57 | Aclarémoslo
L U N E S
Matteo POV
Bufé y sin pensar una vez más en lo descabellada que era mi idea, toqué el timbre de aquel lugar sabiendo que no había vuelta atrás. Toqué una vez más al no recibir respuesta alguna y cuando me dispuse a tocar una tercera vez, la puerta se abrió revelando a la persona a quién deseaba ver y por la que me encontraba ahí.
El chico me miró totalmente desconcertado. Sé que de todas las personas en el mundo yo era la última a la que esperaba encontrar frente a su puerta, pero no existía alguien más en el universo capaz de resolver mi problema como él.
—¿Matteo?— Musitó frunciendo el ceño.
—Hola Simón.
Sonreí levemente sólo confundiéndolo más. ¿Qué hacía en el loft frente a frente con Simón se preguntarán? El motivo era simple: Ámbar.
—¿Estás ocupado?— Cuestioné al no recibir una sola reacción de su parte.
—Eh...
—Necesito hablar con vos.
Simón bufó para apretar los ojos. No dudaba que supiera sobre qué quería hablar, al final de cuentas, no existía algo más que nos uniera aparte de ella y la pelea que algún día tuvimos.
—Por favor.
Simón suspiró para apartarse de la puerta dejándome entrar en el loft a lo que obedecí apresurado. No podía seguir con aquella ansiedad que me estaba matando.
—Matteo, yo te voy a escuchar y voy a hacer mi mayor esfuerzo por ayudarte pero quiero que sepas que no pienso interceder por vos con Ámbar y en lo que sea que esté sucediendo ahora.
Asentí —Estoy enamorado otra vez de Ámbar, Simón.
Simón desvió su mirada de la mía para comenzar a caminar por el loft lejos de mí hasta tomar asiento en uno de los sillones que se encontraban en este sin decir una sola palabra.
—Hablé con ella esta tarde y se lo confesé— Seguí una vez más —Se lo confesé junto con lo celoso que me puso saber que perdonó a Benicio.
—No entiendo qué es lo que me estás queriendo decir, Matteo... ¿Qué es lo que hacés realmente aquí?
Fui yo ahora quien bufó para llevar mis manos a mi cintura. Pues el motivo por el que había viajado hasta el loft de Simón era gracias a la respuesta que Ámbar le dio a mi pregunta.
~F L A S H B A C K~
—No.
Todo rastro de aire que se encontraba en mis pulmones pareció esfumarse ante la fría y dura sílaba que salió de la boca de Ámbar.
—¿No?— Repetí en un hilo de voz soltando sus manos y retrocediendo un par de pasos.
Ámbar suspiró —Me preguntaste si siento algo por vos y te estoy respondiendo con sinceridad, Matteo... Perdóname pero no siento nada, o no como lo sentía antes.
—¿Es por Benicio?— Solté provocando que negara un tanto molesta.
—Benicio no tiene nada que ver en esto, Matteo. Estamos hablando de mis sentimientos por vos, así que no veo el caso de que lo metas en esta conversación.
—Es que esta conversación es justo por Benicio, Ámbar, porque yo necesito saber donde estamos ahora que él está de vuelta— Crucé de brazos haciendo mi mayor esfuerzo por mantener la calma.
—Pues ya tenés mi respuesta.
Negué decepcionado —Ámbar, yo pensé que estábamos en la misma página, que estabas de acuerdo con que formara parte de tu vida de nuevo... Con nosotros...
—Con nosotros como amigos— Escupió logrando que sintiera mil apuñaladas a mi corazón —Matteo, perdóname si te di a entender algo que no era, pero yo fui muy clara al decirte que ahora no estoy lista para una relación. Estoy intentando resolver mi vida y con eso tengo suficiente. Por eso no quiero forzar nada y que si algo tiene que pasar, pues pasará en su momento.
—Yo no quiero perderte Ámbar. No quiero.
El rostro de Ámbar, que hasta ahora había permanecido serio, fue reemplazado por una casi inadvertida sonrisa y acortando distancia, colocó un corto beso en mi mejilla.
—Ámbar yo te amo.
—No me conoces lo suficiente para decir eso.
—Claro que te conozco.
—Matteo, vos llegaste a Buenos Aires, te enamoraste de Luna, me conociste y entonces te enamoraste de mí. Te di una oportunidad y estuvimos juntos un mes. Luego volviste a estar con Luna y acá estamos. ¿Crees conocerme en serio?
—Creo conocerte lo suficiente para saber que te amo.
