40 | Encuentros
D O M I N G O
Ámbar POV
La sonrisa en el rostro que me había sacado la visita de mi mamá, Sylvana, era inigualable, hasta las enfermeras dijeron que parecía otra chica completamente diferente esta tarde.
Y es que, verla a ella y decirle cual había sido el motivo por el cual no me había comunicado estos últimos días, hizo que la tranquilidad regresara a mí. Lo último que quería es que pensara que no deseaba hablar con ella y se alejara. No podía soportar la idea de perderla una vez más.
Sin embargo, aquella visita no era la única de este día, no obstante, la segunda visita me había dejado sin palabras, pues, de todas las personas que me habían visitado, esta era la primera vez que Benicio lo hacía.
Al principio fue extraño verlo a mi lado, pensé por un momento que no le importaba del todo cómo me encontraba, pues ni una de mis amigas me había comentado nada sobre él, sin embargo, verlo entrar a mi habitación demostraba todo lo contrario, aunque le hubiera tomado tres días hacerlo.
—¿Recordas aquella fiesta de Milo hace dos años? ¿La de Halloween?— Inquirió Benicio sonriente.
—L-La recuerdo perfecto— Exclamé rodando con dificultad los ojos, había aprendido para ahora que la ataxia me lo impedía —Vos sos el que s-seguramente no recuerda nada... T-Tomaste como si todo fuera agua.
—Claro que recuerdo todo y vos no te quedaste detrás mío— Río Benicio para bajar la mirada —Fue una de las mejores fiestas de toda mi vida y más por cómo terminó en la habitación de la hermana de Milo.
Suspiré sin saber que responder dibujando una pequeña sonrisa en mi rostro a lo que Benicio respondió soltando una nueva risa pícara.
—Hace tanto que no te dejaba sin palabras— Dijo orgulloso a lo cual reí.
—Sos un t-tonto... Pensé que acordamos ol-olvidar ese día para siempre— Hablé conteniendo una risa.
—Eso era cuando todavía éramos novios, pero ahora, nada me impide de contar tus intimidades... Señorita...
—Bueno, b-bueno— Interrumpí logrando que soltara otra risa —Que no se t-te olvide que yo también s-sé muchas cosas de vos, así que si alguien se entera... T-Te destruyo Lino.
Solté amenazante causando que Benicio me mire sorprendido, sólo yo podía saber su segundo nombre y que tanto lo aborrecía por hacerle recordar a su abuelo.
—Vos ganas esta vez porque no tenés segundo nombre.
Contestó fingiendo indignación para luego reír esperando que mi risa lo acompañe, sin embargo, sucedió todo lo contrario pues mi sonrisa se desvaneció ante su comentario.
—¿Qué pasa? ¿Dije algo malo?— Preguntó confundido a lo que negué.
—No... E-Es sólo que... S-Sí... S-Sí tengo segundo nombre— Confesé provocando que frunciera el ceño.
—¿Cómo? ¿Y nunca me lo dijiste en todos estos años?— Cuestionó desconcertado.
—Es sólo que lo s-supe hace poco.
—¿Qué? ¿Cómo pudiste saberlo hace poco? ¿Qué acaso tu madre te ocultó tu verdadero nombre toda tu vida?
—Sí.
Exclamé segura logrando confundir a Benicio más de lo que seguramente se encontraba pero no había barrera que me impidiera hablar de este tema con él, al final de cuentas, por muchos años fue él quien supo todos mis deseos y sueños.
—C-Conocí a mi madre, Benicio... Mi verdadera madre.
—¿Qué?— Musitó incrédulo —¿Cómo? ¿Cuan...
—Hace poco... S-Se llama Sylvana. Es tan buena y m-me contó muchísimas cosas so-sobre mi pasado, como mi segundo nombre, Alai, signi... Significa alegría.
Sabía que mis palabras habían dejado sin habla a Benicio, era obvio que no esperaba escuchar algo como aquello y al igual que mis amigas o Simón, no podía creerlo.
—¿Es en serio?
—Muy en serio— Respondí con una tierna sonrisa.
—¿Y... Ella te dijo por qué....
—Sí— Contesté impidiéndole terminar la pregunta —P-Pero p-prefiero guardar eso para m-mí... Al menos por ahora, ¿sí?
