58 | Inicios y finales
M A R T E S
Ámbar POV
—¿Y entonces qué hiciste?
Abrió los ojos como platos Delfi causando que detenga mi caminata por toda mi habitación para observarla con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
—¿Cómo qué "qué hice", Delfi? —exclamé alterada—. Le pedí perdón.
—¿Vos le pediste perdón?— cuestionó alzando la voz.
—Sí, ¡no!, o sea, no... Él me pidió perdón primero.
—¿Y luego?
—Cada uno se fue por su camino y hasta ahí.
Dije dejándome caer sobre el sillón que se encontraba en mi habitación ya que Delfi se hallaba ocupando toda la cama tal como había hecho desde que había llegado para ayudarme con las tareas del Blake y desde que había decidido contarle lo ocurrido por la tarde con Benicio, es decir, el beso.
—¿Y te habló o algo? —siguió con el interrogatorio.
—No sé...
—¿Cómo qué no sabés? —preguntó confundida.
—Y no, porque apagué el teléfono.
—¿Por qué hiciste eso, Ámbar?
—Porque siento vergüenza, ¿okay?
—¿Vergüenza? —soltó junto a una risa Delfi —¿Vergüenza de qué? Fue sólo un beso, tampoco es para que te pongas así.
—No, Delfi, es que vos me conocés, sabés que para mí los besos no son cualquier cosa. Además... —bufé tranquilizando un poco mis palabras—. Yo no quiero confundir a Benicio o darle falsas ilusiones como lo hice con Matteo.
—A ver, no, Ámbar —se apresuró a intervenir Delfi—. Vos no le diste falsas ilusiones ni nada a Matteo. Fue él quien vio cosas donde no las había, pero vos fuiste honesta con él desde el inicio y le dijiste que no estabas interesada en una relación.
—Sí, y lo mismo le dije a Benicio antes de corresponderle el beso.
Llevé mis manos a mi rostro en un acto de desesperación cubriendo este con ellas. En verdad no sabía porqué lo había hecho, porqué había hecho todo lo contrario a lo que había dicho, ¿por qué había correspondido el beso de Benicio?
—Bueno... —dijo tímidamente Delfi.
—¿Bueno qué? —cuestioné confundida descubriendo mi rostro.
—Es que vos le correspondiste el beso, Ámbar.
—Pero que observadora que sos, Delfi —solté sarcásticamente.
—Me refiero a qué... Vos me acabas de decir que no sos esa clase de chicas que ande repartiendo besos por ahí —asentí no entendiendo a dónde quería llegar—. Entonces si permitiste que Benicio te besara y le correspondiste el beso... Es por algo, ¿no?
Fruncí mi ceño sintiéndome totalmente culpable, sin saber exactamente porqué, al final de cuentas, yo no había sido quien había iniciado ese beso, más bien, ni siquiera lo vi venir hasta que estaba sucediendo.
—No lo sé, es que fue tan extraño, Delfi, estando en esa plaza, charlando con Benicio, fue casi como si hubiera viajado en el tiempo tres años atrás. Todo se sintió tan... Tan lindo.
—Sos vos la que decís que no querés vivir más en el pasado, Ámbar —rodé mis ojos—. Y tal parece que es lo único que hacés con Benicio.
—Es que con Benicio todo es diferente, Delfi, las cosas buenas que viví con él en el pasado son mucho más que las cosas malas, significan mucho para mí y me gusta recordarlas.
—Es verdad —respondió Delfi junto a una sonrisa—. Antes de este año vos eras muy feliz, quizá la persona más feliz del mundo y eso era gracias a Benicio.
Asentí—. Sí y... —suspiré sabiendo que podía arrepentirme de lo que estaba por decir—. Creo que es por eso que mi corazón aún guarda un lugar para Benicio en él.
Dije un tanto tímida causando que Delfi suspire para levantarse de mi cama y sentarse sobre la orilla de esta quedando lo suficiente cerca mío para hablarme frente a frente.
—Sé que en este último tiempo no fuimos muy buenos con él, Ámbar, pero... —suspiró una vez más—. Lo único que queremos todos es que vuelvas a ser feliz y... Si vos sentís que Benicio es la persona que necesitas para ser feliz entonces... Yo te apoyo.
—¿Lo decís en serio, Delfi? —musité anonadada.
