54 | Aquí y ahora
J U E V E S
Luna POV
Los ojos de Ámbar se habían cristalizado en tan sólo un par de parpadeos que había dado mientras abrió la boca luchando por hablar sin conseguir articular una sola palabra.
Yo por mi parte, simplemente me resigné a tomar asiento sobre mi cama fijando la mirada en el suelo. Estaba exhausta, sentía que mis piernas no daban para más.
—Mariano y yo estuvimos juntos durante todo el mes qué pasó en la mansión.
Confesé sin despegar mi mirada del suelo al comprender que Ámbar no diría nada a menos que yo no lo hiciera.
—Nunca nos cuidamos y...— Bufé —Y aquí están las consecuencias— Ámbar suspiró para tomar asiento a mi lado.
—¿Mariano, Luna?— Inquirió en un hilo de voz causando que apretara los ojos. Lo mismo me preguntaba yo todos los días de mi vida.
—Sí, sé lo que estás pensando, soy lo suficientemente zorra como para meterme con un tipo mayor y comprometido...
—¿Qué? No, no, no— Se apresuró a intervenir —Es decir, ni vos ni nadie tenía idea que Mariano estaba comprometido con Andrea, no podías tenerla. Pero... ¿Mariano?
—Mariano llegó en el momento justo, cuando más mal me encontraba y se aprovechó de mi debilidad para que accediera a estar con él otra vez y que me olvidara de todo el daño que me había causado.
Ámbar se levantó de golpe de mi cama ante mis palabras para quedar frente mío, totalmente anonadada. No lo había hecho inconsciente, si le había confesado la verdad es porque estaba decidida a confesarla toda. ¿Cuál era el punto de seguir guardando secretos?
—¿A qué te referís con otra vez?— Suspiré para ponerme también de pie y mirarla por primera vez a los ojos luego de tanto tiempo.
—Vos sabés a lo que me refiero— Negué —No es la primera vez que estaba con Mariano. Él y yo estuvimos juntos por primera vez cuando vivió en la mansión al estudiar su máster.
Ámbar negó volviendo a llenar sus ojos de lágrimas —Pero eso fue hace tres años, Luna —Yo asentí imitando su acción.
—Sí. Él tenía veinticinco. Yo tenía trece— Dejé correr una lágrima de impotencia por mi mejilla.
Ámbar volvió a negar —¿Él abusó de vos, Luna?
Negué —Yo accedí a estar con él, no me obligó a nada, pero sí se aprovechó de mí, de mi inocencia, de que estaba enamorada de él y me lavó el cerebro para convencerme de tener relaciones con él. Era lo que verdaderamente importaba en esta vida. No existían los sentimientos, ni el cariño, ni el amor. Sólo el sexo y el placer.
—Luna...— Musitó Ámbar dejando las primeras lágrimas correr.
—Estuve con él. Se fue. Luego volvió y estuve con él una y otra y otra vez. Y ahora estoy esperando un hijo de él.
Solté con firmeza y lágrimas en los ojos. De todas las personas en el mundo, no iba a permitir que Ámbar supiera la verdad. No pretendía seguir hiriéndola por mis estupideces.
—¿Pero cómo es que estás tan segura? La prueba aún no está hecha y...
—No la necesito, Ámbar. Yo lo sé. Un atraso es suficiente para que sepa que lo estoy.
—No, no lo es— Negó aproximándose hacia mí —Los cambios hormonales ocurren todo el tiempo. Y este mes ha sido uno muy intenso para vos, así que eso no lo es.
—Esté o no esté embarazada, eso no cambia el hecho de que estuve con Mariano, que le fue infiel a su mujer conmigo, que Andrea se va a casar con él sin saber que es un pedófilo y que si lo estoy... Diecisiete años más tarde, un hijo mío acabará por romper con su matrimonio y romperle el corazón de Andrea que no tiene la culpa de nada de la misma manera en que vos lo hiciste hoy.
Involuntariamente, el llanto se apoderó de mí mientras que llevé mis manos a mi rostro para ocultar este detrás de ellas.
—Luna, yo en verdad siento tanto el haber destruido el matrimonio de tus padres, de haber herido a tu madre de la manera en que lo hice pero entendeme por favor. Pasé catorce años viviendo en una mentira, alejada de mi verdadera madre, sin saber nada sobre mi pasado. Y luego de tantos años, conocí mi verdadera historia y no pude seguir callando más. ¿Vos no hubieras hecho lo mismo en mi lugar?