Benicio asintió tímido para mirarme fijamente a los ojos sin emitir una sola palabra, tal como si hubiera caído en un trance.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras a-así?— Cuestioné extrañada.
—Es sólo que me sorprende que eso de lo que tanto hablaste conmigo y que parecía imposible ahora es realidad.
—A mí también me resulta s-sorprendente y de-debo darte las gracias porque t-tus palabras aquella tarde en la pista me hicieron c-confiar en ella.
—¿Entonces de eso estábamos hablando?— Asentí logrando que sonriera —Me alegra saber que tu sueño se hizo realidad, tal como te decía siempre, no debías nunca perder la esperanza— Sonreí mirándolo fijamente a los ojos —Y me encantaría conocerla algún día, seguramente es igual de hermosa que vos.
—Es-Estoy segura que a ella también le daría mucho gus... Gusto conocerte. Le conté sobre vos.
—¿Ah sí? ¿Y qué le contaste? ¿Qué te engañé por idiota?— Negué ante las preguntas de Benicio.
—Que vos fuiste el mejor n-novio que tuve, que me conocías me-mejor que nadie, sabías lo que me gus-gustaba, lo que no, me cui-cuidabas mejor que nadie...
—¿En verdad le dijiste todo eso?— Inquirió Benicio en un hilo de voz.
—Es que es la verdad.
Respondí creando un gran silencio en la habitación mientras Benicio parecía tener una lucha interna sobre qué decir.
—No me has preguntado porqué me tomó tres días venir a visitarte...
—No creo que...
—Tenía miedo— Fruncí el ceño —Miedo que tu hermano o tus padres me echaran a patadas de aquí y por eso vine hoy que sabía que no encontraría a Simón y... También tenía miedo... Miedo de verte y no poder resistirme a hacer algo que hace tanto quiero hacer.
—¿Q-Qué cosa?
Benicio soltó un suspiro y sin verlo venir en lo absoluto, acortó distancia uniendo tímidamente sus labios con los míos tomándome por total sorpresa.
No pude evitar retroceder involuntariamente, pero mi sorpresa pronto se vio apagada por ese sentimiento de recuerdo, sentir de nuevo los labios de Benicio sobre los míos me hizo revivir todos las emociones que él alguna vez me generó y recordar cientos de momentos que vivimos juntos.
Cerré los ojos dejándome llevar para corresponder sin piedad alguna a ese beso que poco a poco hacía perder el ritmo de mi corazón.
Benicio y yo nos apartamos por falta de aire mirándonos fijamente a los ojos como si estos estuvieran hablando solos, sin embargo, la sensación de un tercero en la habitación provocó que lentamente girara hacia la puerta logrando hacer mi rostro palidecer al observarlo a él, Matteo en mi habitación.
—Eh... Eh... Creo que será mejor que yo me...— Balbuceó Matteo intentando abandonar la habitación.
—Tranquilo tano, no tenés porque irte— Soltó burlón Benicio.
—Eh... Sí, yo quería hablar con... Pero no quiero seguir interrumpiendo, así que...
—¿Sobre q-qué querés hablar conmigo? No recuerdo que vo-vos y yo tuviéramos una charla pendiente— Intervine ganándome la confundida mirada de Matteo.
—No, no tenemos, pero hay algo que me gustaría decirte y creo que debes saber... A solas.
Matteo y yo nos miramos fijamente sin emitir una sola palabra más, mi corazón no parecía regresar a su ritmo normal luego de aquel beso por más que deseara que lo hiciera.
Como odiaba sentirme así viéndolo a él, ¿qué tan importante era eso que debía decirme para aparecerse de esa manera en mi habitación? Mucho al parecer.
—Benicio— Susurré logrando que él asintiera y se levantara de su asiento rodando los ojos.
—Estaré aquí afuera por cualquier cosa que necesites... Me gustaría hablar con vos sobre... Eso.
Asentí tímidamente. Ese "eso" era el beso y no sabía con exactitud si hablarlo me haría bien, apenas y pude entender como fui capaz de corresponderlo.
Benicio sonriente abandonó la habitación y Matteo cabizbajo caminó hasta mí para tomar asiento donde Benicio se encontraba hace un momento. Sus ojos, como era de esperarse, no tardaron en caer sobre mi mano aun vendada y la férula sobre mi tobillo.
