo me bastó escuchar eso para saber que era el momento perfecto para interrumpir con esa pequeña reunión familiar y sin más, apresuré mi paso hasta llegar a un lado de Delfi.

—Puedo ayudarte con eso.

Exclamé tomándola por sorpresa y al girar consternada por mi vos, decidí dedicarle una sonrisa que ella no tardó en corresponder para entregarme el teléfono en mis manos y dirigirse hacia ellos que aun continuaban posando.

—¿Listos?

Pregunté ahora yo y contando hasta tres, tomé un par de fotografías que lograron que en mi rostro se dibujara una sonrisa sincera por primera vez desde que había llegado. Sin duda se veían como una familia feliz.

—Matteo, pensé que no vendrías —exclamó Luna al apenas yo bajar el teléfono logrando que se dirija a mí para quedar frente a frente.

—Tuve un almuerzo con mis padres y tardó más de lo que esperaba, pero aquí estoy —sonreí hacia ella siendo correspondido de inmediato.

—Gracias por la fotografía, Matteo.

Intervino el padre de Ámbar regalándome una sonrisa que causó que la mía creciera. No pensé que luego de todo lo sucedido volvería a dirigirse a mí pero tal parece que estaba equivocado. En verdad la familia Smith sabía perdonar, aun cuando quizá no lo mereciera de su parte.

—¿Has revisado tu mail? —solté sin más hacia Luna causando que frunza el ceño y ría

—¿No? ¿Por qué debería? —replicó ella extrañada.

—Porque Gary acaba de anunciar a los seleccionados para el equipo de los Red Sharks.

Los ojos de Luna no tardaron en abrirse como platos ante mis palabras y aun anonadada, giró para observar a su familia que al igual que ella, se hallaban sorprendidos.

—¿Y qué estás esperando, mi amor? —soltó su madre al instante.

—¡Velo!

Exclamó Ámbar siendo ella la que logró que Luna despertara de aquel shock y sin perder un solo segundo más, tomara su teléfono de su bolsillo para, con toda la velocidad que sus dedos le permitían, abrir su mail siendo observada impacientemente por todos nosotros.

—¿Y bien? —fue ahora Simón quien intervino.

—¿Quedaste seleccionada? —agregó la madre de Ámbar.

—¡Quedé! ¡Quedé! ¡Quedé!

Gritó ahora Luna esbozando una sonrisa incomparable en su rostro que sólo se intensificó más al hacerse presente los gritos por parte de su familia y sin más, Luna se abalanzó hacia mí para sostenerme en un abrazo que sin dudarlo le correspondí.

—¡Felicitaciones Luna! —exclamó el padre de Ámbar sonriente.

—No me cabía dudas de que te seleccionarían —siguió ahora su abuelo—. Mi nietita es la mejor patinadora de todo el mundo.

—Tu abuelo tiene razón, mi amor, felicidades —contestó ahora su madre sonriente.

—Gracias —respondió Luna regalándoles una sonrisa—. A todos. Significa mucho para mí que me apoyen.

—¿Cómo no lo vamos a hacer? —fue ahora la madre de Ámbar quien habló—. Somos familia.

Luna le dedicó una sonrisa a ella antes de regresar su vista a mí y tomarme de la mano sin previo aviso.

—Y gracias a vos. Si no fuera por vos yo nunca me hubiera animado a audicionar.

Sonreí—. Sólo quería que hicieras lo que te hace verdaderamente feliz. Que cumplieras un sueño.

—Fue un gesto muy lindo de tu parte, Matteo —habló la madre de Luna para colocar sus manos sobre los hombros de ella—. Gracias por querer lo mejor para mi hija aun después de todo lo sucedido.

—Tanto Luna como Ámbar son muy importantes para mí y siempre querré lo mejor para ellas, no importa lo que haya sucedido. Eso quedó en el pasado.