—Yo te entiendo, Ámbar. Pero entendeme vos a mí. Hasta hace unas horas yo tenía una familia, la peor de todas, pero era mi familia. Y ahora no tengo nada y encima de todo sé que yo también puedo ser la causante de destruir una familia.
Ámbar negó —No, vos no serías la causante de nada. Hace unos minutos dijiste que él único culpable de todo es Bernie y de la misma manera lo es Mariano. Vos no tenés la culpa de nada, Luna. Vos eras sólo una nena de trece años e incluso ahora sólo lo eras de quince años. Así que vos no sos culpable de absolutamente nada más que de haber sido aprovechada por un tipo asqueroso.
—¿Y de qué serviría eso? Estaría esperando un hijo de él que me recuerde día y noche por el resto de mi vida a la persona que más dañó me causó en la vida.
—Eso no lo podemos saber aún y con más razón tenés que hacerte la prueba ahora— Dijo tomando la prueba que hasta ahora se encontraba sobre mi cama para intentar entregármela.
—No puedo— Susurré tomando distancia —No estoy lista para ver un positivo.
—Quizá no lo estabas antes pero ahora me tenés a mí y yo no te voy a dejar sola en esto, Luna. Voy a estar con vos como nadie lo estuvo para mi madre y más ahora que sé que no sólo somos primas... Somos hermanas.
Levanté la mirada de la prueba para unir mis ojos con los de Ámbar. Hermanas, lo éramos, de eso ya no me cabía duda, pero escucharlo salir de su boca había revolucionado todo en mi interior.
Todo el daño que le había causado a Ámbar lo había estado causando hacia mi hermana, mi propia sangre, lastimándola más de lo que ya había sufrido en su vida a causa de mi padre, nuestro padre.
—¿Lo decís en serio?— Cuestioné incrédula.
—Estoy aquí y ahora. ¿Te queda alguna duda de eso?
Tragué saliva con dificultad y sin pensarlo una segunda vez, me aproximé hacia Ámbar al mismo tiempo que ella lo hizo hacia mí para unirnos ambas en un abrazo.
Posé mi rostro sobre su hombro cerrando los ojos al sentir su corazón latir sobre mi pecho como hace tanto, pero tanto tiempo no lo hacía y me dejé llevar.
Ámbar había sido mi soporte durante toda mi vida, por más que la odiara por haberme quitado todo lo que debió ser mío, ella había sido la única persona que verdaderamente me entendía, me quería, se preocupaba por mí de una forma en que nadie más lo hacía.
Ella y yo habíamos sido como hermanas toda la vida, y ahora que sabía que verdaderamente lo éramos, no podía evitar sentirme terriblemente culpable por todo lo que había hecho, por todo el daño que le había causado.
Y que a pesar de eso, ella no me odiara y estuviera dispuesta a ayudarme ahora que más lo necesitaba, me confirmaba que merecía todo lo que me había sucedido en el último tiempo, y que si mi karma por haber hecho tanto daño era cargar con un hijo de Mariano, de mi mayor demonio, lo iba a aceptar. Lo merecía, merecía todo. Absolutamente todo.
Simón POV
Las horas habían dejado de pasar para mí desde el momento en que mis tíos abandonaron la mansión en direcciones opuestas.
Los sentimientos que inundaron el living fueron tan intensos que volvían el aire imposible de respirar y es por eso que con la mente en blanco y las emociones hechas un remolino, me subí a mi auto y conduje hasta el loft intentando ordenar mis ideas.
No obstante, aquel deseo fue en vano, ya que por más que intentara hacerlo, mi cabeza me lo impedía. Habían sido demasiadas confesiones en tan pocos minutos que no lograba terminar de procesar un pensamiento antes que surgieran otros veinte más.
Poco a poco, la ansiedad de no poder hallar aunque sea un poco de calma, comenzó a invadir mi sistema nervioso, y antes de poder notarlo, estaba hecho un desastre, uno que no podía controlar.
Entre latidos acelerados, respiraciones agitadas y temblores, logré llamar a Delfi. La única persona a la que necesitaba ver y la única que lograría tranquilizarme. Y antes de poder notarlo, mi cabeza se encontraba reposando suavemente sobre su regazo mientras que ella acariciaba dulcemente mi cabello logrando que luego de tanto tiempo, pudiera encontrar un poco de paz interior.
