59 | Segundas oportunidades
M I É R C O L E S
Matteo POV
Me gustaría decir que luego de la charla con Ámbar esta mañana en el Blake todo fueron risas y alegrías. Yo la amaba, o al menos juraba que lo que sentía por ella era amor de verdad, no podía decirlo, nunca había tenido oportunidad de vivir una historia de amor.
Y no podía negar que me dolía saber que luego de todo lo ocurrido, ella podía terminar con alguien más, especialmente alguien como Benicio.
Pero si ella sentía que él podía hacerla feliz, o al menos ayudarla a recuperar su felicidad, entonces no podía oponerme a eso. Lo único que quería en esta vida era que ella fuera feliz. Y ojalá esa felicidad pudiera ser conmigo.
Sin embargo, no estaba dispuesto a estancar mi vida por un amor no correspondido, estaba dispuesto a hacer caso a Ámbar y permitirme ser feliz, y había decidido que al igual que ella, necesitaba un tiempo para mí... Antes de pensar en estar con alguien más.
Es por eso que ahora me encontraba dirigiéndome al Roller donde había quedado con Gastón y Ramiro, una tarde de chicos, algo que hace tanto no tenía.
No obstante, al hallarme camino al Roller, mis ojos no pudieron evitar posarse sobre aquella chica que se encontraba patinando sola en la plaza cerca del lugar e inevitablemente una sonrisa se dibujó en mi rostro a medida que me fui acercando a ella.
Era imposible no reconocerla para mí, incluso a metros de distancia, había patinado tantas veces con ella, y bueno, compartido muchas otras cosas más, que me hacían reconocer su cuerpo a la perfección, se trataba de Luna.
Sin darme cuenta, mi caminata me había llevado a escasos metros de ella, los suficientes que le permitieron que entre su coreografía, sus ojos se unieran con los míos haciéndome detener para admirar el final de esta.
Y no pasó mucho para que eso sucediera, finalizando con una pose digna de ella que hizo que la devolviera con aplausos de mi parte.
—Bravo.
Exclamé sin más haciendo que ella sonría para dirigirse hacia mí rompiendo con los pocos metros que aun nos separaban para quedar frente a frente.
—Increíble tu coreo —afirmé al apenas detenerse ella frente a mí.
—Gracias —contestó convirtiendo su sonrisa en solo una mueca más.
—¿Practicabas para las audiciones de los Red Sharks?
—¿Las qué? ¿De qué audiciones hablas? —inquirió cruzándose de brazos.
—¿Cómo que de qué audiciones hablo? —solté incrédulo—. De lo único de lo que se habla estos días en el Roller.
Luna rió burlona —. No sé si te has dado cuenta pero últimamente no he sido la cliente estrella del Roller.
—Claro —reí también—. Se rumorea que Gary hará audiciones en el Roller para conformar a su nuevo equipo de los Red Sharks.
—Genial.
Dijo Luna para seguidamente patinar hasta una de las bancas donde se encontraban sus cosas y sentarse en ella obligándome a seguirla.
—¿Genial? ¿Es lo único qué tenés para decir?
Cuestioné desconcertado ante su indiferencia. Conocía a Luna, o al menos llegué a conocerla lo suficiente para saber que con una noticia así estaría por los cielos. Su sueño siempre había sido aquel, patinar profesionalmente, y ahora que surgía la posibilidad, ¿no le emocionaba en lo absoluto?
—¿Y qué querés que diga, Matteo? —replicó despojándose de su casco—. Estoy completamente segura que aunque audicionara jamás me aceptarían en el equipo.
—¿Qué? —solté—. ¿Estás loca? Vos sos la mejor patinadora de todo el lugar.
—Gracias, pero vos y yo sabemos que eso no es cierto. Antes de mí hay muchas chicas mejores: Ámbar, Jim o incluso la nueva reina de la pista Jazmín.
—Eso no es verdad. Vos tenés algo que ninguna de ellas tiene... —hablé logrando ganar su atención—. Pasión —Luna volvió a reír burlona—. Lo digo en serio. Vos amas patinar como a nada en este mundo y sí no lo sabe nadie es porque no ha tenido la oportunidad de verlo, al menos del modo en que yo lo ví.
Luna hizo su mayor esfuerzo por mantener su mirada sobre la mía pero no le tomó mucho desviarla borrando su sonrisa del rostro.