—Ámbar, vos has sido mi mejor amiga desde siempre, sos como una hermana para mí —respondió tomando mis manos—. Y si vos sos feliz... Entonces yo también lo soy.
Sonriente, me aproximé para abrazar a Delfi logrando que ella también sonriera. En algo tenía razón, ella era como una hermana y siempre lo había sido para mí, por tanto, que aceptara algo como eso sabiendo lo mucho que llegó a odiar a Benicio por todo el daño que me había causado, significaba mucho para mí.
Y en algo más tenía razón. Quizá Benicio era lo que necesitaba para ser feliz, feliz como algún día lo fui.
—¿Y qué pensas hacer?— Inquirió una vez que nos separamos de aquel abrazo.
Suspiré—. No lo sé. Es decir, me había convencido a mí misma que no estaba lista para nada aún, pero... Quizá si lo esté.
—No tenés porqué apresurarte, podés pensarlo tranquila.
—Lo sé, solo... No quiero jugar con los sentimientos de nadie —Delfi sonrió—. ¿Me podés prometer una cosa?
—Obvio —respondió un tanto consternada.
—No le digas una palabra de esto a Simón, sé que ha cambiado pero...
—Tranquila —rió Delfi— No le diré nada, ante todo soy tu mejor amiga.
—Gracias.
Sonreí para tomar ahora yo la mano de Delfi logrando que ella me devolviera aquella sonrisa y sin darme cuenta, había caído de nuevo en el pozo de sentimientos desconocidos, la diferencia era que ahora las cosas eran un tanto más claras, había algo en Benicio que no había en Matteo, o al menos que yo no conocía de él, que hacía que mi corazón aun le reservara un lugar en él.
M I É R C O L E S
Luna POV
Si se preguntan si las cosas han mejorado en el Blake para mí, la respuesta es no.
Si me preguntan si hay rastros de que algún día las cosas puedan mejorar, la respuesta es tampoco.
Había perdido la esperanza de que algo pudiera cambiar y en cambio, había decidido concentrarme en mí, tal como había recomendado la psicóloga, al final de cuentas, debía aprender a dejar de vivir a través del reflejo de lo que los demás opinaban de mí. Aunque eso sonara imposible.
Me hallaba caminando tal como cada mañana por los pasillos del Blake, haciendo mi mayor esfuerzo por ignorar las duras miradas que día con día pasaban más desapercibidas por mí.
Sin embargo, su mirada fue la única que no pude ignorar, tal vez a causa de que se encontraba en el lado opuesto del pasillo. O más bien por tratarse del hecho de que no lo había visto en tanto tiempo. De cualquier modo, no podía fingir que mis ojos no se hallaban unidos a los de Benicio.
Instintivamente, me vi obligada a detener mis pasos y él en cambio, siguió cada vez aproximándose más a mí como si su objetivo siempre hubiera sido aquel.
No supe cómo reaccionar y simplemente permanecí estática, mientras que él dibujó una pequeña sonrisa en su rostro dentro del silencio que se había formado entre los dos.
—Hola —musitó sin más.
—Hola... Supongo.
Respondí en el mismo tono que permitió que nuestros oídos captaran un par de murmullos a nuestros alrededor, murmullos que causaron que Benicio frunciera el ceño para levantar la mirada y hallar al grupo de estudiantes del cual habían provenido aquellos susurros.
—¿No tienen nada mejor qué hacer con su vida que meterse en lo que no les importa? —susurró para mí Benicio acompañado de un bufido.
—Bienvenido al Blake South College —exclamé en un tono sarcástico logrando que sus ojos regresen a los míos.
—Es insoportable —suspiró mientras tragué saliva un tanto confundida de a dónde iba esta conversación en primer lugar—. Te he estado buscando —soltó tomándome por sorpresa.
—¿A mí?
—Sí. Quer... Necesitaba —suspiró de vuelta—. Pedirte...
—Perdón —exclamé antes de que él lo hiciera desconcertándolo por completo—. No me tenés porqué pedir perdón, Benicio —fui yo ahora quien suspiró con pesadez—. Soy yo la que te debe pedir perdón.
—¿Vos?
—Hice tantas cosas de las que ahora me arrepiento —me apresuré a responder—. Y una de esas fue haberme aprovechado de vos cuando más dolido estabas. De no ser por mí nada de esto hubiera pasado.