—En verdad que no puedo creer nada de lo que me contas— Musitó entre el profundo silencio que reinaba en mi habitación.
—Imaginate yo— Respondí manteniendo los ojos cerrados tal como habían estado la última hora —Es mi familia. Mis padres, mi abuelo, mis tíos, mi... Hermana.
—Ámbar te adora con todo su corazón, Simón, ella siempre será tu hermana— Aclaró apresurada.
—Yo lo sé, y yo la amo a ella. Y sé que nunca hemos sido hermanos biológicos, pero, ahora que sé su verdadera historia siento que todo cambia entre nosotros.
—No tiene porque ser así. La sangre es sólo eso, sangre. Los sentimientos y el amor que sientas por una persona es lo que verdaderamente importa, es lo que define a una familia de verdad.
—Ese es el problema— Exclamé abriendo los ojos —Es que no sé si alguna vez fuimos una familia de verdad.
—Quizá tu familia nunca ha sido perfecta, pero tus padres, Ámbar y vos siempre han estado en los buenos y en los malos momentos.
—Y ahora sé que siempre ha sido a base de mentiras— Solté un suspiro llevando mi mano a mi rostro —Mi papá no tenía idea de que mi tío Bernie era el padre de Ámbar. A Ámbar toda la vida le ocultaron su verdadera historia. Mi abuelo permitió que mi tía Lily siguiera a lado del hombre que le fue infiel por tantos años. Mi madre obligó a Ámbar a ocultar la verdad sobre esa marca de nacimiento cuando tenía tan sólo cinco años. ¿Qué clase de familia es esa?
Hablé sintiendo mis ojos cristalizarse de rabia. Yo sabía que mi familia no era perfecta, por más que aparentara serlo, no lo era. Pero nunca creí que fuera tan falsa como lo era, estaba rota, lo había estado desde hace tantos años que solamente se había sostenido con mentiras, que ahora que habían sido reveladas, habían terminado por acabar con ella. No quedaba nada.
—Todo lo que tus padres, tu abuelo y Ámbar hicieron fue para protegerlos. Ámbar lo sabe, Simón, ella sabe que tus padres y especialmente tu madre, le ocultaron la verdad para que pudiera crecer feliz. Y eso fue lo que hizo, tuvo la mejor infancia de todas al igual que vos y que Luna.
Una involuntaria sonrisa se dibujó en mi rostro —Fue la mejor de todas.
—Y siempre la vas a llevar con vos. Esa nadie te la va a quitar. Pero llegó el momento de crecer y con ello enfrentarse a muchas verdades.
—No sé si estaba listo para conocerlas.
—Nadie lo estaba. Pero pensa que para Ámbar, para tu tía Lily y para todos fue lo mejor. Ámbar no tiene que vivir más escondida, tu tía Lily al fin pudo alejarse de ese hombre y tus padres y abuelo no tienen que cargar más con tantos secretos.
Suspiré para levantarme del regazo de Delfi ante sus palabras y quedar sentado frente a frente a ella. Ella se estaba esforzando para animarme y yo simplemente buscaba la manera de seguir desanimándome.
Sin previo aviso, me aproximé hacia Delfi para colocar un beso sobre sus labios que la tomó por sorpresa logrando que frunciera el ceño.
—Gracias— Dije al separarnos causando que sonría aun con el ceño fruncido.
—¿Gracias por?
—Por estar aquí y ahora, conmigo.
—No hay otro lugar en el cual preferiría estar que con vos, mi amor— Respondió colocando su mano sobre mi mejilla haciéndome sonreír.
—Me es muy difícil asimilar todo.
—Estoy segura que para toda tu familia lo es, pero tarde o temprano podrán hacerlo y encontrarán la manera de ser una familia de nuevo.
—Es lo que más deseo en este mundo— Suspiré para tomar su mano que aun acariciaba mi mejilla.
—Y así será. Y me tendrás aquí con vos en todo momento.
—De eso no me cabe absoluta duda, así como tampoco me cabe duda que sos la mujer con la cual quiero compartir el resto de mi vida.
Delfi se sonrojó al mismo tiempo que sus ojos se llenaron de un brillo incomparable y ahora fue ella quien se aproximó para robar mis labios en otro beso rodeando sus brazos alrededor de mi cuello.
Mis manos se posaron dulcemente en los costados de sus piernas buscando estabilidad y aquello provocó que una juguetona risa se escapara de sus labios la cual rápidamente imité causando que nuestros labios se apartaran y abriéramos los ojos para observar los del otro.