—Dudo mucho que Gary me acepte en su equipo con mi historial, Matteo.
—A Gary lo único que le importa es formar un equipo de ganadores —me apresuré a responder— Y eso es lo que sos vos.
—No lo sé...
—Al menos prometeme que lo vas a pensar.
Luna negó ligeramente con la cabeza ante mi pedido y sin dudarlo más, tomé sus manos entre las mías tomándola por total sorpresa, lo suficiente que le permitió mirarme una vez más con el ceño fruncido.
—¿Por qué tanto interés en que forme parte de los Red Sharks?
—Porque yo mejor que nadie sé lo bien que te haría enfocar todas tus energías en algo que te hace feliz... Creo que todos merecemos ser felices de nuevo.
—¿Todos quienes? —inquirió apartando sus manos de las mías.
—Todos. Vos... Ámbar... Yo.
—¿Y vos cómo pretendes ser feliz de nuevo?
—Enfocándome en mí. En mi música. Anoche estuve componiendo un tema y se sintió tan bien hacer algo que hace tanto no hacía.
—Y con Ámbar, supongo.
Sonrió de nuevo solo para hacer que la sonrisa en mi rostro desapareciera claramente desconcertándola.
—No. Lo mío con Ámbar no tiene futuro... Al menos no por ahora —suspiré para bajar la mirada—. Creo que intentará algo con Benicio.
—¿Benicio?
—Sí, Benicio.
—¿Y vos cómo estás con eso? —preguntó intrigada.
—Bien, la verdad. No te voy a negar que me gustaría que fuera con cualquier otro que no fuera Benicio, pero... La entiendo, cuando se ha sufrido mucho se busca felicidad en lo que algún día te hizo verdaderamente feliz y... Vos y yo sabemos que Benicio la hizo verdaderamente feliz antes de...
—Entiendo —intervino salvándome de ser yo quien dijera esas palabras—. ¿Seguro que estás bien?
—Lo estoy. Estoy feliz si ella está feliz —sonreí—. De la misma forma que seré feliz si vos lo sos.
—Lo mío es más complicado que eso pero... Estoy trabajando en ello. Y pienso que tenés razón —dijo llamando ahora mi atención—. Merecemos ser felices de nuevo.
—¿Eso quiere decir qué vas a audicionar?
—No, no he dicho eso.
Respondió causando que ambos riéramos. Risas honestas, sencillas, de esas que hace tanto no intercambiábamos ambos y aquello me hizo darme cuenta que necesitaba solo una cosa más para que todo volviera a ser como antes, o al menos intentarlo.
—Lo merecemos y... Creo que para que eso suceda antes debemos hacer una cosa más.
—¿Qué cosa? —cuestionó Luna confundida.
—Vos fuiste la primera amiga real que hice al llegar a Argentina y ayudaste a no sentir como el chico nuevo. Y eso nunca te lo podré terminar de agradecer —Luna volvió a sonreír—. Y creo que eso es justo lo que ambos necesitamos ahora... Alguien que nos haga sentir seguros.
—¿Acaso esto es una propuesta? ¿Qué pasa Matteo? ¿Me estás pidiendo ser amigos?
Bromeó Luna y no pude evitar reír al igual que ella ya que se trataban de las mismas palabras que le había dicho aquella tarde en el Roller cuando me propuso ser mi pareja de patín.
—Me encantaría.
Agregó creando un silencio en el cual no hicimos más que mirarnos fijamente con sonrisas en nuestros rostros.
—¿Venís al Roller? —pregunté cortando con aquel momento.
—Eh... No... Hoy no tengo energías para soportarlo.
—Bueno, pero hoy todo es diferente porque hoy tenés un amigo para acompañarte.
—Gracias, en serio —musitó dibujando una mueca en su rostro—. Pero tengo cosas por hacer y... Una audición que preparar al parecer.
Sonreí victorioso al escuchar aquellas palabras. No me quedaban dudas de que formar parte del equipo es lo que necesitaba Luna para redireccionar su vida y estaba segura que sería parte de él. De eso yo me encargaría.
—Bueno —suspiré para ponerme de pie—. Supongo que nos veremos mañana en el Blake.
—Sí —asintió.
—Hasta mañana... Petisa.
Luna sonrió—. Hasta mañana... Idiota.
