52 | El momento llegó


M I É R C O L E S

Luna POV

Nina no parecía reaccionar ante lo que recién salía de mi boca, simplemente me observaba tan pálida como un papel parpadeando apenas un par de veces.

—¿C-Cómo que... —Musitó Nina en un hilo de voz —Decime por favor que es un chis...

—¿Cómo crees que voy a bromear con algo así, Nina?— Exclamé alterada —Es así. Tengo un atraso de cuatro semanas.

Nina negó sin habla. Yo crucé de brazos sintiendo nuevamente mi estómago revolverse tal como sucedía cada vez que me atrevía a pensar en aquello.

—P-Pero... ¿Es seguro? O sea, ¿vos ya te hiciste una prueba o algo?— Continuó Nina aun en un hilo de voz.

—No, aún no lo he hecho pero no hay forma de que no me haya venido ya, Nina, no hace falta ser tan inteligente para unir las piezas— Nina soltó un suspiro que tal pareció ser de alivio.

—Bueno, pero entonces puede ser cualquier cosa, Luna, un desorden hormonal o yo que sé. No significa que estés embarazada.

Soltó provocando que sin dudarlo la silenciara mientras observaba a mis alrededores asegurándome que nadie estaba lo suficientemente cerca como para escucharnos.

—Baja la voz, Nina— Supliqué entre dientes.

—Lo lamento. Pero no podés soltar algo como eso sin estar totalmente segura.

—No necesito hacerme una prueba para saberlo, las fechas coinciden perfecto, las pastillas que sobran son justamente de los días que tuve relaciones con...

—¿Con? ¿O sea que vos sabés de quién podría ser?— Cuestionó causando que le regalara una mirada fulminante —No quería que sonara de ese modo, lo lamento— Se disculpó logrando que rodara los ojos.

—Supongo que es lo que me merezco por...— Musité agachando la mirada.

—¿Eso quiere decir qué podría ser de alguno de los chicos con los que...— Interrumpió abriendo los ojos como platos.

—¿Qué? ¡No! ¡No!— Respondí apresurada —Vos sabés perfectamente que no dejo que me toquen un pelo si no están dispuestos a cuidarse.

—¿Y eso qué? Vos sabés perfectamente que los condones fallan todo el tiempo.

—Lo sé— Suspiré con pesadez —Pero es imposible, no coinciden las fechas.

—Entonces eso quiere decir qué, ¿sería de Matteo?

—A menos que haya fallado como vos decís, no— Negué —Matteo se cuidó casi todas las veces que estuvimos juntos.

—Y si no es de Matteo, y no es de ninguno de los chicos, entonces... ¿De quién podría ser ese bebé, Luna?

Apreté mis ojos maldiciéndome internamente, sintiéndome como una completa estúpida y odiándome cada vez más porque sabía perfectamente de quién podía ser.

—Con la única persona que estuve que no me cuidé nunca, y que coincide con las fechas de las pastillas es con... Con Mariano.

Confesé causando que Nina nuevamente palidezca. No me atreví a contarle de uno solo de nuestros encuentros, no quería que me juzgara, que me hiciera sentir más mierda de lo que de por sí ya me sentía, y todo fue para nada, porque ahora me vi obligada a hacerlo.

—¿Mariano?— Soltó en un hilo de voz —¿Mariano volvió a...

—¡No!— Alcé la voz sin importar ganarme una que otra mirada —No, Nina, él no sé aprovechó de mí... Yo fui quién aceptó estar con él.

—¡¿Vos te volviste loca, Luna?!— Exclamó elevando la voz —¿Cómo pudiste estar con la persona que tanto daño te causó?

—¡No lo sé! Yo estaba mal en ese momento, había terminado con Matteo, Ámbar recién ingresaba al hospital, Benicio, Emilia, mis padres... Estaba mal. Odiaba al mundo, odiaba a mi vida, me odiaba a mí misma que no pensé en lo que hice una sola de las veces...

—¿Una sola? ¿Eso quiere decir que estuviste con él más de una vez más?

Rodé los ojos dándole a entender lo obvio. Justamente eso era lo que temía escuchar, que Nina, la única persona que sabía todo lo que Mariano me había hecho, me juzgara por haber tomado una mala decisión, o muchas malas decisiones juntas, todas cegadas por el odio que me invadía en ese momento.

—Cuando se fue de vuelta a Madrid luego de que descubriera que estaba comprometido pensé que no podría volver a lastimarme... Pero ahora...— Hablé sintiendo mis ojos comenzar a cristalizarse.