Un suspiro salió de mi boca y coloqué un beso en la punta de su nariz causando nuevas risas en ambos.
—Es lo que necesitaba para estar mejor— Mencioné llevando mechones de cabello detrás de sus orejas —Ha sido una larga noche.
—Tengo algo que quizá te pueda hacer sentir mucho mejor.
Fruncí el ceño ante las palabras de Delfi quien, sin perder un segundo, me tomó de la mano obligándome a seguirla hasta el cabecero de la cama donde reposó su espalda para quedar yo de espaldas a ella suavemente contra su pecho, y ser rodeado por sus brazos en un abrazo.
Soltando un suspiro, Delfi colocó un beso en mi cuello que despertó mil sensaciones dentro de mí al mismo tiempo que despeinó mi cabello para colocar otro debajo del lóbulo de mi oreja y junto a una risa al saber lo que provocaba en mí, se dispuso a tomar aire.
🎶Hoy aprendí
Puedo volar
Puedo ser libre
Solo debo soñar
Cerré los ojos dejándome llevar por su dulce voz y su mano que viajó hasta mi pierna para comenzar a acariciar esta.
Hoy puedo ser
Puedo cambiar
Puedo ser todo, todo y mucho más
Hoy aprendí
Puedo volar
Puedo ser fuerte si me quieren doblar
Puedo reír
Puedo llorar
Pero si creo todo puede cambiar
Continuó cantando envolviéndome en un profundo trance para colocar besos esporádicos sobre mi cuello y sonriente sumergido en una ola de placer me dispuse a unir mi voz con la suya.
Es la fuerza que golpea fuerte el corazón
Es la magia de mis alas a su alrededor
Es la confianza
Es el amor
Es la fuerza incalculable que hay en una canción
Un volcán de cosas buenas que ahora entró en erupción
Es la confianza— Canté para ella.
Es el amor🎶
Finalizó Delfi mientras giré mi rostro buscando el de ella quien acortó distancia para unir nuevamente sus labios con los míos sin intenciones de apartarlos nunca.
No mentí al decir que Delfi era la única persona que podría devolverme la calma que había perdido, a pesar de que las cosas no podían estar peor, junto a ella, en sus brazos, con sus besos, me olvidaba del resto.
Sólo la necesitaba a ella. La necesitaba en serio.
V I E R N E S
Ámbar POV
Apenas y había sido capaz de conciliar el sueño unas cuantas horas luego de la carga emocional que había vivido la noche anterior, y sin embargo, había descansado como no lo había hecho en meses.
Había olvidado lo que era dormir sin cargar con secretos, mentiras, odio e ira. Anoche, luego de tantos meses me sentía libre, verdaderamente libre.
No obstante, lo que me detuvo de descansar todo lo que mi cuerpo me pedía era el evento que tomaría lugar este día: hoy, luego de toda mi vida, dejaría atrás la mansión junto con mis padres.
La mansión Benson había sido mi hogar desde el momento en que mi mamá Sylvana me dejó en él catorce años atrás, era el único hogar que yo conocía, y hoy eso se terminaría.
Cerré mi última valija que se encontraba sobre mi cama para soltar un profundo suspiro y retroceder un par de pasos quedando en el centro de mi habitación permitiéndome observar con detalle cada rincón de esta.
«—¿Y bien?
Inquirió mi madre mientras que mi padre descubrió mis ojos de sus manos que hasta ahora los habían mantenido tapados y me fue inevitable de abrir los ojos como platos asombrada.
—¿Te gusta el nuevo color de tu habitación, mi amor?— Cuestionó mi padre.
—¡Me encanta!— Respondí emocionada.
—Sabemos que el rosa es tu nuevo color favorito, princesa, y quisimos sorprenderte ahora que cumplís seis años.
Una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro mientras que sin dudarlo, corrí a los abrazos de mis padres para sostenerlos en un fuerte abrazo.»
Una sonrisa se esbozó en mi rostro ante aquel recuerdo, era imposible no recordar ante un lugar que escondía memorias en todos sus rincones. Mi habitación había sido mi lugar en el mundo desde que tenía memoria. En ella había vivido cientos de momentos a lo largo de mi vida.
«Benicio me despojó de mi sostén arrojando este a algún lugar de mi habitación para colocar besos en mi pecho que provocaron que dejara salir de mi boca incontables gemidos que sólo lo motivaron a seguir.