No pude evitar reír al igual que Luna y dedicándole una última mirada, comencé a caminar hacia el Roller dejándola atrás pero sin borrar la sonrisa que aquella charla había dejado en mí.
Estaba seguro ahora. Lo que necesitaba era disfrutar de cada segundo y de cada persona como si no hubiera más, porque nunca sabíamos cuando aquello que dábamos por sentado, no lo tendríamos más.
Ámbar POV
La vida seguía. Charlar esta mañana con Matteo en el Blake hizo que todos aquellos confusos sentimientos terminaran por aclararse y ahora más que nunca, sabía exactamente lo que quería. Lo que necesitaba, en realidad.
Es por eso que ahora me hallaba en el Roller Skate Club junto a Benicio, lugar en el cual habíamos pasado la última hora o no sé cuanto tiempo exactamente patinando como si no existiera nada más.
Era lindo poder compartir momentos así con él, momentos que sin duda me hacían recordarlo todo.
—Es que no calenté.
Se excusó Benicio al apenas detenernos ambos de aquel pequeño duelo de trucos de velocidad que habíamos hecho los últimos minutos ocasionando que yo riera.
—Claro... Así le dicen ahora —bromeé yo siendo él ahora el que rió.
—Bien... Vos ganas —admitió causando que sonriera victoriosa—. Pasa que hace tanto no practicaba nada de esto.
—Y seguís con las excusas, Benicio, ¿por qué no admitís de una vez por todas que perdiste? —solté cruzando de brazos.
—Me conocés... Perder no está en mi vocabulario.
Exclamó en su antiguo tono de engreído y solo fue cuestión de segundos para que ambos soltáramos en risas. Podía recordar aquel tono ser el motivo de mis dolores de cabeza cuando apenas nos conocimos.
Entre risas, ambos patinamos hasta uno de las bancos del lugar para tomarnos un merecido descanso que ciertamente ambos necesitábamos y al apenas tomar asiento, Benicio sonriente se dispuso a hablar.
—Me alegra tanto que no me hayas cancelado esta vez.
—Te prometí que no lo haría y aquí estoy.
—Sí, lo sé, pero eso fue antes del beso —aclaró enseguida—. Y cómo no contestaste mis llamados y mensajes en todo el día, pues pensé que...
—Siento mucho eso —interrumpí sus palabras—. Necesitaba tiempo para ordenar mis ideas.
—Claro, lo entiendo —se apresuró a responder—. Por eso me alegró leer tu mensaje esta mañana —sonrió y no pude evitar devolverle aquella sonrisa—. Ahora, lo que no entiendo es porqué vernos aquí y no en el Roller.
Suspiré para apartar mi mirada de los ojos de Benicio y permitirme admirar el lugar en el cual nos encontrábamos, un lugar que sin duda, era muy especial para mí.
—Aquí fue donde aprendí a patinar —hablé luego de una corta pausa—. Bernie nos traía aquí a Simón, Luna y a mí apenas pudo y nos enseñó a los tres. Él adoraba patinar y solía traernos siempre que podía. Su sueño era que alguno de nosotros consiguiera un patín de cristal como él lo hizo en su adolescencia.
Hablé dibujando involuntariamente una sonrisa en mi rostro. Aquellos recuerdos se reproducían vívidamente una y otra vez en mi cabeza. La imagen ideal de la familia perfecta, justo lo que en ese entonces éramos.
—Lo sé —exclamó Benicio sacándome de mis pensamientos—. Me lo habías contado antes.
Reí a lo bajo—. Claro.
—¿Has sabido algo de él? —inquirió Benicio tomándome desprevenida y causando que mi sonrisa se borrara.
—No. Nada. Y estoy bien así. Quince años de buenos recuerdos no son capaces de borrar el hecho de que él intentó matarme.
—¿Y tú familia? —continuó Benicio ganándose mi mirada—. Quiero decir... ¿Tu tía? ¿Tus padres?... ¿Luna?
—Si mis padres lo han hecho nunca me lo dirían —respondí bajando la mirada—. Y si Luna lo hiciera nunca la culparía. Él es su padre y ella no tiene la culpa de eso.
—Perdón —se apresuró a decir—. Creo que no debí preguntar eso.