—Existe una Ámbar antes de que vos llegaras y una nueva Ámbar ahora a la que yo ni siquiera conozco. Necesito encontrarme a mí misma y saber quién soy antes de poder pensar en abrirme con alguien de nuevo... Espero que lo sepas entender, Matteo.
Sonrió una última vez Ámbar para salir de los lockers causando que mis ojos se cristalizaran. Sé que en un arrebato de locura había dado inicio con esta conversación que ahora deseaba nunca haber escuchado, pues ahora mi corazón se había partido en dos.
Yo amaba a Ámbar, yo sabía que la amaba, y yo sabía cuanto me dolía la simple idea de pensar verla con alguien más, con alguien como Benicio.
~F I N D E L F L A S H B A C K~
—¿Hice mal?— Pregunté llevando mis manos a mi cabeza —Porque ahora deseo tanto regresar en el tiempo y no haberle hecho nunca esa pregunta.
—No escuchaste lo que querías escuchar. Es normal que te sientas así.
—Es que no entiendo cómo puede pensar que no la conozco lo suficiente para saber que la amo.
—¿Y vos crees qué en serio la conoces?— Cruzó de brazos Simón.
—Por supuesto que la conozco— Respondí a la defensiva.
—¿Entonces por qué desea tanto estudiar en París? ¿Por qué ama tanto patinar? ¿Por qué Michel era tan importante para ella? ¿Por qué no puede dejar ir a Benicio? No sabes nada de ella Matteo.
—Sé que es una chica muy inteligente, no se esfuerza, simplemente lo es. Sé que para ella su familia es lo más importante y que vos sos lo único que ella siempre tuvo seguro en la vida. Sé que por más rota que esté, siempre hará su mayor esfuerzo por ayudar a aquellos que verdaderamente le importan y que sabe perdonar más que cualquier otra persona en el mundo.
—Matteo, yo no dudo que vos quieras en serio a Ámbar. Pero ella es más que todo eso que dijiste y creo que tiene razón en decirte que no conoces a esta nueva ella. Tenés que entender que su vida se vino abajo y que ahora lo que necesita es a alguien que la acompañe mientras reconstruye su mundo. No alguien que la presione a sentir cosas que no siente o a remover el pasado— Suspiró para colocar su mano sobre mi hombro —Yo te dije hace un tiempo que si vos haces feliz a mi hermana yo estoy de acuerdo con que seas parte de tu vida y si ahora te quiere como amigo, pues tendrás que respetar eso. ¿Acaso querés cometer los mismos errores que antes?
Asentí agachando la mirada. Por más que me doliera y que sintiera que Simón no tenía la razón, en el fondo la tenía.
Una primera vez mis celos e inseguridades habían terminado por destruir lo que con esfuerzo estábamos construyendo. Yo no dudaba en lo que sentía, pero como le había dicho a Ámbar, no quería perderla, y si no perderla significaba ser sólo su amigo, tenía que aceptarlo, aunque aquello me doliera como nada en este mundo.
Luna POV
¿Cómo puede dar vueltas la vida? Desde que tengo memoria mi hogar había sido uno enorme, con tantas habitaciones que desconocía el número, repleta de gente en donde por más que lo desearas, nunca estarías solo.
Y ahora... Mi hogar se había vuelto un pequeño apartamento en dónde sólo vivíamos mi madre y yo -si es que a eso podía llamarle hogar- porque para mí, ese pequeño techo de dos habitaciones aun no era mi hogar. La realidad es que no sabía si algún día volvería a tener uno o una familia de verdad.
Aunque siendo sinceros... Nunca llegué a sentir que verdaderamente tuve una.
Lo único que quedaba era acostumbrarme a esta nueva vida.
—¿Y te gustó tu primera sesión? Porque si no fue así me decís y podemos buscar a otra psicóloga con la que te sientas cómoda, hija.
Soltó mi madre luego de un silencio que se había formado en la mesa en la que ahora nos hallábamos cenando y sí, esta tarde habíamos tenido nuestra primera sesión con una psicóloga.
Sé que la anterior Luna se hubiera negado rotundamente a poner pie en algún consultorio mental, pero esta nueva Luna creía que en verdad necesitaba ayuda, luego de todo lo ocurrido, no me creía capaz de arreglarme yo sola.
—No, me gustó, me hizo darme cuenta cuanta ayuda realmente necesito— Contesté apenas siendo capaz de mirarla a los ojos.
—Necesitamos. Las dos tenemos mucho que resolver y siento tanto que hayan tenido que ser así las cosas para que me diera cuenta de eso.
—También yo.