Posé mis codos sobre sus hombros para hallar estabilidad mientras que él hizo lo mismo con sus manos pero sobre mis piernas y sin contenerme, comencé a despeinar su cabello con mis manos.
Sus labios subieron de vuelta a los míos donde nuestras lenguas se sumergieron en una batalla sin control.
Sus manos, que aun se encontraban sobre mis piernas, me empujaron causando que me bajara de su regazo para quedar sentada sobre mi cama y mordiendo mi labio, observé a Benicio despojarse de la última prenda que faltaba para que no hubiera un sólo impedimento entre nosotros.
Con las respiraciones fuera de control, nuestras miradas se encontraron y sin perder un segundo, Benicio se aproximó hacia mí provocando que ambos termináramos recostados, él sobre mí.
—¿Estás segura, mi reina?— Cuestionó Benicio en un susurro.
—Te amo y no hay nadie más con quien quisiera hacerlo que con vos.
Respondí con una sonrisa que él imitó para unir sus labios nuevamente a los míos y sintiendo mi corazón latir a todo lo que daba, me dejé llevar por el amor que sentía por Benicio, lo amaba en serio, y estaba segura que quería tener mi primera vez con él.»
Una extraña mezcla de sensaciones me invadió en mi interior. A pesar de todo lo que había sucedido entre los dos, y en todo el tiempo desde que vivimos esos momentos juntos, me resultaba imposible no sonreír al recordarlos.
«Tragué saliva para calmarme a mí misma y abrí la caja encontrándome con un prendedor con forma de mariposa que involuntariamente me hizo sonreír.
Era precioso, sin embargo, algo más quedaba en ese lugar: el sobre. Suspiré para tomarlo entre mis manos y muy insegura, abrí el sobre decidida a leer aquella carta.
<Hola Ámbar:
No quiero asustarte ni nada, sé que todo esto es muy extraño y confuso para vos, pero no encontré otra manera de hacer esto y no puedo seguir viviendo con este dolor que llevo dentro.
Ámbar, no es verdad toda la historia que te contaron sobre tu pasado, y no quiero que sigas viviendo en una mentira.
Yo sé la verdadera historia y lo sé porque yo soy tu verdadera madre...>»
Tragué saliva con dificultad ante ese recuerdo que ahora parecía tan lejano sin despegar mi mirada de mi cama.
Me resultaba imposible no pensar en todo lo que había sucedido desde aquel momento, aquel momento en el cual era tan inocente, tan ajena a la realidad y pensar también en todo lo que había cambiado desde ese entonces.
Giré mi cabeza posando mi mirada sobre mi espejo, y sin apartar esta de mi reflejo, caminé hasta quedar frente a frente con él. Me veía en él, a pesar de que en mi interior sabía que era otra Ámbar, una nueva Ámbar.
El sonido de la puerta de mi habitación logró sacarme de mis pensamientos y giré dibujando una sonrisa al apenas observar de quien se trataba regresando mi mirada una vez más al espejo.
Él caminó hasta quedar detrás mío para unir sus ojos con los míos a través del espejo y colocó un dulce beso en mi mejilla.
—No sabía que estabas aquí— Hablé girando para quedar frente a frente con él.
—Papá me llamó, me pidió que viniera por las últimas cosas que me quedaban en mi habitación— Respondió para tomarme de las manos —¿Cómo estás, bonita?
Sonrió —Bien, extraña... Mejor, definitivamente mejor. ¿Vos cómo estás?
—Voy a estar bien. Lo importante es que vos estés bien.
—Lo estoy. Hoy luego de tanto tiempo lo estoy— Suspiré —Lamento no haberte dicho antes y que te enteraras de la manera en que lo hiciste.
—No tienes porque disculparte, bonita, yo entiendo el motivo por el que no lo hiciste. Es por eso que te portabas tan extraña con tío Bernie, ¿no?
Asentí —Fue muy difícil para mí saber la verdad, toda la verdad.
—Lo importante es que todo ya va a quedar atrás, ahora podrás vivir libre de mentiras y secretos... Y de él.
—Lo sé, pero, eso también significa dejar todo esto atrás, toda nuestra infancia.
Simón soltó un suspiro para acariciar mi mejilla y asentir. A pesar de que él hace unos meses había dejado la mansión, siempre estaba ella para él, pero esta vez era diferente, porque una vez que cruzara la puerta era para no volver más.