—No me caben dudas de que sos un gran muchacho —sonrió el padre de Ámbar para imitar la acción de la madre de Luna con ella.

—Eso quiere decir que ya hay algo más que celebrar esta tarde —intervino Simón captando la atención de todos.

—Así parece —sonrió Ámbar.

—¿Entonces que esperan? —soltó su abuelo—. Vayan a disfrutar de su fiesta.

—¡Esperen! —alzó la voz Luna tomándonos por sorpresa—. Antes de eso, Ámbar y yo tenemos una sorpresa.

Informó Luna causando que todos se miraran confundidos y sin dudarlo, Ámbar se soltó del agarre de su padre para llegar hasta un lado de Luna sonriente.

—¿Una sorpresa? —inquirió Simón—. ¿Para quién?

—Para vos —hablaron ambas al unísono.

—¿Para mí? —alzó ambas cejas.

—Sí —sonrió Ámbar tomándolo de la mano—. Vení.

Dijo para con ello, comenzar a arrastrar a Simón hasta los pies del escenario que hasta ahora había permanecido vacío y sin más, subir a él donde Luna ya se encontraba esperándola con dos micrófonos en mano.

El resto de los invitados no tardaron en aproximarse al mismo aun confundidos por aquello que estaba sucediendo. Ni siquiera yo sabía lo que estaba ocurriendo.

—¡Hola a todos! —soltó Ámbar al micrófono emocionada captando la atención de los pocos que aun se hallaban lejos—. Antes que nada quiero agradecerles a todos por haber venido a despedir a mi hermano y a Nico y Pedro. Significa mucho para todos nosotros que estén aquí presentes en un día tan importante...

—Y como es un día tan importante —siguió Luna ahora—. Y uno de los últimos días que estaremos todos juntos, hemos preparado una sorpresa para Simón.

—La música siempre ha sido parte de nuestra vida —continuó ahora Ámbar—. Desde que tenemos memoria lo ha sido y hoy queremos ser nosotras quienes te dediquemos una última canción que escribimos juntas para vos —sonrió para guiñarle un ojo a Simón—. Gracias por ser el mejor hermano del universo.

Fue lo último que dijo Ámbar antes de que una pista comenzara a sonar y con ella, sonrisas en todos los rostros.

🎶Me lo decía siempre el corazón
Que todo tiene una explicación
La libertad no estaba solo en mi imaginación

Cantó Luna ganándose sin más aplausos por parte de los presentes incluyéndome a mí.

Y esas ganas locas de volar
Y no poder dejar ya de soñar
Y al despertar saber que
Me faltaba una mitad

Ya puedo liberar mis sentimientos
Encontré mi verdad

Siguió Ámbar para dedicarle una mirada a sus padres y sonreír.

Ahora sale el sol, para mí
Y todo tiene sentido
Soy lo que fui
Soy, soy, soy —cantó Luna.

Ahora sale el sol para mí
Y todo tiene sentido
Soy lo que fui
Soy, soy, soy
Soy yo

Fue ahora Ámbar la que continuó para enfocar su mirada en Luna quien sonrió hacia ella y asintió.

Un laberinto siempre recorrí
Y ahora todo es nuevo para mí
Se abre una puerta pero
No sé cual camino hay que seguir —siguió ahora Luna.

Tantos misterios para revelar
Tanto pasado para enfrentar
Y una llave que aún no puedo encontrar —retomó Ámbar.

El miedo ya no puede detenerme
Encontré mi verdad

Ahora sale el sol, para mí
Y todo tiene sentido
Soy lo que fui
Soy, soy, soy —cerró los ojos Luna para cantar aquella siguiente parte.

Ahora sale el sol para mí
Y todo tiene sentido
Soy lo que fui
Soy, soy, soy
Soy yo —cantó Ámbar de una forma que nunca antes había escuchado en ella.