—¿Qué querías de-decirme?— Pregunté rompiendo con ese silencio.
—Quería saber cómo estabas, estaba... Preocupado.
—¿Por qué?— Cuestioné sonando terriblemente dura.
—Porque... Pareció muy grave lo que te ocurrió y más ahora que... Que sé el motivo por el cual te pasó lo que te pasó.
Fruncí el ceño al escuchar las palabras de Matteo, ¿acaso había dicho que sabía por qué había sufrido ese accidente?
—¿D-De qué estás hablando?— Pregunté provocando que suspirara.
—Alguien ajustó la rueda de tu patín y por eso te caíste... Y ese alguien fue Emilia.
Negué sintiendo mi corazón acelerarse, no podía ser verdad, sabía que Emilia y yo no éramos exactamente amigas, pero, nunca creí que hubiera sido capaz de algo así.
—¿Cómo lo... Lo sabés?
—Todo el Roller lo sabe ahora y... Creo que merecías saber la verdad... Gary la echó definitivamente de los Red Sharks, así que...
—No lo puedo creer— Musité sintiendo mis ojos débilmente cristalizarse —¿Por qué ella haría a-algo así?
—Quería sacarte de la competencia para asegurarse que el primer lugar fuera suyo, pero lo importante es que ya pagó por lo que te hizo y que estás bien... Dentro de lo que cabe— Habló logrando que ruede con esfuerzo los ojos.
—Se llama ataxia, n-no puedo controlar mis pa-palabras y n-no podré hacerlo hasta que la... La inflamación por el golpe en la ca-cabeza desaparez-rezca.
—Lo siento... — Musitó Matteo desviando mi mirada —Así que... Benicio y vos...—
—No es a-asunto tuyo, Matteo— Solté terriblemente dura.
—Lo sé, pero, digo, si se besaron es porque... ¿Otra vez son novios?
—¿Y si así fuera q-qué?... Que y-yo sepa no tengo porque darte explicaciones de nada.
—No tenés porque... Pero vos y yo... Déjalo... Creo que será mejor que me vaya— Exclamó poniéndose de pie —Espero que sean muy felices juntos.
Fue lo último que dijo Matteo antes de abandonar la habitación sin esperar respuesta de mi parte.
¿Qué había sido todo esto? ¿Por qué era tan importante que Matteo me dijera aquello? ¿Por qué me visitó en primer lugar? Él y yo no éramos más nada y no necesitaba nada de él, pero al parecer él no opinaba lo mismo o de otro modo, no hubiera puesto un pie en el hospital en primer lugar.
Simón POV
De alguna manera Delfi había sido capaz de traerme hasta el living de su mansión esta tarde luego de descubrir que el accidente de mi hermana no había sido un accidente.
No obstante, en todo el tiempo que llevaba sentado con ella reposando sobre mi cuerpo, mi cabeza estaba en otro universo, intentando comprender lo que había sucedido y más importante, si en verdad Emilia había sido la única responsable de lo sucedido.
—Amo a esa actriz, es la de la película que vimos en el cine... ¿La ubicas?— Exclamó Delfi sonriente sin recibir respuesta de mi parte —¿Mi amor?— Frunció el ceño dirigiéndome la mirada —¿En qué estás pensando ahora?
—En... En la pelícu...
—No me mientas, Simón— Suplicó agachando la mirada —¿Estás pensando en Ámbar?
—Más bien en Emilia y... En Luna— Rodó los ojos para sentarse correctamente —Es sólo que yo la conozco a Emilia y la conozco a Luna, y sé que ambas son capaces de cualquier cosa... Pero, Luna no sería capaz de hacerle algo así a Ámbar, ¿verdad?
—Vos las conoces mejor que nadie, Simón y sabés perfectamente que Luna no tiene escrúpulos y no lo digo porque no me agrade.
—Tenés razón, pero... ¿Vos crees que...
No pude terminar mi frase pues observé a Delfi soltar un largo bufido haciéndome comprender que algo sucedía.
—¿Pasa algo?— Pregunté extrañado.
—No, no pasa nada... ¿Podemos seguir...
—Delfi— Musité interrumpiendo su pregunta —Te conozco perfecto, hace un minuto estabas sonriente y ahora...— Suspiré intentando encontrar sus ojos que claramente esquivaba —Perdón, sé que no debí hablar sobre...