—Pero podremos superarlo, mi amor— Exclamó para tomar mi mano suavemente —Somos fuertes las dos.
Sonreí para asentir. Sin duda mi madre y yo habíamos vivido cosas totalmente diferentes, pero al final de cuentas, la vida se había encargado de destruirnos y ahora sólo nos quedaba reconstruir lo que pudiéramos, lo que no se había perdido para siempre.
Nuestras sonrisas se vieron esfumadas al momento en que el sonido del timbre se hizo presente provocando que mi madre se ponga de pie y se dirija a la puerta para abrir esta revelando a Ámbar tras de ella.
—Hola tía— Soltó con duda Ámbar haciendo su mayor esfuerzo por mantener el contacto visual con mi madre.
—Ámbar...— Dijo mi madre con tal indiferencia.
—¿Cómo se encuentra?— Preguntó después de varios segundos de incómodo silencio.
—Bien.
—Me alegro— Se apresuro a responder esta vez volviendo a formar un gran silencio en la habitación —¿Luna está?
—Sí.
Respondí yo ahora poniéndome de pie y llegando hasta la puerta en donde la tensión podía sentirse por los aires.
—¿Podría hablar con ella un momento?
Inquirió Ámbar hacia mi madre quien suspirando asintió para apartarse duramente de la puerta.
—Adelante.
Ámbar dibujó una pequeña sonrisa en su rostro y se adentró en el apartamento siendo la puerta cerrada una vez que se encontraba dentro de este.
—Yo me iré a mi habitación a descansar.
Dijo mi madre y sin más, caminó por el pasillo que daba hasta la puerta de su habitación cerrando esta una vez que ella se encontraba dentro de él. Ámbar suspiró y su mirada no tardó en caer en los platos de la cena que apenas y parecían haber sido tocados.
—Siento haber interrumpido su cena.
—No te preocupes— Respondí para tomar ambos y dirigirme a la cocina siendo seguida por ella —La realidad es que mi mamá y yo solo comemos porque sabemos que tenemos que hacerlo. Las dos perdimos el apetito hace un tiempo.
Ámbar asintió pensativa —Aún le cuesta verme a los ojos y no la culpo.
—Habló con tus padres esta tarde. Ambos se disculparon y al parecer intentarán arreglar las cosas— Mencioné tomando a Ámbar por sorpresa.
—¿En verdad?
Asentí —Será difícil pero lo lograrán. Ella no te culpa por nada. Sabe que no tenés la culpa de nada. Sos una víctima más.
Ámbar sonrió aliviada. Sé que al igual que yo, le dolía que mi abuelo, su madre y madre se hayan peleado en primer lugar. A todos nos había afectado en serio.
—¿Y a qué debo tu visita?
—Quería saber cómo te había ido en el Blake hoy.
—¿Viniste hasta aquí solo para preguntarme cómo me había ido?— Fruncí el ceño incrédula.
—Supuse que nadie más lo había hecho— No pude evitar sonreír por más que batallé por no hacerlo.
—Nada especial... Fue un día como cualquier otro— Contesté sin saber que más decir —Gracias.
Ámbar volvió a sonreír —Benicio volvió.
Asentí —Matteo me dijo. ¿Cómo estás con eso?
—¿Cómo estás vos con eso?— Replicó cruzando de brazos.
—No fue a mí a quien traicionó Benicio.
—No fue a mí a quién expuso delante de todo el Roller.
Sí, no era tonta, sabía que Benicio me había traicionado al igual que a Ámbar, pero la diferencia era que yo lo merecía, Ámbar no.
—Estoy bien con que esté de vuelta, Ámbar— Suspiré —No me importa más que haya hecho lo que hizo. Creo que me lo merecía por haberle hecho tanto daño a vos, a Matteo, a Emilia, a Michel e incluso a él.
—¿Y pensas perdonarlo?— Cuestionó a lo que negué.
—No lo he pensado y no creo que él me pida perdón a mí. En todo caso yo tendría que pedirle perdón a él.
—Te equivocas. Él volvió dispuesto a enmendar todos sus errores.
—¿Vos lo perdonaste?— Solté junto a una risa ahogada.
—Lo hice. Hay que perdonar y olvidar.
—Perdonar y olvidar... Matteo tenía razón.
Dije para caminar hasta el balcón del apartamento y tomar un poco de aire fresco que mis pulmones me pedían a gritos.
—Esta tarde mi mamá y yo tuvimos nuestra primera sesión con una psicóloga.
—¿Psicóloga?— Inquirió Ámbar acompañándome en el balcón.