Me lo decía siempre el corazón —no tardó en intervenir Luna.
Ya no hay más temor
Ya no hay más dolor
Soy yo

Me lo decía siempre el corazón —continuó Ámbar.
Ya no hay más dolor
Ya no hay más temor
Soy yo —finalizó Luna.

Ahora sale el sol, para mí
Y todo tiene sentido
Soy lo que fui
Soy, soy, soy
Soy yo🎶

Unieron sus voces en una sola para finalizar con aquella canción que logró que los aplausos inundaran el lugar.

Una sonrisa se esbozó en mi rostro al observar a Ámbar entrelazar su mano con la de Luna quien le correspondió regalándole una sonrisa y sin más, ambas se unieron en un abrazo.

Inevitablemente mi sonrisa creció, aun recuerdo la primera vez que las conocí, igual de alegres que se veían ahora, inocentes a todo lo que nos esperaba a los tres. Sin embargo ahí estaban, sonriendo nuevo, siendo felices como siempre debieron serlo y aquello hacía que yo fuera inmensamente feliz.

Tal como le había dicho al padre de Ámbar, ellas eran muy importantes para mí y así como fueron las primeras personas en recibirme al llegar a Argentina, debían ser las primeras en despedirse, pues aunque no quisiera habérselo confesado antes a Gastón, mis días en Argentina podían estar contados.

Luna POV

La fiesta de Simón y los chicos había sido todo un éxito, tanto que hace apenas unos cuantos minutos se habían ido los últimos invitados casi siete horas después de que la fiesta había dado inicio.

Sin embargo, las únicas dos personas que no habíamos abandonado el jardín donde la fiesta había tenido lugar éramos Ámbar y yo, quienes nos encontrábamos degustando los últimos postres que habían sobrado del catering siendo acompañadas por los últimos rayos de sol que se permitían ver.

Era extraño verla y pensar que en cuestión de días no lo haría más, que en cuestión de días tanto ella como Simón se irían y yo me quedaría sola. Quizá la anterior Luna hubiera visto esto como un regalo del universo por todas las cosas malas que me habían pasado. Pero esta nueva Luna lo veía como todo lo contrario, sin Simón y definitivamente sin Ámbar, todo sería muy diferente.

—Voy a extrañar los alfajores como a nada —exclamó Ámbar antes de darle la mordida a uno que sostenía en manos.

—Pensé que el abuelo te había empacado una valija entera con alfajores y dulce de leche —fruncí el ceño para dedicarle una mirada.

—Lo hizo —respondió al instante—. Pero me conozco y sé que mamá y yo nos terminaremos todo en cuestión de una semana —rió contagiándome con su risa.

—¿Recordas como se llama ese chocolate que nos gustaba comer cuando íbamos a Londres? —cuestioné mordiendo yo ahora un trozo de tiramisú—. Ya sabés, el del empaque morado... Dairy...

—¡Dairy Milk! —respondió Ámbar emocionada.

—¡Sí! ¡Ese! —repliqué sonriente—. ¡Tenés que enviarme una caja de esos apenas aterrices!

Ámbar rió—. Hecho. Solo si vos me prometes mandarme una entera de Terrabusi.

Reí—. Hecho.

Ambas volvimos a reír para ahora crear un silencio que me permitió echarle un detenido vistazo al jardín y sin poder evitarlo, recuerdos se hicieron presentes en mi mente de todos los momentos que Ámbar y yo compartimos en el jardín de nuestra antigua mansión desde que tenía memoria.

—No puedo creer que sean tus últimos días aquí —exclamé agachando la mirada sin más.

—Tampoco yo —respondió ella—. Apenas conseguí que este lugar se sintiera como mi hogar y ahora...

—Este siempre será tu hogar, Ámbar.

—Lo sé —rió a lo bajo—. Pero vos sabés a lo que me refiero...

Asentí—. Sí. Tampoco sé si seguiré sintiéndolo como un hogar ahora que se vayan. Sin ustedes será todo tan diferente.