—Delfi me dijo algo y tuvo mucha razón— Fruncí el ceño —Nadie nunca nos podrá quitar nuestra infancia, Ámbar, pero llegó el momento de crecer y con ello, de construir nuevos recuerdos, recuerdos reales, sin mentiras, sin secretos, y lo más importante, juntos.
Habló a lo que asentí sonriente. Él tenía razón, aunque ahora supiese que todo lo que recordaba con tanto cariño llevaba detrás algo oculto, eran mis recuerdos, y así como construí aquellos tan alegres y llenos de amor, ahora construiría unos nuevos, junto a mis padres, mi mamá Sylvana, Simón, mi abuelo, mi tía y Luna. Mi verdadera familia.
—Papás nos esperan abajo— Exclamó —Te ayudo con tu valija.
Dijo para aproximarse hasta mi cama y tomar esta caminando hasta la puerta de mi habitación siendo lentamente seguido por mí.
Al llegar a la entrada, no pude evitar detenerme para contemplar esta una última vez sintiendo mi corazón latir a toda velocidad. Había llegado el momento de decir adiós y justamente soltando un suspiro lo hice. Dije adiós a mi vieja vida y hola a una nueva.
•••••
—¿Están listos?
Cuestionó mi papá al encontrarnos los cuatro reunidos junto a mi abuelo en el living de la mansión con nuestras valijas listas.
—Sí— Respondieron Simón y mi mamá al unísono, sin obtener respuesta de mi parte.
—¿Ámbar?— Inquirió mi papá frunciendo el ceño.
—S-Sí— Contesté en un balbuceo.
—Yo sé que no es fácil esto, mi princesa, pero es para lo mejor— Replicó mi mamá a lo que asentí.
—Tu madre tiene razón, mi solecito, además, estoy seguro que te encantará el nuevo lugar, tiene un jardín hermoso— Solté una pequeña risa ante las palabras de aliento de mi abuelo.
—Que estén ustedes es suficiente para que sea perfecto— Hablé dirigiéndome hacia mis papás causando que sonrieran.
—Entonces vamo...
Las palabras de mi papá se vieron interrumpidas por el sonido de la puerta de la mansión abrirse causando que los cinco enfocáramos nuestra mirada en ella encontrándonos con mi desconcertada tía Lily.
—Lily...— Musitó mi abuelo —Mi amor...
—¿Qué son todas esas valijas?— Inquirió ignorando el saludo de mi abuelo.
—Son nuestras— Respondió mi mamá.
—¿Se van?— Replicó a lo que ella asintió.
—Es lo mejor. Sin vos no tiene caso seguir viviendo aquí, hermana.
—¿Todos?— Cuestionó escaneándonos con la mirada.
—Ellos— Intervino mi abuelo —Yo me quedo con Luna, no pienso dejarla sola hasta ella quiera irse con vos— Mi tía dibujó una mueca en su rostro.
—¿Y vos qué hacés acá, tía?— Inquirió Simón de repente.
—Eso mismo me pregunto yo.
Aquella voz se hizo escuchar en el momento exacto en el que mi tía abrió la boca dispuesta a contestar la pregunta de mi hermano.
Sintiendo un escalofrío recorrerme el cuerpo entero, giré al igual que toda mi familia para encontrarnos con el inconfundible dueño de aquella voz: Bernie Benson.
Mi tía Lily negó mientras que mi papá se aproximó para llegar frente mío con el ceño fruncido al igual que el resto, o al menos el resto a excepción mía.
—Yo la llame.
Una vez más, las miradas de todos cambiaron sus focos para posarse sobre la nueva voz que se unió a la conversación que se encontraba descendiendo de la escalera: Luna.
—Mi hija me llamó— Confirmó mi tía segura —Por eso vine por ella, para llevármela conmigo.
—Dudo mucho que eso quiera, porque ella también me habló a mí. Me pidió que viniera— Replicó Bernie causando que mi tía mirara a Luna desconcertada.
—Sí, yo lo llamé— Confirmó Luna asintiendo.
—Mira Luna, no sé que clase de juego es este, pero...— Exclamó mi tía dura.
—Luna los llamó porque hay algo que tiene que decirles.
Intervine tomando a todos por sorpresa. Luego de haber logrado tranquilizar a Luna anoche, la convencí de por fin hacerse la prueba de embarazo y al obtener su resultado, la convencí que había llegado el momento de hablar ante todos. Confesar la verdad.