—No quiero hablar sobre eso, Simón— Respondió haciendo una ligera mueca.
—Lo siento... Es sólo que, no puedo parar de pensar en...
—Basta.
Exigió soltando un bufido provocando que mi ceño se frunciera más que antes y tomando distancia de mí.
—Simón, no quiero ser la novia celosa pero no puedo seguir soportando que lo único de lo que podemos hablar es Ámbar. Yo sé que es tu hermana, que la querés mucho y que ahora estás muy preocupado por ella, pero no podemos hablar de nada sin que la metas cada cinco minutos en una frase.
Soltó Delfi para llevar sus manos a su rostro permitiéndome notar como estos se habían cristalizado de un momento a otro y sintiéndose apenada, se levantó del sillón para intentar abandonar la habitación.
—Delfi... Mi amor— Exclamé imitando su acción deteniéndola con mi voz.
—Lo siento, seguramente estás pensando que soy una celosa, exagerada, manipuladora y dramática novia pero...
Antes de que Delfi pudiera seguir escupiendo palabras me incliné para apoderarme de sus labios sin previo aviso volviendo a escucharse el silencio.
—No vuelvas nunca a llamarte así, porque no sos nada de eso.
Susurré aun sin despegar su rostro del mío para depositar un dulce beso sobre su frente logrando que ella baje la mirada.
—Sos la novia más comprensiva de todo el mundo y una vez más tenés razón... Lo siento.
—No quiero que pienses que no estoy preocupado por Ámbar porque lo estoy, pero antes estando con vos podía olvidar que compartían el apellido y ahora tal parece como si estuviera con ella como el tiempo.
Asentí llevando mis manos a su cintura para apegarla más a mí y depositar otro beso sobre sus labios.
—Perdón mi amor, no sabía que las cosas eran así— Suspiré llevando un mechón de pelo detrás de su oreja.
—Te perdono— Sonrió de lado provocando que imitara su acción.
—Te prometo que esto va a cambiar, tenés razón... Vos hiciste todo esto para que pasemos más tiempo juntos y lo arruiné.
—No arruinaste nada... Aun podemos disfrutar lo que nos queda de la noche... ¿Te parece si pedimos...
Inquirió intentando abandonar la habitación llegando hasta el marco de la puerta, pero antes de poder terminar la pregunta, la tomé de la mano forzándola a detenerse.
—Preferiría disfrutar lo que nos queda de la noche de otra manera— Delfi frunció el ceño sin comprender mis palabras —Tu madre dijo que volvería hasta medianoche y eso nos deja unas tres horas más solos.
Delfi no pudo evitar sonrojarse sonriendo como nunca antes logrando que soltara una pequeña risa.
—Eh... Y-Yo...
—Me encanta cuando te pones así de nerviosa— Dije caminando hacia ella sin soltar su mano.
—¿Y cómo querés que me ponga si soltas eso de la nada?
Cuestionó intentando retroceder, sin embargo, logré evitar que lo hiciera deteniéndola contra el piano de su inmenso living.
—Bueno... Es que quiero recompensarte por haber arruinado la noche con mis pavadas y no se me ocurre otra manera de hacerlo, así que...
Dije acortando la distancia poco a poco hasta apoderarme de sus labios velozmente causando que perdiera la estabilidad y para evitar que cayera, la apegué con mayor fuerza al piano apoyando mis manos sobre este.
Una vez que logramos recuperar el equilibrio, Delfi llevó sus manos hacia mi cuello para apegarme dulcemente a ella y dejarme claro que estaba de acuerdo con que sucediera.
Sonriendo sobre sus labios, aparté los míos para guiarlos hasta su cuello con dulce aroma a vainilla y depositar lentos y juguetones besos sobre este.
Delfi no pudo evitar soltar una que otra risita que prontamente se volvió un gemido siendo música para mis oídos y haciéndome revivir aquellas sensaciones que me invadieron nuestra primera vez; es por eso que, sin poder resistirme, viajé mis manos hasta los costados de sus piernas para levantarla y ágilmente sentarla sobre el piano.
—Si rompes este piano mi mamá te matará— Exclamó con la respiración agitada.
—Valdrá la pena.
Sonreí pícaro para adueñarme de vuelta de sus labios y antes de poder reaccionar, sus manos se ocuparon de despojarme de mi chaqueta, mientras que yo hice lo mismo con mi remera.