—Serás hija única como siempre lo quisiste —mencionó Ámbar causando que ambas riéramos.

—Si te soy sincera no me imagino mi vida sin vos. Es como que miro atrás y en todo estás vos.

—Es normal —habló para soltar un suspiro—. A mí me pasa exactamente igual. Desde que tengo memoria vos has formado parte de mi vida.

—Sí. Crecimos juntas, hacíamos todo juntas, como si siempre hubiéramos sido hermanas...

—Y siempre lo fuimos. Lo dijera nuestro ADN o no.

Dijo causando que la mire una vez más ya que hasta este momento había mantenido mi vista fija en el pasto y al hacerlo, me fue inevitable no transportarme a ese momento de nuestra infancia.

«—... Se me acaba de ocurrir una idea brillante.

—¿Cuál?

—¿Por qué no hacemos una promesa de hermanas? De ser siempre las mejores amigas del mundo mundial, y que no hay nada ni nadie que pueda separarnos, ¿lo prometes?»

Inevitablemente una sonrisa se dibujó en mi rostro ante aquel recuerdo. Lo tenía tan presente, tan vivido que parecía como si se tratase de ayer.

Aquella sonrisa se transformó de inmediato en una risa. Era claro que aquellas dos inocentes niñas no tenían ni idea de lo que se les avecinaba años después. No podían tenerla. No podían saber que años más tarde llegaría un chico capaz de hacerlas olvidar aquella promesa aunque sea por un momento. Y que tiempo más tarde, sería el pasado el que se encargaría de poner distancia entre las dos.

—¿De qué te reís? —inquirió Ámbar con el ceño fruncido.

—¿Vos recordas la promesa que hicimos cuando éramos niñas? —solté causando que Ámbar me mire extrañada—. La promesa de hermanas...

Tan solo tuve que decir para que el rostro de Ámbar fuera ahora el que se viera cubierto por una sonrisa. Claro que lo recordaba. A pesar de que había sido un día como cualquier otro. Esa promesa significó mucho para las dos, a pesar de que ninguna lo hubiera mencionado antes.

—La recuerdo —contestó—. De ser las mejores amigas del mundo mundial...

—Al parecer ambas rompimos con esa promesa.

—Así parece...

Suspiró Ámbar siendo seguida por mí y no fue más que cuestión de segundos para que su rostro volviera a iluminarse con una sonrisa logrando desconcertarme ahora a mí.

—¿Y por qué no hacemos otra promesa?

—¿A qué te referís? —cuestioné confundida.

—Vos acabas de decir que ambas rompimos esa promesa... —asentí—. Entonces qué mejor que hacer una nueva. Una que ahora sí no rompamos. Una promesa de verdaderas hermanas.

—Me parece perfecto —sonreí por fin.

—Prometamos que dejaremos el pasado y todo lo malo atrás. Que olvidaremos todo el odio, el rencor y el dolor y a partir de ahora seremos las hermanas que siempre fuimos. Que estaremos la una para la otra sin importar la distancia ni el tiempo y que ahora sí: nada ni nadie nos va a volver a separar. ¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Respondí esbozando una inigualable sonrisa que fue correspondida por Ámbar aproximándose hacia mí y logrando que nos uniéramos en un abrazo que inevitablemente causó que mis ojos se cristalizaran. En definitiva nada sería igual sin ella.

—Te voy a extrañar, hermana —dije al separarnos.

—Y yo te voy a extrañar a vos, hermana —sonrió—. Pero al igual que mis padres y Simón... Me tenés a un avión de distancia.

Reí volviendo a hacer que ella riera. Estaba segura que le tomaría la palabra y en menos de lo que imaginaba me tomaría un avión hacia Inglaterra para visitarla. Un avión qué... Avión, avión, ¡avión!

—¡Avión! —grité poniéndome de pie a toda velocidad y causando que Ámbar me observe totalmente desconcertada.

—¿Qué? ¿De qué estás habl...