—No hay nada seguro aún, Luna— Intervino Nina obligándome a callar —Ahora más que nunca tenés que hacerte una prueba.

—¿Y cómo se supone qué la haré?— Solté alterada —Mis padres me tienen más vigilada que nunca, no puedo salir ni a la esquina, no tengo teléfono, ni computadora, ni... No puedo conseguir una prueba, Nina.

—Yo te la voy a conseguir, Luna— Mencionó logrando tranquilizarme un poco —Vos lo hiciste por mí y yo ahora lo voy a hacer por vos. Hoy mismo la compraré y mañana te la daré para que cuánto antes terminemos con esta incertidumbre y sepamos qué es lo que tenés que hacer.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro que no tardó en desaparecer. Era extraño, pero prefería no confirmar si mis sospechas eran reales, por más que aparentaran serlo, porque al menos así no tenía que preocuparme aún por lo peor: ¿Qué mierda iba a hacer si era verdad?

—Si es verdad mi vida está arruinada, Nina, mis padres me odian tanto que sé que después de esto no dudarán en regalarle mi custodia a mi abuelo— Sollocé dejando correr una primera lágrima —No dejo de decepcionarlos.

—No es tu culpa, Luna.

—Claro que es mi culpa, Nina, no debí estar con Mariano, no debí estar con Matteo, no debí estar con nadie... Desde el primer susto la vez pasada debí dejar de tener relaciones de una vez por todas.

—Si vos hiciste todo lo que hiciste fue por culpa de Mariano, porque él te dañó de esa manera y si resultara ser positivo, serviría para que de una vez por todas ese maldito pague por todo el daño que te causó, porque vos sabés perfecto que está mal todo lo que te hizo, Luna.

—Pero eso no borraría el hecho de que estaría esperando un hijo de la persona que más me lastimó en esta vida— Señalé cruzándome de brazos dejando correr otra lágrima.

—Hay que estar seguras antes. Después, ya veremos que hacer.

Dijo para inmediatamente, aproximarse hacía mí logrando que nos uniéramos en un abrazo, uno que verdaderamente necesitaba en ese momento.

Mentiría si dijera que no había pensado en todo lo que había hablado con Nina antes, y aunque no era la primera vez que me pasaba algo como esto, todo de esta ocasión lo hacía un millón de veces peor.

Mis padres me odiaban, mis tíos también, mi abuelo peleaba mi custodia, todos en el Roller y el Blake me señalaban, Ámbar y Matteo, Simón... ¿Cómo le podía sumar a todo eso el que yo pudiera estar embarazada? ¿Cómo podía seguir destruyendo a mi familia y a mi vida más de lo que ya lo había hecho?

Simón POV

Luego de haber plantado a Ámbar la noche anterior que prometí llevarla a la mansión para pasar un poco de tiempo con ella, el cual ya casi no compartíamos desde que me había mudado al loft con los chicos, decidí organizarle una pequeña sorpresa para compartir una noche juntos.

—¿Y bien? ¿Esto es suficiente para qué me perdones por haberte plantado?— Cuestioné abriendo la puerta de mi habitación permitiéndole observar todo lo que se encontraba dentro de ella, más específicamente, sobre la cama.

—Sushi de tu lugar preferido y un litro de helado de dulce de leche esperándote en la nevera.

—Hace falta ver que tan bueno es el helado.

Respondió sonriente con un brillo inigualable en sus ojitos azules que hace tanto tiempo no observaba y rodeó sus brazos en mi cuello para sostenerme en un abrazo que no dudé ni un segundo en corresponderle.

—Gracias, Simón.

—No me tenés que agradecer por esto, bonita, es lo mínimo que puedo hacer para compensar el haberte plantado por venir con Delfi a...

—¡Perdonado!

Interrumpió mi frase alzando la voz, logrando que ambos riéramos y nos dirigiéramos a la cama para comenzar a degustar aquel sushi que tanto amaba.

—¿Y Nico y Pedro dónde están?— Inquirió comiendo un primer bocado.

—Pedro decidió visitar a sus padres esta noche y Nico prefirió salir con Nina antes que utilizar su día en el loft, así que me dejaron todo esto para mí y preferí aprovecharlo con mi hermana antes que con mi novia— Reí causando que rodara los ojos.

—Gracias, me hacés sentir especial— Bromeó a lo que ambos reímos —Me alegra que Nico y Nina se hayan arreglado.

—¿A vos no te molesta eso?— Cuestioné a lo que ella negó.