Delfi mordió su labio inferior para acariciar mi desnudo pecho y posando sus manos sobre mis hombros, me apegó a ella lo mayor posible.
Mis manos se guiaron solas acariciando sus piernas incluso debajo de su pollera y permitiéndome despojarla de su ropa interior antes que cualquier otra prenda.
Le fue inevitable no soltar una bocanada de aire sonriendo achinando más los ojitos que de costumbre y con esa misma sonrisa, sola se despojó de su remera dejándome inmóvil ante lo que mis ojos observaban.
—Dos horas y cincuenta minutos.
Sonrió pícara haciendo que lleve mis manos hasta el broche de su corpiño para retirarlo y bajar mis besos hasta su pecho sin importarme el resto.
Los gemidos de mi chinita se vieron interrumpidos por el sonido de un par de teclas del piano presionadas involuntariamente por una de mis manos haciéndome regresar a la realidad.
Ambos con las respiraciones totalmente agitadas, regresamos nuestras miradas al frente sabiendo que tanto nos necesitábamos el uno al otro en ese momento y es por eso que, sin previo aviso fue ella quien tomó el control para retirar las últimas dos prendas que poseía permitiéndome ahora soltar una bocanada de liberación.
Delfi lamió dulcemente sus labios pero para ese punto, cualquier acción de su parte sólo me motiva a seguir y seguir más allá, por lo que, antes de continuar con cualquier otra cosa, prácticamente le arrebaté su falda quedando ambos sin una sola prenda que nos impidiera disfrutar de este momento más de lo que ya lo hacíamos.
Sentí mi corazón acelerarse a más no poder y volviendo a disfrutar de sus perfectos labios, logré que terminara recostada sobre el piano bajando cada vez más y más mis besos hasta llegar a su intimidad apoderándome de ella sin piedad.
Todo pensamiento que había ocupado mi mente en los últimos días se había esfumado y en lo único en lo que podía pensar era en cuanto amaba a esa chinita de ojos cafés.
Subí mis besos de vuelta hasta sus labios sintiendo que no podría resistir un segundo más y ahí fue cuando un gigantesco pensamiento llegó a mi cabeza.
—No tengo...
—No importa, no importa nada...
Respondió Delfi apresurada apenas siendo capaz de hablar y nuevamente, ella tomó el control besándome como nunca antes mientras despeinaba mi cabello.
A mí tampoco me importó más nada, pues no pasó tanto tiempo para que ambos nos sumergiéramos en el máximo punto de placer, en definitiva, Delfi había logrado hacerme olvidar todo y sólo sabía que no quería detenerme nunca, nunca.
Matteo POV
Seguía sin creer que fui capaz de visitar a Ámbar en el hospital, ¿qué pretendía al hacerlo? No sabía, simplemente sabía que nunca debí poner un pie en aquella clínica, así al menos me ahorraba el mal trago que me dejó ver aquel beso.
No comprendía porqué me molestaba tanto pensar en él. Ámbar tenía razón, no era asunto mío, lo que pasara con su vida no era más asunto mío. Si tan sólo mi cabeza pudiera entender eso.
Es por eso que apenas abandoné la habitación de Ámbar fui en busca de Luna. Necesitaba estar con ella para olvidarme por completo de aquella imagen que prácticamente se había adherido a mi mente.
Por suerte para mí, Luna hizo todo lo posible por animarme y juntos pasamos una tarde maravillosa que sin duda me hizo olvidarme de ellos, especialmente de ella.
—Si hubiera sabido que eras tan malo para el bowling no te hubiera llevado— Soltó Luna entre risas.
—No soy malo, sólo no estaba concentrado.
Respondí aferrándome con más fuerza a su mano mientras caminábamos hacía la puerta principal de la mansión.
—Claro, claro... ¿Por qué no aceptas que perdiste?
—No lo voy a aceptar, petisa... Es más, tenemos que repetirlo y te voy a demostrar que soy el mejor de todos—Luna rodó los ojos para continuar su camino soltando una risa más.
—Todavía no me has dicho cómo te fue con tus padres... ¿Sobre qué querían hablar?
Inquirió Luna provocando que mi sonrisa se borrara. Una reunión con mis padres, esa había sido la excusa que utilicé para visitar a Ámbar.