—Vos no me amenazaste con un arma en la cabeza, Luna. Yo fui quien accedió a ayudarte con... Todo...
—Sí, pero...
—Luna —me interrumpió una vez más Benicio—. No pensemos más en lo sucedido, ni mucho menos peleemos por quién es el más el culpable. La culpa fue de los dos y los dos nos lastimamos mutuamente. Eso es todo lo que necesitamos recordar.
—Perdón. Simplemente eso.
Dije en un tono bajo volviendo a crear un silencio entre los dos que a diferencia del primero, no fue para nada incómodo. Al contrario, podía jurar saber lo que estaba pasando por la cabeza de Benicio, lo mismo que pasaba por la mía: Ningún perdón era suficiente para reparar el daño que nos habíamos causado el uno al otro.
—Antes de que todo esto pasara. Antes de Ámbar incluso... Vos y yo fuimos muy buenos amigos, Luna —una pequeña risa se escapó de mis labios y asentí—. Nuestras personalidades son muy iguales y estando en contra hacemos el mundo explotar, pero... Estando juntos, no sé, podemos hacernos bien el uno al otro.
—¿Acaso me estás proponiendo ser... Amigos, Benicio? —pregunté un tanto confundida.
—No sé si el mundo esté listo para vernos juntos pero... No sé, quizá... Si necesitas un oído, un hombro o una mano... Quiero que sepas que estaré para vos.
Sonreí—. ¿Y qué importa lo que opine el mundo?
Solté ocasionado que Benicio riera, risa que no tardé en imitar. No estaba segura si nuestra amistad era lo más disfuncional que pudiera existir pero, sin duda en algo tenía razón, él y yo muy en el fondo éramos iguales, fue justamente aquellas similitudes que hicieron que me enamorara de él en primer lugar.
—Ámbar tenía razón —exclamé tomándolo por sorpresa—. En serio querés cambiar.
Benicio sonrió—. Así que Ámbar tenía razón. Todo está bien entre ustedes de nuevo.
—No sé si bien es la palabra correcta, pero... Es mi hermana.
—¿No te resulta raro decir eso? —cuestionó Benicio a lo que inevitablemente reí.
—Es gracioso. Toda la vida ella y yo fuimos más que primas, fuimos como hermanas. Lo único que ha cambiado es que ahora sabemos que nuestro deseo de la infancia siempre fue realidad. Y que por más que quiera... Nunca podré odiarla —Benicio simplemente sonrió—. ¿Y a vos? ¿No te resulta raro pensar que estuviste con ambas hermanas?
Benicio rió—. Mejor dejemos eso donde pertenece... En el pasado.
—Está bien —suspiré—. Siendo honestos... Vos y Ámbar siempre tuvieron una conexión que nunca existió entre vos y yo. Lo suyo fue verdaderamente real.
Confesé provocando que Benicio borrara su sonrisa logrando desconcertarme, no lograba entender bien a qué se debía aquello.
—¿Qué pasa? ¿Dije algo o...
—No, no es nada es solo que... Nada.
—¿No dijiste hace como dos minutos que podíamos ser... "amigos"? —cuestioné fingiendo comillas con los dedos—. Pues los amigos hasta donde yo recuerdo se dicen la verdad.
Benicio suspiró—. Es que para mí también lo nuestro ha sido lo más real que he sentido en toda mi vida. Tan real que nunca he dejado de sentirlo.
Fruncí el ceño—. ¿Eso quiere decir qué...
Asintió—. No he dejado de amar a Ámbar, Luna y... Dudo mucho que algún día pueda llegar a hacerlo.
Sé que algo como aquello no debía sorprenderme. Ámbar siempre había sido perfecta, incluso cuando más rota y lastimada ha estado, sin embargo, luego de todo lo ocurrido, nunca imaginé que Benicio me confesara a mí algo como aquello. Algo que muy en el fondo siempre sospeché que era verdad.
—Supongo que es como dicen: el primer amor nunca se olvida. Y Ámbar fue tu primer gran amor.
—Y lo sigue siendo. Aunque suene difícil de creer, para mí no existe nadie más en el mundo que Ámbar. Ella es... —bajé la mirada sin saber bien el motivo, acción que Benicio claramente notó pues detuvo sus palabras—. Lo lamento.