—Mi madre pensó que era lo mejor para las dos. Superar un engaño y tantos años de sentimientos reprimidos no es nada fácil cuando la única persona que tenés en el mundo está igual de rota que vos.
—No estás sola Luna, las dos me tienen a mí.
—Gracias Ámbar, pero creo que vos tenés suficiente con lo tuyo como para poder ayudarnos en algo— Ámbar asintió.
—¿Y cómo estuvo?
Suspiré —Bien. Hablamos sobre mi infancia. Le conté que toda mi vida me sentí como un estorbo para mi familia y que por más que me esforzaba nunca conseguí ganarme su amor, porque todo su cariño ya lo tenían reservado para mi prima, una persona que ni siquiera era de mi familia, que no compartía nuestra sangre— Bajé la mirada sintiendo mis ojos cristalizarse —Y aun así yo la amaba a ella, yo la quería en serio, la admiraba incluso, quería ser como ella y todo porque ella era la única que verdaderamente se preocupaba por mí, que estaba ahí para mí... Por eso la odiaba tanto también, porque no conseguía dejar de amarla a pesar de todo.
Suspiré para levantar la mirada encontrándome con una Ámbar afligida y limpié la única lágrima que pareció escaparse de mis ojos.
—Y mira... Viniste hasta aquí a preguntarme cómo me encuentro, algo que ni siquiera mi padre ha hecho desde hace una semana que me fui de casa... Y a él no le jodí la vida como a vos.
Ámbar abrió la boca dispuesta a hablar, pero antes de poder hacerlo, el sonido del timbre causó que ambas desviemos nuestra mirada hacia la puerta. Yo por mi parte fruncí el ceño, además de Ámbar, no podía imaginar que otra persona se presentaría a nuestra puerta una noche de lunes.
Sin decir una sola palabra caminé hacia la puerta para abrir esta y mi ceño fruncido pasó a ser un rostro de total desconcierto al observar a la persona que se encontraba detrás de esta.
—Fue difícil pero convencí a tu abuelo de decirme dónde vivías ahora— Habló ante mi evidente confusión —Me vuelvo a Brasil por la mañana.
Un suspiro ahogado salió de mis labios ante la repentina noticia que salió de la boca de Michel, desde hace más de un mes que nos habíamos distanciado luego de nuestra pelea y ahora... Estaba en mi puerta, frente mío, y diciéndome que en un par de horas se iría del país.
—¿Te vas?
—Me salió una propuesta allá. Además, creo que ya hice suficiente aquí que lo mejor es que me vaya y no podía hacerlo sin antes disculparme con las dos personas que me...
Explicó Michel para adentrarse a mi apartamento sin que pudiera impedirlo y calló sus propias palabras al momento en que sus ojos cayeron con la persona que inevitablemente encontraría frente a sus ellos en el balcón.
Giré para observar a Ámbar quien permanecía estática, boquiabierta y seguramente igual o más desconcertada que yo lo estuve segundos atrás.
—No tenía idea que ella...
Musitó Michel en un tono casi inaudible sin apartar sus ojos de los de ella. Ámbar por su parte, rompió con esas miradas para lentamente entrar de vuelta al apartamento.
—No sabía que ustedes dos seguían hablando— Exclamó a lo que me apresuré a negar.
—No, Ámbar, él y yo...
—No, no hemos vuelto a hablar desde...— Interrumpió Michel para suspirar —Vine a despedirme.
—¿Te vas?— Inquirió Ámbar frunciendo el ceño.
—Así es. Así que puedes estar tranquila, Ámbar. No pienso regresar en un largo tiempo.
Ámbar cruzó de brazos ante las palabras de Michel mientras que yo giré apresurada para buscar sus ojos que permanecieron estáticos en los de ella.
—De todas las personas del mundo yo creí que vos serías la última en traicionarme— Soltó en un tono calmado —Vos para mí eras como un hermano un mayor, uno al que quería tanto.
Michel asintió para sonreír —De todas las personas del mundo yo también creí que tú serías la última en traicionarme a mí... También eras como una hermanita para mí y lo hiciste.
—¿Traicionarte yo?— Exclamó Ámbar indignada.
—No lo recuerdas y lo entiendo. Lloraste y te sentiste terrible en su momento pero no significó nada para ti, nada como lo hizo para mí que arruinó mi vida para siempre.
—No tengo idea de qué estás hablando, Michel— Replicó Ámbar negando y él rió.