—No. Debo confesar que me desorientó enterarme que Nina supo del plan de Luna y no dijo nada, pero al final de cuentas la entiendo— Suspiró —Yo jamás revelaría ningún secreto de Delfi o Jazmín porque son mis mejores amigas.

—Es lo mismo que le dije a Nico, así como que todos merecemos una segunda oportunidad— Ámbar asintió y sin dudarlo, tragué saliva con dificultad ante el pensamiento que invadió mi mente —Y hablando de segundas oportunidades... Ayer hablé con Michel.

Ámbar se encogió de hombros borrando cualquier rastro de lo que conservaba de aquella sonrisa. Sabía que era algo difícil de tocar, Michel, al igual que Luna, siempre fue alguien tan importante para Ámbar que no dudaba que le doliera todo lo sucedido.

—¿Vos has hablado con él?— Negó ante mi pregunta.

—No, no lo hecho y la verdad es que no sé si esté lista para hacerlo. Yo supuse que algo estaba mal desde que se alejó de mí de la noche a la mañana, pero no sé que fue lo que le hice para que me hiciera todo lo que me hizo.

Suspiré desviando la mirada de la de ella. Yo sí que lo sabía, pero no sabía si era la persona indicada para decírselo, y Michel había prometido que hablaría con ella.

—Yo creo que deberías esperar a hablar con él y que diga de su propia boca las cosas, ahí vos decidirás si le darás una segunda oportunidad, o no, como yo no lo hice.

—¿Vos no lo perdonaste?— Frunció el ceño.

—No puedo hacerlo, porque aunque luego de hablar con él puedo llegar a entender porque hizo lo que hizo, eso no quita que siga siendo su culpa tanto como lo fue de Luna— Ámbar desvió su mirada de la mía creando un silencio que pareció eterno.

—Simón, yo... Yo creo que deberías hablar con Luna y... Pedirle perdón.

Me fue imposible no fruncir el ceño ante aquello, ¿en verdad estaba hablando en serio? ¿Ámbar me estaba pidiendo que me disculpara con Luna?

—¿Vos estás hablando en serio Ámbar?— Solté incrédulo.

—Sí, Simón, te estoy hablando en serio— Respondió causando que entendiera que no era un chiste —Yo sé que Luna hizo muchas cosas malas, Simón, pero eso no cambia el hecho de que sea nuestra prima, nuestra familia.

—¿Y por qué se supone que tendría que pedirle perdón? ¿Por haberte lastimado?

—El abuelo me contó todas las cosas que le dijiste... Que se dijeron— Corrigió para suspirar mientras rodé los ojos —Y sé que lo hiciste porque estabas furioso, pero la vida de Luna nunca ha sido fácil, Simón, y ella nos necesita ahora más que nunca.

—¿A qué te refieres con que nos necesita?— Fruncí el ceño, ¿acaso ella sabía algo que yo no?— Ámbar, ¿qué está pasando con Luna?

Ámbar suspiro para dejar sus palillos y despeinar su cabello, aquello que sólo hacía cuando no encontraba la manera de decir algo.

—El abuelo amenazó a tía Lily con quitarle la custodia de Luna.

Me fue inevitable no abrir mis ojos como platos al escuchar aquello salir de su boca. Eso no podía ser cierto, sabía que las cosas estaban tensas en la mansión, pero eso parecía imposible, el abuelo no había podido amenazar a mi tía con eso, no podía quitarle a Luna, a su propia nieta.

—¿Cómo?— Musité —Pero lo dijo simplemente por decir, ¿no? Él no sería capaz de hacerle eso...

—Yo tampoco creí que lo fuera, pero han pasado los últimos días asesorándose con abogados, tanto el abuelo como tía Lily— Respondió preocupada.

—¿Luna lo sabe?

—No estoy segura, pero eso no cambia el hecho de que esté sucediendo, por eso quiero que me prometas que vas a hablar con Luna y que le vas a pedir perdón, Simón. Ella nos necesita.

Me resultaba incomprensible que luego de todo lo sucedido fuera Ámbar quien me pidiera aquello, sin embargo, su tono preocupado fue el que terminó por convencerme que lo debía hacer.

A pesar de que no estuviera de acuerdo y que me resultara imposible olvidar todo lo que había hecho, había dicho cosas de las cuales no me sentía orgulloso, y al final de cuentas, Ámbar tenía razón, Luna no tenía a nadie más en este momento que nosotros.

—Te lo prometo, bonita— Sonreí provocando que ella también lo haga —Hace tanto que no te veía sonreír de esa manera— Señalé —¿A qué se debe eso?