—No, está bien, en serio —aclaré al instante—. Sos la primera persona que se atreve a hacerlo. Sos de hecho la primera persona a la que me atreví a contarle todo acerca de mí, cosas que ni mis amigas sabían.
Benicio me dedicó otra sonrisa que dio pie a un silencio, uno que fue capaz de armarme de valor para decir lo siguiente.
—A mí también me alegra que estemos aquí, ¿sabés? —sonreí obteniendo una mirada interesada de su parte—. Me alegra en serio porque no tuvimos oportunidad de hablar luego del beso...
—Yo lo lamento en serio, Ámbar —se apresuró a decir—. Simplemente no pude...
—No te disculpes —pedí haciendo que callara—. Vos y yo sabemos que te correspondí el beso y eso fue por algo, por lo mismo por lo que me alegra que estemos aquí, lejos del ruidoso Roller y de todos...
—Ámbar, yo todo lo que te he dicho es lo que siento. Hay algo en vos que hace que no quiera estar con nadie más... Sos única y siempre me has hecho feliz.
—A mí me pasa lo mismo —confesé logrando que el rostro de Benicio se ilumine—. Nunca fui más feliz que cuando estuve con vos y me gustaría volver a sentirlo.
—¿Lo decís en serio? —musitó y sin dudarlo asentí—. Yo a vos te quiero —siguió ahora acortando distancia conmigo—. Y quiero devolverte esa felicidad que algún día te quité. Quiero estar ahí como no supe estarlo antes. Quiero que no te falte nada. Quiero...
—Yo quiero lo mismo.
Intervine causando que ambos soltáramos pequeñas risas. Sin embargo, no pasó mucho para que el rostro de Benicio se transformara a uno de angustia.
—Ámbar, en unos meses yo me voy de Argentina y...
—Lo sé —interrumpí una vez más—. Yo no estoy hablando de unos meses, Benicio. Yo hablo de ahora, del presente. Y... Me gustaría que intentáramos ser felices... De la manera que las cosas se vayan dando y que nosotros lo necesitemos.
Una vez más, el rostro de Benicio se vio iluminado con una sonrisa y no tardó en asentir ante mis palabras.
—¿Sí? ¿Querés...
—Sí.
Afirmé sin esperar un solo segundo y solo fueron cuestión de otros más para que Benicio y yo nos uniéramos en un profundo abrazo.
Era lindo volver a sentirlo así, de esa manera como hace tanto no lo sentía y aquello logró que la sonrisa en mi rostro supiera que no se iría a ningún lado en un largo tiempo.
Nos separamos de aquel abrazo solo para quedar con nuestros rostros a escasos centímetros de distancia, los suficientes para que mis ojos se posaran sobre sus labios y los suyos hicieran lo mismo. Ambos sabíamos lo que queríamos, pues comenzamos a acortar la poca distancia que aun nos separaba para intentar unir estos, y pudo ser así de no ser porque el sonido de un llamado en mi teléfono nos obligó a separar inmediatamente.
—Lo lamento...
Me disculpé enseguida para buscar este entre mis cosas y al apenas sacarlo de mi bolso y leer el nombre de la persona que se trataba, no dudé ni un segundo en atender.
—Hola, mamá...
—Hola, mi chiquita, ¿te interrumpo? ¿Estás ocupada? —cuestionó apresuradamente Sylvana causando que por primera vez frunza el ceño.
—No, no, para nada. ¿Pasó algo? —pregunté aun confundida a qué se debía su llamado.
—No, nada grave, pero me gustaría que charláramos esta tarde... ¿Se puede?
—Sí, obvio.
—Grandioso, te espero en casa entonces.
—Claro, mamá.
—Te amo, mi amor.
—Y yo te amo más. Nos vemos.
Corté el llamado aun un tanto confundida, no era extraño, no era la primera vez que nos reuníamos a charlar, al final de cuentas, teníamos que ponernos al día quince años, pero... Algo de su tono hizo que esta vez fuera diferente.
—¿Pasó algo? —inquirió Benicio volviéndose a ganar mi mirada.
—No, no debe ser nada importante —respondí guardando nuevamente el teléfono en el bolso.
—¿Te tenés que ir? —replicó levantando ambas cejas.
—No —negué dibujando una sonrisa en mi rostro—. No me voy aún.