—Hace cuatro años le confesaste a mis padres que todo el dinero que estaban gastando en mi supuesto viaje de intercambio a Buenos Aires estaba yendo a la mejor escuela de danza del país y no al Blake South College como ellos pensaban. Me obligaron a dejarla justo cuando estaba a punto de ganarme una beca para estudiar en Estados Unidos. Me obligaron a dejar Argentina y con ello a mi primer novio, al que me ayudó a confirmar quien era yo y qué era lo que quería. Volví a Brasil y me prohibieron seguir con la danza. Yo me negué y eso desató una pelea que hasta el día de hoy no ha terminado. Y todo por ti. Mi familia no ha vuelto a ser la misma y todo por ti.
—Michel yo...— Intentó hablar Ámbar apretando los ojos.
—No me pidas más perdón. No lo merezco. Cometiste un error y yo cometí el mismo hace unos meses al aceptar hacerte daño. Los dos nos arrepentimos de lo que hicimos y daríamos todo porque el otro pudiera perdonarnos algún día. Y entiendo perfecto que no quieras o puedas hacerlo... Yo aún no puedo hacerlo. Sólo quería que supieras que lo siento en serio, Ámbar.
Ámbar dejó correr una lágrima ante todo lo dicho por Michel, todo lo cual sólo me hizo sentir peor. Todo había sido mi culpa, yo llevé a Michel a traicionar a Ámbar, cosa que si no fuera por mí nunca hubiera sucedido y las cosas no estarían siendo de esta manera.
—Y a ti Luna— Dijo sacándome de mis pensamientos —Lo lamen...
—No me pidas perdón. Fue todo mi culpa. Yo te orillé a hacer lo que hiciste porque temía que confesaras lo que sabías. Eric jamás te hubiera dejado por haber cometido esos errores. Él te ama en serio.
—Lo sé— Sonrió Michel —Me alegra tenerlo en mi vida ahora que no los tengo a ninguno de ustedes.
La habitación se volvió un silencio que Michel rompió dedicándonos una última sonrisa y dio media vuelta dirigiéndose a la puerta abierta.
—Te perdono, Michel— Soltó inesperadamente Ámbar —Espero que vos algún día puedas perdonarme a mí.
Michel observó a Ámbar incrédulo al igual que yo. Sé que su lema últimamente era perdonar y olvidar pero, ni Michel ni yo creímos que su perdón fuera tan grande como lo estaba siendo.
—Espero que algún día podamos ser lo que algún día fuimos los tres.
Dijo para volver a regalarle una sonrisa y salir esta vez sin ser detenido, o al menos no serlo hasta que mi interior me obligó a correr fuera del apartamento y alcanzarlo en el pasillo haciéndolo detener.
—¿Y Eric? ¿Qué va a pasar con ustedes?— Cuestioné apresurada.
—Estaremos bien, Luna. Somos fuertes y ya averiguaremos lo que pasará.
—Lamento todo— Escupí sin más —Y te voy a extrañar.
—Algún día nos volveremos a encontrar... De eso no me cabe duda.
Fui yo ahora quién sonrió y Michel, correspondiéndome mi sonrisa, se inclinó para colocar un beso en la comisura de mis labios y por fin, sin ser detenido por nadie más, caminó por el pasillo hasta desaparecer de mis ojos.
Sería duro no tenerlo más cerca. Él y Eric fueron por mucho tiempo las únicas personas que estuvieron para mí cuando nadie más lo estaba, pero lo mejor para ellos dos era alejarse para siempre de mí. Merecían ser felices y eso no lo pensaba arruinar nunca más. Al menos una de las dos ovejas negras merecía su final feliz.
Simón POV
Solté una pequeña risa antes de disponerme a tocar la puerta de la habitación que se encontraba frente a mí recibiendo un "adelante" como respuesta al otro lado de esta y sin perder un segundo, obedecí permitiéndole a mis ojos encontrarse con los azules más hermosos de mi hermana menor.
—Creí que ya te habías ido— Exclamó al observarme entrar en su habitación y cerrar la puerta de esta.
—Estuve a punto de, pero el abuelo pidió helado sin decirnos y como dijiste que estabas cansada le dije a papás que yo te lo daría para así evitar que te bombardearan con preguntas.
Respondí entregándole en manos un bowl con helado de dulce de leche que provocó que una sonrisa se dibuje en su rostro.
—Gracias.
No pude evitar sonreír en respuesta a su tierno agradecimiento, mas sin embargo, esa sonrisa no tardó en desvanecerse por aquel pensamiento que no dejó de atormentarme desde el momento en que Matteo se apareció en la puerta del loft esta tarde y que era el verdadero motivo por el que me ofrecí a llevarle el helado a Ámbar en primer lugar. Necesitaba hablar con ella lo que no pude durante la cena.