—A nada en particular— Soltó volviendo a tomar sus palillos para comer otro rollito.

—A mí no me mentís que yo te conozco perfecto, bonita— Solté junto a una risa —¿Qué pasa?

Suspiró —Ayer hablé con Matteo.

—¿Y?— Sonreí —¿Qué tal?

—Muy bien, no tenía idea cuanto necesitaba charlar con él y me sirvió para conocer muchas cosas de las cuales no tenía ni idea.

—Me alegra entonces que se haya animado a hablar con vos— Sonreí sin darme cuenta lo que recién había dicho.

—¿C-Cómo?— Frunció el ceño confundida —¿O sea que vos sabías que lo haría?

—S-Sí— Suspiré —Hablé con Matteo hace un par de días, le pedí perdón por todo y le aconsejé hablar con vos.

—¿Por qué?— Inquirió aun con el ceño fruncido.

—Porque a pesar de todo lo qué pasó, yo sé lo mucho que lo llegaste a querer y lo bien que él te hacía, no me parece justo que lo suyo haya terminado de la manera en que lo hizo— Ámbar sonrió para tomarme de la mano.

—Significa mucho para mí el que lo hayas hecho— Su sonrisa terminó por contagiarse a mi rostro y acaricié su mano con la mía.

—A mí lo que más me importa es que vos seas feliz— Dije para relamer mis labios —El que hayas hablado con él quiere decir que... ¿Están otra vez juntos?

Negó —No. Nos perdonamos por todo, pero, no sé si haya oportunidad de que volvamos a estar juntos... No luego de todo lo qué pasó.

—No fue su culpa lo que sucedió, Ámbar.

—En parte lo fue— Suspiró —Además, yo ahora me siento confundida.

—¿Confundida con?— Fruncí el ceño sin entender una sola de sus palabras una vez más.

—Benicio.

Era imposible negar que escuchar su nombre fue como cachetada para mí. Si de por si no era fan de Matteo, mucho menos lo era de Benicio, y más ahora que sabía que él había ayudado a Luna con ese maldito plan que había arruinado la vida de todos de mil maneras diferentes.

—Benicio me confesó que aun me ama, Simón, y aunque no hemos hablado desde hace casi una semana, yo no he podido olvidarlo. Lo pienso una y otra y otra vez, y... No sé que signifique eso.

—¿Vos aún seguís sintiendo algo por él?

—No lo sé, no lo sé, estoy tan confundida. Hace meses que no sentía nada por él, y no fue hasta que... Lo besé— Abrí mis ojos como platos al instante —Que volví a sentir algo que hace tanto no sentía.

—¿Y ahora que hablaste con Matteo?

—Ahora estoy más confundida que nunca, ya no sé lo que siento por ninguno de los dos o si siquiera estoy sintiendo algo.

Ámbar se encogió de hombros y sin dudarlo, me aproximé para sostenerla en un abrazo que la tomó por sorpresa, uno que estaba seguro necesitaba y mucho.

—Has pasado por mucho que es normal que estés confundida, bonita.

—Lo sé, pero odio estarlo, sólo quiero que todo lo malo acabe de una vez por todas y que pueda volver a ser como antes, aunque eso suene imposible.

Aparté un mechón de cabello de su rostro para finalizar acariciando su hombro y tomarla de la mano.

—Yo te prometo que pronto todo va a solucionarse.

Dije sin tomarle gran importancia a mis palabras, lo único que quería era darle un poco de paz, se la merecía, no merecía seguir sufriendo por nada, no después de todo.

—¿Qué te parece si esta noche te quedas aquí conmigo?— Cuestioné tomándola ahora de ambas manos —Y pasamos la noche como en los viejos tiempos.

—Me encantaría, pero luego de desaparecerme todo un fin de semana no quiero seguir preocupando a papás, ellos tampoco merecen seguir sufriendo por mí.

—Estoy seguro que saber que estás aquí conmigo les dará más tranquilidad que el que estés en la mansión en el medio de todo el drama— Mencioné tomándola del rostro causando que sonriera.

—Está bien— Festejé ante su respuesta depositando un beso en su mejilla a lo que rió.

—Entonces hay que festejar con el helado— Solté poniéndome de pie y estirando mi mano hacia ella.

—Bueno y mientras contame cómo te fue esta mañana en la grabación.

—Maravilloso, el tema quedó casi listo pero mañana volveremos para grabar los detalles, Eliana dice que podría ser lanzado en dos semanas.