—¿Qué ocurre, mi amor?— Inquirió mi abuelo consternado.
Luna parpadeó estática sin responder la pregunta de mi abuelo, sabía que esto no debía ser nada fácil para ella y es por eso que tal como le prometí anoche, caminé llegando hasta su lado para colocar mis manos sobre sus hombros dándole el apoyo que sabía necesitaba, estando para ella como la hermana que era.
—Dale, Luna, vos podés.
Susurré en su oído causando que sus ojos se cristalizaran y asintiera una vez más para soltar un suspiro y tomar de su bolsillo la prueba permitiendo que todos lo vieran.
—¿Q-Qué...
—¿Es eso...
Bernie se aproximó hasta Luna para arrebatar la prueba de sus manos causando que ella retrocediera apresurada.
—Luna, esto no puede ser cierto— Musitó mi tía en un hilo de voz.
—No lo es— Contestó Bernie causando que mi tía y todos frunzan el ceño —Es negativo.
—¡¿Qué clase de broma es esta?!— Cruzó de brazos mi tía levantando la voz.
—No es una broma— Respondió Luna negando —Me hice la prueba porque en verdad pensé que estaba embarazada.
—No puede ser cierto— Negó Bernie —¡Sos una verdadera irresponsable, Luna!
—Lo soy, lo sé— Replicó Luna —Pero si estoy diciéndoles esto es porque no puedo seguir guardando este secreto.
—¿De qué secreto estás hablando?— Inquirió dura mi tía.
Luna dejó correr las lágrimas que hasta ahora había logrado contener para buscar mi mirada a lo que asentí dándole el apoyo que necesitaba.
—¿Luna?— Cuestionó mi abuelo preocupado.
—Mariano. Pensé que estaba embarazada de Mariano.
La mansión se volvió un profundo silencio, podía imaginar lo que pasaba por la cabeza de todos, era la misma sensación que había sentido cuando Luna me lo había confesado.
—Luna, no te atrevas a jugar con algo así— Musitó mi tía Lily negando.
—Luna les dice la verdad— Intervine yo —Mariano estuvo con ella cuando estuvo en la mansión.
De los ojos de Luna comenzaron a brotar lágrimas con mayor intensidad, no debía ser fácil para ella confesar lo que tantos años había ocultado.
—No, no es cierto...— Balbuceó Bernie llevando sus manos a su boca.
—Sí lo es— Aclaró Luna —Y no fue la primera vez— Soltó sin previo aviso —Él fue quién me quitó la virginidad tres años atrás en esta misma mansión, cuando ustedes le abrieron las puertas por segunda ocasión.
Los ojos de mi tía, mi mamá y Bernie se llenaron de lágrimas ante la voz quebrada de Luna al confesar lo último.
—¿A eso te referías cuando me dijiste que nadie te protegió, Luna?— Soltó apresurado mi abuelo logrando que ahora hasta yo frunciera el ceño.
—¿De qué estás hablando, papá?— Exclamó mi tía anonadada.
—¿De él nadie te protegió? ¿Él fue quién te hizo daño, Luna? ¿Él abusó de vos?
—No, no lo hizo, se aprovechó de que era una nena inocente e ilusa y me convenció de estar con él pero yo nunca quise hacerlo, yo no quería hacerlo pero acepté porque él me dijo que era lo único que importaba. Me manipuló, me usó y me lastimó— Sollozó Luna desconsolada.
—¡Es un desgraciado!— Gritó Bernie dejando correr las primeras lágrimas por sus mejillas —¡Es un maldito asqueroso y yo me voy a encargar de que se pudra en prisión!
—¿Por qué nunca nos dijiste nada, mi amor?— Lloró mi tía llevando sus manos a su rostro.
—Porque sentía vergüenza, no pensé que fueran a creerme.
—Mi amor, mi amor debiste decirnos, decirle a alguien, a quien vos quisieras, pero debiste decirlo, no debiste quedarte callada— Exclamó mi abuelo angustiado.
—Lo siento, lo siento en serio— Se disculpó Luna entre llanto.
—No, no nos pidas perdón, mi amor, vos no tenés la culpa de nada.
Replicó mi tía para aproximarse hacia Luna y sostenerla en un abrazo que ella no tardó en corresponderle por lo que retrocedí un par de pasos dándoles su espacio, al final de cuentas, Luna necesitaba los brazos de su madre más que los de cualquier otra persona en el mundo.