—No, está bien, en serio —sonreí apresuradamente—. Creeme que lo que siento por vos quedó muy en el pasado. No hay más rencores —aclaré—. Y si vos sentís que Ámbar es tu verdadero amor no tenés porque darte por vencido. Yo mejor que nadie sé lo que es luchar por un amor imposible y si lo suyo ya fue posible una primera vez... ¿Qué lo detiene serlo una segunda?
Alcancé a decir para que el sonido de la campana interrumpiera la que hasta ahora había sido nuestra mejor conversación en años.
—Es hora de ir a clases —soltó Benicio—. Supongo que... Nos estaremos viendo.
Asentí regalándole una sonrisa—. Así es.
Dije para dedicarle una última mirada que pareció eterna y retomar mi camino, sin embargo, apenas y fui capaz de dar un par de pasos cuando la voz de Benicio me obligó a detener y girar.
—¡Espera! —llamó hacia mí y sonrió—. Gracias. Significa mucho para mí que...
—No es nada —sonreí de vuelta— Felicitaciones, por cierto.
—¿Felicitaciones por? —frunció el ceño confundido.
—Oxford —aclaré—. Ya ves que todo lo que te propones lo podés alcanzar.
Dije y sin más, giré para caminar, esta vez sin nada que me detuviera y con una sonrisa que hace tiempo no portaba por los pasillos del Blake.
Quizá aquella charla había logrado que veinte nuevos rumores corrieran por los pasillos del Blake, pero nada importaba, no cuando yo me sentía tan bien conmigo misma.
Si algún día sentí algo por Benicio y hubiera explotado porque me hubiera confesado sus sentimientos hacia Ámbar, la nueva Luna sentía todo lo contrario, y aunque sonara totalmente irreal, estaba feliz de que al menos uno de los dos pudiera vivir una historia de amor verdadera, y dejar todo lo malo atrás de una vez por todas.
Matteo POV
—... Citar a los autores en todo momento, de otro modo, perderán puntos importantes...
El sonido de la campana anunciando el fin de la clase y el inicio del receso se hizo presente ocasionando que la voz del profesor se calle.
—Ya tienen todos los puntos importantes para elaborar sus ensayos, no puedo esperar a leerlos. Hasta la próxima clase.
Bastó que dijera para que todos se levantaran de sus asientos y comenzaran a abandonar el aula como si sus vidas dependieran de ello.
Yo por mi parte me limité a guardar mis libros con la suficiente calma como para permitirme observar a Ámbar permanecer quieta en su asiento sin apartar la vista de su cuaderno en el cual se hallaba escribiendo algo, incluso cuando sus amigas ya no estaban.
—¿Venís?
La voz de Gastón causó que apartara mi vista de ella para enfocarla en mi mejor amigo quien me observaba fijamente con su mochila sobre el hombro.
—Ahora te alcanzo.
Respondí en un tono suave haciendo que la mirada de mi mejor amigo se enfoque sobre la rubia y sin más, dejé salir una pequeña risa de sus labios para asentir.
—Como vos quieras.
Dijo para ahora sí, dirigirse a la salida siendo la última persona que faltaba para que fuéramos solo los dos en el aula. Justamente lo que estaba buscando.
Suspiré un tanto inseguro de lo que estaba por hacer y sin querer dudar más de lo que ya lo estaba haciendo, me puse de pie para dirigirme hasta su lugar en el frente el aula.
Me tomó todo un día armarme de valor para hacer lo que estaba por hacer y ahora que estaba a punto de hacerlo, sentía unos nervios que hace tanto no sentía. A pesar de que sabía que era lo correcto, temía que fuera el fin de algo que no quería que jamás terminara.
Sin dudarlo más, toqué el hombro de Ámbar que hasta este momento no había notado mi presencia ya que se encontraba sumergida en la tarea que se hallaba haciendo, pero además, en el tiempo que había hablado con Gastón, ella había comenzado a escuchar música, aquella música que le impidió escuchar mis pasos.
Sin demorar mucho, Ámbar giró confundida para observar de quien se trataba y al apenas sus ojos observarme, suspiró para despojarse con pesadez de sus audífonos.
—¿Podemos hablar? —pedí casi suplicante.
—Tengo mucha tarea por hacer, Matteo, ¿puede esperar lo que tenés para decirme? —soltó un tanto cortante y no la culpaba, no lo hacía en lo absoluto.