Conté mientras Ámbar y yo nos dirigíamos a la cocina del loft. Hace tanto tiempo que ni ella ni yo teníamos aquello: un momento para los dos, lejos del drama, de la tensión, de las discusiones. Un momento que nos sirviera para recordar que alguna vez fuimos felices y que podíamos volver a serlo, sólo esperaba que eso fuera pronto.

J U E V E S

Luna POV

—Aquí lo tenés.

Exclamó Nina entregándome la caja con la prueba en mis manos que no tardé en ocultar en mi mochila temiendo que alguien entrara al baño del Blake dónde nos habíamos ocultado para que me lo entregara y nos descubriera.

—En verdad que no sé como agradecerte, Nina— Respondí cerrando mi mochila.

—No tenés que agradecerme por nada, Luna, es lo mínimo que te debo por la vez pasada— Replicó —Pero, ¿no pensas hacértelo ahora?

—No, no puedo, alguien puede entrar y... Prefiero hacérmelo yo sola.

—Está bien, pero prométeme que hoy mismo lo vas a hacer, no podés seguir cargando con esta duda.

—Te lo prometo— Dije soltando un suspiro.

—¿Has pensado que vas a hacer si...

—Sí— Mencioné al instante —Pero no sirve de nada. Mis padres ya saben que no soy virgen por Ámbar, pero tampoco saben desde cuando y mucho menos por quién.

—No fue tu culpa, Luna, Mariano abusó de vos...

—No vuelvas a repetir eso porque no es cierto, Nina— Exclamé a la defensiva —Mariano me lavó el cerebro, sí, pero no me obligó a hacer nada, no antes, no ahora, no nunca. Yo acepté siempre.

—Vos sos menor de edad, él es mayor, es suficiente para que sea un delito y si no dije nada a nadie fue porque vos me suplicaste que no lo hiciera. Pero sabés perfectamente lo que opino de todo.

—Yo tenía vergüenza, Nina, tenía solamente trece años y no entendía nada.

—Justamente porque tenías trece años es que debiste decirle a tus padres lo sucedido. Ellos lo hubieran hecho pagar y todo hubiera sido tan diferente a como fue.

Miré a Nina sin habla. A pesar de que mi pasado había sido difícil desde que tenía memoria. Lo sucedido con Mariano terminó por arruinarlo todo, terminé por alejarme de todos y volverme la Luna que ahora era, que ahora tanto odiaba.

—No se puede cambiar el pasado— Musité agachando la mirada.

—Pero se puede arreglar el presente— Replicó —Y si la vida te está poniendo esta prueba es porque quizá es momento de que todo el mundo sepa que no sos un ser sin corazón por nada. Vos pasaste por algo que ninguna nena de trece años debió de haber pasado. Nunca.

La campana que indicaba que era momento de entrar a clases sonó rompiendo con aquel silencio que se había generado luego de las palabras de Nina.

—¿Vamos?— Inquirió.

—Ahora te alcanzo.

Respondí a lo que ella asintió acariciando mi hombro para tomar sus cosas y salir del baño dejándome completamente sola.

Mi mirada se encontró con mi reflejo en el espejo y oscuros recuerdos de días atrás cuando estuve a escasos segundos de cometer la mayor locura de toda mi vida.

Locura que se vio interrumpida por justamente lo que había dicho Nina: una prueba. Otra oportunidad, una prueba para esta vez hacer lo correcto, decir aquello que debí decir hace tantos años.

Ahora todo era diferente, porque de haberlo dicho, nada de lo que me estaba pasando estaría sucediendo. Pero no podía cambiarlo, era el pasado que yo no había elegido, sino el que me había tocado y ahora solo me quedaba una cosa: enmendar el presente, solo eso.

Ámbar POV

Luego de haber pasado la noche entera charlando con Simón, entendí que lo mejor que podía hacer por mí era enfocarme en mi misma, dejar de pensar por un momento en el drama que ocurría con mi familia, con Luna, con Matteo y con Benicio. Y con la única persona que podía hacerlo era con mi mamá Sylvana.

Con ella yo no tenía que fingir nada, ella conocía todo y por eso estar con ella me hacía tan bien en estos momentos, me daba la paz que necesitaba y quería.

—Me alegra que hayas podido venir.

Exclamé al apartarnos del abrazo en el que nos habíamos encontrado al llegar a la plaza dónde la había citado.

—Ya sabés que siempre que llames yo voy a estar para vos, mi chiquita— Replicó acariciando mi mejilla —¿Cómo has estado estos días?