—¿Qué ocurre, Simón?— Inquirió Ámbar claramente notando mi cambio repentino de humor.
Tragué saliva con dificultad —Matteo estuvo esta tarde en el loft, Ámbar.
Dije sin más causando que Ámbar niegue un tanto furiosa para dejar el bowl que hasta ahora sostenía en manos sobre uno de sus tantos muebles y cruce de brazos.
—Me contó lo qué pasó entre ustedes esta tarde.
—No te metas, Simón. No sé lo que te contó Matteo, pero...
—Que fuiste honesta con él y le dijiste que no sentís nada por él— Intervine obligándola a callar —¿Es eso verdad?
—¿Desde cuando te importa lo que te diga Matteo?
—Me preocupo por vos, Ámbar, y eso nada ni nadie lo va a cambiar. Necesito saber si lo que le dijiste a Matteo es lo que sentís o solamente lo dijiste para evitar esa conversación.
—No tengo cabeza para pensar en una relación ahora, Simón, y sí, si le dije a Matteo que no sentía nada por él es porque no he ni quiero pensar en eso ahora— Respondió junto a un suspiro.
—¿Y qué pasa con Benicio?— Pregunté bajando la mirada para observar mis manos que jugueteaban nerviosas ante cómo podría reaccionar mi bonita a esa pregunta.
—¿Qué pasa con Benicio de qué?— Frunció el ceño —¿Qué fue lo que te dijo Matteo?
—Nada. Pero pude ver en sus ojos lo celoso que estaba de él y eso sólo me hizo pensar que quizá hay algo que no me estás contando de Benicio.
—Esto es exactamente el motivo por el cual no quiero pensar en una relación ahora, Simón, porque no necesito todo este drama en mi vida ahora— Escupió Ámbar en un tono abrumado —Si Matteo está celoso porque le di otra oportunidad a Benicio pues que lo esté. Él me lastimó de la misma forma que Benicio lo hizo y aun así lo perdoné.
—Pero al menos era la primera vez que él te traicionaba.
—¿Estás defendiendo a Matteo?— Alzó la voz enfadada.
—No, Ámbar, no, simplemente soy tu hermano mayor y entiendo el motivo por el cual a Matteo le molesta que hayas perdonado a Benicio, el mismo motivo por el que me preocupo yo— Respondí alzando un tanto más la voz —Benicio te traicionó dos veces, Ámbar, no me gustaría que lo hiciera una tercera. No lo podría soportar.
—Pues yo sí, ¿okay?— Replicó dura —Benicio no me puede hacer más daño del que ya me hizo. Soy más fuerte ahora y podré superarlo. Pero quédate tranquilo que eso no va a pasar. Él cambió, Simón.
—¿Y cómo estás tan segura, Ámbar?
—Porque lo conozco— Soltó cambiando su tono a uno repentinamente más calmado —Porque lo conozco como no conozco a nadie más en este mundo. Y además todos merecemos una segunda oportunidad. Mis padres y tus amigos te la dieron a vos más de una vez.
Suspiré para desviar por unos segundos la mirada. Aunque lo negara todo lo que quisiera, quizá Matteo tenía razón, quizá el motivo de su rechazo a Matteo no sólo se debía a que no quisiera nada con él en ese momento, sino que era gracias a Benicio y a su regreso, regreso que había logrado remover sentimientos en Ámbar.
—Tenés razón, bonita— Sonreí —Todos merecemos una segunda oportunidad.
Ámbar sonrió también ante mi mueca, sin saber que el motivo de esta se debía a que había logrado entender lo que estaba sintiendo realmente.
—Y sabés que cualquier cosa que sea me la podés contar, ¿no?— Seguí sonriente —A mí lo que más me importa es tu felicidad, bonita, y la persona que te haga verdaderamente feliz es la persona con la que debes estar. Mereces ser feliz otra vez.
Ámbar continuó sonriendo pero su ceño se frunció un poco ante mis últimas palabras. No sabía que estaba pasando por su cabeza pero sabía que mis palabras habían contribuido a esos pensamientos.
Solo deseaba que sea lo que sea que hiciera a partir de nuestra charla no terminara con su corazón roto una vez más. Tal como le había dicho, merecía ser feliz de una vez por todas.
M A R T E S
Ámbar POV
Un par de aplausos se hicieron escuchar a medida que patiné hacia los dos chicos que hasta ahora habían estado observando la coreografía que había ideado la noche anterior al no poder conciliar el sueño luego de la intensa y extraña tarde que había tenido.