Benicio imitó mi acción y aun sonriente, extendí mi mano hacía él quien no dudó en tomarla, entrelazándolas como hace tanto no lo hacíamos, y provocando que nuestras miradas se volvieran una sola otra vez, sin que yo supiera que ese llamado que acababa de tener, y que las siguientes horas, harían que la última frase que había dicho tuviera un significado mucho más fuerte, uno que hasta ese momento era impensable, pero que estaba por volverse realidad. Y por cambiarlo todo.
Luna POV
Sé que cuando las cosas se apresuran tienden a salir mal, yo era experta en esa ley del universo, pero en serio deseaba que ese no fuera el caso para lo que se estaba llevando a cabo en este momento: la cena-reconciliación familiar que tanto necesitábamos todos.
Mi madre, mis tíos, mi abuelo, Simón, Delfi Ámbar y yo sentados todos cara a cara sobre la mesa de la nueva casa de mis tíos. Y a pesar de hallarnos sentados de la misma forma en que lo habíamos hecho desde que yo tenía memoria, nada se sentía igual.
Los siete sabíamos que no sólo se debía al hecho de que había un marcado octavo lugar vacío, sino que dentro de cada pequeño silencio que se formaba entre palabras y palabras, retumbaban en nuestros oídos todas aquellas palabras que alguno de nosotros había dicho a algún otro en algún momento.
Nos costaba a todos mantener miradas fijas por más de un par de minutos, cada uno sabía perfectamente lo que pensaba el otro al verse y aquello ocasionaba que todos se cuestionaran si estábamos haciendo lo correcto, ¿o era muy pronto para ello?
—Todo está delicioso —mencionó mi madre dedicándole cortas miradas a todos.
—Gracias —sonrió mi tía—. André y Simón fueron los que cocinaron.
—Más bien fueron mi papá y Delfi —intervino Simón dedicándole una mirada a su novia que se hallaba sentada a su lado.
—Tampoco te quités crédito, mi amor —replicó Delfi—. A tu papá y a mí nos vino bien un lavaplatos.
Bromeó ocasionando que por primera vez se escucharan risas en la habitación, casi inaudibles, pero lo que a todos nos estaba haciendo falta esta noche.
—Aun no hemos encontrado a ninguna cocinera. Ha sido todo tan rápido que... —comenzó mi tía y mi madre no tardó en asentir.
—Sí, también a mí me está pasando lo mismo. Ya de por sí fue un milagro encontrar un apartamento disponible tan rápido.
—Apartamento que algún día de estos nos gustaría conocer —intervino ahora mi tío logrando que mi madre sonriera para dedicarme una mirada.
—Por supuesto, pero... Luna y yo sabemos que ese no será nuestro hogar definitivo.
—¿Algún problema con él? —cuestionó ahora mi abuelo.
—No, nada en particular, simplemente que no es para nosotras...
—Si necesitas ayuda, mi amor, yo tengo un amigo que trabaja en bienes raíces —siguió mi abuelo—. Si querés lo llamo y juntos podemos buscar el lugar perfecto para vos y Luna.
Tanto mi madre como yo no pudimos evitar sonreír ante los deseos de mi abuelo porque ambas estuviéramos bien.
—Gracias, papá —habló ahora mi madre—. Pero antes de pensar en mudarnos a un lugar definitivo tengo que arreglar muchos temas legales, de las empresas, de...
—¿Está todo bien?
Inquirió intrigada mi tía causando que mi madre me dedique una mirada preocupada y yo no tardé en suspirar, ¿para qué fingía que yo ni nadie sabía de lo que estaba hablando?
—Está bien, mamá, no hace falta que finjamos que no es lo que es —hablé por primera vez en toda la cena.
Mi madre suspiró—. Esta mañana solicité los papeles del divorcio con mi abogado. Esta semana deben de notificar a Bernie.
Por más que batallé por contenerlo, me fue imposible no derramar una lágrima que rápidamente limpié de mis ojos. Yo sabía que tarde o temprano ocurriría, no me sorprendía en lo absoluto, pero aun así no dejaba de dolerme saber que una vez que esos documentos se firmaran, nada volvería a ser igual jamás.
—Si necesitas algo, cuñada, sabés que contas con nosotros —no tardó en hablar mi tío—. Las dos cuentan con nosotros.
—André tiene razón, mi amor, somos tu familia y estamos para apoyarte en todo como no supimos estarlo antes.