—Eh... Nada importante... Son muy exagerados con respecto a sus reuniones familiares— Respondí incapaz de dirigirle la mirada.
—Pero... Está todo bien, ¿cierto?
—Todo está perfecto, es más, nunca debí ir en primer lugar.
Luna frunció el ceño confundida, estaba segura que no entendía a qué me refería pero mi cerebro habló sin que yo pudiera controlarlo.
—Olvídate— Sonreí de vuelta para mirarla a los ojos —Mejor contame vos... ¿Qué te gustaría hacer mañana?
Luna sonrió borrando poco a poco ese rostro de desconcierto y juntos, emprendimos nuestro camino dentro la mansión con la esperanza de no encontrar a sus padres en los pasillos y poder dirigirnos sin problema hasta su habitación.
Sin embargo, al entrar en esta, Luna se detuvo en seco como si sus piernas se hubieran apagado de un segundo a otro y todo rastro de lo que en algún momento fue una sonrisa se desvaneció.
Me fue inevitable no fruncir el ceño y sin dudarlo, giré para encontrar que había puesto a mi novia de esa manera hallándolo a él.
Un hombre de unos veinticinco años sentado cómodamente en el living de la mansión quien al observar a mi novia, no tardó en dibujar una gran sonrisa en su rostro.
—¿Qué hacés vos aquí?— Exclamó Luna de repente en un tono seco.
—Hola, ¿no crees?— Respondió el hombre poniéndose de pie para dirigirse a nuestro lado.
—¿Qué hacés acá?— Volvió a preguntar Luna sin dejar de fruncir su ceño.
—A mí también me da mucho gusto verte, Luna... Estás tan grande— Habló el hombre sonriente ignorando su insistente pregunta.
—No estás respondiendo mi pregunta... ¿Qué hacés en mi casa, Mariano?
Cuestionó Luna dejando ir mi mano para cruzar de brazos regalándole una dura mirada a aquel hombre que ahora sabía se llamaba Mariano.
Mariano sonrió de una manera extraña para acortar distancia con Luna pero ella no tardó en retroceder casi al instante.
—Sorpresa, sorpresa— Rió el hombre para enfocar su mirada en mí —¿Y a quién tenemos aquí?
—Es mi novio, Matteo— Respondió Luna volviendo a tomar mi mano con velocidad.
—¿Tu novio?— Musitó Mariano para asentir sin dejar de mirar de una manera extraña a Luna —Mira vos...
—Sí, mi novio y seguís sin responder mi pregunta... ¿Qué hacés aquí? ¿Mis padres lo saben?
Interrogó Luna alterada logrando confundirme aun más, sin embargo, antes que algo más pasara, la voz de mi padre provocó que los tres reaccionáramos e instantáneamente, Luna soltara mi mano.
—Encontré este...— El padre de Luna interrumpió su frase al percatarse de nuestra presencia —Luna, mi amor... Que bueno que llegas así te enteras de la buena noticia.
—¿Qué noticia?— Cuestionó Luna frunciendo el ceño.
—Mariano regresó a la ciudad por un proyecto de la empresa en la que trabaja y estará aquí con nosotros unas semanas— Habló el padre de Luna sonriente.
—¿Aquí? ¿Aquí en la mansión?— Preguntó Luna anonadada.
—Claro, tu madre y yo no íbamos a permitir que pasara estas semanas en un hotel... Él ya es parte de la familia— Contestó el padre de Luna colocando su mano sobre el hombro de Mariano.
—¿No te emociona la idea, Luna?— Exclamó emocionado Mariano —Será tal como en los viejos tiempos.
Luna negó fulminando al tal Mariano con la mirada, mientras que él no paraba de sonreír sin despegar su mirada de ella.
—Por supuesto, vos siempre sos muy bien recibido en esta casa... ¿O no, Luna?— Luna volvió a negar incrédula.
—¿Acaso no te pone feliz la idea de volver a vivir juntos?
—Me emociona como nada en este mundo, Mariano— Soltó sarcástica Luna.
—Me alegro mucho, mi amor— Sonrió el padre de Luna dirigiendo su mirada a mí—¿Vienen a cenar?
—No— Respondió Luna al instante —Matteo me va a ayudar a estudiar para una prueba que tengo mañana... Además... No tengo más apetito— Mencionó Luna lanzándole una mirada retadora a Mariano.