—¿Y bien? ¿Qué les pareció? Sean sinceros conmigo —cuestioné a lo que ambos sonrieron.
—¡Está increíble, Ámbar! —soltó Jim entusiasmada.
—Jim tiene razón, Ámbar, está buenísima esa coreo —sonreí ante los halagos de los chicos—. ¿Es para la próxima competencia o algo? —inquirió Ramiro a lo que negué.
—No, no, simplemente se me ocurrieron los pasos.
—Pues está muy buena —recalcó Ramiro—. Deberías grabar un video y postearlo en las redes.
—¡Sí! —soltó Jim apresurada —Es una muy buena idea, Ramiro.
—Jazmín y Delfi pueden ayudarte con...
—Gracias chicos, pero... —interrumpí a Ramiro cortando con su entusiasmo—. Hace tanto que no patino sola que pensé esta coreografía como un dueto.
—Eso no es problema, Ámbar, puedes pedirle ayuda a Simón —sugirió Ramiro.
—O a Gastón —propuso Jim.
—Gracias pero, simplemente no tengo ganas de tener más protagonismo en las redes —dije haciendo claramente que su alegría se esfume—. Si a ustedes les gusta, ¿por qué no hacen ustedes el video? —propuse ahora yo.
—¿Nosotros? —inquirió Jim señalándose a sí misma.
—¿Por qué no? A ambos les gustó la coreo y sus estilos de patinaje son muy similares, estoy segura que pueden hacer un gran video juntos.
Jim y Ramiro me dedicaron miradas confusas antes de pasar a ser ambos los que se regalaran aquellas miradas. Nunca antes en la vida habían patinado juntos, pero todos en el Roller sabíamos que eran dos de los patinadores más fuertes del lugar, no por nada Ramiro era el rey de la pista, y Jim no se quedaba nada atrás.
—¿Estás segura que nos regalarías tu coreo? —preguntó Jim a lo que reí.
—Obvio que sí.
—Entonces hagamos el video.
Exclamó Ramiro para Jim a lo que ella asintió y ambos unimos unas cortas risas que fueron interrumpidas por el sonido del teléfono de Jim quien no dudó de tomarlo de su bolso.
—¡Oh no! Es tardísimo, quedé de verme con Gastón en el Roller —exclamó Jim alterada.
—También yo tenía una cita con Jazmín —replicó Ramiro un tanto más calmado—. Te acompaño —Jim asintió tomando sus cosas—. ¿Vienes Ámbar?
—No, hoy no, vayan ustedes —sonreí obteniendo lo mismo de su parte.
—De acuerdo, nos vemos mañana en el Blake.
Asentí observando a ambos alejarse a toda velocidad de la plaza en la que por mera coincidencia nos habíamos encontrado y que había terminado con una brillante idea por parte de los chicos.
Aun con la sonrisa en mi rostro, me dirigí al banco donde el bolso con mis cosas se encontraba para sacarme los patines dispuesta a regresar a mi casa.
—Hola.
A pesar de lo suave que aquella palabra salió de su boca, me encontraba sumergida en mis pensamientos que aquella voz logró sobresaltarme lo suficiente para ocasionar risas en él.
—Perdón, no fue mi intención asustarte —dijo entre risas.
—No, no pasa nada —respondí junto a suave risita—. ¿Qué hacés aquí, Benicio? —cuestioné causando que él levantara sus patines que llevaba colgando al hombro—. Por supuesto.
—¿Venís al Roller? —inquirió a lo que rápidamente negué.
—Tengo un par de trabajos extras del Blake, solamente quise venir a despejar mi mente un rato.
—Entiendo.
Sonrió para tomar asiento junto a mí a lo que respondí regalándole una mirada confundida.
—¿No ibas al Roller?
—El Roller puede esperar —sonrió estirando una mano hacía mí—. Hace tanto que vos y yo no patinamos juntos.
—Sí, si mal no recuerdo la última vez que lo hicimos terminé inconsciente en un hospital —exclamé junto a una sonrisa provocando que el rostro de Benicio se transforme como si hubiera visto a un fantasma—. Es un chiste, Benicio, no hablaba en serio.
Rió nervioso—. Perdón, no... No sé si estoy listo para bromear con eso aún.
—Entiendo —suspiré—. Me encantaría, pero en verdad tengo tarea por hacer.
—¿Pasa algo conmigo, Ámbar? —soltó de repente logrando desconcertarme.
—¿Por qué lo preguntas?
