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El comienzo del ciclo escolar es una tortura para la mayoría de la población del mundo, aunque no para los magos o por lo menos no para los que estudian en Hogwarts, ellos esperan ansiosos la llegada del curso, aunque como en todo, hay excepciones.

Y en este momento, Rose Weasley era una de ellas.

—¡Vamos Rose que llegaremos tarde! — le decía Hugo.

—¡Hugo, te dije que te ap...! ¿Rose? — preguntó la madre de los chicos confundida— ¿Te sientes bien cariño? ¿Por qué no estás lista aún?

—No quiero ir a Hogwarts este año... —murmuró la pelirroja con la cara sobra la almohada.

Su madre se preocupo— ¡Ron, cariño! ¿Puedes llamar a Pansy? Creo que Rose se va a morir— grito.

—¿Rose? — preguntó Ron entrando por la puerta, al ver a su hija en ese estado hablo— Ya mismo le marcó, y mejor le digo que venga con Luna.

Rose se levantó— ¡No necesito un Medimago! Solo... No quiero ir a Hogwarts este año.

Ambos padres frunciero el ceño, su hija adoraba Hogwarts, ¿que paso para que dijera eso?

Se escucho un plop y el elfo de la familia apareció en el la habitación— Amo Ron, los señoritos Potter y Malfoy están en la puerta, junto con la señorita Longbottom — anunció.

—Yo los llamé, dejalos pasar Armis— dijo Hugo.

Minutos después, por la puerta aparecieron Albus y Lily Potter, Scorpius y Narcissa Malfoy y Alice Longbottom.

—¡Rosebud Astoria Weasley Greengrass! ¡Te sales de esa cama y te prepras para ir a Hogwarts o yo misma te saco y no te va a gustar! — amenazó Lily con las manos en las caderas.

Rose seguía igual.

—Tíos, ¿pueden dejarnos un momento a solas con Rosie? — preguntó Alice amable.

Ellos salieron de la habitación y fue cuando Alice saco una botella de agua y se la tiro encima a Rose.

—Aún no puedo usar magia fuera de Hogwarts, así que traje mi aquamenti portatil— sonrió infantil mientras la pelirroja se apartaba los mechones de cabello mojado del rostro.

—Mira Rosie, mi hermano es un idiota y Dominique, bueno, ya sabes como es... — decía Albus.

—¿Una zorra? — preguntó Alice.

—¿Una arpía? — preguntó Lily.

—¿Una perra sin corazón? — preguntó Narcissa.

El las miró mal— Ya sabes como es ella, no dejes que te vea mal así que levántate de esa cama, las chicas te ayudarán y harás que se trage sus palabras— sonrió de lado.

—Creo que me enamore del Potter equivocado— murmuró ella.

—Si, te fuiste por el idiota— se rio Lily— Aunque Albus es el serio y frío, tiene su corazónsito— murmuró mientras le tomaba ambas mejillas a su hermano y las apretaba.

—Corazón que solo Alice logró derretir— terminó Rose, la rubia le sonrió a su amiga.

Tras darle ánimos a su amiga pelirroja, Albus y Scorpius bajaron al comedor donde casi toda la familia Weasley-Greengrass estaba desayunando.

—Oh queridos, ¿quieren algo para desayunar? — preguntó Daphne Weasley.

—Si por favor, cuando Scorpius no desayuna se pone de mal humor— se burló Albus.

Ron tomó un pedazo de su pan y lo mordió frente al rubio para después chocar los 5 con el azabache.

Refunfuñando, el rubio se sento y comenzó a comer bajo las burlas de su mejor amigo y de su tío postizo.

15 minutos después, bajaron las chicas con una Rose lista para ir a Hogwarts.

—¿Quieren algo de comer antes de irnos chicas? — preguntó Ron— Recuerden que el desayuno es la parte más importante del día.

—No gracias tío, comeremos algo en el tren, ya se hace tarde— se disculpo Alice.

—Pues vamos, sus padres ya las están esperando— murmuró Daphne contenta de ver a su hija mejor.

Todos se encaminaron al auto y el pelirrojo condujo, pero a mitad del camino, Albus tomó el volante ya que casi caen por un puente. Llegaron a la estación de King's Cross media hora después y pasaron la barrera para llegar a la estación 9 3/4. Una vez ahí, fue fácil localizar a sus familias.

Los Potter sólo eran azabaches y castaños, a excepción de Lily, ya que ella era pelirroja como su tia Tabatha.

Los Longbottom eran todos castaños, a excepción de Alice, ella era rubia como su tía Daphne.

Los Malfoy, todos eran rubios a excepción de la nueva señora Malfoy, Hermione.

Minutos después de las despedidas, subieron al tren y buscaron un compartimiento vacío, al que después se le sumaron Roxanne, Louis, Frank y Lucy.

Pasaron el viaje entre risas y bocadillos que a Rose se le olvidó el problema con Dominique. Al llegar a Hogwarts pasó lo que todos esperaban, la pelea de Jaminique.

—¡Ya te dije que no Dominique! — decía James enojado.

—¡Jamie! ¡Ven aquí! — le grito ella con voz chillona.

—¡No soy un perro! Si eso es lo que quieres, ¡comprate uno! A ver si el te aguanta— y camino hacia las carrozas seguido de los Merodeadores.

Todos se habían quedado callados mirando la pelea, y su trance no acabo sino hasta que todos los Merodeadores se fueron.

El grupo de amigos, incluido Louis, no pudieron evitar una risa. La rubia los miró enojada y junto a Teresa e Isobel, caminaron a las carrozas.

—¡Les dije! ¡Ja! Mandame Trelawney tenía razón, ya me voy a dedicar a profetizar— se regodeo Lily, Scorpius la abrazo por la cintura.

—¿Y que me profetizas a mi, cariño? — preguntó el rubio en su oído.

—Que te lanzarán un zapato a la cabeza— se encogió de hombros y se separó de él. Segundos después, un zapato impacto en la cabeza del rubio.

—¡Lo siento Scorpius! Le quería lanzar este zapato a Blake— se disculpo Pandora.

Todos miraron a Lily. Ella movió su cabello y camino a las carrozas como toda una diva, en ella, el carácter de los Parkinson estaba muy presente.

—Cuidado Albus, te golpeara con una rama— le advirtió unos minutos después.

No pasó nada en ese momento, pero a mitad del camino, una rama le araño la cara a Albus.

—Ya me diste miedo Lilu— susurro Hugo.

—No seas llorón, Hugito— le resto importancia mirando hacia el castillo.

—¿Y a mi Lily? ¿Que me profetizas? — preguntó Rose esperando que le dijera que tropezaria o algo así.

—Serás feliz Rosie, tu solo espera, tu momento de brillar llegará— sonrió de lado y le giño un ojo.

—¡A mi dime que me caso con Shawn Mendes! — pidió Narcissa.

A lo lejos, se escucho el grito de Fred II— ¡Te escuché Cissa! ¡Y a ese tal Mendes será hombre muerto!

—¡Con mi Shawn no te metas Freddie! — le grito devuelta— Hombres... — suspiro.

Pará cuando levantaron la vista, ya estaban frente al imponente castillo.

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