—Puede —asentí—. Pero yo no puedo.
Exclamé para tomar asiento en el lugar vacío que se encontraba a su lado causando que ahora bufe mostrando su claro fastidio hacia mí.
—Antes de que digas cualquier otra cosa, no vengo a atacarte ni a discutir —aclaré causando que por primera vez dibuje una mueca en su rostro.
—¿Ah no?
—Vengo a pedirte perdón.
Solté sin más ocasionando que por primera vez Ámbar me mire a los ojos por más de cinco segundos como lo había estado haciendo hasta ahora.
—Creí que habíamos acordado no pedir más perdones, Matteo.
—Sí, lo hicimos, por todo lo qué pasó en el pasado, pero no te vengo a pedir perdón por nada de eso —seguí logrando que frunza el ceño—. Te vengo a pedir perdón por el otro día, por lo que hablamos en los lockers.
—Está todo bien, Matt...
—No, no está todo bien, Ámbar —interrumpí sus disculpas—. Tenías razón, vos no me diste motivos para hacerme ilusiones. Vos fuiste clara desde el principio en no querer ninguna relación y fui yo quien vio cosas donde no las había...
Los ojos de Ámbar extrañamente se apartaron de los míos al mencionar mi última oración lo cual no pudo evitar extrañarme.
—¿Qué pasa? —fui yo ahora quien interrumpió su propia frase—. ¿Dije algo o...
—No —se apresuró a responder Ámbar—. Pasa que... —suspiró con pesadez—. Puede que sin darme cuenta esté dando señales erróneas...
—No, no, para nada, Ámbar —aclaré sin más—. Siempre has sido clara con lo que sentís. Soy yo el que no lo supo o no quiso ver la realidad y por eso te quiero pedir perdón. Sé que soy mejor de lo que me porté con vos.
—Lo eres, Matteo —sonrió contagiándome con su sonrisa—. Eres increíble.
—Nuestra amistad estaba yendo tan bien y no quiero ser yo quien lo arruine por cosas sin sentido, así que... ¿Podemos dejar esto atrás junto a todo lo demás?
Ámbar volvió a sonreír para asentir provocando que mi sonrisa solo creciera. Al final mis miedos solo eran inseguridades mías. Lo mío con Ámbar era más fuerte que nada y sin saberlo, estaba a punto de ponerse a prueba.
—Yo tampoco quiero arruinarlo, Matteo —soltó de repente Ámbar—. Y por eso hay algo que quiero que sepas.
—Cualquier cosa sabés que podés decirme...
Respondí un tanto nervioso sobre que era aquello que estaba por salir de la boca de Ámbar pues al apenas escuchar mis palabras, su sonrisa se esfumó causando que apartara una vez más sus ojos de los míos.
—Vos me preguntaste si yo sentía algo por Benicio y yo te respondí que no, porque hasta ese entonces no me lo había cuestionado. Pero después de lo que hablamos y después de lo qué pasó me di cuenta de qué quizá vos viste algo que yo no estaba viendo o que no quería admitir.
—¿Qué fue lo qué pasó?
Cuestioné con el ceño fruncido siendo lo único que pude retener de tan rápidas que salieron aquellas palabras de la boca de Ámbar y al apenas formular mi pregunta, Ámbar apretó los ojos confirmándome que había algo que yo claramente desconocía.
—Ámbar...
Suspiró—. Benicio y yo nos besamos, Matteo.
Asentí al escuchar aquellas palabras y sin poder evitarlo, mis ojos fueron ahora los que no pudieron seguir sosteniendo su mirada.
Simón tenía razón. No conocía a Ámbar como yo pensaba que lo hacía, por algo no podía entender porqué no podía dejar ir a Benicio, ¿qué había en él que no había en mí y que a Ámbar parecía cautivar?
—Lo lamento —musitó y sin saber cómo, alcé la mirada para verla nuevamente a esos profundos ojos azules.
—¿Por qué te disculpas?
—Porque esto fue muy hipócrita de mi parte. Yo te dije a vos que no tenía cabeza para ninguna relación y aun así correspondí el beso de Benicio —habló tomándome por sorpresa—. No sé porqué lo hice, simplemente lo hice y ahora pienso que es porque Benicio me recuerda a los momentos en los que era feliz. En los que todo era más fácil.