—Bueno, entonces... ¿Qué te parece si vamos al jardín para seguir poniéndonos al día, Mariano? Hay mucho de Madrid que me muero por escuchar.
—Claro, Bernie— Sonrió Mariano aun sin apartar sus ojos de Luna —Mucha suerte en su... Estudio... Ya tendremos tiempo para ponernos al día vos y yo.
Mariano guiñó un ojo a mi novia para, sonriente, seguir al padre de Luna hacia al jardín dejándome con el desconcierto más grande de todos.
—Vamos.
Exclamó Luna para tomarme de la mano y arrastrarme por las escaleras rumbo a su habitación.
Podía notarlo a kilómetros de distancia, ella ahora era una masa de furia pero no lograba entender el porqué, sólo sabía que tenía que ver con ese tal Mariano, ¿quién era? Y, ¿por qué Luna se había puesto así por él?
Luna POV
¿Por qué? ¿Por qué cuando todo parecía estar volviendo a su lugar llegaba él? Pensé haberme librado de él para siempre hace dos años pero ahora aparecía en mi casa para romper con todos mis esquemas.
Era evidente que tan mal me ponía la noticia que desde el momento en que Matteo y yo llegamos a mi habitación, no era capaz de decir una sola palabra, simplemente me limitaba a escribir con tanta fuerza sobre mi cuaderno de álgebra.
—Hey, hey... Tranquila— Exclamó Matteo apartando el cuaderno de mis manos.
—Lo siento, es que... ¡Me enferma! ¡Me enferma! ¿Por qué tuvo que volver?— Exploté llevando mis manos a mi rostro en un acto de frustración —¡¿Por qué?!
—Supongo que hablamos de ese tal Mariano, ¿no?— Respondió Matteo confundido.
—Lo odio, no me lo banco nada... ¿Por qué no se pudo quedar en Madrid a kilómetros de aquí?— Bufé alterada.
—¿Por qué lo odias tanto? ¿Qué te hizo?
—¡Nada! ¡No me hizo nada!
Contesté furiosa y muy a la defensiva, bravo Luna, si querías que Matteo no sospeche nada hiciste muy bien tu trabajo.
—Para no hacerte nada parece que lo odias bastante.
—No es nada, es simplemente que mi vida estaba perfecta sin él y ahora vuelve y... ¿Podemos seguir estudiando?
Cuestioné para seguir copiando sintiendo mi sangre hervir, por más que lo intentaba, no conseguía borrar de mi mente su estúpida imagen.
Estúpido Mariano. Idiota, imbécil, basura, como lo odiaba. Nunca podría perdonarlo después de lo que me hizo. Nunca.
—¡Okay! ¡Okay! ¡Suficiente por hoy!
Exclamó Matteo arrebatándome el lápiz de mi mano y cerrando mi cuaderno para alejarlo de mí.
—Si seguís así vas a perforar todas las hojas... Porque no mejor me contas porqué te pones así y tal vez te ayude a liberarte un poco.
—No quiero hablar sobre él, no quiero gastar mi tiempo pensando en él, quiero hacer como si no existiera y seguir con mi vida como si nada... ¿Podés dejar de preguntarme?
—Bien— Escupió Matteo serio —No lo vuelvo a mencionar... Cálmate un poco, ¿sí?
—¡No me pidas que me calme cuando tengo a esa basura viviendo otra vez bajo el mismo techo!— Exploté de vuelta apretando los dientes.
—¡¿No qué no querés hablar más sobre él?!
—¡No puedo no hacerlo! ¡Está aquí! ¿No entendes?— Solté alzando más la voz.
—¡No! No entiendo nada... Si no vas a decirme nada entonces no hablés más de él... ¿Sí?
—¡Sí!— Grité en seco.
—Bien.
—¡Bien!
Rodé los ojos intentando calmar mi respiración, cosa que parecía imposible, por más que intentara, nada podía sacar a Mariano de mi cabeza. Nada.
—¿Podemos tranquilizarnos un poco?— Pidió Matteo soltando un suspiro.
—No hay manera, Matteo... Él arruinó mi día, mi semana, mi año y mi vida— Hablé velozmente.
—No dejes que sea así... Todavía falta mucho para que termine este día y podés terminarlo bien.