—Avión. Gary. ¡Es tardísimo! —balbuceé desesperada—. Quedé de hablar con Gary después de la fiesta y antes de que su avión despegara para arreglar unos temas del equipo. Es tardísimo. Seguro ya despegó.

—A ver, tranquilízate, Luna —intervino Ámbar—. Respira un poco y llamalo.

—No puedo porque dejé mi teléfono cargando adentro —exclamé aun apresurada.

—Entonces entra y buscalo.

—¡Sí! ¡Vamos! —dije para tomarla del brazo e intentar levantarla de su asiento.

—¿Vamos? ¿Por qué tengo que ir yo? —inquirió Ámbar confundida.

—Dale, Ámbar, acompañame —pedí aun sin dejar ir su brazo.

—No, Luna, anda vos —respondió apresurada.

—¡Dale, es sólo un minuto! —supliqué siendo capaz por fin de levantarla de su asiento.

—¡Lun...

Tan sólo alcanzó a decir antes de que nuestros cuerpos fueran detenidos bruscamente por el cuerpo de alguien más que en definitiva nos tomó por sorpresa. Creíamos ser las únicas en ese lugar y ahora habíamos chocado con...

—Matteo —musité aun sin creer que estuviera frente a mí.

—¿Siempre chocándome ustedes dos? —bromeó tomando un par de pasos de distancia.

—Perdón —respondió Ámbar—. Como siempre Luna me estaba arrastrando con ella y bueno...

—Tranquilas. No todos los días se choca con chicas tan lindas como ustedes.

Reímos los tres ante aquella misma frase que salió de su boca el día que nos conocimos.

—¿Qué hacés aquí? —pregunté confundida—. Creí que te habías ido hace tiempo.

—Sí pero volví porque quiero hablar con ustedes.

—¿Con nosotras? —inquirió Ámbar frunciendo el ceño.

—¿Pasó algo malo? —repliqué ahora yo.

Matteo suspiró—. Te dije que tuve un almuerzo con mis padres y yo pensé que sería uno común y corriente, pero...

—¿Qué sucede, Matteo? —fue ahora Ámbar la que preguntó consternada ante el misterio.

—Mi padre acaba de adquirir unos negocios importantes en Italia y tiene que mudarse cuanto antes.

—¿Italia? —musité en un hilo de voz—. ¿Te vas?

—Me ofrecieron la posibilidad de quedarme y terminar el año solo... O irme con ellos en un par de semanas.

—¿Y qué decidiste? —inquirió Ámbar.

—Antes quería hablar con ustedes.

—¿Querés nuestra opinión? —replicó Ámbar y Matteo asintió.

—Ustedes son importantes para mí. Fueron mis primeras amigas al llegar a Buenos Aires. Hicieron que este lugar se sintiera como mi hogar y con ambas compartí grandes momentos que no voy a olvidar. Por eso me serviría su consejo.

Italia. Esto no podía ser cierto. Ámbar y Benicio a Oxford. Simón de gira. Y ahora... ¿Matteo?

—¿Qué te puedo decir, Matteo? —soltó Ámbar—. Yo me voy en unos días.

—Lo sé, y por eso quería saber, ¿cómo tomas una decisión tan importante? —suspiró—. En Italia está mi familia y mi infancia. Y aquí tengo a mis amigos, ¿cómo se puede elegir entre ellos?

—Elegís lo que te dice tu corazón. Parece difícil pero una vez que logras callar a tu cerebro y escuchas a tu corazón te darás cuenta que sea lo que sea que elijas, ambos lugares siempre serán tus hogares.

—¿Luna?

Musitó Matteo mientras que ambas miradas cayeron sobre mí pues aun no lograba recuperarme de la impresión que me había causado aquella noticia.

—Luna... —repitió.

—¿Vos querés que yo te diga si debes quedarte o irte? —suspiré—. Matteo, esa es solo una decisión que vos tenés que tomar.