—Gracias... A todos.
Soltó mi madre siendo ahora ella quien hizo notar su evidente tristeza, pues de un segundo a otro sus ojos se hallaban cristalizados y ocultos bajo una sincera sonrisa.
—Me hacía falta en serio de su apoyo. Han sido unos días muy difíciles —exclamó con la voz entrecortada y haciendo su mayor esfuerzo por contener aquellas lágrimas.
—Lo sabemos —fue ahora mi tía quien habló—. No hemos podido evitar sentirnos terriblemente arrepentidos por...
—Eso no importa ya, Sharon —interrumpió mi madre— La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia...
—Benjamin Franklin —dijeron al unísono mi abuelo y mi tía.
—No quiero pensar más en lo qué pasó —continuó mi madre—. Yo mejor que ustedes entiendo que el amor de un padre o una madre nos hace hacer lo imposible por un hijo. Y jamás podría culparlos por ello, sin importar lo que dije antes.
Comenzó mi madre causando que un nuevo silencio se formara en la habitación, que a diferencia de los mil anteriores, no fue para nada incómodo. En verdad la psicóloga nos estaba haciendo bien a las dos.
—Tenés razón, Lily —fue mi tía la que rompió con el silencio—. Pase lo que pase somos familia y por eso... ¿No les gustaría venirse a vivir con nosotros?
Nos fue inevitable a todos en la mesa intercambiar miradas un tanto sorprendidas. Nadie esperaba aquella propuesta, mucho menos tan pronto como en nuestra primera cena familiar.
—¿Cómo? —musitó mi madre frunciendo el ceño.
—Sí, Lily. Vos nos dijiste hace un momento que el lugar donde están ahora no es su hogar definitivo y puede que eso se deba a que les hace falta lo mismo que nos hace falta a nosotros... Que la familia esté completa.
¿Vivir juntos? ¿Los seis bajo el mismo techo? ¿Acaso esa propuesta era en serio? ¿O se trataba de alguna especie de broma? Sea como sea, no la veía venir y no sabía realmente si era algo que quería. O si nos haría bien a alguno de esa mesa.
—Eh... N-No... No sé si... —balbuceó mi madre.
—Sé que parece muy pronto pero, creo que nos haría bien a todos —insistió mi tía—. Hemos vivido los últimos diecisiete años juntos que no hacerlo hace que cualquier lugar no se sienta como un verdadero hogar.
Solo le bastó decir a mi tía para que por primera vez terminara por analizar la propuesta antes de pensar que era una total locura. Ella tenía razón. Desde que yo había nacido todos habíamos vivido bajo el mismo techo y puede que sea ese el motivo por el cual no terminaba de sentir a ese apartamento como un lugar extraño, como uno al que nunca llegaría a sentir como un hogar.
—Antes tendría que hablarlo con Luna —indicó mi madre para repentinamente tomarme de la mano—. No haría nada que ella no quisiera hacer.
—Claro —respondió mi tía—. Al menos prométanme que lo van a pensar, ¿sí?
Mi madre asintió y me dedicó otra mirada que yo correspondí con una pequeña sonrisa. Hace tanto que no escuchaba esas palabras salir de su boca, podía jurar que nunca lo había hecho. Estaba acostumbrada a que mi opinión no importara y ahora... ¿lo hacía? Poco a poco todo iba sintiéndose tan bien, justo aquello que siempre necesité.
—Y Luna... ¿Qué tal todo en el Blake?
Cuestionó mi tía hacía mí causando que la observe atónita. ¿Era real? ¿En verdad me estaba hablando a mí? Pensé que luego de todo lo ocurrido jamás se dignaría a hacerlo y si había propuesto aquello a mi madre y ahora nos encontrábamos en el medio de una reconciliación no era por mí, sino por mi madre, su hermana.
Pero estaba ocurriendo, y no solo me estaba hablando, sino que estaba interesada en mí, tanto que me fue imposible no hacer evidente mi alegría con una sincera sonrisa en mi rostro.
—Bien, todo normal, tía —suspiré—. Ahora me encuentro más enfocada en el Roller. Se rumorea que habrán audiciones para un nuevo equipo y pienso audicionar.
—Si es así estoy seguro que quedarás en el equipo, mi amor —intervino mi abuelo—. Sos una gran patinadora.