—Hoy no querés patinar conmigo y ayer que habíamos quedado en la pista me cancelaste de último momento... ¿Pasa algo? ¿O por qué tengo la impresión de qué no querés pasar tiempo conmigo?
Suspiré para bajar la mirada, si bien Benicio tenía razón, y ayer por la tarde había cancelado nuestra... Cita, fue gracias a que el repentino interrogatorio con Matteo me había puesto mal, o bueno, furiosa, mejor dicho.
—Lamento lo de ayer, en serio —aclaré—. Pero te prometo que no tiene nada que ver con vos.
—Me alegro —sonrió aliviado—. Porque no podría soportar la idea que me siguieras odiando por...
—Yo no te odio, Benicio, en serio —sonreí—. Es más, ¿qué te parece si para compensarte lo de ayer y lo de hoy, patinamos juntos mañana?
—¿Es una cita? —inquirió Benicio logrando que sea yo ahora la que borre su sonrisa del rostro—. Es un chiste, Ámbar —rió causando que ruede mis ojos—. Me parece perfecto, siempre y cuando prometas que no vas a cancelarme de nuevo.
—Hecho.
Reí obteniendo lo mismo de su parte y dejando ir un suspiro, me dispuse a guardar mis patines en mi bolso.
—¿Recordas que este fue el lugar en el que hablamos por primera vez?
Giré ante lo repentino de las palabras de Benicio pero no pude evitar sonreír al recordar aquel momento, y más de lo inocente que era a lo que se avecinaba para nosotros años más tarde.
—Lo recuerdo —reí—. Intentaste impresionarme con un par de trucos de principiantes.
Rió de vuelta—. No tenía idea que estaba ante la mejor patinadora de todo el mundo.
—Tampoco es para tanto —. Negué rodando mis ojos.
—Es en serio, gracias a vos yo me esforcé por ser el mejor patinador. Vos siempre me empujaste a cambiar para bien, en ser el mejor patinador, el mejor estudiante, el mejor novio... Bueno, creo que en eso último me faltó mucho por aprender.
—Tampoco seas tan duro con vos —intervine—. Es verdad que los últimos meses de nuestra relación no fueron los mejores, pero... Los mejores recuerdos que tengo de estos últimos años son con vos.
Benicio sonrió—. A mí me pasa lo mismo. Lo que más extraño son esas citas espontáneas, en las que podíamos sostener nuestras miradas por horas sin decir nada.
—Eran lindos momentos —sonreí un tanto avergonzada de hacerlo.
—Te juro que yo podría pasar toda la vida mirando tus ojos, hay algo en ellos que me hipnotiza, que me atrapó desde el primer momento en que los vi...
Habló Benicio a medida que apartaba los cabellos que a causa del aire se interponían entre nuestros ojos y al hacerlo, su mano acarició lentamente mi mejilla antes de que esta se posicionara en mi cuello.
—Lo siento, Ámbar —dijo logrando que frunza el ceño confundida.
—¿Sientes qué?
Apenas y alcancé a decir antes que sucediera, Benicio se aproximó a mí con tal lentitud que mi mente se transportó a la última vez que lo hizo y a las mil millones de veces que lo había hecho antes, y aquello me impidió reaccionar de cualquier modo, pues esfumando aquellos recuerdos, sus labios se unieron a los míos dulcemente.
Era extraño, sin duda no era la primera vez que los probaba, pero estos eran diferentes, se sentían diferentes, como si se tratase de la primera vez y sin saber exactamente porqué, correspondí a aquel beso cerrando mis ojos y dejándome llevar por él.
No sabía que estaba pasando, ni mucho menos qué era lo hacía que lo estuviera disfrutando tanto, pero sólo sabía una cosa: No quería que terminara nunca.
»»»»»»»»»
¡Hola a todos! ❤️
Primero que nada, espero que todas ustedes linduras se encuentren bien y a salvo. Me gustaría que mi regreso no fuera en estas condiciones pero hay que sacar lo mejor de toda situación.
Lo prometido es deuda linduras, este capítulo es el comienzo del maratón final y esta vez se los aseguro pues los últimos capítulos y un par de sorpresas más se encuentras finalizados y listos para publicar.
Si les contara que ha sido de mi vida no terminaría jamás así que dejémoslo en que estoy bien y feliz de por fin traerles el desenlace de Ella o Yo.
Gracias por seguir aquí, las que no, lo entiendo, al final de cuentas, no las merezco.
En fin, disfruten linduras.
3 más.
Voten ⭐️ si les gustó y Comenten 💬 cuál fue su parte favorita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top