—Lo sé. Pero necesito saber lo que piensan. Necesito que las dos personas más importantes de mi vida me digan si voy a hacer lo correcto.

—Sea lo que sea que elijas... Hacelo por vos y no por nosotras —habló Ámbar.

—¿Ya lo hiciste verdad? —solté de repente.

—¿Cómo? —inquirió Ámbar hacia mí.

—Ya tomaste una decisión, ¿verdad? —repetí hacia Matteo.

—¿Ya tomaste una decisión?

Replicó Ámbar hacia Matteo y bajo nuestras miradas, él asintió. Lo sabía. Conocía esas palabras, "¿saber si estaba haciendo lo correcto?", fueron las mismas palabras que Ámbar me dijo la misma noche que me había confesado ante toda mi familia todo el tema de Oxford tres meses atrás.

—Sin importar lo que haya elegido, quiero que sepan que estaré para las dos de la manera en que ustedes me necesiten, sea aquí o a kilómetros de distancia —habló dedicándonos miradas a ambas—. Ambas son lo mejor que me ha pasado en la vida. Mi rubia y mi petisa.

Sonrió y tanto Ámbar como yo correspondimos regalándole sonrisas de nuestra parte que solo se intensificaron al Matteo acortar distancia con nosotras y sostenernos a ambas en un abrazo.

—¿Qué decisión tomaste? —preguntó Ámbar al distanciarnos.

—¿Qué les parece si les cuento camino al cine?

—¿Cine? —cuestioné ahora yo confundida por las dos.

—Sí, ¿les gustaría ir al cine conmigo?... ¿Los tres juntos? —replicó sonriente causando que ambas nos miremos—. Me aseguraré de que los pochoclos sean combinados esta vez.

Nos fue inevitable no soltar risas a los tres y con ellas, que yo dejara ir un suspiro siendo capaz de pausar este momento.

Recuerdo tal como si fuera ayer aquella desastrosa cita. Fue el comienzo de todo lo malo que se vino después y ahora, era todo lo contrario, ir al cine los tres juntos sonaba como el mejor plan posible del universo: mi hermana y mi mejor amigo.

Ya no se trataba más de quien era mejor, si ella o yo, eso había dejado de importar hace mucho. Lo importante ahora era que los tenía a los dos y con eso ya lo tenía todo.

Sabía cual era la decisión de Matteo. No me quedaban dudas al respecto. Al final de cuentas ahora lo conocía a la perfección y por eso sabía que era justamente lo que el destino tenía planeado para él y su historia. Nuestra historia. Ese mismo destino que un año atrás lo había puesto en nuestro camino. Aquel mismo destino que había escrito nuestra historia. La de los tres. La misma historia que hoy llegaba a su fin.

       »»»»»»»»»

¡Hola a todos! ❤️ Y llegó, linduras, el tan esperado final de Ella o Yo...

No pienso despedirme aun, pues aun queda algo más de esta historia:

Destino.

Ella o Yo fue una historia que giró en torno al destino. Desde el primer momento. ¿Qué más hubiera sido capaz de qué sucediera todo cómo sucedió sino fue el destino?

Nuestros personajes lo han tenido claro desde el principio. Y hasta ahora, el destino ha tenido nombre y apellido: el mío.

Mi deber hasta ahora ha sido decidir por nuestros personajes, sus historias y por ende, su desenlace.

Pero hoy, mi deber ha terminado y el destino de Ámbar, Luna y Matteo pasa a estar en sus manos. Son ustedes las que tomarán la decisión de Matteo:

¿Se quedará en Buenos Aires? ¿Regresará a Italia?

Ustedes deciden.

Solo sepan que al tomar una decisión, el futuro puede dar un giro de 180 grados. Al final de cuentas... Ustedes mejor que yo saben que un pequeño hecho puede cambiar la realidad de todos...

Así fue como nació Ella o Yo...

Es turno de elegir linduras...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top