—Mejor, mucho mejor. Hablé con Matteo— Confesé al tomar asiento en el banco en el que la había esperado antes de llegar.

—¿Y?— Cuestionó abriendo los ojos como platos.

—Y nos pedimos perdón por todo, me dijo muchas cosas que no tenía idea y me hizo darme cuenta que a pesar de todo, las cosas sucedieron por algo.

—¿Y volverán a intentar algo?— Preguntó frunciendo el ceño.

—Aún es muy pronto, pasamos por mucho que no es tan simple pensar en eso. Además, no es lo que más me preocupa ahora.

—¿Por qué? ¿Qué sucede?— Inquirió sin dejar de fruncir el ceño.

—Mi abuelo está por pelear la custodia de Luna contra mi tía y Bernie, y luego de todo lo ocurrido hay muchas posibilidades de que la pueda conseguir— Mi madre tornó su rostro anonadado —Y yo no quiero que así sea, no ahora que sé que Luna es mi... Es mi hermana.

—¿Y no hay manera de detener eso?— Negué.

—No la hay. Mi abuelo y mi tía Lily se odian, se odian en serio y eso me duele mucho porque ellos siempre fueron tan unidos, mamá.

—Yo lo recuerdo. Alfredo siempre vio a Lily como la luz de sus ojos.

—La pelea de la custodia, mis padres en el medio, Luna, yo, cada vez es más difícil todo y cada vez me doy cuenta que vos tenías razón, mamá... Si abro la boca terminaré por destrozar lo poco que aún queda y no es justo para nadie, especialmente para Simón, él no tiene la culpa de nada.

—Ni vos, ni Luna, ni Lily, ni tus padres, ni nadie tiene la culpa de nada, mi amor— Intervino apresurada —Los únicos culpables de todo somos Bernie y yo.

—No, mamá, vos no sos culpable de nada. Bernie te chantajeo, te mintió, vos no tuviste la culpa de nada como no la tienen ninguno de ellos, y es por eso que no diré nada. Suficiente tenemos con lo que está ocurriendo.

Mi madre soltó un suspiro para entrelazar su mano con la mía. Ahora, por fin, entendía lo que ella tanto deseaba, no arruinar algo que no merecía ser arruinado, por más destrozada que parecía estar mi familia, los pocos hilos que aun la sostenían se romperían en el momento en el que yo abriera la boca.

—Ahora sólo quiero enfocarme en lo bueno que queda, y eso te incluye a vos— Hablé logrando dibujar una sonrisa en su rostro.

—¿Lo decís en serio, mi vida?

—Obvio que lo digo en serio, vos sos una de las mejores cosas de mi vida y aunque lleve poco tiempo de conocerte, ahora no me imagino mi vida sin vos.

Sin poder notarlo, mi mamá se aproximó para sostenerme en un profundo abrazo que tanto bien me hizo.

No obstante, aquella repentina acción provocó que el bolso que sostenía mis patines en los cuales había llegado hasta la plaza terminara por caer al suelo.

—¡Como lo siento, mi chiquita!— Exclamó para recogerlos de ahí.

—No hay cuidado, mamá— Solté una pequeña risa —Han sobrevivido más que una pequeña caída.

—Y si son igual de resistentes que vos no lo dudaría ni un segundo.

—Mis patines son una parte de mí, me han acompañado por mucho tiempo ahora— Sonreí de lado para luego soltar un suspiro.

—Amas mucho patinar, ¿verdad?— Preguntó sonriente.

—Como a nada en este mundo, siempre fue un escape para mí en los momentos difíciles, como ahora, patinar me da toda la vida que necesito.

—No dudo que seas una gran patinadora, mi amor, tanto que me encantaría verte sobre ruedas.

Me fue inevitable no abrir mis ojos como platos ante el pedido de mi mamá, ¿en verdad quería verme patinar? ¿A mí?

—¿L-Lo decís en serio?

—Obvio, mi amor, me daría mucha ilusión verte hacer lo que tanto amas... Por favor.

Asentí sin pensarlo dos veces. A pesar de que mis padres siempre estuvieron presentes en todos y cada uno de mis logros de patín. El saber que por primera vez mi mamá, mi madre biológica, me vería sobre ruedas era inigualable, era más de lo que podría haber soñado.

Me coloqué mis patines a toda velocidad sin querer perder un sólo segundo para seguidamente ponerme de pie y alejarme un par de metros de su lado asegurando un espacio suficiente para hacer un par de trucos e impresionarla.