—Eso suena imposible...
—Yo creo que hay una manera de hacerlo...
—¿Ah sí?— Exclamé frunciendo el ceño —¿Y cuál es?
Antes de poder reaccionar de otro modo, Matteo se apoderó de mis labios saltándose cualquier rastro de ternura en aquel beso haciéndome entender perfecto lo que quería.
Así que, sin importarme nada y sintiendo que era la única manera de hacerme olvidar a ese pedazo de basura, me dejé llevar por el momento sin oposición alguna.
En cuestión de segundos, nuestras remeras habían volado a alguna parte de la habitación y los besos de Matteo no tardaron en bajar hasta mi cuello haciéndome sentir aquella sensación de uno de esos tantos besos dejaría una evidente marca y aun sin calmarme del todo, me aparté para golpear su pecho.
—Te voy a matar, idiota.
Matteo se limitó a reír burlón para colocar su mano sobre mi espalda y apegarme a él lo mayor posible logrando sentir sus acelerados latidos.
No pasó tanto para que nuestras prendas inferiores desaparecieran como si nuestras vidas dependieran de nuestro encuentro.
Mi corpiño voló y con él, enormes sensaciones de placer se hicieron presentes, en definitiva, Matteo también parecía estar desesperado porque las cosas sucedieran a su manera.
Sin embargo, hoy yo necesitaba ser la que tomara el control, lo necesitaba para poderme olvidar de Mariano, por lo que, apenas sentí la primer liberación llegar a mí acompañado de un fuerte grito reprimido gracias a Matteo y sus ágiles dedos, giré obligándolo a quedar debajo mío.
—No petisa— Exclamó sin aliento —Hoy seré yo...
—No, idiota... Me lo debes por el cuello.
Respondí con una sonrisa pícara y sin importarme más nada, aproveché mi dominio para llenarme del máximo placer posible aferrándome con fuerza al pecho de Matteo.
Tan sólo le bastó a Matteo terminar para tomarme fuertemente de las muñecas y hacerme girar quedando boca abajo.
No puedo negar que aquella acción de su parte me tomó por sorpresa, pero para ese punto no me importaba en lo absoluto nada, sólo quería que siguiera y me hiciera olvidar de aquella horrible imagen y de aquellos recuerdos.
No puedo decir con exactitud cuanto tiempo pasó para que ambos pudiéramos dejar salir todo aquello que nos frustraba y poder conseguir un poco de paz interna, sólo sé que tomó un gran esfuerzo físico de nuestra parte que nos dejó totalmente agotados.
Por suerte, había conseguido borrar a Mariano de mi mente, no podía seguir atormentada, yo ahora era más grande y más fuerte, y no iba a permitir que volviera a aprovecharse de mí.
No obstante, nada fue capaz de prepararme para las primeras palabras de Matteo luego de un enorme silencio en el cual ambos permanecimos abrazados intentando recuperar nuestra respiración normal.
—¿Vos fuiste quien ideó el plan para ajustar la rueda del patín de Ámbar?
No pude evitar sentir mi sangre helarse al instante, entonces eso era lo que lo tenía hecho una masa de furia, ¿Matteo dudaba de mí? Esto no podía ser verdad, no podía.
»»»»»»»»»
¡Hola a todos! ❤️ Ya no existe orden en mi vida, sin embargo, decidí publicar hoy pues este sábado no publicaré capítulo ya que viajaré a CDMX para el concierto de Soy Luna! Les juro que estoy que no me lo creo.
Pero bueno, ya les contaré que tal todo, por mientras, quiero agradecerles infinitamente por votar por mí en los Lunticos Awards de EmiliaMans ❤️ Y a las que no han votado, aún están a tiempo de hacerlo.
¿Qué les pareció el capítulo? Muy intenso, ¿no creen? ¿Benimbar de nuevo juntos? ¿Qué tal la escena Delmón? ¿Qué tal la Lutteo? ¿Matteo dudando de Luna? ¿Qué pasará? ¡Comenten linduras!
Y... Dedicaré el próximo capítulo a la lindura que cree la mejor teoría sobre Mariano, ¿quién es y por qué Luna lo odia tanto? ¡Leo sus teorías linduras!
Capítulos todos los Sábados.
Voten ⭐️ si les gustó y Comenten 💬 cuál fue su parte favorita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top