—Gracias, abuelo —respondí—. Espero que sí porque muchos patinadores muy talentosos audicionarían... Como Ámbar, por ejemplo.
—¿Vos también pensas audicionar, Ámbar?
Inquirió mi abuelo causando que todas las miradas se enfocaran en Ámbar, que si no fuera porque la tenía frente a mis ojos, hubiera olvidado que se hallaba sentada con todos nosotros.
No había dicho una sola palabra en toda la noche y a diferencia de los demás, había pasado toda la cena con la mirada fija en el plato, jugueteando con su comida que recién ahora notaba estaba prácticamente intacta.
—¿Ámbar? —llamó mi tía desconcertada al no obtener respuesta a la pregunta de mi abuelo.
—Ámbar —fue ahora mi tío él que habló levantando un poco más la voz y nuevamente: nada.
—Bonita...
Le bastó tan solo un susurro a Simón quien se encontraba sentado a su lado para que por primera vez Ámbar levantara la mirada encontrándose con todos los ojos sobre ella.
—Lo lamento.
—¿Te sentís bien, mi solecito? —inquirió mi abuelo claramente angustiado.
—Sí —asintió haciendo obvia su mentira, yo y todos la conocíamos, sabíamos que algo estaba ocurriendo.
—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó mi tío sin importarle su respuesta anterior.
—No es nada, en serio.
—Todos sabemos que estás mintiendo, Ámbar —fue ahora mi tía quien intervino—. ¿Qué es lo que ocurre?
Los ojos de Ámbar se enfocaron sin más sobre mi madre causando que ahora yo frunza el ceño, y no tardó en regresarlos a su madre para negar.
—No creo que sea un buen momento para hablar de eso.
—¿Por qué no sería un buen momento? —cuestionó mi abuelo con el ceño fruncido—. Estamos en familia y en esta familia no se esconderán más secretos.
Ámbar apretó los ojos mientras agachó la mirada causando que todos nos dediquemos miradas consternados, sea lo que sea, debía ser lo suficientemente grave para que la pusiera de esa manera.
Al abrir los ojos, Ámbar no dudó en posarlos nuevamente sobre mi madre por escasos segundos que para ambas fueron eternos y soltando un profundo suspiro, se dispuso a hablar.
—Esta tarde estuve con mi mamá... Sylvana...
Aclaró al instante causando que mi madre claramente se tense ante la mención de aquel nombre que sabía aun le era duro de escuchar.
—Y me dijo que surgió un puesto directivo en la empresa donde trabaja —contó tomando una pausa antes de decir lo siguiente—. En Inglaterra.
—¿Inglaterra? —inquirió Simón al instante.
Ámbar asintió—. Y me propuso acompañarla.
—¿Acompañarla a... —murmuró mi tía en un hilo de voz.
—Me pidió que me fuera a vivir con ella a Oxford.
Tan sólo le bastó decir esas once palabras a Ámbar para que la habitación se envolviera en un ensordecedor silencio, uno de los más eternos de mi vida.
No podía creerlo. No podía ni siquiera imaginar cómo o qué debía estar pasando por la mente de mis tíos, de Simón o de mi abuelo en estos momentos, si para mí había sido como si alguien me hubiera tirado un balde de agua fría que ahora recorría cada parte de mi cuerpo.
¿Ámbar? ¿Inglaterra? No podía ser cierto. No podía serlo. No justo ahora que ella era la única persona que yo necesitaba. No justo ahora que todo parecía volver a ser como antes o al menos intentaba serlo. No podía ser ahora, ni mañana, ni nunca. Ámbar no podía irse a otro país, a otro continente a kilómetros de aquí. Simplemente deseaba que aquello no estuviera ocurriendo. Que fuera un sueño del que debía despertar cuanto antes. Necesitaba despertar y que esto no fuera real.
»»»»»»»»»
¡Hola a todos! ❤️ Tranquilas, no les voy a fallar esta vez linduras, aquí lo tienen: el penúltimo capítulo de Ella o Yo.
Espero que estén disfrutando el desenlace de esta historia, linduras, ¿a poco se esperaban lo que ha sucedido hasta ahora? Las leo, ¿qué les ha parecido todo?
Sin más, mañana se viene el último...
Voten ⭐️ si les gustó y Comenten 💬 cuál fue su parte favorita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top