Comencé con una pequeña improvisación de freestyle, trucos simples que dominaba a la perfección, cada vez subiendo más y más de nivel.

Y fue justamente al aterrizar de un doble salto, que el desperfecto pavimento me obligó a derrapar mi patín izquierdo y terminar sobre el suelo alertando inmediatamente a mi mamá, que corrió a toda velocidad hasta mi lado.

—¡Ámbar! ¡Mi chiquita!, ¿estás bien? ¿No te lastimaste?

Leves quejidos de dolor se escaparon de mi boca mientras llevé mis manos hacia mi tobillo izquierdo. A pesar de haber sido una pequeña caída, desde el accidente, cualquier dolor en esa zona se intensificaba cien veces más.

—S-Sí, estoy bien— Balbuceé entre gemidos de dolor —Fue sólo una pequeña caída.

—Una caída en tu recién sanado tobillo izquierdo. Tenemos que ir a un médico.

—¿Qué?— Exclamé apresurada —No, no mamá, no fue nada, en serio, estoy perfecta, no necesito un médico. Con hielo se pasará.

—Entonces vamos a la mansión para que puedas colocarte hielo y reposar.

—¿Cómo?— Solté incrédula —No, no podemos ir a la mansión, mamá, alguien puede verte y...

—Eso no importa ahora, Ámbar, lo importante es tu salud.

—Pero...

—Pero nada. Te llevaré hasta la mansión y hasta que no me asegure que vos estás bien, no me iré a ninguna parte. Aunque sea muy arriesgado.

Miré a mi mamá preocupada. A pesar de que no podía negar necesitar su ayuda para poder llegar hasta la mansión sin agravar mi tobillo, sabía lo arriesgado que aquello era.

Mis padres, tíos y abuelo estaban fuera de la mansión en este momento, pero eso no aseguraba que no volverían en cualquier instante y si alguien veía a Sylvana, era el fin de todo.

Mi mamá me ayudó a ponerme de pie, sacarme los patines y juntas nos dirigimos a la mansión lo más rápido que pudimos.

Al llegar a esta, Sylvana me ayudó a instalarme en el sofá del living con una bolsa de hielo sobre mi tobillo que para este momento comenzaba a inflamarse en serio.

—Gracias, mamá, no debiste molestarte— Suspiré colocando la bolsa de hielo sobre mi tobillo que se encontraba elevado sobre una almohada.

—Vos nunca podrías ser una molestia para mí, mi amor, que vos estés bien es lo que más me importa en este mundo— Respondió colocando un beso sobre mi frente —Y por eso tenés que prometerme que cualquier pequeño dolor que te cause, irás a un médico, ¿estamos?

—Estamos— Reí —Sos una gran mamá.

—Y vos sos una gran hija, mi chiquita— Suspiró apartando mechones de pelo de mi rostro —Te amo tanto.

—Y yo te amo a vos.

Ambas sonreímos y sin dudarlo nos unimos en un nuevo abrazo. No lo dudaba ni tantito. La amaba, porque ella me había demostrado que el amor que tenía por mí era infinito, y ella se había ganado el mío para siempre.

—Pero bueno, me aseguré que estés sana y salva, y ahora debo irme antes de que alguien llegue y...

Y fue entonces cuando aquello que tanto temí que sucediera, pasó. El sonido de la puerta de la mansión abriéndose se hizo escuchar logrando que tanto mi mamá como yo palideciéramos.

No importaba quien fuera, cualquier persona que encontrara a Sylvana en la mansión era motivo para que todo se terminara, para que no hubiera vuelta atrás.

Sin embargo, la vida logró darnos de alguna manera una pequeña segunda oportunidad a las dos al momento en que de la puerta se vio entrar a mi madre en compañía de mi padre y abuelo.

—¿Q-Qué... Qué significa...

Balbuceó mi madre tornándose igual de blanca que un papel mientras que mi abuelo y mi padre intercambiaron miradas perdidas para regresar sus ojos a las dos.

Sylvana se quedó estática, casi sin respirar, sin moverse un sólo centímetro. Yo, sentí un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, mi estómago revolverse, el aire faltarme, mi corazón detenerse, toda una combinación de sentimientos que se redujeron a uno solo: terror. No estaba lista para enfrentarme a esto, no ahora, no nunca.

—Ámbar, ¿qué es lo qué está sucediendo aquí? ¿Qué hace esta mujer en el living?

Sin dudarlo me puse de pie llegando hasta un lado de Sylvana sintiendo un nudo en mi garganta, uno que me impedía hablar y sólo me permitía balbucear.