No podía negar que escuchar eso hacía a mi corazón doler, no tanto como lo hubiera hecho hace un tiempo, pues entendía a Ámbar. A veces yo también deseaba volver a esos momentos en los que todo era más fácil. En los que era feliz.
—Entiendo si después de esto no querés saber nada más de mí y...
—¿Vos de verdad pensas que por eso tiraría nuestra amistad a la basura? —pregunté siendo capaz de sonreír—. Ámbar, lo que te dije en los lockers es cierto. Yo te amo... O al menos siento que lo hago. Y prefiero mil veces tenerte como amiga que perderte por intentar algo que no va a funcionar.
—Es que sí puede funcionar, Matteo. Ya probamos que funcionó una vez y estoy segura que puede funcionar una segunda —suspiró—. Sólo que siento que ahora no es el momento para nosotros.
—¿Eso quiere decir que aún hay esperanza para un nosotros?
—Quizá... Algún día. El futuro es incierto Matteo, lo único que tenemos es el presente y yo lo único que sé es que yo tampoco quiero perderte.
—Acá estoy. Para vos... Como vos necesites que lo esté.
Sin esperar un segundo, Ámbar se aproximó hacia mí para unirnos en un abrazo que logró que mi sonrisa que con dificultad continuaba en mi rostro se iluminara.
—¿Eso quiere decir qué vas a darle una oportunidad a Benicio? —cuestioné un tanto más tranquilo.
—Aun no lo sé. Lo único que continua siendo verdad de todo lo que te dije es que si algo va a pasar, dejaré que pase a su tiempo.
—Sea lo que sea que elijas... Espero que te haga feliz —la sonrisa de Ámbar creció.
—Vos también mereces ser feliz, Matteo.
—Yo ya lo soy sabiendo que vos lo estás siendo.
Ámbar soltó una risa de aquellas que habían hecho que me enamorara de ella en primer lugar. Su risa era única. Era melodía para mis oídos y era algo que jamás podría cansarme de escuchar. Me hacían recordar a los buenos momentos que vivimos juntos y por eso aquella descabellada idea llegó a mi mente.
—Esto sonará raro después de lo que hablamos pero puedo pedirte algo.
—Claro —soltó intrigada.
—¿Puedo darte un beso?
El rostro de Ámbar expresó su claro desconcierto ante mi pedido y no la juzgaba. Era totalmente extraño pedirle eso luego de todo lo que habíamos hablado.
—Es cualquiera, lo sé, perdón —me apuré a decir.
—No, no es eso...
—Pasa que... —seguí sin importarme sus palabras—. No sé si alguna vez podré volver a hacerlo y me gustaría recordar la última vez que lo hice.
Ámbar tragó saliva con dificultad para desviar su mirada creando un silencio en el aula que solo volvió la situación más incómoda de lo que lo estaba haciendo causando que aclare mi garganta.
—Perdón, yo...
Apenas alcancé a decir enfocando mis ojos al suelo cuando sentí la mano de Ámbar posarse sobre mi mejilla y apenas pude levantar la mirada para sentir sus labios unirse a los míos.
No me demoró más de un segundo salir del shock que me había provocado saber que estaba sucediendo y que había sido Ámbar la que había tomado la iniciativa para que correspondiera aquel beso.
Desde la primera vez que nos besamos supe que mis labios y los de Ámbar fueron moldeados para encajar el uno con el otro, lo que hacía que cada beso se sintiera como el más perfecto de la vida.
—Estoy segura que no será la última vez.
No pude evitar reír ante aquellas palabras lo cual Ámbar imitó permitiendo que nuestras miradas se unieran una última vez.
Quería creer que no sería la última vez pero tenía razón: el futuro era incierto, y si esta había sido la última vez que probé sus labios, fue perfecta para nunca olvidarlos. Tal como estaba seguro que nunca la olvidaría a ella.
»»»»»»»»»
¡Hola a todos! ❤️
Primero que nada, gracias a todas aquellas linduras que aun siguen aquí, sé que probablemente no recuerden nada de la historia pero les prometo que estos últimos capítulos intentarán compensarlas por toda la asuencia.
2 más linduras.
Voten ⭐️ si les gustó y Comenten 💬 cuál fue su parte favorita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top