—Nosotros somos los culpables por no haber estado para vos— Sollozó mi tía conteniendo a Luna en sus brazos quien explotó en lágrimas.
—Tu madre tiene razón, Luna, debimos habernos dado cuenta, debimos haberte protegido, haber sido buenos padres— Completó Bernie llegando hasta ellas para acariciar la espalda de Luna.
—No podían haberlo sabido, Bernie— Intervino mi padre —El desgraciado de Mariano nos engañó a todos cuando en verdad era una basura.
—Pero ya no más— Contestó Bernie lleno de rabia —No voy a permitir que las cosas se queden así. Voy a hacer que ese maldito pague por todo.
—Vamos— Afirmó mi abuelo con la respiración agitada —Esa lacra de Mariano no se va a salir con la suya.
—Mi amor— Soltó mi tía hecha un mar de lágrimas —Perdonanos, perdonanos en serio. Te prometo que ahora todo va a cambiar. Aquí y ahora te juro que no voy a descansar hasta que te devuelva lo que te arrebataron.
—Yo te prometo lo mismo, mi amor— Intervino Bernie —No supe ser un buen marido ni un buen padre ni para vos, Lily, ni para vos, Luna, pero pienso enmendar todo el daño que causé ahora que sé mi hijita pudo haber repetido mis desagradables pasos.
—Es imposible enmendar lo que hiciste, sos la misma basura que la basura que se aprovechó de tu hija— Escupió Lily con odio.
—No, no lo soy. Si yo hice todo lo que hice a Sylvana y a Ámbar fue por ustedes dos, por el amor que te tenía a vos y a Luna. A mi familia.
—Si me hubieras amado tanto como decís no te hubieras metido con Sylvana— Vociferó mi tía.
—Yo sé que fui un idiota, hasta el día de hoy no me lo perdono, pero no puedo volver el tiempo atrás, cometí cientos de errores y ahora me toca pagar por ellos. Empezando por vos, Ámbar— Soltó dirigiéndose hacia mí sin previo aviso —No hay una sola forma de pedirte perdón, no merezco tu perdón, ni el de tu madre, ni el de nadie, pero quiero que sepas que ahora que te conozco, te vi crecer y que te amo como a mi propia hija me arrepiento tanto pero tanto de algún día haberte querido hacer daño.
—Me alegro que sepas que no mereces mi perdón porque no pienso perdonarte nunca. Gracias a vos sufrimos tanto, estamos sufriendo todos ahora— Escupí sintiendo las manos de Simón y mis padres sostenerme con fuerza.
—Yo no me imagino mi vida sin vos, Ámbar, mucho menos ahora que sé que sos mi hija. Mi verdadera hija. Por favor, te suplico que me des una oportunidad, tan sólo una.
Negué —Yo no soy tu hija. Llevo tu sangre pero vos no sos nada para mí y no lo serás nunca más. Luna es tu hija, tu única hija, así que ahora ocupate de ella y de ser el padre que nunca has sido para ella. Ella te necesita. Yo no lo hago. Yo tengo a mi familia y no necesito a nadie más.
Contesté firme sin apartar mi mirada de la de Bernie y sintiendo mis ojos cristalizarse de impotencia, caminé fuera de la mansión sin mirar más atrás siendo rápidamente seguida por mis padres y Simón.
Era lo único que me hacía falta para poder dejar la mansión, enterrar aquel monstruo, aquel ser que simbolizaba todas y cada una de las mentiras en las que había vivido, todos y cada uno de los secretos que habíamos ocultado, todas y cada una de las lágrimas que habíamos derramado, aquel monstruo de nombre Bernie Benson. Aquí y ahora, Bernie Benson había muerto para mí. Era libre.
»»»»»»»»»
¡Hola a todos! ❤️ Este está yendo sin edición porque necesito dormir pero no lo quería hacer sin publicar.
Son mis últimas semanas de clases linduras, apiádense por favor.
¿Qué les pareció el capítulo? Luna no está embarazada, ¿lo esperaban? ¿Pensaron que si lo estaba? ¿Qué les pareció la reconciliación? ¿La escena Delmón? ¿La confesión de Luna? ¡Comenten linduras!
Sólo 6 más.
Voten ⭐️ si les gustó y Comenten 💬 cuál fue su parte favorita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top