—Y-Yo... Yo te... Yo te puedo explicar todo...

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué está ocurriendo?— Replicó mi madre Sharon perdiendo el control.

—Lo que pasa es que...

—¿Sylvana?

Cerré los ojos maldiciéndome porque nada podía ser peor que haber escuchado aquello, la voz de mi tía.

Tanto mi mamá Sylvana como yo giramos para encontrarnos frente a frente con mi tía que observaba a Sylvana incrédula, como si de un fantasma se tratara.

—¿S-Sylvana? ¿Q-Qué es lo qué hacés aquí?— Musitó mi tía en un hilo de voz.

—Y-Yo no... Yo no...— Balbuceó mi mamá Sylvana.

—Ámbar, por favor— Insistió mi madre Sharon —Decime qué es lo que está pasando aquí.

—¿Qué está sucediendo?— Intervino mi tía Lily consternada.

—Yo...— Fui yo ahora quien balbuceó —Lo que pasa es que...

—¡¿Qué es lo que ocurre aquí?!

Y fue entonces cuando todo mi mundo se vino abajo, cuando todo dio vueltas a mi alrededor, aquella simple y asquerosa voz se hizo escuchar, aquella voz que derrumbó mi mundo entero en pedazos.

—¿Sylvana?

Tanto Sylvana como yo giramos una vez más, esta vez encontrándonos frente a frente con aquel monstruo que había arruinado nuestras vidas descendiendo de las escaleras, aquel ser que ambas odiábamos, Bernie Benson, el que alguna vez fue mi tío, mi padre.

—Ámbar, ¿qué es lo qué está pasando aquí?— Suplicó mi tía Lily con el ceño fruncido.

—Eso mismo yo estoy preguntando, ¿qué está pasando aquí? ¿Qué hacés vos en mi casa?

Escupió Bernie hacia Sylvana provocando que por primera vez mi mirada se pose sobre la de mi madre Sharon y mi abuelo quienes parecían estar al borde del colapso.

—Bernie— Reclamó mi tía sorprendida —¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué le hablas de esa manera a Sylvana?

Negué. No, no había vuelta atrás. Nadie lo merecía, sí, pero nosotras tampoco lo hicimos ni lo hacíamos. Había llegado momento de terminar con todo de una vez por todas.

—Yo te diré lo que ocurre, tía...— Exclamé ganándome las miradas de todos.

—Ámbar, no lo hagas— Suplicó mi madre Sylvana en mi oído.

—Ámbar, por favor— Imploró mi madre Sharon supongo al fin entendiendo qué es lo que ocurría, que yo ya sabía toda la verdad.

—Lo lamento, pero no pienso seguir guardando este secreto.

—¿De qué secreto estás hablando, Ámbar?— Cuestionó mi tía Lily totalmente desconcertada.

—Ámbar...

—Ámbar no lo hagas...

—Ámbar, por favor.

Hice caso omiso ante todas aquellas voces que se intensificaron en mi mente. Ya había sido suficiente, ya no había vuelta atrás. No la había.

—De mi secreto, tía. Es hora de que todos sepan toda la verdad... Toda.

Exclamé segura de todas mis palabras. No tenía miedo, él no podía causarme más daño del que ya lo había hecho, no podía permitir que una vez más se saliera con la suya, no podía, había llegado el momento, el momento de que pagara por todo, absolutamente todo. El momento de que Bernie Benson cayera y para siempre.

       »»»»»»»»»

¡Hola a todos! ❤️ Sí, sí y sí. Sé que me demoré mil con este capítulo pero ya no doy para más en la vida, linduras.

¿Qué les pareció el capítulo? El momento llegó linduras, ¿la verdad será revelada? ¿Luna estará embarazada? ¿De Mariano? ¡Quiero y demando mil comentarios linduras!

Y... No me quería ir sin pedirles que vayan al perfil de TatianaNicoleMendoza y le den todo el amor del mundo y nominen a mil historias y escritoras en los Ámbar Awards que la lindura está organizando. Unos premios dedicados a historias de nuestra única queen Ámbar.❤️

Y también agradecerles por la nominación y los votos en los VIP Awards de vippawards. Saben que me llenan de mi vida todo el tiempo y por eso las amo. No olviden votar por todas las escritoras maravillosas nominadas, linduras.

El próximo capítulo será oro. 8 más.

Voten ⭐️ si les gustó y Comenten 💬 cuál fue su parte favorita.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top